Laocoonte: el sufrimiento de un sacerdote troyano y su vida en el más allá
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El grupo escultórico de Laocoonte y sus hijos, expuesto en el Vaticano desde su redescubrimiento en 1506, representa el sufrimiento del príncipe y sacerdote troyano Laocoonte (hermano de Anquises) y sus jóvenes hijos Antífante y Timbreo y es una de las más famosas y fascinantes estatuas de la Antigüedad. En su Historia natural, Plinio el Viejo afirma que el Laocoonte, creado por los eminentes escultores rodios Agesandro, Polidoro y Atenodoro, «es una obra de arte preferible a cualquier otra pintura o estatua» (36.37). Entre los historiadores del arte, el grupo escultórico ha recibido elogios de forma casi universal desde su redescubrimiento en circunstancias cuestionables en el año 1506.
La famosa estatua expuesta desde su descubrimiento en el recién diseñado patio del Belvedere en el Palacio Apostólico del Vaticano, ¿es en realidad la antigua escultura mencionada por Plinio, o se trata de una inteligente falsificación renacentista? Si es lo último, ¿quién pudo haber ideado este magistral engaño? Si es lo primero, ¿es un original o una copia en mármol de un bronce helenístico hecha para un mecenas romano?
En la versión más famosa de la historia, contada por Virgilio (70-19 a.C.) en su Eneida, Laocoonte había advertido a sus conciudadanos contra los griegos «incluso si traen regalos» y había tratado de exponer la verdadera naturaleza del caballo de madera golpeándolo con una lanza (el caballo de madera en cuestión, por supuesto, es el famoso «Caballo de Troya», dejado por las fuerzas griegas en la costa para permitir el acceso a la ciudad a las tropas escondidas dentro de aquella construcción). Más adelante, cuando dos serpientes emergieron del mar para matar al sacerdote y a sus hijos, los troyanos interpretaron sus horribles muertes como un acto de castigo divino y rápidamente decidieron trasladar el caballo de madera a la ciudad, creyendo que se trataba de una ofrenda a Minerva (Atenea).
A PESAR DE SU APARICIÓN EN LA LITERATURA ANTIGUA DESDE LAS TRADICIONES POSHOMÉRICAS HASTA LAS BIZANTINAS, LAS REPRESENTACIONES ARTÍSTICAS DEL SUFRIMIENTO DE LAOCOoNTE SON muy escasas.
Según Arctino de Mileto, en la tradición más antigua de la tragedia (que sobrevive solo a través de citas posteriores),Apolo había enviado las dos serpientes para matar a Laocoonte y solo a uno de sus hijos; mientras que un autor posterior, Quinto de Esmirna, sostiene que las serpientes mataron a ambos hijos pero perdonaron al padre.
Servio, otro autor tardío (alrededor del 400 d.C.), nos cuenta cómo Laocoonte provocó la ira de Apolo al acostarse con su esposa frente a la estatua de culto en el templo del dios. Una fuente incluso posterior, el erudito bizantino Juan Tzetzes, añade que la escena de la muerte de Laocoonte tuvo lugar en el mismo templo del Apolo Timbreo, situando apropiadamente el castigo en la escena de la transgresión.
Sófocles, dramaturgo griego del siglo V a.C., produjo una tragedia sobre el tema, de la que solo sobreviven unos pocos fragmentos en citas posteriores. Aparte de las fuentes mencionadas anteriormente, los poetas helenísticos Apolodoro y Euforión, el historiador Dionisio de Halicarnaso, el novelista romano Petronio, las fábulas latinas atribuidas a Higinio y algunos otros fragmentos, todos aportan diversos detalles de la historia trágica.
A pesar de su aparición en la literatura antigua, desde las tradiciones poshoméricas hasta las bizantinas, las representaciones artísticas del sufrimiento de Laocoonte son muy escasas y se encuentran alejadas temporalmente entre sí. Aparecen representaciones en algunas pinturas de vasijas griegas (siglos V al IV a.C.) y en dos frescos de Pompeya (25-75 d.C. aproximadamente). El grupo escultórico de mármol de Laocoonte y sus hijos, por lo tanto, sigue siendo la representación más excepcional de solo un puñado de obras antiguas que ilustran el sufrimiento de Laocoonte.
Después del siglo I d.C., el sufrimiento de Laocoonte parece haberse borrado gradualmente de la memoria. No fue hasta el Renacimiento que se reconoció a plenitud su tragedia y, lo que es más importante, la importancia histórico-artística de ese grupo de estatuas de mármol. Este redescubrimiento, sin embargo, no está exento de problemas. Por un lado, se dice que Felice de Fredis desenterró la escultura casi intacta el 14 de enero de 1506, mientras colocaba los cimientos de su casa en un viñedo recién comprado en la colina del Oppio. Informado del descubrimiento, el Papa Julio II llamó a su arquitecto Giuliano da Sangallo y a Miguel Ángel Buonarroti para inspeccionar la escultura que aún estaba parcialmente enterrada.
