Los perros constituían parte integral de las sociedades mesoamericanas. Esta era condición generalizada a pesar de ubicación geográfica o particularidades de las culturas regionales. De tal suerte, los perros eran reconocidos como seres liminales pertenecientes igualmente a la naturaleza y la humanidad en este mundo y en el siguiente. Los perros de los pueblos Mayas, Aztecas y Tarascos viajaban entre este mundo y el inframundo, ayudaban a los espíritus de los muertos a encontrar el camino, y alertaban de peligros a los vivos. Al mismo tiempo, se les reconocía como alimento, compañía y guardianes en la vida diaria.
Comúnmente, los perros de los indígenas eran representados sin collares. Se pensaba que estos artículos limitaban los movimientos de los animales durante el tránsito entre mundos. A pesar de ello, los collares existieron y estaban diseñados para uso de los humanos. Se piensa que los collares de los humanos se originaron en los de los perros. Este modelo cambio con la llegada de Cristóbal Colon (1451-1506) a las Indias Occidentales en 1492. Todos los perros que trajo Colón usaban collares y eran más grandes de los que usaban los perros indígenas. Los perros europeos habían sido amaestrados para la guerra y eran mucho más feroces que cualquier de los perros Tainos.
Después de Colón, otros invasores españoles viajaron de América del Sur a Mesoamérica inculcando el cristianismo en las poblaciones indígenas. Dentro de las enseñanzas del catolicismo se hallaba la presunción de que los animales no poseían almas. Por lo tanto, paulatinamente, los perros fueron perdiendo sus poderes sobrenaturales. Hay evidencia de que algunos de los pueblos indígenas mantuvieron la creencia de que los perros eran los acompañantes (psico-pompos) en el viaje hacia el inframundo. No obstante, después de la llegada de los españoles, la idea no fue tan extendida como lo fue en Mesoamérica previa a la conquista. Durante los pasados cien años los descendientes de los pueblos originarios han empezado a restaurar partes de sus creencias y por ello, los perros han recobrado parte del alto rango de su importancia cultural.
Los Olmecas y sus Perros
En Mesoamérica, los Olmecas vivían en las tierras bajas del Golfo de México (c.1400-400 AEC) y criaban perros como alimento. La civilización Olmeca es la más antigua del hemisferio occidental. Ella creó el primer lenguaje escrito en Mesoamérica además produjo una arquitectura y formas artísticas únicas que influyeron significativamente en las civilizaciones de sus sucesores: Aztecas, Mayas y Tarascos, entre otras. El animal sagrado de los Olmecas era el jaguar al que se le consideraba espiritualmente asociado con el perro. Por lo tanto, el perro está relacionado con la divinidad al tiempo que abastecía alimento a los pueblos. Tal parece que no existía contradicción en ver a los perros como alimento y a la vez sirvientes y mensajeros de los dioses. Los perros servían a la humanidad al ofrecerse como alimento.
En 2010 se descubrió en Chiapa de Corzo (Estado de Chiapas) una tumba perteneciente al pueblo Zoque. Estos se identifican como descendientes de los Olmeca. El enterramiento contenía collares de jade. Estos eran artículos ornamentales para uso humano, pero probablemente se derivaron de los collares para los perros. La tumba data entre 700-500 AEC y es el enterramiento más antiguo dentro de una pirámide que se haya encontrado en la región.
Los indígenas originarios en México, Belice, Guatemala, Honduras y regiones circunvecinas construyeron pirámides no como tumbas sino como templos. El descubrimiento en Chiapa de Corzo es probable que refleje las prácticas Olmecas de preservar objetos preciosos en los templos. Las culturas subsiguientes a los Olmecas continuaron con esta costumbre. Los collares de jade, a pesar de que eran obviamente para uso humano pudieron haber asociado al sacerdote con el espíritu liminal del perro que le traía mensajes de los dioses.
Los perros en la religión Maya
Otras civilizaciones mesoamericanas siguieron a los Olmecas. Entre ellas, la Maya que continuó criando perros en corrales como alimento. Los perros tienen una presencia prominente en la mitología y fueron tratados con cuidado y afecto en la vida cotidiana. En el sistema de creencias de los mayas yucatecos, los perros guiaban a las almas de los difuntos a través del oscuro inframundo de Xibalba hacia el paraíso. En la mitología Maya Quiche, los perros cumplieron los deseos de los dioses al destruir sociedades precedentes vistas como ingratas e inútiles.
