La dinastía salomónica gobernó Etiopía desde la década de 1270 hasta la década de 1970 y, como es sabido, la obra que data del siglo XIV, la Kebra Nagast («La gloria de los reyes»), relata cómo la dinastía de los reyes etíopes descendió del mismo rey Salomón. El linaje de Salomón significó cosas distintas en épocas distintas, pero la sucesión salomónica ha permanecido por siglos en el paisaje cultural etíope.
La Kebra Nagast
Ha habido mucha especulación sobre quién escribió la obra Kebra Nagast y cuándo, pero lo único que sabemos con certeza es que la compilación de las historias fue escrita en algún momento en la década de 1300. Su nombre proviene del título del primer capítulo y significa la «Gloria de los reyes» en ge'ez. El ge'ez es la lengua eclesiástica de la Iglesia etíope, igual que el latín lo es para la Iglesia católica. Lo que tampoco está claro es cuánto de los contenidos históricos hacen referencia a fuentes más tempranas; los historiadores están por lo general de acuerdo en que algunos lo son, pero no todos.
MENELIK LLEGÓ A GOBERNAR Y TUVO SUS PROPIOS HIJOS, AFIRMA LA KEBRA NAGAST, Y ESTE ES EL ORIGEN DE LA FAMILIA QUE GOBERNABA ETIOPÍA AL FINAL DEL SIGLO XIII.
Todo comienza con la embajada de la reina de Saba ante el rey Salomón de Israel, como se cuenta en I Reyes y II Crónicas del Antiguo Testamento. La Kebra Nagast identifica a Saba (o Sabá) con el antiguo reino de Axum (o Aksum), situado en Etiopía. II Crónicas 9:12 dice que «el rey Salomón le dio a la reina de Saba todo lo que ella quiso» y la Kebra Nagast tomo esto para significar que ellos tuvieron un hijo juntos. Después de que regresó a su casa, la reina dio a luz un hijo llamado Menelik. Cuando creció, Menelik viajó para encontrarse con su padre, aprendió la sabiduría de Salomón, luego regresó a su país natal trayendo consigo el arca de la alianza. El arca ha permanecido como el centro de la vida cristiana etíope desde entonces; según informes, esta yace en la iglesia de Santa María de Sión en la ciudad moderna de Axum y es tan importante que hasta las representaciones simbólicas de las tablas de la ley que están dentro («tabots») deben ser tratadas con gran reverencia y escondidas de todas las miradas, excepto de los ojos de los sacerdotes.
Menelik llegó a gobernar y tuvo sus propios hijos, afirma la Kebra Nagast, y este es el origen de la familia que gobernaba Etiopía al final del siglo XIII. «Nadie excepto la semilla masculina de David, el hijo de Salomón el rey», afirma la reina en la Kebra Nagast, «jamás podrá gobernar sobre Etiopía» (capítulo 87).
Axum fue muy significativo para el sentido de sí misma en la Etiopía medieval. En su apogeo, este antiguo reino gobernó sobre mucho de lo que hoy es Etiopía y Eritrea. Pudo haberse extendido, al menos en influencia, sobre el mar Rojo hasta Arabia Meridional. El profeta persa del siglo III Mani mencionó a Axum como una de las cuatro grandes civilizaciones del mundo, junto con Persia, China y Roma. Los misionarios del Egipto romano lograron convertir a los gobernantes al cristianismo en algún momento del siglo IV y la población siguió. Desde entonces ha habido una conexión estrecha entre las Iglesias egipcia y etíope.
No se sabe cuándo se asoció Axum con Saba por primera vez, pero lo más probable es que lo hicieran ellos mismos. Inscripciones axumitas posteriores listan un título que pudo ser del monarca de Saba. Quizás su imperio se extendió a la Saba histórica en Arabia Meridional. En cualquier caso, lo importante es que esto ofrecía una manera verosímil de que los cristianos etíopes encajaran en la narrativa de la Biblia. Muchas otras culturas cristianas asociaron sus historias con eventos y personajes de la Biblia, tales como la leyenda inglesa de que José de Arimatea fundó el monasterio de Glastonbury.
Aunque el Imperio axumita cayó y no era más que un recuerdo en la Edad Media, este fue preciado para los cristianos etíopes. Los monasterios fundados durante los tiempos axumitas por «los nueve santos» (tales como el de Debre Damo construido en su altiplano inaccesible) eran símbolos poderosos de la identidad y continuidad de la cultura cristiana. Por lo tanto, las historias y los vínculos con Axum eran muy importantes.
