Los portugueses llaman planicie dourada («planicie dorada») a la soleada llanura de la región del Alentejo, ubicada en el centro de Portugal y salpicada por bosques de alcornoque, viñedos, olivares, así como pueblos con sus casas encaladas en las cimas de las colinas. «Alentejo» significa «más allá del Tajo», y hay una belleza natural en este paraje agrícola que se hace particularmente evidente al atardecer, cuando la luz es oro pálido.
Évora es la capital del Alentejo, y su centro histórico fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986. Es una ciudad repleta de estrechas callejuelas adoquinadas, iglesias históricas, azulejos pintados a mano y dotada de una preciosa mezcla de arquitectura romana y morisca.
La mejor manera de ver Évora es a pie, y a escasa distancia entre sí se hallan tres lugares de visita obligada: la Capilla de los Huesos, el templo romano de Diana y la catedral de Évora. Hagamos un tour por la Historia y descubramos el encanto de Évora.
Una ciudad atemporal
La historia de Évora se remonta a más de cinco milenios. Antes del 57 a.C., se la llamaba Ebora, nombre usado por los célticos (una de las tribus celtas de la península ibérica), que la utilizaban como su capital regional. El nombre pudo proceder de la palabra latina aurum (oro), bien como una referencia a la dorada llanura del Alentejo o debido a la minería aurífera en Portugal. También existe la teoría de que «Ebora» significa «de los tejos» en la lengua celta. Tanto la Historia natural de Plinio el Viejo (c. 23-79 d.C.) como la Geografía de Claudio Ptolomeo (100-170 d.C.) mencionan Ebora, aunque poco se sabe de su época temprana.
el comandante romano Quinto Sertorio (HACIA 123 – 72 a.C.) estableció allí su cuartel general entre el 80 y 72 a.C.
Los romanos se asentaron en Évora en el año 57 a.C. y la denominaron inicialmente «Ebora Cerealis», ya que la fértil pradera del Alentejo era una fuente importante de trigo, un cultivo esencial para el Imperio romano.
Los romanos erigieron las murallas defensivas conocidas como cerca romana, y la sección romana de estas murallas se encuentra en buen estado de preservación. Évora era tan importante para el Imperio que Julio César (100-44 a.C.) la elevó a la categoría de municipium (ciudad autónoma) y añadió el título oficial de Liberalitis Julia («generosidad julia») durante la fase temprana de la Pax Romana(27 a.C. – 180 d.C.).
Bajo los romanos, Évora se convirtió en un floreciente centro mercantil y asentamiento militar fundamental cuando el comandante romano Quinto Sertorio (que vivió entre 123 – 72 a.C. aprox.) estableció allí su cuartel general entre el 80 y 72 a.C.
Con el declive y caída del Imperio romano, hubo un periodo de presencia visigoda en el siglo VI d.C. cuando el rey Leovigildo (hacia 512-586) gobernó en Évora. En el 715, un ejército musulmán liderado por Abd al-Alaziz ibn Musa (fallecido en el 717) ocupó esta ciudad, así como la de Coimbra. Évora se llamaba por aquel entonces Jabura, y estuvo bajo control musulmán hasta 1165. La influencia de la arquitectura morisca en la ciudad se puede ver en sus casas encaladas con sus bordes mostaza, callejuelas arqueadas y patios adoquinados.
Los moros fueron expulsados de la región del Alentejo por el caballero cristiano portugués Gerardo Geráldez (fallecido en 1173), conocido como Geraldo Sem Pavor («Gerardo Sin Miedo»), tras lo cual el primer rey de Portugal, Alfonso I Enriques, gobernó la ciudad. La Plaza de Giraldo (Praça do Giraldo, que hizo de mercado durante el período musulmán) lleva su nombre por Geraldo Sem Pavor.
Lo que sigue son aproximadamente 400 años en los que Évora fue la residencia preferida de los reyes de las dinastías Alfonsina (1139-1383) y de Avís (1383-1580). Évora se convirtió en un centro cultural y punto de encuentro para eruditos, escritores y artistas. La Universidad de Évora fue fundada en 1559.
La versión portuguesa de la Inquisición española llegó en 1536 cuando se estableció un tribunal para juzgar a herejes, y todavía se puede ver el edificio que fue el Tribunal de la Inquisición desde el museo de la ciudad. Allí se muestra la cruz con la espada y la rama de olivo: los símbolos de la Inquisición española.
Todas estas láminas históricas tienen como resultado una ciudad que tiene muchas historias intrigantes que contar.
