En la Edad de Oro de la Piratería (1690-1730) los piratas dieron y recibieron una amplia gama de castigos imaginativos. Las víctimas de la piratería soportaban torturas, azotes y ceremonias de humillación. Cuando los piratas eran llevados ante la justicia recibían castigos ejemplares, como largas penas de prisión, deportación para trabajar en condiciones mortales en las minas africanas o ejecución pública en la horca.
Castigos entre piratas
Flagelaciones
El uso de un látigo para infligir castigos era algo común en los barcos de todo tipo en esa época. Para los piratas, el riesgo de soportar ese trato era mucho menor, ya que un capitán rara vez se atrevía a usar tales métodos con una tripulación que probablemente se había convertido en pirata en primer lugar para escapar de las duras condiciones de la vida en el mar. Por lo general, la flagelación solo se decidía como forma de castigo si toda la tripulación, o al menos la mayoría, estaba de acuerdo en que el hombre había roto uno de los artículos del barco, es decir, la lista de reglas que juraban cumplir. El hombre que se encargaba de la flagelación en un barco pirata era el contramaestre. Se daban flagelaciones por delitos menores como subir a bordo a mujeres, golpear a otro hombre o no mantener las armas en un estado eficiente de preparación.
Cuando un marinero era azotado, lo ataban al mástil o a una rejilla y lo azotaban en la espalda desnuda con un látigo de nueve colas. Este tipo especial de látigo consistía en nueve tramos de cuerda, cada uno de los cuales tenía alrededor de seis milímetros de diámetro (1/4 pulgada) y hasta 60 cm ( 2 pies) de largo. Cada uno de los nueve tramos tenía tres o más nudos para hacer que la mordida del látigo fuera aún más afilada. A veces se añadían más nudos para delitos más graves. Durante una flagelación, el marinero a menudo mordía una bala para no gritar y quedar en ridículo delante de la tripulación. Si gritaba de dolor, sus compañeros lo describían despectivamente como un “ruiseñor".
PLENAMENTE CONSCIENTES DE QUE EL ABANDONO SOLO TRAÍA SED E INANICIÓN, ALGUNOS MARINEROS PEDIAN QUE LES DISPARARAN INMEDIATAMENTE.
Ser pasado por la quilla era prácticamente el peor castigo que un marinero podía esperar que se le diera exceptuando la muerte, e incluso aquí sus posibilidades de sobrevivir a la prueba no eran más del 50%. El castigo consistía en atar a una persona con una cuerda, arrojarla por la borda y luego arrastrarla por debajo del barco de un lado a otro o a lo largo de toda la longitud del barco. Incluso si la víctima no se ahogaba, quedaría severamente cortada y magullada al haber sido arrastrada contra el casco del barco plagado de percebes y otros animales marinos.
Abandono
Para los marineros culpables de un delito mas grave como motín, robo o cobardía, el castigo podría ser una sentencia de muerte retrasada. El marinero podia ser abandonado, es decir, depositado en una isla remota y provisto de nada más que un barril de agua y una pistola; A veces incluso los desnudaban. Una alternativa a dejar a la persona en tierra era dejarla a la deriva en un pequeño bote sin remos o con un solo remo. Plenamente conscientes de que la sed y el hambre eran todo lo que tenían que esperar, algunos marineros pedían que les dispararan inmediatamente. Para otros, el regalo de una pistola les permitía acabar con todo antes de enloquecer por las privaciones. El marinero abandonado más famoso fue Alexander Selkirk (1676-1721), a quien abandonaron en las islas Juan Fernández en el Pacífico en 1704. Otro hombre que fue abandonado fue Edward Low, cuya tripulación ya estaba harta de su comportamiento sádico con amigos y enemigos por igual.
Si bien la mayoría de los piratas solo estaban interesados en el botín, algunos capitanes eran particularmente crueles con las tripulaciones capturadas, especialmente si pensaban que estaban escondiendo objetos de valor en algún lugar a bordo. También existía la idea de que torturando a unas pocas víctimas pronto se extendería la fama entre los marinos mercantes, de modo que en la próxima captura la tripulación tendría muchas más probabilidades de obedecer.
