Isabel I y el poder de la imagen

Artículo

Mark Cartwright
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 29 mayo 2020
Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, francés, portugués
Escucha este artículo
X
Imprimir artículo

Consciente del poder de las apariencias, Isabel I de Inglaterra (que reinó de 1558 a 1603) se ocupó cuidadosamente su imagen durante todo su reinado y, mediante la vestimenta, el cabello, las joyas y el arte, se presentó como la gran reina virgen. Como una diosa de la antigüedad, Isabel anunciaba que había sacrificado sus inclinaciones personales para gobernar por el bien de su pueblo. El culto a la reina se vio alimentado por la literatura de la época, y para aquellos que no podían presenciar el maravilloso espectáculo de los grandes vestidos, joyas y pelucas de la reina, existían retratos reales oficiales cargados de significado simbólico. Isabel I sigue siendo venerada hoy en día como una de las grandes soberanas de la historia de Inglaterra, gracias no solo a sus logros como monarca, sino también a la memorable invención de sí misma como leyenda en vida.

Elizabeth I Rainbow Portrait
Retrato de Isabel I
Isaac Oliver or Marcus Gheeraerts the Younger (Public Domain)

La reina virgen

En 1558, Isabel I heredó un frágil reino dividido en su interior por las creencias religiosas y rodeado de enemigos en el exterior. Ya se había perdido todo el territorio en Francia, el Estado estaba casi en bancarrota y la política seguía siendo un ámbito muy dominado por los hombres en el que se esperaba que una reina se casara lo antes posible. Por eso, Isabel tuvo que andarse con cuidado y, como se negó a casarse, cultivó una imagen de sí misma como reina virgen. Isabel solo estaba casada con su reino, decía, y eso le permitía concentrarse en el bien de todo su pueblo. Esta idea se convirtió en el mensaje central de la iconografía de la reina y se plasmó en su respuesta a la iniciativa del Parlamento para que se casara en 1559:

Eliminar publicidad
Publicidad

Nada, ninguna cosa mundana bajo el sol, es tan querida para mí como el amor y la buena voluntad de mis súbditos. Al final esto será para mí suficiente, que una piedra de mármol declare que una reina, habiendo reinado tanto tiempo, vivió y murió virgen.

(Phillips, 116)

Poco importaba si la reina seguía siendo virgen o no; al menos oficialmente, seguía siendo casta. Al igual que las grandes diosas de la antigüedad Atenea/Minerva y Artemisa/Diana o la Dama de la literatura caballeresca artúrica que atraía el amor cortesano, permanecería apartada y por encima de todos los hombres. De hecho, la imagen pública de Isabel, cuidadosamente controlada, comenzó con la veneración de la propia reina como una figura semidivina. La fecha de sucesión de Isabel, el 17 de noviembre, fue declarada fiesta nacional y se celebraba cada año con grandes festejos, servicios religiosos y toques de campana. Además, Isabel, que continuó la Reforma inglesa iniciada por su padre Enrique VIII de Inglaterra (que reinó de 1509 a 1547) y su hermanastro mayor Eduardo VI de Inglaterra (que reinó de 1547 a 1553), se convirtió en la encarnación viviente de la Virgen María, la última monarca defensora de la fe. La Biblia del Obispo, impresa a partir de 1569, ofreció otra oportunidad para reforzar el vínculo. El frontispicio mostraba a Isabel coronada por las cuatro virtudes de Fortaleza, Justicia, Misericordia y Prudencia. Otra vía para llegar a un público amplio fue hacer que se colgaran cuadros celebrando el éxito de la reina sobre la Armada española (ver a continuación) en iglesias ahora desprovistas de sus adornos católicos. La imagen de la reina apareció no solo en pinturas (desde obras de tamaño natural hasta miniaturas), sino también en grabados, monedas, medallas, insignias y broches con joyas. Las miniaturas de Isabel se convirtieron casi en íconos religiosos y los hombres y mujeres nobles las llevaban en el pecho para mostrar su apoyo y deferencia a su gran reina.