De acuerdo a estas creencias, los dioses hicieron a los humanos originarios de madera, pero éstos pronto se olvidaron de sus creadores y otros humanos. Los dioses mandaron a los animales a castigar a estos ingratos y crueles humanos por los abusos cometidos. Aún los objetos inanimados participaron en la destrucción. Cuando los dioses entregaron a los primeros humanos a los perros, los animales les dijeron:
¿Por qué parece que ustedes no nos quieren alimentar? Nosotros los cuidamos, mientras ustedes nos mantienen sometidos y nos rechazan. Cuando ustedes comen tienen una vara lista para azotarnos. Nosotros no hablamos y no hemos recibido nada de ustedes. ¿Cómo es posible que ustedes no se den cuenta? Ustedes sabían que diariamente bajo su cuidado desfallecíamos. Así, en este mismo día ustedes van a sentir los dientes de nuestras fauces. Nosotros los devoraremos. (Tadlock, 72).
Entonces, los perros atacaron a los antiguos humanos y los destruyeron. Los perros fueron las únicas criaturas vivientes, elegidas por los dioses, para eliminar a estos humanos defectuosos para después crear vida nueva a partir del maíz. Los objetos inanimados como los comales para las tortillas, las ollas, las piedras del fogón y los metates que también habían sido maltratados por los viejos humanos se unieron a los perros en el ataque contribuyendo así a la eliminación de los antiguos. Después de la devastación, los dioses crearon a los nuevos humanos a partir del maíz, el alimento esencial de la dieta maya. Estas nuevas creaturas aprendieron mejor de los dioses con gratitud y respeto. Los mayas alimentaron consistentemente a los perros con el sustento básico de la vida y probablemente fomentaron su propia obediencia a los poderosos seres sobrenaturales que les suministraron el maíz.
Años después, los perros aparecen en el Popol Vuh, el libro sagrado de los Maya Quiche. El texto narra cómo los mellizos Huhahpu y Xbalanque engañan a los señores del inframundo Xibalba. Los de Xibalba habían capturado a los mellizos. Con el fin de tratar de obtener su libertad éstos aceptaros los desafíos que les presentaron los señores quienes constantemente engañaban a las almas de los difuntos y los confundían en su travesía por el inframundo. Los mellizos habían sobrevivido todos los retos puestos por los señores hasta que finalmente les dijeron que ellos, los mellizos, tenían poder sobre la vida y la muerte. Para probarlo sacrificaron y resucitaron a un perro de los señores.
Los señores de Xibalba, impresionados por la proeza, quisieron experimentar la misma prueba y se ofrecieron en sacrificio a los mellizos. Hunahpu y Xbalnque mataron a los señores sin haber tenido la intención de resucitarlos. Consecuentemente, los mellizos fueron libres y abandonaron la oscuridad del inframundo y regresaron al mundo de la superficie. La historia enaltece y eleva al perro de simple alimento, trabajador y guardián al nivel sobrenatural de psico-pompo o guía del alma de los difuntos. El perro ha sufrido la muerte, resucitado y por lo tanto puede guiar a los humanos que emprenden el camino del inframundo.
Los perros como símbolos de transformación
El perro como guía hacia el otro mundo aparece representado en la famosa pintura en el templo I de Tikal en Guatemala. La pintura muestra a los dioses mellizos como remeros, el viejo remero mantarraya y viejo remero jaguar, conduciendo al dios del maíz hacia el inframundo. En el barco también aparecen dibujados la iguana, una araña, un mono, un loro y un perro. Al inicio de la creación, los dioses remeros ayudaron a construir el Fuego Cósmico para las otras deidades. Este evento está simbolizado por la danza de los contrarios que mantiene el balance universal. Frecuentemente se encuentra a los mellizos remeros representados en al arte maya bien sea conduciendo al dios del maíz a la tierra de los difuntos o trayéndolo de regreso al mundo de los vivos. En esta pintura de la tumba en Tikal atrás del viejo remero jaguar aparece el perro actuando como guía.
