El lago Ness es uno de los lagos más bellos de Escocia y nadie necesita la atracción del mítico monstruo para disfrutar de una visita. Las majestuosas ruinas del castillo de Urquhart y el paisaje deberían ser suficiente atracción, pero también hay que tener en cuenta la historia del héroe Andrew de Moray.
Las Tierras Altas de Escocia se encuentran entre los paisajes más impresionantes del mundo, con algunos de los lugares más famosos (el castillo de Urquhart en el lago Ness, el Campo de Batalla de Culloden, los Macizos de Clava), así como montañas imponentes, cañadas profundas y ríos sinuosos. La zona es también una de las que más resuenan con el pasado y cada uno de los arroyos, lagos, colinas o valles tiene su propia historia que contar sobre héroes y heroínas escoceses, monstruos misteriosos y la simple vida cotidiana. Las ruinas de los castillos y las viejas granjas de piedra hablan de batallas ganadas y perdidas, de generaciones que viven y mueren, de toda la historia de la tierra que cuenta su historia desde los campos y lagos ahora tranquilos, mientras el visitante va serpenteando por carreteras de bordes pronunciados que se elevan constantemente para caer de repente en hondonadas y volver a elevarse.
En este viaje por las Tierras Altas, como en la mayoría, Betsy y Emily (mi mujer y mi hija) fueron mis compañeras de viaje. Ascendimos en coche desde las tierras bajas, dejando atrás las grandes ciudades y conduciendo a través de amplios campos de ovejas pastando bajo los altos riscos de las montañas inclinadas bajo un amplio cielo azul. Nos instalamos en un B&B en el centro de la ciudad de Inverness y luego salimos a explorar uno de los lugares más conocidos y visitados de los muchos que hay en la zona: el castillo de Urquhart en el lago Ness.
Si se dice "lago Ness", es natural que se diga "monstruo". Es una pena, ya que el lago es brillante y hermoso, largo y ancho, rodeado por las imponentes laderas de las montañas del Great Glen. Antes de recorrer el castillo, salimos por la puerta principal y bajamos a la orilla del lago. Pensé que era una lástima que tuviera esa reputación de monstruo y que se le representara tan a menudo como oscuro, lúgubre y sombrío. El agua brillaba bajo el sol y había botes, con sus velas blancas y brillantes, surcando la superficie. Observamos los botes en el agua y las altas y verdes montañas que se alzaban en el cielo azul a su alrededor.
Otros visitantes bajaban a la orilla desde el castillo y, desde detrás de nosotros, escuché a una mujer decir: "¡Mira a esos tontos en el agua! Yo nunca saldría en una barca por el lago Ness con ese monstruo nadando debajo". Quise responderle, pero lo pensé dos veces y, en vez de eso, les conté a Betsy y a Emily la historia del mítico monstruo con la esperanza de que la escucharan.
El mito del monstruo
La historia del monstruo del lago Ness tiene su origen en la obra del siglo VII d. C. de un monje llamado Adomnan que murió en 704. Es más conocido por su Vida de San Columba, la hagiografía del famoso misionero irlandés del siglo VI en Escocia. En su obra, escrita casi cien años después de la muerte de Columba en 597, Adomnan relata que, cuando Columba visitó Inverness en 580/81 para predicar a los pictos, se encontró con una "bestia acuática" en el río Ness. Columba y sus seguidores se encontraron con unos pictos que estaban enterrando a un hombre cerca de las orillas del río que acababa de ser asesinado por una criatura en el agua. Columba se sintió conmovido por la historia que le contaron los hombres sobre cómo esta criatura se cebaba con la población local y le dijo a uno de sus seguidores que se lanzara y empezara a nadar por el río para atraerla a la superficie.
La bestia acuática apareció e intentó atacar al seguidor de Columba, pero el santo gritó: "¡Detente! ¡No toques al hombre! Regresa de inmediato" y la bestia huyó. Los pictos, como era de esperar, alabaron al dios de Columba por su liberación y acogieron al santo y a su séquito en su comunidad en lugar de apedrearlos o matarlos a palos como habían hecho con otros misioneros cristianos. Luego lo llevaron a conocer a su rey, Bridei I, hijo de Maelchon, que aceptó el cristianismo y permitió a los misioneros construir un monasterio en su reino. La conversión de Bridei I se reconoce, de hecho, como el inicio de la cristianización de Escocia.