The Armada Jewel
La joya de la Armada
Kotomi_ (CC BY-NC)

La asociación entre Isabel y la Virgen María se hizo especialmente frecuente a medida que la reina envejecía y su virginidad se convertía en una demostración de autosacrificio. La imaginería de la reina utilizaba cada vez más símbolos tradicionalmente asociados a la Virgen María, como la luna creciente y la perla. La distancia física y espiritual que estas ideas pusieron entre Isabel y sus súbditos y ministros masculinos le permitieron superar el prejuicio de que una mujer no podía gobernar. Isabel había establecido una nueva forma de gobernar.

Eliminar publicidad
Publicidad
Ningún monarca inglés había recorrido su reino con tanta frecuencia y se había mostrado a tanta gente como Isabel.

Gracias a la literatura favorable, Isabel llegó a ser conocida como la gran emperatriz "Gloriana", en honor a la figura central del poema de 1590 La reina hada, de Edmund Spenser (c. 1552-1599). Otra asociación cultivada era que Isabel era Astrea, la virgen de las Églogas del escritor romano Virgilio (70-19 a.C.). Astrea regresó a la tierra y con ella trajo una nueva Edad de Oro en la que había paz eterna, tal y como se presentó el reinado de Isabel. Más allá de la literatura, un espectáculo de la corte de 1581 representaba a la reina como la "Fortaleza de la Belleza Perfecta", que resistía con éxito el asedio de un cañón que representaba el "Deseo", pero que solo podía disparar caramelos a su objetivo. Walter Raleigh bautizó con el nombre de su reina a una parte de Norteamérica, la primera colonia inglesa de ultramar: Virginia (Isla de Roanoke, la actual Carolina del Norte). La imaginería y la propaganda isabelinas fueron implacables.

Apariciones públicas y espectáculo

Otra faceta de la imagen de la reina eran sus apariciones públicas. La reina comenzó a cautivar a su público en su coronación en la Abadía de Westminster el 15 de enero de 1559, una de las ceremonias más suntuosas y costosas jamás vistas. La gran ceremonia en sí estuvo precedida por una ronda de discursos, procesiones y desfiles. Para el gran día, Isabel vistió ropas de terciopelo hechas a medida, con pieles de armiño y adornos de hilo de oro bordado y perlas. No solo asombró a su corte, al gobierno y a los dignatarios visitantes con sus vestidos, gorros y tocados impresionantes, sino que también se ocupó de presentarse ante los plebeyos. Ningún monarca inglés recorrió su reino con tanta frecuencia y se mostró ante tanta gente como Isabel. La reina realizaba al menos 25 giras anuales a diversas residencias campestres de sus nobles, y solía viajar a lo grande con un amplio séquito de cortesanos, sirvientes, 300 carros y 2000 caballos. Los habitantes de la zona solían asistir a espectáculos gratuitos de pompa y fuegos artificiales. También había torneos medievales regulares en Greenwich, Hampton Court y Whitehall, donde los caballeros luchaban para ganarse el favor de la reina. Isabel incluso trató de convencer al público de que era físicamente más fuerte de lo que realmente era, montando a caballo, cazando y bailando en la corte.

Eliminar publicidad
Publicidad

Elizabeth I in Procession
Isabel I en procesión
George Vertue (Public Domain)

Isabel, a pesar de ser frugal en la mayoría de los demás asuntos, pasaba dos horas poniéndose majestuosos vestidos con cuellos extravagantes y adornos de joyas. Muchos los compraba ella misma, pero también recibía vestidos y joyas como regalo de nobles y gobernantes extranjeros que intentaban cortejar su afecto. De hecho, como tradición, cada uno de los miembros más destacados de la corte regalaba a la reina un vestido nuevo cada día de Año Nuevo, así joyas y otros obsequios.

En el Retrato de la Armada, la mano derecha de Isabel está colocada sobre un globo terráqueo para simbolizar las crecientes ambiciones de Inglaterra de construir un imperio.

