Epístolas del apóstol Pablo a los gentiles

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Rebecca Denova
por , traducido por Waldo Reboredo Arroyo
Publicado el 28 septiembre 2021
Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, francés
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Pablo, un judío fariseo del siglo I a.C., experimentó una revelación de Jesucristo resucitado que le encomendaba ser el Apóstol de los gentiles; se le llamaba a ser el heraldo del mensaje dirigido a los no judíos. Después de este acontecimiento realizó extensos viajes por el Imperio romano y difundió la «buena nueva» que Jesús pronto retornaría de los cielos e instauraría el Reino de Dios en la Tierra.

Folio of Early Pauline Espitles
Folio de las primeras epístolas paulinas
Heycos (Public Domain)

El Nuevo Testamento contiene 14 epístolas que por tradición se asignan a Pablo, de las cuales el consenso académico actual asigna siete a la autoría de Pablo:

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  • 1 Tesalonicenses
  • Gálatas
  • Filemón
  • Filipenses
  • 1 y 2 Corintios
  • Romanos

El origen de 2 Tesalonicenses, Efesios y Colosenses aún se debate entre algunos estudiosos. 1 y 2 Timoteo y Tito, con toda probabilidad fueron escritas por los discípulos de Pablo, que emplearon su nombre con la intención de otorgarles mayor autoridad. Las cartas que han perdurado hasta la actualidad pertenecen al período comprendido entre el 52 y el 60 d.C. Aunque no se ha podido precisar las fechas en que se recolectaron, se conoce que durante el decenio de los 90 d.C. Clemente, un obispo de Roma, citaba versículos de 1 Corintios.

Es en las epístolas de pablo que el nombre de jesús se combina con cristo, palabra griega que denota al mesías hebreo, el ungido.

La naturaleza de las epístolas

Se comprende que las cartas respondían a cuestiones circunstanciales, y que no constituían descripciones sistemáticas de teología, ni eran tratados sobre el cristianismo. Las misivas se dirigían a problemas y acontecimientos específicos que surgían en las comunidades. Durante su estancia en las ciudades, Pablo dedicaba tiempo a crear grupos y más tarde continuaba el viaje. Recibía cartas y en algunas ocasiones informes que detallaban preguntas, o sugerencias para dirimir conflictos. Por desdicha, durante el período en que comenzaron a conservarse y circularse las epístolas de Pablo no se preservaron los mensajes originales de las comunidades, por lo que la reconstrucción de los problemas que mencionaban solo puede realizarse a través de las respuestas de Pablo.

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Según los Hechos de los Apóstoles, Pablo es conocido como el converso más famoso de la historia, aunque en realidad no vivió un proceso de conversión. La conversión supone cambiar un sistema religioso por otro, pero en la época no existía un sistema cristiano al cual convertirse. El propio Pablo se expresa de manera ambigua al referirse a su identidad:

Me he hecho a los judíos como judío, … a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, … a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), … a todos me he hecho de todo, … (1 Corintios 9:20-22)

Apostle Paul Mosaic
Mosaico del llamado del apóstol Pablo a Macedonia
Edgar Serrano (CC BY-NC-SA)

En cuanto a lo acontecido a Pablo es mejor aceptar su decir: que fue «llamado». Esta era la forma en que la tradición convocaba a los Profetas de Israel a que llevaran a cabo sus misiones personales.

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Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. (Gálatas 1:11-12)

Pablo sostenía la opinión que su experiencia le proporcionaba tanta autoridad como la que poseía la compañía original de Jerusalén, integrada por Pedro, Santiago y Juan. El llamado de Pablo a ser el Apóstol de los gentiles causa estremecimiento, puesto que como él mismo relataba sin ambages, con anterioridad había «perseguido a la iglesia de Dios» (Gálatas 1:13). En realidad nunca explicó lo que hacía, ni por qué lo hacía. Es en las epístolas de Pablo que el nombre de Jesús se combina con el de Cristo, palabra griega que traduce la hebrea messiah, «el ungido». Entendido como título, «Jesús el Cristo», se hizo común como frase indicativa de su identidad y función.

La admisión de los gentiles

En los Hechos de los Apóstoles y en la epístola de Pablo a los gálatas se describe un encuentro realizado en Jerusalén para solucionar un asunto imprevisto. Al llevar las prédicas de Jesús de Nazaret a otras ciudades, los misioneros constataron que había gentiles que deseaban unírseles. «Gentiles», en el sentido más amplio de la palabra, es el término con que se identificaba a los no judíos, quienes asistían con frecuencia a las sinagogas ubicadas en las poblaciones, motivados por la admiración que sentían hacia los preceptos y ética del judaísmo. La situación se recoge en Hechos de los Apóstoles, donde se aplica el mote «temerosos de Dios» a las personas que respetaban al Dios de Israel, que habrían estado familiarizadas con las alusiones a la Escritura que los seguidores de Jesús mencionaban en sus enseñanzas.