La historia de Columba y la bestia del agua se ha citado repetidamente como prueba antigua de la existencia del monstruo del lago Ness, pero en realidad hay varios problemas con esta afirmación. En primer lugar, y el más obvio, la historia afirma muy claramente que es el río Ness, y no el lago, donde aparece la bestia. No es que un monstruo no pueda nadar río abajo si quiere pero, en realidad, ¿por qué lo haría? El lago Ness tiene 226 m de profundidad y 36 km de longitud, lo que es suficiente para que cualquier monstruo se divierta sin aventurarse en el río, mucho menos profundo.
En segundo lugar, salvo por un supuesto avistamiento a finales del siglo XIX, no hubo informes de ningún tipo de monstruo en el lago o en el río Ness o en sus alrededores desde el año 668 hasta 1933, cuando comienza realmente la leyenda moderna del monstruo del lago Ness. En julio de 1933, George Spicer y su esposa informaron que habían visto "una criatura extraordinaria" de 7,6 m de largo y 1,2 m de alto cruzando la carretera cerca del lago Ness. El informe de los Spicer animó a otros en los años 30, y desde entonces, a dar sus propios relatos de avistamientos y, con el tiempo, a crear elaborados engaños para "probar" la existencia del monstruo.
Incluso la famosa fotografía de "Nessie" de 1934, (conocida como la "fotografía del cirujano") que aparece en todos los artículos o programas de televisión sobre el monstruo, ha sido desacreditada hace tiempo como un engaño. Por último, en lo que respecta al informe de Adomnan sobre el encuentro de Columba, el texto se traduce del latín como "bestia acuática" (aqua bestia), que podría referirse a cualquier tipo de animal acuático que viviera en la región hacia el siglo VI d. C., y no a un monstruo (monstrum), que se habría considerado y escrito de forma diferente en el texto.
La mujer de aquel día en la orilla no tenía nada que temer al navegar por el lago Ness y tampoco lo tiene nadie. El lago es magnífico y, en aquel cálido día con el sol en alto y la brisa que entraba del agua, no podía imaginar un lugar más agradable para sentarse y discutir con mi familia lo absurdo del monstruo del lago Ness. Sin embargo, después de un rato, dejamos la orilla y subimos la colina hacia las murallas y la torre de la fortaleza.
La historia del héroe
El nombre del castillo deriva del gaélico/galés y significa "lugar junto a la espesura". Adomnan, el cronista de Columba, escribió sobre Urquhart en la misma parte de su obra que la bestia del agua. Columba vino a este castillo (en realidad, a otro castillo en este mismo lugar) para bautizar al señor picto Emchath más o menos en la misma época en que visitó a Bridei I en Inverness. Betsy y Emily tuvieron la amabilidad de preguntar por la historia del lugar mientras entrábamos por la puerta principal y yo las complací. Sin embargo, no solo escucharon la historia del castillo, sino también la de un héroe escocés del que pocos oyen hablar: Andrew de Moray, que arrebató a los ingleses el castillo al que entrábamos en 1297 y un hombre al que muchos consideran el "verdadero corazón valiente".
Incluso aquellos que no conocen la historia de Escocia conocen el nombre de William Wallace. Mucho antes de que Mel Gibson lo diera a conocer al mundo en la película Corazón valiente, de 1995, Wallace era famoso como héroe de la Primera guerra de independencia de Escocia. La popular novela histórica de Jane Porter de 1810, Jefes escoceses (en la que se basó Corazón valiente) popularizó a Wallace como una figura romántica y todavía se le considera así. Su victoria de 1297 sobre los ingleses en el puente de Stirling es legendaria y uno no puede pasear por la ciudad de Stirling sin que se le recuerde. Aun así, se podría argumentar (y se ha argumentado) que el gran prestigio de Wallace en la historia de Escocia se basa en una ficción y que en realidad es Andrew de Moray el héroe del puente de Stirling.