Desgraciadamente, la reina usaba una gran colección de pelucas, necesarias por un ataque de viruela en diciembre de 1562, que la había dejado calva. La enfermedad también le había dejado cicatrices faciales, lo que explica que usara un espeso maquillaje blanco. Los estragos de la enfermedad y el paso del tiempo quizás también expliquen por qué la reina insistió en que no hubiera espejos en sus residencias. Incluso en tiempos de guerra, Isabel no podía resistirse a la oportunidad de hacer una aparición pública memorable. Cuando la Armada Española atacó Inglaterra en el verano de 1588, la reina visitó a su ejército de tierra que esperaba a los invasores en Tilbury. Isabel apareció resplandeciente luciendo una brillante armadura en el torso y montando un caballo castrado gris. A continuación, pronunció un discurso entusiasta en el que afirmaba que la victoria era de Inglaterra.

Los retratos reales

Como pocos veían a su reina en persona, los retratos eran una forma especialmente poderosa de comunicar el mensaje del derecho de Isabel a gobernar y su éxito en ello. Los retratos se solían encargar a célebres artistas, y si bien a menudo muestran la idealizada "máscara de la juventud" de la reina, algunos muestran un ligero envejecimiento a medida que avanzaba su reinado de 44 años. El especialista en miniaturas Nicholas Hilliard (1547-1619) fue el Peter Carl Fabergé de la época y realizó retratos idealizados con aprobación oficial, realizados de manera exquisita en oro y otros materiales preciosos, como la famosa joya de la armada. Los retratos más grandes de la reina copiaron este enfoque idealizado, pero también están repletos de significado e imágenes simbólicas. Esta construcción del álbum de retratos reales halagadores se orquestó de manera tan cuidadosa que, a partir de 1563, Isabel llegó a prohibir la producción de retratos no oficiales de la persona real. A continuación se analizan algunos de los retratos más famosos de Isabel pintados durante su vida.

Eliminar publicidad
Publicidad

Elizabeth I Pelican Portrait
Retrato del pelícano de Isabel I
Nicholas Hilliard (Public Domain)

El retrato del pelícano

El retrato del pelícano, llamado así por el broche de pelícano que lleva la reina, fue pintado hacia 1574 por Nicholas Hilliard. La reina lleva un vestido rojo y crema tachonado de perlas y joyas de corte cuadrado. El broche del pelícano cuelga en el centro del pecho de Isabel con las alas abiertas. El pájaro era un símbolo de redención y caridad, ya que se decía que una madre pelícano, en tiempos de lucha, perforaba su propio pecho para alimentar a sus crías con su propia sangre. Encima de la reina, a la izquierda, figura la rosa de los Tudor y a la derecha la flor de lis, símbolo de la reivindicación de Inglaterra al trono de Francia. Sobre ambos símbolos hay una corona imperial arqueada. El retrato del pelícano se encuentra ahora en la Walker Art Gallery de Liverpool, Inglaterra.

Elizabeth I Sieve Portrait
Retrato del tamiz de Isabel I
Quentin Metsys the Younger (Public Domain)

El retrato del tamiz

El retrato del tamiz, llamado así porque la reina sostiene un gran tamiz en su mano izquierda, fue pintado entre 1579 y 1583 por el artista flamenco Quentin Metsys el Joven. Como sucede con muchos de los retratos de la reina, existen otras versiones de este cuadro, y el tamiz, símbolo de castidad, identifica a Isabel en el papel de Tuccia de la mitología romana. Tuccia era una virgen vestal que demostraba su castidad llevando el agua del río Tíber a su templo solo con un colador. Isabel lleva un vestido negro inusualmente liso con adornos de encaje blanco (ambos colores simbolizan la pureza y la constancia) y un collar de perlas negras con un impresionante broche. La izquierda del cuadro muestra una columna decorada con escenas de la historia de Eneas y Dido de la mitología romana. Eneas abandonó a la reina de Cartago y eligió el poder por encima de la felicidad personal. La historia es, pues, apropiada para un retrato de la reina virgen que rehuyó el matrimonio y se convirtió en señora de su reino. Detrás de Isabel, a la derecha del cuadro, hay un globo terráqueo en el que navegan barcos ingleses, símbolo del poder imperial de la reina. Los hombres del fondo son cortesanos, uno de los cuales es el favorito de la reina de la época, Sir Christopher Hatton, que aparece en el centro. El cuadro se encuentra ahora en la Pinacoteca Nazionale, en Siena, Italia.

