En los debates modernos sobre la homosexualidad, los matrimonios entre personas del mismo sexo y la identificación de género, es frecuente acudir a pasajes de la Biblia para validar una postura. La cultura moderna tiene en cuenta muchos elementos para comprender la homosexualidad, pero en el mundo antiguo no existía la idea del «estilo de vida gay», ni se hablaba de la identificación de género tal como la entendemos.
Los primeros escritores cristianos estuvieron influidos por diversos factores al momento de escribir sobre la sexualidad y el comportamiento humanos, tales como:
- la importancia de la fertilidad;
- las tradiciones y los mandamientos del judaísmo;
- elementos culturales y sociales grecorromanos;
- conceptos de varias escuelas filosóficas en torno al cuerpo y al alma.
En el siglo I d. C. y en el Nuevo Testamento, son escasos los indicios sobre las creencias y las enseñanzas cristianas relativas al tema. La mayoría de las enseñanzas sobre la sexualidad humana surgieron en el siglo II d. C. con los escritos de los Padres de la Iglesia.
Fertilidad
La sexualidad humana estaba directamente relacionada con la comunidad. En un mundo de condiciones hostiles, una expectativa de vida baja, catástrofes naturales devastadoras, tasas de mortalidad infantil elevadas y guerras constantes, el concepto de fertilidad de hace siglos tenía una importancia fundamental, en relación con las cosechas, los rebaños y, sobre todo, las personas. De ahí que los poderes de la naturaleza se imaginaran en parejas de género. La mayoría de los dioses tenían una consorte femenina, o diosa, con la que reproducían a otras deidades. Se les hacían súplicas para beneficio humano a través de rituales y sacrificios.
El sexo de cada uno se relacionaba con las características físicas al nacer, mientras que el género era una construcción social que organizaba el papel y el deber de cada miembro de la sociedad. Así se presentaba en los códigos legales, «dictados por los dioses». La sociedad imitaba la percepción de las divinidades como familias, por lo que la familia se convirtió en la estructura social básica. Los hombres tenían el deber religioso, y por lo tanto cívico, de casarse y tener descendencia. A las mujeres se las valoraba principalmente por su papel en la procreación. Solo así se entendía la identificación del género. Todos contribuían a la interminable lucha por transmitir el flujo de la vida de generación en generación.
Influencia del judaísmo
El cristianismo comenzó como un sector del judaísmo y utilizó las escrituras judías como sus textos sagrados y material de base. Desde el primer mandamiento de Dios en el Génesis (1:28) se hizo hincapié en la importancia de la fertilidad: «Sean fecundos y multiplíquense». La Ley de Moisés dictaba las normas y las obligaciones de hombres y mujeres. Las mujeres eran consideradas propiedad de los hombres y, por lo tanto, el adulterio era la violación de la propiedad de otro hombre y conllevaba la pena de muerte para ambos. Si bien puede parecer duro desde una perspectiva moderna, en un mundo sin pruebas de ADN, era importante que la paternidad permaneciera en la línea de sangre correcta.
En los debates modernos sobre las actitudes hacia las relaciones entre personas del mismo sexo, los cristianos suelen citar dos fuentes del judaísmo: la historia de Sodoma y Gomorra en Génesis 18-19, y la legislación del libro Levítico 18:22.
Sodoma y Gomorra
Sodoma y Gomorra eran dos ciudades situadas al sur del Mar Muerto, a lo largo de una falla volcánica. La trama narrativa del contexto más amplio de la historia trata sobre cómo conseguir que la vieja pareja de Abraham y Sara (que es estéril) cumpla con la promesa que Dios hizo a Abraham de que sería «el padre de una gran nación». La historia comienza con Dios diciendo, una vez más, que Sara quedaría embarazada, pero ella se ríe. Abraham recibe la visita de tres ángeles que, según los primeros pasajes de las escrituras judías, tenían apariencia humana. Recién después del exilio judío en Babilonia y luego en Persia, los ángeles tienen alas (un concepto persa procedente del zoroastrismo).