Andrew de Moray fue un escocés normando de noble linaje cuya familia procedía de Flandes. No se sabe nada de su nacimiento, y entra y sale de la historia entre 1296 y 1297. Se lo menciona por primera vez tras la derrota escocesa ante los ingleses en la Batalla de Dunbar en abril de 1296. Las fuerzas escocesas fueron masacradas tras una mala decisión táctica de su comandante, John Balliol, y el padre de Andrew de Moray, Sir Andrew de Moray, y su tío, William de Moray, fueron hechos prisioneros y enviados a la Torre de Londres, donde murieron en 1298.
El propio Andrew fue llevado al Castillo de Chester, en el norte de Inglaterra, para ser rescatado junto con otros nobles escoceses. Allí permaneció prisionero durante casi un año, hasta que escapó y se dirigió a la finca familiar de Avoch, en el norte de Escocia, a una distancia de 651 km, gran parte de la cual era territorio hostil controlado por los ingleses. Una vez en sus tierras ancestrales, expulsó a las fuerzas inglesas e izó la bandera de la insurrección sobre el Castillo de Ormond. A continuación, se dedicó a reunir armas, equipar un ejército y adquirir información sobre las posiciones y los puntos fuertes de los ingleses. También encontró tiempo para casarse y poner en orden su finca de Avoch.
A lo largo de 1297, De Moray combatió con éxito a los ingleses en el norte de Escocia mientras Wallace libraba su guerra de guerrillas en el sur. Asedió el castillo de Urquhart tras tender una emboscada a un gran contingente de la guarnición y, aunque inicialmente no tuvo éxito, más tarde tomó el castillo. Quemó la flota inglesa en Aberdeen y tomó la fortaleza de Balconie, y luego, en un ataque sorpresa, evitó un enfrentamiento frontal con los ingleses para tomar el Castillo de Duffus y luego el Castillo de Boharme, de gran importancia estratégica.
Ahora había dividido las fuerzas inglesas en el norte y, con las principales fortificaciones bajo control escocés, pudo tomar efectivamente los castillos restantes. Andrew de Moray entendía las formaciones y tácticas de batalla y las utilizó en su beneficio. Wallace era un maestro de la guerra de guerrillas. La historia no aclara cuándo se conocieron los dos hombres y unieron sus fuerzas, pero parece que fue en agosto de 1297 cuando Wallace sugirió que ambos hicieran un esfuerzo concertado para expulsar a los ingleses. Las fuerzas conjuntas de los dos líderes se reunieron en Dundee o Perth y convergieron en la pequeña ciudad de Stirling.
Wallace tenía buena fama de carismático y capaz comandante de guerrilla, pero no tenía experiencia en la batalla formal. El hecho de que Andrew de Moray estuviera al mando de las fuerzas conjuntas en Stirling parece claro por tres motivos:
- La estrategia empleada de dividir a las fuerzas inglesas, así como el despliegue de las tropas, parece estar en consonancia con las tácticas utilizadas repetidamente por De Moray en sus anteriores campañas militares.
- No existe ningún compromiso militar similar ejecutado por Wallace antes de Stirling que siente el precedente de su éxito en el campo de batalla ese día.
- El nombre y el sello de Andrew de Moray siempre preceden al de Wallace en toda la correspondencia existente, lo que indica que él era el comandante de las fuerzas rebeldes y Wallace el segundo al mando.
En la batalla del puente de Stirling, el 11 de septiembre de 1297, consta que De Moray lideró desde el frente, tras permitir que parte de las fuerzas inglesas cruzaran el puente, y dividió al ejército contrario por la mitad; precisamente la táctica que había empleado antes contra sus enemigos. La batalla fue una gran victoria para los escoceses, y los ingleses abandonaron Stirling. Sin embargo, De Moray fue herido por una flecha o por la espada y más tarde murió de estas heridas, en algún momento de noviembre de 1297. Después de Stirling Bridge, William Wallace no volvió a ganar otra batalla. En Falkirk, en 1298, sus fuerzas fueron masacradas en el campo por el ejército de Eduardo I de Inglaterra (que reinó de 1272 a 1307) y, en la batalla de Roslyn en 1303, Wallace se negó a mandar y solo ofreció sugerencias tácticas propias de un guerrillero, no de un comandante de campo. Todos los grandes asedios y los combates de campaña que tuvieron éxito a lo largo de 1297, incluida la famosa batalla del puente de Stirling, fueron planeados y ejecutados por Andrew de Moray.