Los líderes cristianos debían decidir si los no judíos podían incorporarse al movimiento sin antes convertirse el judaísmo. La religión judía contaba con marcadores de identidad propios: la circuncisión, las leyes sobre la alimentación, y la observación del Sabbat según las leyes de Moisés. En la reunión se decidió que los gentiles no tenían que circuncidarse ni adoptar los demás identificadores, pero sí debían abstenerse de todo lo que estuviera «contaminado por los ídolos» (Hechos 15:20), y evitar las carnes de animales estrangulados, o muertos en estado salvaje. Además, tenían que terminar con sus «inmoralidades sexuales», lo cual podía referirse al cumplimiento de las leyes judías relativas al incesto, en rechazo a las prácticas de la cultura dominante. Pablo se sintió reivindicado por la decisión, puesto que esto era lo que había estado predicando en sus comunidades a lo largo de los años.

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Paul the Apostle
Pablo el apóstol
RomanZ (CC BY-NC-SA)

Al parecer, aunque se había tomado una decisión en Jerusalén, el asunto de la inclusión de los gentiles continuaba debatiéndose en las comunidades, cuestión que se trata en todas las epístolas de Pablo. En el comienzo de la misiva a los gálatas Pablo lamenta que tras haber abandonado la región, habían aparecido falsos apóstoles que enseñaban un «evangelio distinto» (Gálatas 1:6). En otras palabras, algunos miembros de las comunidades no cesaban de insistir en que el primer paso que debían dar los gentiles era convertirse al judaísmo. En ocasiones los argumentos de Pablo relativos a la inclusión de los gentiles sin adopción previa del judaísmo se convertían en acérrimas polémicas contra la prédica de los falsos apóstoles. La cuestión condujo a la conclusión errónea que Pablo predicaba contra su anterior religión, en favor de la nueva.

En realidad, las leyes de Moisés relacionadas con la identidad étnica estaban dirigidas de forma exclusiva a los judíos, y no se esperaba que los gentiles adoptaran sus marcadores de identidad. Todas las predicciones de los Profetas de Israel expresaban que al final de los días una parte de los gentiles se convertiría y rendiría culto al Dios de Israel. Pasarían a formar parte de Israel, pero mantendrían su identidad étnica no judía. La totalidad de los escritos de Pablo sobre el judaísmo y los gentiles se relacionaba con este asunto. La conversión de los gentiles llevó a Pablo a la convicción de que las comunidades de creyentes constituían la manifestación de las predicciones de los Profetas.

pablo se veía a sí mismo y a sus compañeros de fe como la última generación del antiguo orden.

Escatología y ordalías de Pablo

Resulta importante recordar que el contexto en que Pablo se desenvolvía requería que su trabajo se efectuara dentro de determinado marco temporal. Jesús había predicado la inminencia de la venida del Reino de Dios unos 20 años atrás, hecho que según la creencia del Apóstol estaba pendiente de manifestarse, y lo llevaba a considerar, según expresa en 1 Corintios 7:29, que «el tiempo es corto». Pablo no estaba fundando una nueva religión; entendía que su generación sería la última antes del arribo del final de los tiempos, momento en que el universo sería transformado y todos los convencionalismos sociales cambiarían. Adoptó un concepto del cristianismo primitivo conocido como parousia, el «segundo advenimiento», según el cual Cristo retornaría a la Tierra para dar cumplimiento a las profecías del final de los tiempos. Pablo se veía a sí mismo y a sus compañeros en la fe como la última generación del antiguo orden.

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Las epístolas explican que a su entrada a una ciudad Pablo comenzaba a buscar seguidores entre las comunidades vinculadas a las sinagogas, o en los foros. Aunque todas las biblias escritas en idioma inglés traducen el término comunidades como «iglesias», las edificaciones dedicadas a esa función no existirían al menos hasta 300 años más tarde. «Iglesia» es una traducción de la palabra griega ecclesia, cuyo significado es «asamblea». Las ciudades del Imperio contaban con asambleas de ciudadanos locales que elegían magistrados que conformaban el gobierno, modelo que al parecer adoptó Pablo. Sus adeptos se reunían en casas particulares, e incluso menciona en sus misivas que muchas personas ofrecían sus viviendas para efectuar reuniones.

En 2 Corintios Pablo reprocha no ser objeto del mismo respeto que se prestaba a los otros apóstoles.

¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; … (2 Corintios 11:23-25).