Abraham le ordena a Sara que les prepare una comida, y dos de los ángeles van a investigar el alboroto de la maldad de Sodoma y Gomorra. El tercer ángel se transforma en Dios y Abraham negocia salvar las ciudades si Dios logra encontrar diez hombres buenos allí. Los ángeles se encuentran con el sobrino de Abraham, Lot, en las puertas de la ciudad de Sodoma, quien los recibe en su casa. La casa está rodeada de hombres que claman para que Lot deje salir a los ángeles «para que los conozcamos», un eufemismo para referirse a las relaciones sexuales (Génesis 19:5). Como en esta cultura los invitados son inviolables, Lot ofrece a sus dos hijas vírgenes. En ese momento, los ángeles le dicen a Lot que tome sus cosas y huya de la destrucción que se avecina. Esta historia también servía para explicar por qué la zona del Mar Muerto está tan desolada.
Una interpretación moderna común de esta historia es la equiparación del término acuñado «sodomía» con «homosexualidad». Técnicamente, sodomía significa coito anal y también se puede aplicar a las mujeres. Al sacar esta historia de su contexto histórico y de su función narrativa, se pierde un elemento importante de las antiguas culturas nómadas. Las relaciones estaban regidas por la hospitalidad, sobre todo en el periodo del estilo de vida nómada. Las duras condiciones de los climas desérticos se compensabancon la idea de que las personas se ayudaban mutuamente cuando lo necesitaban. Incluso al enemigo se le ofrecía hospitalidad. Así, como Sara había ofrecido comida a los forasteros y los invitados se consideraban inviolables, Lot ofreció a sus hijas en su lugar. ¿Cuál fue el mayor «pecado» de Sodoma: infringir las normas de hospitalidad o la idea de las relaciones sexuales entre varones?
Levítico
El Levítico, tercer libro de las escrituras judías, resume las leyes que Moisés recibió en el monte Sinaí tras la huida de los hebreos de Egipto. Básicamente, es un «manual de los sacerdotes» porque contiene la adaptación (posterior) de las normas del templo para los sacrificios y los procedimientos de purificación sacramentales. La segunda mitad del libro incluye los Códigos de Santidad, que rigen la forma en que los judíos deben mantener la tierra como sagrada. Esta sección denunciaba ciertos comportamientos como «abominaciones». Un pecado normal y corriente (una violación de uno de los mandamientos de Dios) se podía expiar con un sacrificio y el paso del tiempo. Una abominación difería en el sentido de que no había un ritual de expiación: uno quedaba condenado.
Levítico 20:13: «Si un hombre se acuesta con un hombre, como se acuesta con una mujer, los dos cometen una abominación. Ambos morirán irremisiblemente; su sangre será sobre ellos.»
La sangre y el semen eran las dos fuentes de vida y, por lo tanto, Dios las consideraba sagradas. Los antiguos carecían de nuestros conocimientos médicos sobre la procreación y no sabían que el semen se regeneraba. Por lo tanto, era fundamental que los hombres aportaran un pequeño suministro de su semen, dentro de un contrato matrimonial, para el bien comunal y la sobrevivencia del grupo. Las relaciones masculinas eran condenadas por «desperdiciar la semilla de la vida». Las lesbianas no se mencionan en el Levítico y no hay ningún texto dirigido al comportamiento sexual de las mujeres porque en las relaciones femeninas no hay semen, lo cual no prueba ni refuta su existencia en el antiguo Israel.
