La Edad de Bronce del Egeo, en el Mediterráneo oriental, abarcó varias poderosas culturas: los minoicos en Creta, los micénicos en la Grecia continental y los chipriotas en Chipre. Estas potencias suelen estudiarse separadamente, por lo que las numerosas transmisiones interculturales que se dan entre ellas suelen pasarse por alto. Centrándonos en los minoicos y en los micénicos, aunque a menudo se percibe a unos sucediendo a los otros, la transición de poder en el Egeo duró varios siglos. El declive de la influencia minoica y el auge del dominio micénico se han observado en los restos arqueológicos y la estrecha conexión entre ambas culturas se refleja en las similitudes arquitectónicas y en los complejos palaciales, las prácticas funerarias y la transmisión de la iconografía y bienes materiales de Creta al continente.
Comercio
El mero hecho de comerciar implica la transmisión de bienes y de personas, que, a su vez, supone una exposición a creencias y prácticas entre diferentes culturas. Los artefactos descubiertos en los yacimientos palaciales y en las sepulturas, tanto minoicas como micénicas, muestran sus amplias conexiones mediante redes comerciales con otras civilizaciones del mundo antiguo, entre ellas Egipto, Chipre y el Próximo Oriente. Los minoicos y los micénicos contactaban con frecuencia, y la élite en Micenas usaba las tumbas de fosa como medio para expresar su posesión de bienes foráneos y exóticos. Es básicamente a través de los ajuares funerarios de la élite micénica como hemos identificado una constante preferencia por la artesanía y la iconografía minoica.
Los hallazgos de yacimientos como Micenas y Pilos, indican que los minoicos pudieron actuar como intermediarios entre los micénicos y otras culturas, como Egipto, a través de sus consolidadas redes comerciales. Esta teoría ha sido propuesta por Burns, que comenta: «la Creta minoica no sólo era una fuente de productos de lujo en las tumbas de fosa, sino que muchos materiales y objetos importados del Mediterráneo oriental parecen haber llegado a través de intermediarios minoicos» (76). Esta teoría se ve corroborada por la presencia de un huevo de avestruz, algo popular entre los artesanos egipcios, pero hallado en una tumba micénica con embellecimientos minoicos, lo cual sugiere una interferencia cretense antes de que el objeto llegara a su destino en manos de la élite de Micenas.
La comprensión del comercio de la Edad de Bronce y sus activas redes se puede documentar por diversos naufragios que han sido excavados por arqueólogos submarinos. Al estar sumergidos, los materiales orgánicos a bordo de los barcos se han preservado mejor bajo el agua que si hubieran estado enterrados. El conocido pecio de Uluburun, hundido en la costa sudoeste de Anatolia y datado entre finales del siglo XIV a.C. y principios del XIII a.C., transportaba objetos y materias primas de Egipto, Chipre, Grecia continental, Creta y Levante. La cerámica hallada a bordo ha contribuido a datar el barco.
Arte y artesanía
Al ser una cultura más antigua, parece razonable pensar que fueron los minoicos los que influyeron en los micénicos, y no al revés. Los minoicos son conocidos por su cerámica de excelente calidad y elaborados diseños, y los numerosos objetos funerarios de procedencia cretense hallados en la Grecia continental sugieren que había una gran demanda de ellos en la alta sociedad micénica. Los micénicos no sólo manifestaron su preferencia por la artesanía minoica, sino que incorporaron sus motivos ornamentales, como el pulpo del famoso estilo marino, a su arte de estilo más geométrico. Los minoicos son conocidos por su decoración más fluida y dinámica, y su gusto por los motivos vegetales y marinos.