La Capilla de los Huesos
La primera historia es la de los 5.000 huesos y calaveras (o más) que se encuentran en el osario de Capela dos Ossos («La Capilla de los Huesos», en portugués), contigua a la iglesia de São Francisco, ubicada en el centro de la ciudad. No se esperaría encontrar restos humanos en una capilla amontonados desde el suelo hasta el techo, en las paredes o en las columnas, pero es exactamente lo que el visitante hallará en este sitio histórico un tanto macabro.
Los monjes franciscanos construyeron la Capilla de los Huesos a finales del siglo XVI, cuando la ciudad se enfrentó al dilema de sus abarrotados cementerios. Se exhumaron y reubicaron huesos a la capilla como una solución creativa al problema del hacinamiento, así como para crear un memento mori: un recordatorio de la inevitabilidad de la muerte.
Los osarios o las capillas de huesos son comunes a lo largo de la Historia y fueron, a menudo, un resultado proveniente de la necesidad de alojar en una fosa común a miles de muertos a causa de epidemias o atrocidades de la guerra. En Faro, en la región portuguesa del Algarve, también hay un osario que incluye a un esqueleto dorado, y las catacumbas de París son el lugar de descanso final de 6.000.000 de sus antiguos habitantes.
La Capilla de los Huesos de Évora es pequeña, y su diseño está basado en el osario de San Bernandino alle Ossa en Milán, Italia. Es como si estuvieras en una cueva, ligeramente abrumado por los miles de huesos y cráneos que fueron meticulosamente colocados. Los restos mortales de los monjes franciscanos se hallan en una pequeña tumba blanca ubicada a la derecha del altar principal.
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Évora era una ciudad rica, materialista, y los franciscanos querían proporcionar un espacio para la contemplación de la existencia humana. Encima de la puerta de la capilla hay una inscripción que sin ninguna duda perturbará a cualquier visitante:
Nos ossos que aqui estamos, pelos vossos esperamos
[Nosotros, los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos]
También hay un poema en un marco de madera que cuelga de uno de los pilares de la capilla. Parte de él reza lo siguiente:
¿Adónde vas con tanta prisa, viajero?
Detente, no sigas;
No tienes mayor preocupación
Que aquello, aquí, en lo que posas la vista.
Un guía turístico también señalará los dos cadáveres disecados que cuelgan de una pared, encadenados, junto a una cruz. Uno de ellos es el de un adulto, el otro de un niño, posiblemente su propio hijo. La leyenda cuenta que el hijo maltrataba a su madre, así que ella los maldijo y condenó a ambos a que estuviesen allí colgados por toda la eternidad.
Lo que queda por ver de la capilla antes de salir por la puerta para ver más sitios históricos son los bellos frescos del techo abovedado, que datan de 1810 e incluyen símbolos que ilustran pasajes bíblicos.
El templo de Diana
El templo de Diana (Templo Romano Evora) es el sitio histórico más antiguo de Évora y relata la historia de la dominación romana en la ciudad. Se encuentra a 10 minutos andando desde la Capilla de los Huesos y está al lado de la plaza Largo Conde Vila Flor, encima de una colina y en uno de los puntos más altos de Évora.
Los visitantes pueden deambular libremente alrededor del templo de orden corintio en cualquier momento del día o de la noche. Se recomienda encarecidamente una visita nocturna, mientras los focos iluminan el templo y crean una estampa impresionante, incluso un tanto fantasmagórica.
Este templo, orientado hacia el sur, se construyó en el siglo I d.C. y se cree que se dedicó a la diosa romana de la caza, Diana, aunque no hay ninguna evidencia arqueológica que apoye dicho argumento. Lo más seguro es que se dedicase a César Augusto (emperador del 27 a.C. al 14 d.C.).
Solo quedan 14 columnas estriadas de las 32 que había antes. Las columnas están dispuestas en un trazado períptero (en un plano rectangular rodeado por una columnata en los cuatro lados) y el soporte de las mismas es una base de granito de 3,5 metros de alto (11,4 pies). Las columnas, el arquitrabe y la base están hechas a partir de granito local, mientras que las bases de las columnas están hechas de mármol extraído de la cercana Estremoz.
El templo sufrió grandes daños en el siglo V d.C. cuando saqueadores germánicos invadieron la ciudad. En el siglo XI, se construyó el castillo de Évora (ahora demolido) alrededor del templo y su base, columnas y arquitrabe fueron incorporados a la propia torre del castillo, que luego fue convertida en un matadero. Las obras de restauración del templo comenzaron en 1836, y el templo que el visitante puede observar hoy en día es el resultado de las teorías de conservación de la época, en especial las del crítico de arte inglés, John Ruskin (1819-1900).