Los libros de los profetas
Cuando Israel sufrió desastres nacionales (la conquista asiria en el 722 a.C.; la conquista babilónica en el 587 a.C.), los profetas de Israel intentaron explicar por qué Dios había permitido la conquista de estos enemigos. Dios no le había fallado a su pueblo, sino que había utilizado a los enemigos para castigar a Israel por sus pecados. El gran pecado fue permitir que la idolatría continuara en la tierra. La idolatría de las deidades de la fertilidad dio lugar al uso profético de metáforas sobre la sexualidad humana para describir los pecados. La idolatría llevó a la inmoralidad sexual: «Alza tus ojos a los cerros y mira: ¿En qué lugar no se han acostado contigo? (…) Con tus prostituciones y con tu maldad has profanado la tierra» (Jeremías 1:1-3). La referencia a la prostitución era la idea de que Israel cometió «adulterio» al recurrir a otros dioses.
El término «inmoralidad sexual» se traduce del griego pornea, que significa «uniones sexuales ilícitas». A menudo se refería a los códigos de incesto o al grado de parentesco permitido en el matrimonio. Muchas biblias en español traducen el término como «fornicación». Al traducir las Escrituras griegas al latín, se adoptó el término fornix, que hace referencia a una bóveda o arco donde las prostitutas realizaban sus labores en Roma, y se convirtió en un eufemismo para referirse a la prostitución, a los burdeles y a toda forma de práctica sexual desaprobada por un grupo.
Las antiguas Grecia y Roma, y la filosofía
En los debates se suele recurrir a las fuentes de las antiguas Grecia y Roma para describir la forma en que estas culturas aprobaban el comportamiento homosexual. Los estudios modernos incluyen análisis homoeróticos de la mitología griega y del comportamiento de algunos de los dioses del Olimpo.
En la cultura griega, las relaciones entre hombres mayores y adolescentes más jóvenes se conocían como «pederastia» («amor por los niños»). Los hombres mayores actuaban como mentores de la siguiente generación respecto de las gracias sociales y las reglas del gobierno. Como en la antigua Grecia las mujeres se mantenían separadas de los hombres, en la sociedad griega predominaban los vínculos sociales entre varones, especialmente cuando se invitaba a los hombres a cenar. (Véase El Banquete de Platón, donde se discuten diferentes ideas relacionadas con el amor y las relaciones.)
Todos los comportamientos estaban sujetos a los conceptos sociales conocidos como honor y vergüenza, y tanto la persona privada como la pública estaban expuestas a la crítica. Había reglas para las relaciones entre los hombres: los elementos homoeróticos debían realizarse cara a cara, con el hombre más joven sirviendo al mayor. Si se hacía penetración, siempre se debía hacer sobre el hombre más joven. Sin embargo, siempre se la criticó. Según las ideas médicas antiguas, las mujeres eran físicamente más débiles que los hombres, lo que se traducía en roles sociales: los hombres eran activos; las mujeres, pasivas. Estar en el extremo receptor del coito anal lo situaba a uno en la zona liminar de ablandarse, en el papel pasivo de una mujer. Estas relaciones no eran permanentes, sino que al llegar a la edad adulta, se esperaba que los hombres más jóvenes se casaran y tuvieran hijos para la ciudad-estado.
Casi todas las pruebas de las relaciones lésbicas en la antigüedad proceden de las referencias a los escritos de Safo (630-570 a.C.), muy admirada por su poesía lírica romántica. Según la tradición helenística tardía, dirigía una escuela para niñas en la isla de Lesbos, de donde surge el término moderno. Fuera de Safo, casi no existen pruebas de las relaciones femeninas de carácter sexual con otras mujeres.
Los antiguos romanos solían burlarse y criticar a los griegos por su suavidad en estas prácticas, aunque esto no significa que no practicaran relaciones entre personas del mismo sexo. Gran parte de la literatura romana es de carácter polémico, con acusaciones contra un oponente político o un emperador romano impopular (Tiberio, Calígula y Nerón).
El cristianismo primitivo
Los evangelios no recogen ninguna enseñanza específica de Jesús de Nazaret sobre la sexualidad humana. La tradición cristiana subrayó la importancia del matrimonio y la procreación como continuación del judaísmo. Jesús parecía apoyar el matrimonio a través de una referencia al Génesis:
Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer. Por esta causa el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y serán los dos una sola carne (…) Por tanto, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre. (Marcos 10:6-9).