El mejor ejemplo de contraste entre los estilos artísticos minoico y micénico se puede apreciar en dos copas de oro halladas en la tumba micénica de Vafio. Esta tumba en forma de tholos, del Heládico Tardío II, albergaba dos copas doradas, conocidas como los vasos de Vafio. A primera vista parecen idénticos; sin embargo, un análisis más minucioso revela no sólo escenas diferentes, sino distintos estilos artísticos, lo cual sugiere que fueron fabricadas por diferentes orfebres. Una copa ha sido llamada la copa pacífica o calmada, mientras que la otra es la copa violenta. Es como si las dos escenas de toros hubieran sido planeadas por la misma persona, pero ejecutadas por dos manos distintas: la calmada, por un artesano minoico; la violenta, por uno micénico. La calmada está ejecutada con pulcritud y libertad de movimiento, con las asas en la parte superior del diseño, como un añadido posterior. Esto concuerda con la preferencia minoica por las escenas en movimiento y por su superior destreza manual.
A menudo, la calidad de los objetos hallados en tumbas micénicas sugiere que fueron fabricados por minoicos pensando en un público continental. Esta teoría se ve corroborada por las dagas taraceadas, que suelen representar escenas de caza, pero tan intrincadas y detallistas que se piensa que fueron obra de artesanos minoicos. Recientemente, el descubrimiento de la Tumba los Grifos en Pilos, por parte de Jack Davis y Sharon Stocker, ha añadido cientos de bienes funerarios al conjunto hallado en Pilos. Una de las escenas bélicas más detalladas del mundo egeo se encontró aquí: el Ágata del Combate, y se cree que fue tallada en la Creta minoica tardía para un público micénico.
Arquitectura
Los centros palaciales cretenses no eran palacios en el moderno sentido de la palabra, sino más bien centros de negocios y administración, lugares de culto y un espacio centralizado para el comercio y los negocios. Los palacios eran enormes estructuras, siendo Cnosos el mayor de los yacimientos y el único que ha conservado su grandiosidad tras la destrucción general hacia el 1700 a.C. Un rasgo llamativo de Creta es la falta de fortificaciones alrededor de los centros palaciales, lo que ha fomentado la especulación de que los minoicos eran gente pacífica y no temían ataques exteriores. Como no podemos descifrar el lenguaje minoico (la escritura Lineal A), lo que podemos inferir del uso de estos lugares depende enteramente del registro arqueológico.
Los palacios micénicos son similares, pero más pequeños que los minoicos, y casi todos ellos estaban rodeados de poderosas murallas, excepto Pilos. Las ruinas del palacio de Néstor aportan evidencias de pequeñas fortificaciones a cierta distancia del centro urbano, a diferencia de otras ciudades como Micenas o Tirinto. Las enormes dimensiones de los muros fortificados les han valido el calificativo de «ciclópeos», porque sólo una raza de gigantes como los cíclopes pudo haberlas levantado. Sabemos por los archivos de Lineal B, principalmente de Pilos y de Cnosos, que los centros urbanos micénicos eran, al igual que los minoicos, espacios centralizados para la redistribución de bienes y productos, y tenían amplias áreas de almacenamiento para el aceite y el cereal, así como habitaciones para albergar talleres. También sabemos que estos centros micénicos estaban regidos por un wanax, algo así como un «señor», y que su segundo al mando era el lawagetas, una especie de gobernador.
Sepulturas
Los minoicos enterraban a su élite en pithoi (singular pithos), grandes ánforas funerarias, una práctica que también se ha descubierto en el círculo de tumbas de Pilos, aunque el hallazgo de varios cuerpos en una sola urna muestra que los micénicos adoptaron esta costumbre a su manera. Además, los minoicos construían tholos o tumbas de colmena, un estilo de monumento funerario que también usaron los micénicos. La tumba de tholos es una estructura creada mediante una técnica llamada de falsa bóveda, que consiste en hileras de bloques o piedras que se van apilando en tamaño decreciente hasta formar una cúpula en forma de colmena o termitero. El tholos más antiguos en el continente parece ser el de Pilos (Tholos IV), aunque el más emblemático es el llamado Tesoro de Atreo, o Tumba de Agamenón, construido hacia el 1250 a.C. en Micenas. Recientemente se han descubierto dos tumbas de tholos junto a Tholos IV en Pilos. Aunque no han sido datadas, se les ha dado los nombres de Tholos VI y Tholos VII.