El azotamiento constituía parte de los castigos empleados por las sinagogas en caso de violación de la Ley mosaica, y por su parte los romanos fustigaban con varas a quienes ocasionaban desórdenes civiles. Sobre estos aspectos Pablo nunca mencionó detalles, aunque en todas sus epístolas refiere sus constantes sufrimientos, con el objetivo de validar la amplia labor que realizaba en beneficio de los creyentes.

Gálatas

En esta carta Pablo introduce la que sería una de sus más famosas enseñanzas: «el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo» (Gálatas 2:16). Las biblias inglesas traducen la palabra griega pistis como «fe», aunque en realidad el término significa «lealtad», y es lealtad hacia las enseñanzas de Cristo lo que Pablo transmite. Noción, entre paréntesis, de la cual Martín Lutero partió para elaborar su concepto de que solo la fe conduce a la salvación. Con su planteamiento de que el hombre no es justificado por las obras sino por la fe, Pablo significaba que la admisión de los gentiles no requería del cumplimiento de «las obras de la Ley», que entendía eran las barreras físicas que separaban a los gentiles de los judíos.

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Circumcision
Circuncisión
Lawrence OP (CC BY-NC-ND)

En sus cartas Pablo insiste en tratar de eliminar barreras sociales y culturales dentro del grupo. Una vez admitidos, los gentiles tenían que respetar los preceptos de la Ley mosaica, la cual Pablo, en su condición de fariseo, tenía en alto valor y citaba con frecuencia, en particular en relación a cuestiones éticas y de comportamiento. El Apóstol jamás pronunciaría palabra que negara la certeza de la Ley, pero en relación a los gentiles no se requería el cumplimiento de los rituales físicos promulgados por Moisés. Pablo expone en Gálatas que Dios había entregado la Ley en calidad de pedagogus, de tutor, de guía, cuyo propósito era definir el pecado, sin la cual resultaba imposible distinguir entre el bien y el mal; pero ahora Cristo se presentaba como teleos, como el verdadero propósito y meta de la Ley.

«Justificado» era una de esas palabras griegas que tenía distintos significados, En las Biblias inglesas se traduce en ocasiones como «justificado» y a veces como «justo», en el sentido de ser reconocido «justo» ante Dios. Los conceptos manejados por Pablo se explican con mayor claridad en su epístola a los Romanos, donde presenta la muerte de Jesús como expiación por el pecado de Adán. Como consecuencia del pecado de Adán los humanos habían sido condenados a morir, pero la muerte de Cristo trajo consigo la resurrección y la vida eterna, por lo que los creyentes quedaban absueltos de este castigo, y constituidos justos. Pablo creía de manera literal que su generación no tendría que sufrir la muerte física. La Iglesia posterior a Pablo continuó creyendo en el concepto de parousia, pero trasladado a un futuro distante. Los cristianos aún experimentarían la muerte física, pero tendrían la oportunidad de gozar de una vida eterna en los cielos.

1 Tesalonicenses

Una de las primeras epístolas de Pablo se origina como respuesta a una comunicación que le transmitía la comunidad de Tesalónica, en la que relataba su aflicción. Varios miembros de la comunidad habían muerto antes del retorno de Cristo. Pablo les responde:

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1 Tesalonicenses 4:15-18)

Más adelante, en el siglo XVII, los creyentes en Cristo adoptaron este pasaje para postular el concepto conocido como «rapto», el traslado de los buenos cristianos a los cielos antes del inicio de la violencia de los días finales descritos en el libro de Apocalipsis.

Anastasis Scene in Chora Museum
Escena de la resurrección, Museo de Chora
Hagia Sophia Research Team (CC BY-NC-SA)

Filipenses

Pablo describía a Jesús como una confusa combinación: era una preexistente figura divina que había estado presente en la creación, y además era «… del linaje de David… declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos», … (Romanos 1:3-4). Una de las primeras alabanzas declamadas por Pablo se encuentra en Filipenses 2:6-11:

[Jesús] el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

«… Y le dio un nombre que es sobre todo nombre», el del tetragrámaton JHVH, el nombre de Dios. Para que «se doble toda rodilla» significaba reverenciar según la antigua norma de postrarse ante las imágenes de diversos dioses. Filipenses 2:6-11constituye en esencia una exégesis, una interpretación, de Isaías 45-53, pasajes que se conocen como los del «siervo sufriente». El siervo sufriente se humilló a sí mismo en señal de obediencia, sufrió, y murió, sólo para después ser resucitado y exaltado por encima de todos, y ubicado al costado de Dios en el trono celestial. Algunos judíos habían interpretado el pasaje de Isaías en el sentido que Dios se había manifestado en este siervo. La idea de la presencia literal de Dios en Jesús se santificó con posterioridad en el concepto de la Trinidad por el primer Concilio de Nicea de 325 d.C. que declaraba que Dios y Jesús eran de idéntica esencia.