Quienes se oponen a los matrimonios del mismo sexo suelen basarse en este texto. Sin embargo, este pasaje se refiere a la opinión de Jesús sobre el divorcio, que fue un debate temprano en las comunidades cristianas.
A mediados del siglo I d. C., el apóstol Pablo, un fariseo, se convirtió en miembro del nuevo movimiento de los cristianos. Judío de la diáspora, Pablo fue educado en las Escrituras judías y en la filosofía grecorromana. Sus viajes lo pusieron en contacto con los estilos de vida contemporáneos, que a menudo criticó. Las observaciones de Pablo sobre la sexualidad y el comportamiento humanos se dirigían a la forma en que sus comunidades podían vivir de forma prolífica, como si el reino de Dios ya estuviera aquí, «para vivir como ángeles» (1 Corintios 6). En 1 Corintios 7, Pablo trató el matrimonio, las segundas nupcias y el divorcio. Recomendó que todos «se quedaran como están», ya que todas las convenciones sociales se trastocarían en el reino venidero.
Solo hay cuatro pasajes relevantes en el Nuevo Testamento:
1 Corintios 6:9-10
En un pasaje en el que amonestaba a su comunidad por los pleitos que se suscitaban entre ellos, Pablo escribió:
¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se engañen: que ni los inmorales sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni los afeminados ni los homosexuales ni los ladrones ni los avaros ni los borrachos ni los calumniadores ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Esta lista de «vicios» de los judíos, tal como se describe en la literatura del judaísmo helenístico, reflejaba un desprecio judío por las opiniones religiosas y los estilos de vida de los gentiles (no judíos). Pablo reflejó estas actitudes y apeló a la literatura profética con sus puntos de vista sobre la inmoralidad sexual inherente a todo lo relacionado con la idolatría. Este pasaje es polémico y no proporciona una verificación contemporánea del comportamiento de los no judíos.
Romanos 1:26-27
Por esta causa (idolatría), Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por relaciones contra naturaleza. De la misma manera, también los hombres, dejando las relaciones naturales con la mujer, se encendieron en sus pasiones desordenadas unos con otros, cometiendo actos vergonzosos hombres con hombres y recibiendo en sí mismos la retribución que corresponde a su extravío.
Este es el único lugar de la Biblia en el que se trata el comportamiento sexual femenino. Una primera interpretación equiparaba «relaciones contra la naturaleza» con los actos sexuales contra la naturaleza entre hombres y mujeres. Incluso otros interpretaron «contra la naturaleza» como referencia a la bestialidad, aunque no se citan datos concretos. Este texto se empezó a usar como prohibición cristiana de la homosexualidad tanto para los hombres como para las mujeres.
1 Timoteo 1:9-10
Timoteos 1 y 2 son lo que los académicos denominan «deuteropaulinos» o segundos Pablos. Son cartas escritas en nombre de Pablo pero por discípulos posteriores.
Tengamos en cuenta que la ley no se ha instituido para los justos, sino para los desobedientes y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos. La ley es para los que maltratan a sus propios padres, para los asesinos, para los adúlteros y los homosexuales, para los traficantes de esclavos, los embusteros y los que juran en falso. En fin, la ley es para todo lo que está en contra de la sana doctrina.
De nuevo, incluye las listas de vicios tradicionales de los judíos donde la polémica de los pecados de la cultura dominante ha aumentado.
Hebreos 13:4
Honroso es para todos el matrimonio, y pura la relación conyugal; porque Dios juzgará a los fornicarios y a los adúlteros.
Algunas lecturas modernas de este pasaje señalan que la expresión «fornicarios» incluye la homosexualidad.