Las torturas, a veces llamadas eufemísticamente "persuasiones piratas", incluían ser golpeado, azotado, cortado y que le pusieran fósforos encendidos entre los dedos. Una de las técnicas favoritas tomada prestada de los primeros bucaneros era atar una cuerda alrededor de la cabeza de un cautivo y apretarla hasta que los ojos se salían. Otro castigo utilizado en la Marina Real Inglesa, que fue adoptado por algunos piratas para hacer hablar a los cautivos, era la sumersión desde la verga, el traversa lateral de un mástil. La pena consistía en atar una cuerda alrededor de la cintura y debajo de la ingle y los brazos de la víctima, quien luego era izada . Luego se dejaba caer la cuerda, por lo que la víctima se sumergía brevemente en el mar antes de ser arrastrada de nuevo hacia arriba y repitiendo esta acción hasta que confesaban.
A UN CAPITÁN PORTUGUÉS QUE HABÍA ARROJADO SU BOLSA POR LA BORDA LE CORTARON LOS LABIOS Y LUEGO LOS QUEMARON FRENTE A ÉL.
El pirata inglés Charles Vane (ahorcado en 1721) fue particularmente brutal. En el juicio de Vane, testigos presenciales y ex víctimas relataron una letanía de torturas. Había golpeado, cortado e incluso ahorcado a marineros. Una de las víctimas fue atada al bauprés del barco y luego torturada con fósforos encendidos. Otro infame pirata inglés fue Henry Every (n. 1653), quien capturó el Ganij-i-Sawai, un barco del tesoro del emperador mogol en 1695. Muchos de los pasajeros capturados fueron torturados para que revelaran sus objetos de valor, y luego violados, asesinados y arrojados por la borda.
Otro capitán sádico fue el galés Bartholomew Roberts, alias "Black Bart" Roberts (c. 1682-1722). El capitán Roberts tuvo gran éxito apresando barcos, pero aun así infligió torturas innecesarias. En un episodio notorio en octubre de 1720, Roberts ordenó a sus hombres que cortaran las orejas de un grupo de cautivos holandeses, y a algunos los ahorcaron y utilizaron sus cuerpos para prácticas de tiro. En otra ocasión, Roberts ahorcó al gobernador de Martinica de su propio mástil.
El ahorcamiento de Stede Bonnet
Unknown Artist (Public Domain)
El más cruel de todos los piratas fue el inglés Edward Low, activo en el Caribe y el Atlántico oriental de 1721 a 1724. "Ned" Low acumuló un catálogo de crímenes despreciables. En 1722, descuartizó y ahorcó a un grupo de pasajeros portugueses entre los que se encontraban dos frailes. Un cocinero de un barco francés fue atado al mástil y el barco fue incendiado. A un capitán portugués que había arrojado su bolsa por la borda le cortaron los labios y luego los quemaron frente a él. A un pescador capturado frente a Nantucket le cortaron las orejas antes de ser asesinado a tiros. Otro pescador fue obligado a comerse sus propias orejas, mientras que a un capitán sacado de Rhode Island le cortaron el corazón, que obligaron a comerse a otro prisionero.
Del mismo modo, se dice que un artillero de la tripulación del pirata inglés Edmund Condent (activo entre 1718 y 1720) había hervido y comido el corazón de un prisionero indio que había amenazado con hacer estallar su barco pirata. Condent era otro capitán que se complacía en mutilar a sus víctimas, cortando la nariz y las orejas de muchos prisioneros portugueses frente a las costas de Brasil.