Elizabeth I Ermine Portrait
Retrato «Ermine» de Isabel I
William Segar (Public Domain)

El retrato del armiño

El retrato del armiño, llamado así por la presencia de este animal en el brazo izquierdo de la reina, fue pintado hacia 1585. Algunos estudiosos lo atribuyen a William Segar. Resplandeciente en un suntuoso vestido negro con adornos y joyas de oro, lleva un triple collar de perlas negras. La reina tiene una espada de oro, quizás la espada de estado y que representa la justicia, sobre una pequeña mesa al alcance de su mano izquierda. El armiño subido al brazo de la reina era un símbolo de pureza y realeza, y aquí el animal lleva incluso una corona de oro alrededor del cuello. Isabel sostiene en su mano derecha una rama de olivo, símbolo tradicional de la paz. El retrato del armiño reside ahora en Hatfield House, Hertfordshire, Inglaterra.

Eliminar publicidad
Publicidad

Elizabeth I Armada Portrait
Retrato de Isabel I y su Armada
George Gower (Public Domain)

El retrato de la armada

El retrato de la armada, llamado así porque las ventanas detrás de la reina miran hacia la batalla marítima contra la Armada española, fue pintado alrededor de 1588, poco después de la derrota de la armada. Se atribuye a George Gower, aunque existen varias versiones. La reina lleva un vestido negro y crema plateada con mangas onduladas tachonadas de perlas y un manto negro. Isabel también lleva un collar con ocho hilos de perlas, se ven perlas que cuelgan de su torso y más perlas dispuestas en su pelo. Con un aspecto juvenil para sus 57 años, la reina sostiene el mango de un abanico en su mano izquierda, mientras que la derecha está colocada sobre un globo terráqueo para simbolizar las florecientes ambiciones de Inglaterra de construir un imperio. La reina tiene la mano sobre América del Norte, donde se encuentra la primera colonia inglesa, Virginia. A la izquierda está la corona imperial de los Tudor y en el extremo derecho, en primer plano, una estatua dorada de una sirena. Detrás de la reina, la ventana de la izquierda muestra a las dos flotas navales a punto de enfrentarse, mientras que la ventana de la derecha muestra a los españoles azotados por las tormentas y naufragando contra una costa rocosa. La versión más famosa del retrato de la armada se encuentra ahora en los Museos Reales de Greenwich (Inglaterra).

El retrato del arcoíris

El retrato del arcoíris (ver la imagen del título), llamado así porque la reina sostiene un arcoíris en su mano derecha, fue pintado hacia el final del reinado de Isabel, entre 1600 y 1602. Se ha atribuido a Isaac Oliver, Marcus Gheeraerts el Joven o Taddeo Zuccari. La reina lleva un vestido de color crema bordado con flores silvestres y repleto de perlas. En la parte inferior del brazo izquierdo de la reina hay una serpiente, símbolo de la sabiduría, de cuya boca cuelga un colgante de rubí en forma de corazón. El forro naranja de su manto está curiosamente cubierto de ojos y orejas, símbolo de que la reina estaba siempre atenta a los intereses de sus súbditos. Sobre el arcoíris, símbolo de la paz, hay una inscripción que dice Non sine sole iris o "No hay arcoíris sin sol", con el mensaje de que el sabio gobierno de la reina es tan importante como el sol para la prosperidad de su reino. El retrato del arcoíris también reside ahora en Hatfield House, en Hertfordshire.

Eliminar publicidad
Publicidad

Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2020, mayo 29). Isabel I y el poder de la imagen [Elizabeth I & the Power of Image]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1562/isabel-i-y-el-poder-de-la-imagen/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Isabel I y el poder de la imagen." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 29, 2020. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1562/isabel-i-y-el-poder-de-la-imagen/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Isabel I y el poder de la imagen." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 29 may 2020. Web. 20 nov 2024.

Afiliación