Abisinia medieval
La dinastía de Zagwe (hispanizada Zagüe) emergió en el viejo corazón de Axum en algún momento entre el año 900 y el 1137. Entre la caída de Axum y el ascenso de Zagwe, el islam había llegado con fuerza a través del mar Rojo y buena parte del Cuerno de África estaba ahora bajo la influencia de los sultanes musulmanes quienes extendieron conexiones comerciales con el resto del mundo y se enriquecieron con las ganancias. Luego estaba el reino de Damot (o Da’amot), el cual seguía la religión indígena de África Oriental. Los reyes de Zagwe estaban muy interesados en promover su identidad cristiana distintiva. Ellos tenían sus iglesias en la ciudad de Lalibela (hoy declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) esculpidas completamente en la roca, por ejemplo. Además recurrieron en gran medida a la herencia de Axum y probablemente también tenían alguna versión del linaje salomónico.
Sin embargo, sus sucesores son quienes se recuerdan como la Dinastía salomónica. En 1270, Yekuno Amlak (reinó del 1270 al 1285) se rebeló contra los de Zagwe. Poco se sabe sobre las razones, pero lo que sí sabemos es que Yekuno Amlak fue un noble cuya base de poder estaba en el sur, un territorio recién conquistado por los cristianos. Yekuno Amlak y los otros señores de la guerra eran amhara, un pueblo semítico relacionado con el grupo étnico árabe, mientras que los de Zagwe eran agaw, un grupo kushita (también escrito cushita o cusita) como los somalíes e incluso como los antiguos egipcios. El nuevo rey y sus sucesores pronto dominaron la región, aunque la imagen general parece ser de coexistencia incómoda entre las diferentes religiones en vez de guerra motivada por odio interconfesional.
LA MAYORÍA DE LOS HISTORIADORES ESTÁN DE ACUERDO EN QUE LA KEBRA NAGAST se escribió PARA LEGITIMAR EL GOBIERNO DE LA DINASTÍA DE YEKUNO AMLAK UNOS 40 AÑOS DESPUÉS DE SU MUERTE.
Para ganar y consolidar este poder, Yekuno Amlak necesitaría más que la mera fuerza de las armas: necesitaba legitimidad. La mayoría de los historiadores están de acuerdo en que la Kebra Nagast se escribió para legitimar el gobierno de su dinastía unos 40 años después de su muerte, invocando su verdadera descendencia de Salomón contra los pretendientes de Zagwe.
Claramente fue my exitoso, al menos en retrospectiva, dado que todo este período recibió el nombre de la reivindicación. Las historias etíopes de tiempos posteriores también hacen referencia a eso. Una biografía del siglo XVIII de Yekuno Amlak mantiene que él era un muchacho pobre que correteaba en el palacio del último rey de Zagwe. Ese rey oyó el cacareo de un gallo que decía: «sea quien sea que se coma mi cabeza será el legítimo rey». Él, el rey, le pidió ayuda al santo Takla Haymanot (1215-1313), el fundador del monasterio Debre Libanos quien era venerado como un santo en la época en que esto fue escrito. Takla Haymanot le aconsejó que él mismo se comiera la cabeza, pero el cocinero la tiró a la basura cuando preparaba el pollo. Por supuesto que Yekuno Amlak la encontró y se la comió. Un ángel se le apareció a Takla Haymanot y le dijo que este chico pobre era el verdadero descendiente de Salomón y su legítimo rey. Poco después, los de Zagwe fueron derrocados. La historia puede ser fantasiosa, pero la reivindicación del linaje salomónico fue muy importante años más tarde.
Curiosamente, esto no era tan importante en aquella época. El linaje salomónico era sólo uno de los muchos métodos de legitimar la dinastía de Yekuno Amlak. La historia citada de la Kebra Nagast es sólo una de muchas más y muchas otras de entre ellas enfatizaban a Axum mucho más que a Salomón; y de todos modos, la Kebra Nagast casi no se menciona en otras fuentes primarias. Por otro lado, las acciones que prueban que la monarquía es cristiana son comunes.