La catedral de Évora
Nuestra última parada es la catedral localizada en la acrópolis de Évora, el punto más alto de la ciudad y un corto paseo desde el templo de Diana (ambos edificios están prácticamente al lado del otro). Es la catedral medieval más grande de Portugal y fue diseñada con la forma de una cruz latina. Se piensa que la catedral se erigió deliberadamente sobre una antigua mezquita como un acto simbólico de los cruzados del siglo XII.
La catedral de évora se construyó en el estilo gótico temprano.
La catedral también se conoce como Sé Cateral de Évora, pero su nombre correcto es Basilica Se de Nossa Senhora da Assunção (Basílica de Nuestra Señora de la Asunción).
Se construyó durante los siglos XII y XIII, y cuenta con una hermosa fachada de granito rosa, lo que dota a la catedral de su distintivo matiz rosado. La construcción empezó alrededor de 1186, se consagró en 1204 y se completó en 1250.
A pesar de que se construyó en el estilo gótico temprano, la renovación y restauración de los años siguientes crearon una fusión de estilos arquitectónicos. Se restauró en el estilo gótico (alrededor del año 1400), y aún se pueden ver dos grandes rosetones por los que se filtra la luz al interior de la catedral. Se dice que el explorador portugués, Vasco da Gama, hizo que se bendijesen las banderas de sus navíos en esta catedral, en 1497.
Un aspecto interesante del edificio son sus dos torres asimétricas construidas entre el 1200 y el siglo XVI. La torre del reloj del lado sur cuenta con una escalera de caracol y sus campanas suenan indicando la hora en la ciudad; la torre del lado norte tiene un cimborrio del estilo manuelino (gótico tardío portugués, principios del siglo XVI) cubierto por azulejos azules.
Hay tres entradas a la catedral: la puerta sur (Porta do Sol) presenta arcos góticos, la norte fue reconstruida durante el periodo barroco (entre el 1600 y 1750 aproximadamente) y la entrada principal entre las dos torres tiene seis arquivoltas que se apoyan sobre esculturas de los doce apóstoles, atribuidas a Pero y Telo de García (escultores españoles del siglo XIV).
Los estilos artísticos continuan combinándose en el interior de la catedral: el altar central es del siglo XVIII y está hecho de mármol rosado, negro y blanco; se puede encontrar una inusual escultura de la Virgen María, embarazada, del siglo XV; el órgano tubular data de finales del siglo XVI; y el coro pertenece al periodo manuelino.
Sin lugar a dudas, el visitante verá que la catedral de Évora es un ejemplo magnífico de un edificio que pasó por diferentes épocas y estilos arquitectónicos, pero que aun así ha retenido, por lo general, una apariencia gótica.
Antes de salir de la catedral, sube a la terraza del tejado para dsfrutar de una vista panorámica de 360 grados de Évora.
Cómo llegar allí
Puedes visitar Évora en un mismo día desde la capital de Portugal, Lisboa, ya que el viaje hasta allí es de sólo una hora y media (80 millas o 130 kilómetros). También puedes coger el tren desde la estación de Oriente de Lisboa o un bus interurbano en la estación lisboeta de Sete Rios.
Pero es muchísimo mejor tomarte tu tiempo explorando los numerosos sitios históricos que Évora tiene que ofrecer y disfrutar de un paseo en el Jardim Publico de Evora (Jardín Público de Évora), donde verás pavos reales luciendo sus plumajes. Ya que el jardín público no está lejos del mercado central, pásate por allí y cógete unos pasteis de touchinho: pastelillos dulces hechos con tocino, huevo, almendras azúcar y canela. Después de esto, deberías de tener toda la energía que necesitas para ver las calaveras, templos e iglesias de Évora.
Estudiante en la Universidad de Oviedo por Lenguas Modernas, apasionado de los idiomas y la Historia e iniciándose en el mundo de la traducción. Su gato, Maviş, es su secretario personal.
Kim es una escritora independiente que reside en Nueva Zelanda. Es licenciada (con honores) en Historia y tiene una maestría en la Ciencia del Caos y la Complejidad. Le interesan especialmente las fábulas y la mitología, así como la exploración del mundo antiguo.
Escrito por Kim Martins, publicado el 17 febrero 2020. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.