Da Sangallo la reconoció al instante como el Laocoonte mencionado por Plinio, el Papa adquirió la obra de arte el 23 de marzo de 1506 y la exhibió públicamente al cabo de medio año en el patio del Belvedere, recién diseñado ese año para conectar el antiguo Palacio Belvedere con el Palacio Apostólico (ahora parte de los Museos Vaticanos).
Si bien el grupo de estatuas estaba notablemente bien conservado para una obra desenterrada después de casi 1500 años, faltaban varias piezas: la más importante: el brazo derecho de Laocoonte, una parte de la mano del hijo mayor, el brazo derecho del hijo menor y varios segmentos de las serpientes; finalmente, la parte trasera del altar es de un mármol diferente (lo que genera dudas sobre su fecha).
En 1510, se celebró un concurso informal entre artistas en el que se invitaba a presentar propuestas, del que Rafael sería el juez, para la restauración del brazo derecho de Laocoonte. Jacopo Sansovino, el escultor de obras de la Piazza San Marco de Venecia, ganó el concurso con su sugerencia de un brazo extendido heroicamente; Miguel Ángel había sugerido que el brazo faltante debería doblarse hacia atrás hasta el hombro. Años más tarde, efectivamente, se añadió a la figura de Laocoonte un brazo aún más extendido; el brazo del hijo menor y las partes faltantes de las serpientes se agregaron en siglos posteriores.
Sorprendentemente, en 1905 el arqueólogo clásico Ludwig Pollack descubrió parte de un brazo de mármol doblado hacia atrás en un patio cerca del sitio donde se desenterró el Laocoonte. Medio siglo más tarde se añadió a la estatua el «brazo Pollack», ya quese demostró que un agujero perforado en el brazo encajaba perfectamente con un agujero correspondiente al hombro.
Cuando el grupo fue desmontado en la década de 1980, se descubrieron alteraciones tanto antiguas como modernas a partir de varias roturas, cortes, agujeros y tendones metálicos que conectan las piezas separadas. El desmontaje ha llevado a Seymour Howard a concluir que la composición original del Laocoonte era una composición piramidal más compacta, dinámica, dispuesta en diagonal y, por lo tanto, más cohesiva, en concordancia con un estilo «barroco» del último período helenístico inspirado en las obras de arte del período helenístico medio de Pérgamo.
Según la historiadora de arte Lynn Catterson, la presencia de Miguel Ángel durante el descubrimiento del Laocoonte estuvo lejos de ser una coincidencia. Basándose en una cuidadosa investigación de pruebas circunstanciales, sostiene que el Laocoontees una falsificación renacentista cuidadosamente elaborada. De hecho, sugiere que fue Miguel Ángel quien tenía «el motivo, los medios y la oportunidad» de crear esta obra de arte fraudulenta, es decir; el deseo de engañar a sus contemporáneos (como lo había hecho antes), el dinero para comprar el mármol (como lo demuestran sus documentos) y el tiempo para producir la obra fraudulenta en los años previos a su descubrimiento (casi al mismo tiempo creó la Pietá su obra maestra, la cual no tenía precedentes).
Si bien es difícil imaginar que Miguel Ángel no revelara finalmente su magnífico engaño, es aún menos probable que ninguno de sus contemporáneos lo denunciara, porque debió haber tenido cómplices; si no en la creación misma, al menos en el transporte hasta el lugar del hallazgo en el viñedo. Por el contrario, se acepta comúnmente que el Laocoontetuvo un profundo efecto en el desarrollo del estilo de Miguel Ángel, ya que no se sabe dónde encontraría la inspiración para esta obra maestra. Además, estilísticamente el Laocoontecorresponde a obras de arte helenísticas desconocidas por Miguel Ángel, como el Altar de Pérgamo (ubicado ahora en Berlín y excavado a finales del siglo XIX) y las esculturas de Sperlonga (descubiertas en 1957 en las ruinas de la villa de Tiberio, entre Roma y Nápoles). Por estas y otras razones, la mayoría, si no todos, los historiadores del arte descartan la afirmación de Catterson por considerarla problemática y, por lo tanto, altamente improbable.
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De encargo imperial a ideal histórico-artístico
Según Plinio, el Laocoontese instaló en el palacio del emperador romano Tito (que reinó entre 79-81 d.C.), hijo y sucesor de Vespasiano (que reinó entre 69-79 d.C.). Sin embargo, se desconoce la ubicación de ese palacio. El viñedo de Felice de Fredis estaba justo dentro de la muralla serviana, en el espolón sur del Esquilino, al este de Sette Sale (las cisternas), que abastecía a las cercanas termas romanas de Tito y Trajano (construidas sobre la vilipendiada Domus Aurea de Nerón) frente al Coliseo. Esta zona del Esquilino alguna vez fue el sitio de los jardines de Mecenas, donde más tarde residió Tiberio (que reinó entre 14-37 d.C.) después de su regreso a Roma. La declaración de Plinio sobre Tito podría interpretarse como una señal de un encargo imperial.