Durante el periodo clásico, 250-950 EC, la civilización maya vivió su apogeo. Los juguetes infantiles de esa época incluyen figuras de perros con collares. Los perros también aparecen representados en estatuas con collares y tal parece que eran tiras de cuero o de tela de algodón de diversos anchos. A los perros también se le utilizaba en la caza, como guardianes y animales de compañía. Es posible que tuvieran collares, pero estos no sobrevivieron. En las pinturas de la cerámica y murales, los collares se ven de brillante colorido en rojo, negro y turquesa. Esto también parece cierto para las otras culturas de la región.
Los perros de los Aztecas y Tarascos
Las civilizaciones aztecas y tarascas fueron tradicionalmente enemigas. No obstante, ambas mantuvieron perros por razones y consideraciones similares. Los aztecas asociaban a los perros con Xólotl, el dios del relámpago, el atardecer y la muerte. Xólotl era imaginado como un perro enorme. Se creía que Xólotl era el creador de la raza de perros conocida hoy como Xoloitzcuintle o perro lampiño mexicano, el Xolo, y el perro de Xólotl. Xólotl por lo general aparece representado vistiendo un collar ancho de color rojo. El creó al perro para proteger a los vivos y guiar las almas de los difuntos en su paso a través de Mictlán, el inframundo Azteca, similar al Xibalba maya, que también es un lugar oscuro y peligroso.
A la llegada de Colón al nuevo mundo, el Xólotl era ya viejo y contaba con una antigüedad de 3,500 años. Los perros, generalmente eran criados como alimento. En ocasiones si algún perro demostraba habilidades curativas, se les dispensaba como alimento. Es probable que era entonces cuando se le daba un collar. Los Aztecas y los Tarascos como los Maya creían que los perros eran sirvientes de los dioses, especialmente eficientes como guías, consuelo y paliativo de las almas de los difuntos.
Los entierros deficientes eran materia seria en Mesoamérica como lo eran en todas las culturas antiguas. Entonces se creía que los espíritus de los que no recibían los rituales funerarios adecuados regresaban a espantar a los vivos. Se pensaba que los perros era expertos en la localización de las almas de los difuntos que no habían podido hacer la transición correcta y recibido un funeral adecuado (los ahogados o los muertos durante cacerías solitarias). Estas almas vagaban por el mundo de los vivos hasta que un perro las localizaba y las conducía al mundo de los muertos. Así el alma del difunto podía descansar.
Los perros en el arte Azteca
Las imágenes de los perros, incluidas en las tumbas de aquellos que recibieron los ritos funerarios y ceremonias correctas, no eran únicamente para las almas perdidas o ausentes. Los famosos perros de cerámica de Colima (se les llama así a las vasijas con la forma de perro o estatuillas de perro porque se han encontrado especialmente en Colima, en el occidente de México) constituyen parte de más del 75% de los entierros del periodo preclásico (c. 300 AEC-300 EC). Estas figurillas son por lo general redondas que sugieren gordura o embarazo. Los espíritus de estos perros robustos habrían alimentado a las almas de los difuntos mientras viajaban por Mictlán hacia el paraíso.
Los collares para perros no aparecen en gran arte del arte mesoamericano, porque estas imágenes representan al perro como símbolo. Las famosas estatuillas de los perros bailarines de Colima, por ejemplo, son probablemente símbolos de la vida y la muerte, un balance de la unión de los opuestos. Por ello no son necesariamente una representación realista de los perros. Las estatuillas de los perros de Colima y otras figuras similares que muestran a perros gordos con una mazorca en el hocico probablemente servían el mismo propósito.
Los perros eran alimentados con maíz. Un perro gordo sugiere salud y buena cosecha. Así, probablemente estas estatuas representaban "la abundancia". Como se mencionó anteriormente, estas estatuillas frecuentemente se enterraban con el difunto para guiar a su alma y también al perro. Se creía que las almas necesitaban alimentación en el largo viaje a través del inframundo hasta el árbol de la vida y en reino del paraíso.