El origen de Braveheart
¿Cómo llegó Wallace a eclipsar tan completamente a De Moray? Fue gracias al poder de la literatura medieval. En el año 1477, un juglar de la corte de Jacobo IV de Escocia, conocido como Blind Harry, compuso el poema épico The Acts and Deeds of the Illustrious and Valiant Champion Sir William Wallace, en el que se atribuyen a Wallace todo tipo de hazañas heroicas, desde matar leones en Francia hasta burlar hábilmente a los ingleses en múltiples enfrentamientos.
En la batalla del puente de Stirling, según Harry, Wallace ideó una ingeniosa trampa que se colocó en el puente y sumergió al ejército inglés en el agua. Los cronistas de la batalla no mencionan nunca tal trampa. Sin embargo, esta obra de ficción que glorifica a Wallace y sus hazañas estaba tan bien escrita y era tan atractiva que se aceptó, si no como historia real, al menos como la principal lente a través de la cual se veía a Wallace.
No se trata de afirmar que William Wallace no merezca ningún honor por su sacrificio en la causa de la libertad de Escocia; solo de aclarar su papel real en la Primera guerra de la independencia de 1296-1328. Andrew de Moray se está dando a conocer cada vez más sin desmerecer el legado de Wallace. Un artículo de la edición del 26 de abril de 2015 de The Scotsman informa de cómo se han erigido tres zócalos de granito en el lugar de la Batalla de Stirling que cuentan la historia de Wallace, de De Moray y de la batalla, haciendo hincapié en el papel de De Moray. El título del artículo, Scotland's Forgotten Hero Andrew de Moray Honoured, expresa bien el reconocimiento que hace tiempo que se debería haber hecho.
Conclusión
Paseamos por las habitaciones vacías y subimos a las almenas de Urquhart mientras les contaba a Betsy y Emily la historia del lugar. Era abril y había pocos visitantes más. Teníamos el lugar casi para nosotros solos. Les describí a De Moray y sus hombres en la campaña de 1297, antes de Stirling, en los campos de los alrededores, emboscando al condestable Sir William FitzWarin y la frenética huida de éste dentro de las murallas que nos rodeaban.
De Moray sitió estas mismas murallas, les dije, pero no pudo tomar la fortaleza por carecer de máquinas de asedio. Sin embargo, su determinación prevaleció y finalmente tomó el castillo en 1297. Estuvo en manos de una guarnición escocesa hasta 1303, cuando los ingleses lo capturaron. En 1307 fue tomado por Robert the Bruce en su gran conquista a través del Great Glen, siete años antes de su victoria sobre las fuerzas inglesas en la batalla de Bannockburn el 24 de junio de 1314.
Después de esto, el castillo cambió de manos y banderas muchas veces, cayó en la ruina, fue reconstruido y renovado por la familia Grant a partir de 1509 y continuó hasta la década de 1640, cuando fue abandonado. Cromwell lo ignoró cuando marchó por él, los jacobitas lo atacaron, los orangistas lo destruyeron y los vecinos lo asaltaron en busca de piedras para construir o reparar sus casas. Era una ruina completa cuando el Estado se hizo cargo de Urquhart en 1913 y comenzó la restauración que salvó el castillo.
Cuando terminé mi conferencia, Betsy bromeó: "Por eso te traemos, para no tener que contratar un guía ni detenernos a leer los carteles".
Subimos juntos las escaleras y nos situamos en un alto rellano de piedra desde el que contemplamos las ruinas del castillo y el precioso lago Ness. No me sorprende que este lugar sea una de las atracciones turísticas más populares de Escocia. El lugar respira historia, misterio y leyenda pero, dejando todo eso de lado, es uno de los paisajes más sorprendentemente bellos que he visto nunca.
Los monstruos, los héroes y las batallas trascendentales parecen desvanecerse cuando uno mira a través del lago las lejanas montañas que se elevan grandiosamente sobre las aguas, su grácil pendiente y el profundo verdor bajo un alto dosel azul. Visitamos muchos lugares fascinantes y hermosos a lo largo del viaje pero, cuando pienso en Escocia, el castillo en ruinas a orillas del lago Ness siempre es el primero que me viene a la mente; no es tenebroso, ni tétrico, ni heroico de Hollywood, sino trascendente e atemporal en su majestuosa belleza y en las historias que tiene que compartir.