LOS HISTORIADORES MODERNOS GENERALMENTE ACEPTAN QUE EL LAOCOoNTE QUE SE EXHIBE EN EL VATICANO PUEDE IDENTIFICARSE COMO LA OBRA DE ARTE MENCIONADA POR PLINIO.
No obstante, una prueba más significativa de la fecha (y posible encargo) se descubrió en 1957 en el lugar de la gruta derrumbada en los terrenos de la villa de Tiberio en Sperlonga (en la costa entre Roma y Nápoles). De hecho, entre los grupos escultóricos helenísticos de mármol de temática homérica procedentes de Sperlonga, el barco de la escena de Escila está firmado por los tres escultores Atenodoro, Agesandro y Polidoro.
Significativamente, estos son los mismos nombres de los tres artistas rodios a quienes Plinio atribuyó el Laocoonte(aunque, por supuesto, proporciona nombres con versiones latinizadas). A pesar de que las esculturas de Sperlonga pudieron haber sido encargadas una generación atrás, la conexión con Tiberio y los temas homéricos de estas esculturas, así como del Laocoonte (relacionando el supuesto descenso mítico de Tiberio con los de Odiseo y Eneas), evidentemente apuntan a una fecha a principios del siglo I d.C. (la gruta de Sperlonga se derrumbó en el 26 a.C., casi matando al propio Tiberio). Adicional a eso, Tiberio se retiró a Rodas durante algunos años (del 6 a.C. al 2 d.C.), antes de ser llamado a Roma por Augusto (que reinó entre el 27 a.C. y el 14 d.C.).
De hecho, los historiadores modernos generalmente aceptan que el Laocoonte y sus hijos expuesto en el Museo Pío Clementino del Vaticano puede identificarse como la obra de arte mencionada por Plinio. Sin embargo, los esfuerzos de restauración del siglo pasado han demostrado que el grupo de estatuas consta de siete piezas. Esto parecería contradecir la afirmación de Plinio de que la obra fue tallada «de un [bloque de] piedra». Esta afirmación podría interpretarse de la siguiente manera: que los escultores utilizaron una sola pieza de mármol, que tuvo que ser cortada en varios pedazos, por ejemplo por motivos de transporte o por alguna otra razón; la escultura también podría haber sido reconstruida en la Antigüedad después de la época de Plinio (como parece confirmar el desmontaje); o este podría haber cometido un error debido a las uniones invisibles.
Incluso si el Laocoonte del Vaticano es la misma obra de arte mencionada por Plinio, posiblemente encargada por Tiberio para su residencia en los jardines de Mecenas, hay dos opiniones que chocan sobre su origen: se trata de una obra maestra de la escultura romana temprana de estilo «barroco» del período helenístico tardío o es una copia en mármol de una obra de bronce del período helenístico medio, tal vez de la escuela de Pérgamo (siglo II a.C.).
La opinión más antigua que sostenía que el Laocoonte data del siglo II a.C. ha perdido sustento hoy en día. Si bien los rasgos estilísticos asocian al Laocoonte con la escuela de Pérgamo, el desinterés artístico general por el tema del sufrimiento de Laocoonte en el período helenístico podría favorecer la hipótesis de que los tres escultores rodios crearon su obra maestra por inspiración propia y por un encargo romano, además sería el origen del auge casi contemporáneo de representaciones de este tema en Pompeya.
No es de extrañar que el grupo del Laocoonte causara una impresión tan grande en artistas del Renacimiento como Miguel Ángel. Las vívidas expresiones faciales de las figuras casi de tamaño natural irradian agonía, desesperación y angustia. Las malévolas serpientes que se enroscan alrededor de los cuerpos no solo estrangulan a sus víctimas sino que también muerden su carne con sus colmillos venenosos en una interminable escena de tortura. Las posturas dinámicas y deformadas de las figuras muestran claramente su dolor y aflicción. La escultura es una obra maestra de emoción, acción y drama, y se convirtió en una inspiración para los artistas casi inmediatamente después de su descubrimiento, en particular para Miguel Ángel.
Profesional en lenguas con estudios literarios. Profesor de castellano, escritor, traductor y entusiasta de la historia. Áreas de interés: literatura, artefactos antiguos, la historia de las religiones, la astrología, la arquitectura, la historia militar y del arte.
Cindy Meijer es estudiante de doctorado en Historia Antigua. Su investigación se centra en el trasfondo político de los textos predictivos del Oriente Próximo helenístico.
Escrito por Cindy Meijer, publicado el 06 febrero 2020. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.