Algunos de los juegos que los piratas ideaban para sus cautivos estaban casi al nivel de la tortura. Uno de esos "deportes" era “sangre y sudor”, que consistía en hacer correr al prisionero entre una línea de marineros que usaban agujas de hierro para pinchar a la víctima a su paso. Luego la víctima era encerrada dentro de un barril lleno de cucarachas. Una alternativa más suave era hacer que la víctima corriera sin cesar alrededor del palo mayor. La punta de un machete se usaba para persuadir a la víctima de que siguiera corriendo hasta que se desplomara por agotamiento.
Caminar por el tablón
No hay mucha evidencia de que los piratas durante la Edad de Oro hicieran que la gente caminara por el tablón. Es decir, con los ojos vendados y las manos atadas, se les hiciera caminar sobre un tablón que sobresalía de la cubierta sobre el mar. Sin embargo, el castigo ha aparecido en muchos cuentos de piratas, y algunas fuentes afirman que Stede Bonnet (ahorcado en 1718) lo inventó como una forma de entretener a su tripulación y deshacerse de los pasajeros no deseados. La idea de esta inusual forma de ejecución puede derivar de los piratas cilicios del siglo I a.C. que, según Plutarco (c. 45 - c. 125 d.C.), hacían que los cautivos romanos caminaran a lo largo de una escalera sobre el agua. Otro origen puede ser la costumbre de hacer que los marineros sospechosos de estar borrachos caminen en línea recta a lo largo de un tablón dispuesto en la cubierta.
Caminando por el tablón de Howard Pyle
Howard Pyle (Public Domain)
Castigos para los piratas capturados
Flagelación y marcaje
En el océano Índico durante la Edad de Oro de la Piratería, el almirantazgo británico otorgó a la Compañía de las Indias Orientales el derecho a perseguir y juzgar a los piratas a partir de 1683. En consecuencia, los piratas corrían ahora el peligro de encontrarse con sus justos merecimientos dondequiera que causaran estragos. Un castigo común era ser azotado a bordo de un barco o enviado alrededor de todos los barcos en el puerto y azotado en cada uno de ellos (un castigo también utilizado en la Marina Real Inglesa). En el océano Índico los piratas eran tan numerosos que a menudo marcaban a los capturados con la letra P en la frente con un hierro candente. En esta parte del mundo, las sentencias de muerte se llevaban a cabo colgando al pirata de un mástil.
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Cárcel
A principios de la Edad de Oro de la Piratería, si eran atrapados, algunos piratas recibían un indulto, especialmente si eran miembros menores de la tripulación o eran hombres muy jóvenes. A medida que avanzaba el período y la piratería empeoraba, las autoridades se volvieron mucho más duras. Los piratas de todo el mundo corrían el riesgo de ser encarcelados como la sentencia menos mala si alguna vez eran atrapados. Muchos piratas morían mientras esperaban el juicio, ya sea a causa de sus heridas o de las enfermedades que abundaban en las prisiones. Para la mayoría, una larga sentencia de prisión era una posibilidad real si no podían convencer al tribunal de que habían sido miembros involuntarios de una tripulación pirata. Esta defensa tenía que ser realizada por el pirata, la mayoría de los cuales eran completamente incultos, ya que no se les permitía asesoramiento legal. Las prisiones coloniales eran particularmente sombrías, pero las prisiones en Inglaterra no eran mucho mejores. Algunas penas de prisión implicaban trabajos forzados, por ejemplo, en las colonias penales de África occidental, donde los prisioneros trabajaban en las minas y donde las posibilidades de supervivencia eran realmente bajas.
Horca
La forma más común de castigo para un pirata capturado hacia el final de la Edad de Oro era ser ahorcado, generalmente inmediatamente después del juicio. Estas ejecuciones se llevaban a cabo en público y, a menudo, en un lugar visible para los marineros. En Londres, los piratas tenían su propio lugar exclusivo de ejecución, conocido como “el Muelle de ejecución” en Wapping, a orillas del río Támesis. Por lo general varios piratas eran ahorcados juntos, especialmente cuando la guerra contra la piratería se intensificó y tripulaciones enteras se condenaban en masa. Los condenados eran escoltados fuera de la prisión, generalmente Newgate o Marshalsea, con el grupo encabezado por un oficial que llevaba un remo de plata, símbolo de la autoridad del Tribunal Superior del Almirantazgo.