Es probable que el hecho de que los cristianos veneraran a Jesús como Dios, de conjunto con las exigencias de Pablo a los gentiles de que cesaran su idolatría generaran los problemas que lo condujeron a sufrir las ordalías de que fue objeto en las sinagogas y en los foros.

1 Corintios 13 contiene el discurso de pablo acerca del verdadero significado del amor mutuo en la comunidad.

1 y 2 Corintios

La correspondencia con los corintios proporciona un fascinante panorama de las primeras comunidades cristianas. Después de abandonar Corinto, Pablo tuvo noticias de que sus habitantes habían malinterpretado sus enseñanzas. A lo largo de 1 Corintios reprende a la comunidad por establecer facciones y camarillas. Estaban divididos por riñas acerca de la conveniencia de ser bautizados por Pablo, o por Apolo, un cristiano de Alejandría, o por Pedro; se demandaban unos a otros ante tribunales civiles, y reinaba la confusión en cuanto a si las viudas podían contraer un nuevo matrimonio. Además, competían respecto a quiénes poseían los más importantes «dones del espíritu», como los de hablar en lenguas, profetizar, o sanar, y habían reducido la celebración de la Última Cena a rebatiñas por comidas y bebidas. Algunos miembros, incluso, habían comenzado a propagar conceptos contrarios a la resurrección de los muertos.

En la medida en que Pablo respondía a estos problemas las epístolas se enriquecían y convertían en los elementos espirituales más iluminadores de las enseñanzas cristianas. 1 Corintios 13 contiene el discurso de Pablo acerca del verdadero significado que tenía para la comunidad el concepto de amar al prójimo. 1 Corintios 15 constituye el único pasaje del Nuevo Testamento donde se describe el significado de la resurrección, y la transformación de los creyentes en cuerpos espirituales para dar la bienvenida a Cristo en su retorno.

2 Corintios expone una introspección esotérica sobre la experiencia de un viaje espiritual realizado por Pablo a los cielos, en que recibe los secretos de los últimos días. La misiva incorpora una visión filosófica que muchos han utilizado en sus análisis del Pablo místico.

Romanos

Pablo se presenta a los romanos y explica sus enseñanzas en esta misiva, una de las más completas escrita por él. Muchos de los asuntos tratados en otras cartas se repiten y desarrollan con mayor profundidad en esta epístola final, que constituye un epítome de la teología paulina. Romanos 7 plasma sus reflexiones acerca de las causas por las que pecan los seres humanos. En un complicado pasaje afirma que a pesar de la Ley, que permite discernir el bien del mal, el hombre peca debido a que el poder del pecado constituye una fuerza activa que mora en su interior. La muerte de Cristo y su resurrección enfrentaron el poder del pecado y liberaron de ese poder a aquellos que tienen fe en Cristo.

Saints Peter and Paul, from a Catacomb Etching
San Pedro y san Pablo, de un grabado hallado en una catacumba
Anonymous (CC BY-SA)

En Romanos se halla una de las pocas ocasiones en que se dirigió a sus hermanos judíos:

… que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; … (Romanos 9:2-4)

Una vez que los judíos comprendieran lo ocurrido a los gentiles, terminarían por arrepentirse y aceptar la buena nueva de Cristo, y creerían. Mientras tanto, los gentiles no deben regodearse de su buena fortuna, puesto que son secundarios.

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, (Romanos 11:25-26)

Pablo no determinó límites de tiempo ni expresó ideas sobre cupos, pero su entendimiento del rol que desempeñaba en la salvación era que el Reino aguardaba por su crucial labor entre los gentiles, para que los judíos llegaran a creer.

En términos de influencia y cantidades no se cuenta con cifras que precisen el número de personas a las que Pablo ayudó a convertirse en nuevos creyentes, pero el hecho es que a mediados del siglo II las prédicas de Pablo pasaron a constituir la base del dogma cristiano. «El Apóstol» es la manera en que se hacía constante referencia a Pablo al citarlo, título del cual se habría sentido orgulloso.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Waldo Reboredo Arroyo
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.

Sobre el autor

Rebecca Denova
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).

Cita este trabajo

Estilo APA

Denova, R. (2021, septiembre 28). Epístolas del apóstol Pablo a los gentiles [The Letters of Paul the Apostle to the Gentiles]. (W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1841/epistolas-del-apostol-pablo-a-los-gentiles/

Estilo Chicago

Denova, Rebecca. "Epístolas del apóstol Pablo a los gentiles." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 28, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1841/epistolas-del-apostol-pablo-a-los-gentiles/.

Estilo MLA

Denova, Rebecca. "Epístolas del apóstol Pablo a los gentiles." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 28 sep 2021. Web. 21 oct 2024.

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