Los ajuares funerarios de las tumbas de fosa micénicas, donde se hallaron las célebres máscaras de oro, reflejan una estrecha conexión con los minoicos. Tal como observa Higgins: «muchos de los tesoros de estos dos círculos de tumbas son de origen cretense, y casi todos ellos muestran un influjo cretense», algo que ya se detectó en Pilos, especialmente con el hallazgo de la tumba del Guerrero del Grifo (76). La mayoría de objetos descubiertos en esta sepultura muestran una preferencia por la iconografía religiosa y la artesanía minoica. El periodo de las tumbas de fosa en la civilización micénica se extendió durante las fases formativas de esta cultura. Los artilugios exóticos procedentes de Creta fueron «recontextualizados en tumbas como la del Guerrero del Grifo mientras se iban forjando los fundamentos de la civilización micénica», influyendo en sus gustos decorativos y prácticas cultuales (Davis, 2016, 652).
Religión
Aunque los entresijos de la religión minoica siguen siendo un misterio para nosotros, algunas facetas de su culto han sobrevivido a través del arte. Por los frescos, los sellos anulares, los sellos de piedra y los restos hallados, sabemos que participaban en libaciones, procesiones, festejos y el ritual del salto del toro. Los minoicos tenían muchos símbolos religiosos destacados, que se han encontrado en diversos santuarios, sepulturas y palacios: los cuernos de consagración, el nudo sagrado y la doble hacha.
Varias representaciones pictóricas nos muestran sacerdotisas y mujeres ejecutando rituales religiosos, y numerosas tallas de marfil representan una deidad a la que se ha llamado Diosa de la Serpiente, su nombre original es desconocido. La presencia de una deidad femenina y su transmisión al continente ha sido observada por Marinatos: «La diosa dominante del panteón minoico era femenina, y [...] su símbolo era la doble hacha. Las representaciones de esta diosa abundan en murales, anillos y sellos, incluso en objetos hallados en la Grecia continental» (249).
Los frescos muestran el uso de ritones, donde se vertían libaciones para fines rituales, y eran ricamente ornamentados. Los minoicos participaban en actividades de culto en los santuarios, que solían estar en la cima de una montaña (a no más de tres horas de camino de las poblaciones) o en cuevas, y al parecer estos rituales subterráneos requerían que hubiera estalactitas o estalagmitas para que pudieran ser efectivos, pero desconocemos su significado.
Tampoco sabemos mucho de la religión micénica, más que lo que podemos asumir a partir del arte y el registro arqueológico. Los archivos de Lineal B tratan exclusivamente de temas económicos y administrativos. Hay evidencias de festejos comunitarios, de sacrificios de animales, libaciones y ofrendas de alimentos. Aunque parece que adoptaron algunos símbolos religiosos de los minoicos, como la doble hacha, no queda claro si este símbolo significaba lo mismo para los micénicos que para los cretenses. Sin embargo, en las tablillas de Lineal B sí se mencionan algunos dioses venerados por los griegos clásicos que vinieron después: Poseidón, Zeus, Artemis y Hermes.
Conclusión
Las civilizaciones minoica y micénica eran culturas separadas con rasgos distintivos y diferencias, pero no existieron de forma aislada. El registro arqueológico nos aporta una gran cantidad de información sobre sus interconexiones, transmisión de bienes y de ideas y cambios en la hegemonía comercial en el Mediterráneo. La influencia de la Creta minoica sobre los micénicos se refleja en sus centros palaciales, sus prácticas funerarias, la posesión de bienes y la adopción de símbolos minoicos comunes.