Capitán Kidd
Unknown Artist (Public Domain)
El lugar del ahorcamiento era de particular importancia. La ubicación cerca del mar significaba que los crímenes habían sido cometidos por marineros, mientras que la ubicación precisa en el punto de la marea baja era para recordar que el Almirantazgo era responsable de ejecutar la sentencia, ya que el área más allá de la marea baja era para delitos tratados por las autoridades civiles.
Los condenados permanecían de pie en el patíbulo de madera mientras un capellán hacía su parte y ofrecía una oración por los que pronto partirían. A los hombres se les permitía decir sus últimas palabras. Estos discursos a menudo se recogían por escrito y se distribuían en forma impresa a un público expectante. Después, empujaban al pirata de la escalera por la que había subido, y por lo general moría por estrangulamiento en lugar de por un cuello roto. Una vez muerto, el cuerpo era bajado y atado a la playa o atado a un poste de madera y dejado durante tres mareas. Luego, los se enterraban en una tumba sin nombre. Las autoridades encargadas de las ejecuciones en las colonias también seguían este procedimiento, un derecho concedido desde 1701. La mayor ejecución grupal durante la Edad de Oro de la Piratería tuvo lugar en el castillo de Costa del Cabo, Guinea, en África Occidental, en 1722, donde ahorcaron a 52 de los tripulantes capturados de Bartholomew Roberts.
Los piratas particularmente infames, generalmente los capitanes, eran ahorcados y luego su cuerpo era colgado para que se pudriera en una jaula de hierro. El corsario escocés convertido en pirata Capitán Kidd (c. 1645-1701) fue declarado culpable de piratería y asesinato en su juicio en Londres en mayo de 1701. Fue ahorcado, y su cuerpo fue alquitranado y colgado en una jaula junto al río Támesis. Los restos de Kidd fueron visibles para los barcos que pasaban durante dos años. Esta forma de castigo se seguía imponiendo 20 años después.
El pirata inglés John Rackham, alias "Calico Jack", fue declarado culpable de cuatro cargos de piratería y ahorcado en Jamaica en noviembre de 1720. Su cadáver también fue colgado en una jaula como elemento disuasorio público, esta vez en el apropiadamente llamado Cayo del Hombre Muerto de Port Royal. Charles Vane recibió el mismo tratamiento un año después.
Ciertamente no había mucho cariño entre piratas y autoridades. Esto causó que muchos piratas lucharan desesperadamente para evitar ser capturados vivos. Edward Teach, también conocido como Barbanegra, tuvo que recibir cinco disparos y 20 cortes de espada antes de caer finalmente en noviembre de 1718. El teniente Maynard, que había capturado al famoso pirata, ató la cabeza de Barbanegra en la proa de su barco como advertencia a los demás. Bartholomew Roberts había dado instrucciones a sus hombres para que se deshicieran de su cuerpo en el mar para evitar terminar en una jaula, un deber que cumplieron cuando murió en acción en febrero de 1722. Una cosa era cierta, y es que los piratas no podían quejarse de no conocer los terribles castigos que les esperaban cuando fueran, como casi todos, finalmente llevados ante la justicia.
Gonzalo Moreno es un apasionado de La Historia, de las historias y de los idiomas. Inquieto siempre... Nace en Rosario, Argentina, crece en Barcelona, España, y trabaja en Leeds, Inglaterra. En sus ratos libres es médico de Familia y despótico padre de dos adolescentes.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, Mark. "Castigos en la Edad de Oro de la piratería."
Traducido por Gonzalo Moreno. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 07, 2021.
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Cartwright, Mark. "Castigos en la Edad de Oro de la piratería."
Traducido por Gonzalo Moreno. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 07 oct 2021. Web. 21 feb 2025.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Mark Cartwright, publicado el 07 octubre 2021. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.