Adaptaciones cristianas de los roles de género y la sexualidad humana
En el siglo II d. C., los líderes cristianos ya no tenían vínculos étnicos con el judaísmo pero conservaban las escrituras judías para predicar el nuevo movimiento. Estos hombres, que en retrospectiva se conocían como los Padres de la Iglesia, eran gentiles convertidos que se habían educado en filosofía grecorromana. Incorporaron las ideas judías tradicionales, las enseñanzas de Pablo sobre el matrimonio y el divorcio y los conceptos filosóficos del ascetismo.
Los Padres de la Iglesia introdujeron una innovación: cualquier forma de sexualidad humana ahora se consideraba pecado. En el mundo antiguo, las relaciones sexuales humanas no solo eran fundamentales para la sobrevivencia del grupo sino que también se entendían como placenteras, como un regalo de los dioses. Desde un punto de vista filosófico, las relaciones sexuales dependían de dar rienda suelta a las pasiones, lo que se convirtió en el pecado de la lujuria. Agustín de Hipona utilizó estas enseñanzas para su doctrina del pecado original del jardín del Edén; la lujuria entró al jardín y se transmitió a todos los humanos en la concepción. A pesar de ser un pecado, la procreación humana se postulaba como una concesión para pecar, un mal necesario debido a la debilidad de los humanos, para hacer crecer la Iglesia católica. El obispo Ireneo señalaba que los humanos se hicieron a imagen de Dios (Imago Dei) y que sus vidas sexuales debían seguir el mandamiento únicamente para la procreación.
En el siglo II d. C., varios grupos de cristianos predicaron diferentes enseñanzas de Jesús y tuvieron distintas opiniones sobre la sexualidad humana. Conocidos en conjunto como gnósticos, predicaban que los humanos contenían una chispa divina de Dios atrapada en un cuerpo malvado. Para evitar que la chispa divina entrara a más cuerpos, los cristianos gnósticos fueron los primeros en practicar la castidad (no tener relaciones sexuales) y el celibato (no celebrar un acuerdo legal de matrimonio). Los Padres de la Iglesia también crearon los conceptos gemelos de ortodoxia y herejía (para creencias correctas e incorrectas) para debatir contra las opiniones de los cristianos gnósticos. Sin embargo, estos hombres admiraban tanto la castidad como el celibato para el clero, como formas en las que elevar el estatus de obispos. Renunciar a todas las convenciones sociales creaba un aura de santidad: habían sacrificado una vida normal como mártires vivientes.
A partir de este período, los escritores cristianos promovieron la idea de la virginidad para toda la vida como el ideal para todos los cristianos. Las chicas jóvenes eran entregadas a la iglesia para que se cuidara de ellas y pasaran su vida adorando a Dios, impolutas de las lujurias del cuerpo. Se condenaban todas las formas de las relaciones sexuales humanas cuyo fin no fuera la procreación. Según las opiniones tomadas de los libros de los profetas, la inmoralidad sexual (que ahora significaba una desviación sexual) causaría la ira de Dios, tanto como lo hacía la idolatría en el pasado.
Muchas opiniones cristianas modernas sobre la sexualidad y el género humanos están contenidas en las tradiciones que posicionaban el estilo de vida cristiano en contraposición con la cultura dominante. Como resultado, se creó la idea de que los paganos (término despectivo acuñado en el siglo IV d. C. para los no cristianos) constantemente participaban en orgías (palabra griega para «rituales») sexuales y en perversiones desviadas. Hollywood ha fomentado estas ideas en su representación de los ricos y los famosos en la antigua Roma. Las versiones del banquete romano siempre incluyen orgías (que mejoran el nivel de audiencia). La mayoría de las pruebas de las opiniones antiguas sobre el cuerpo y la sexualidad humana derivan de entre el 1 y el 5 % de la elite educada, es decir, las clases altas. Se desconocen las opiniones de la gente común sobre estos asuntos. Su preocupación principal era la sobrevivencia, y por lo tanto, la mayoría sostenían los roles tradicionales masculino y femenino.