Los perros como seres liminales
Es probable que las representaciones artísticas de los perros no se les vea con collares dada su condición de protectores y guías. La creencia mesoamericana en el tonalismo y el concepto del Nagual tienen que ver con ello. El Tonal se refiere a la vinculación espiritual entre una persona y un animal que se determina al nacimiento del individuo. De tal manera la persona puede exhibir las características del animal además de evidenciar empatía con el espíritu del animal. Por ejemplo, una persona ligada a un perro puede evidenciar características caninas. La conexión persona y animal es fuerte. Así, si el animal sufre algún percance, el humano experimenta los efectos del accidente. El nagual es un sujeto religioso, un chamán, el cual tiene el poder de transformarse físicamente y adoptar la forma de cualquier animal, generalmente uno de su preferencia, lo que ocurre, en especial, durante la noche.
El tonal y el nagual están interconectados en la medida en que el nagual podría "leer" la energía existente en un día en particular y por tanto determinar si su magia podría o no funcionar en tal fecha. El tonal está íntimamente vinculado con la energía de un día en especial. La visión maya se asocia con los Wayobs (también conocidos como “las Vias”) que son la materialización de la energía de un día. Esta “Vías” vigilan a los individuos y los aconsejan o predicen sus fortunas en los sueños. Si el nagual interpreta correctamente la energía de un día en especial, entonces puede relacionarse con un perro e interpretar los mensajes que éste traiga del otro mundo.
Como los perros eran vistos como entidades liminales capaces de transitar entre los mundos, es posible que los collares solo se les daban a los perros en ciertas circunstancias. Un número importante de escritos y literatura mesoamericana fue destruido por los conquistadores españoles en el siglo XVI EC. De tal manera es imposible saber cuáles pudieron ser tales circunstancias. Hasta hace muy poco los arqueólogos interpretaban la cultura mesoamericana a partir de unos cuantos libros. Un pequeño porcentaje de ellos conforman la biblioteca cultural, además de las representaciones artísticas en murales, estelas y tumbas. Actualmente y en la medida en que arqueólogos y otros especialistas entienden mejor lo textos existentes, las culturas originarias se aprecian mejor. Aun así, es probable que nunca se sepa cuando y bajo qué circunstancias los perros mesoamericanos recibían un collar.
Conclusión
Los perros jugaron un papel importante en la conquista del denominado Nuevo Mundo. Cristóbal Colón utilizó a los perros europeos para oprimir la voluntad de los pueblos indígenas. Los mastines, acompañantes de los ejércitos españoles, fueron armas eficaces en las guerras de la reconquista contra los moros en Granada. Así que se les incluyó en el segundo viaje de Colón en 1493. Los mismos soldados que habían dirigido a los perros en Granada fueron parte de la expedición. Colón utilizó a perros y entrenadores con gran habilidad. Cuando Colón desembarcó en Jamaica en 1494, enfrentó una resistencia tenaz por parte de los defensores en la playa hasta que descargó las furia de los mastines que aterrorizaron y desbandaron a los indígenas.
Tiempo después Colón escribiría que un perro mastín valía lo que 50 hombres en un combate. Los 20 perros que trajo consigo en 1494 se multiplicaron con la llegada de más europeos. Estos utilizaron a los animales de la misma manera en que los habían empleado en el viejo mundo. Los perros manifestaron su valía en la conquista al evidenciar que eran más eficaces que las armas utilizadas por sus domadores y que desplegaron para aterrorizar a las poblaciones indígenas.
El uso de los perros como armas por parte de los europeos más la insistencia cristiana de que los perros eran criaturas sin alma, propició la pérdida del sitio rango especial que los perros ocupaban en las sociedades mesoamericanas durante y después de la conquista. En los últimos cien años, muchas de las creencias mesoamericanas se están revalorando y reviviendo. Paulatinamente, el perro está recibiendo el aprecio y consideración que tuvo antes de la conquista. El llamado renacimiento maya de los años 1920 y 1930 aunado al apoyo de individuos progresistas de nacionalidades norteamericanos y otros paises ha sido factor importante para distanciarse de las actitudes tradicionales europeas. Después de 400 años se empieza apreciar el rango e importancia del perro junto a otros valores culturales de los pueblos mesoamericanos.