Además, no había una tradición establecida de sucesión de padre al hijo mayor. La académica Sara Marzagora ha afirmado que este linaje debe entenderse como religioso en vez de literal. Los reyes de Abisinia no eran más los hijos de Salomón que los herederos de su reino, el Nuevo Israel. Esto no era nada raro en aquella época (los sajones, por ejemplo, alegaban ser descendientes de Isaac). Puede ser que las conexiones salomónicas fueran sólo una manera de probar la continuidad de Axum y por lo tanto, la conexión al mundo de la Biblia, en vez de la asociación con su dinastía.
Etiopía moderna
150 años después de Yekuno Amlak, su dinastía fue puesta de rodillas. Un musulmán devoto llamado Ahmed ibn Ibrahim (reinó del 1527 al 1543), conocido para la historia como Gragn, el Zurdo, se separó de su sultán, a quien él veía como decadente y muy cercano a los cristianos, para formar su propio sultanato. Desde allí, causó estragos en Abisinia entre 1529 y 1543, destruyendo gran parte de su arte, arquitectura, manuscritos y monasterios. La gran iglesia de Makane‑Sellase, aparentemente cubierta por completo de pan de oro, sólo fue terminada 20 años antes de que la demolieran los ejércitos de Ahmed Gragn.
La Abisinia cristiana no fue destruida, pero se debilitó mucho, retirándose al viejo corazón de Axum y a Zagwe al norte. En el sur, el vació de poder facilitó las grandes migraciones del pueblo oromo (especialmente después de 1554). Los oromo son otro grupo kushita, como los agaw, y ahora son el grupo más numeroso de la población en Etiopía, pero antes de las migraciones, su tierra natal estaba más al sur. Ahora los estados del pueblo oromo eran actores principales también e impidieron que Abisinia se extendiera nuevamente. Entre tanto, los otomanos y el Imperio portugués también habían llegado a la región para pelearse entre ellos por el control del mar Rojo y del comercio más amplio en el océano Índico. Los mercaderes portugueses hasta suministraron armas y soldados para ayudar a Abisinia contra Ahmed Gragn.
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Desde mediados del año 1600, los reyes salomónicos se consolidaron y construyeron la gran ciudadela de Gondar, la cual ha sido apodada el «Camelot de África». Aún así no pudieron regresar a su antiguo poder e incluso este renacimiento probó ser de breve duración. Los historiadores de Etiopía llaman al siglo XVIII Zamana Masafent, la «Era de los príncipes»; durante estos años la monarquía no era más que una figura representativa a quienes los señores de la guerra en Abisinia declaraban fidelidad de la boca para afuera, mientras que atacaban y se peleaban entre ellos. En esta época los miembros de la aristocracia se casaban considerablemente entre ellos mismos, así que casi cualquier noble abisinio podía alegar ser descendiente de Salomón si así lo deseaba. Los rivales y los pretendientes hicieron justamente eso, peléandose por la prioridad de las diferentes líneas de descendencia.
Sin embargo, todo dio un vuelco al revés de nuevo a mediados del siglo XIX. Tewodros II (hispanizado Teodoro; reinó del 1855 al 1868) subió de uno de los escalones más bajos de la nobleza para unificar el país bajo su gobierno. Su posterior sucesor, que reinó por muchos años, Menelik II (reinó de 1889 a 1913), se esforzó por modernizar y extender el Estado etíope, pero tuvo que luchar no sólo contra enemigos internos, tales como los estados del pueblo oromo a quienes subyugó, sino también contra amenazas externas en la forma de imperios europeos. Aún después de que Menelik salió vencedor en una invasión italiana en la batalla de Adua en 1896, un triunfo monumental que todavía se celebra a través de África, su estado quedó circunscrito por poderes imperiales industrializados.
Estos dos hombres necesitaban legitimar su gobierno, no sólo ante los miembros de su propia nobleza, sino también ante el mundo exterior. Menelik en particular tuvo que competir por el poder contra un pretendiente con una línea de descendencia clara de Yekuno Amlak y tuvo que persuadir a las potencias europeas de que su país no era uno que debería ser conquistado. El linaje salomónico proporcionó la solución a ambos problemas. Menelik sacó a relucir en su propaganda la historia en la Kebra Nagast. A sabiendas de que los europeos darían poca credibilidad a la idea de Etiopía como sucesora espiritual de Israel, esta vez él se puso a sí mismo como el literal sucesor genealógico del rey Salomón. Hasta se cambió el nombre a Menelik (había sido bautizado como Sahle Maryam).
También, Menelik destacó la continuidad con el antiguo Axum de otras maneras. Financió excavaciones arqueológicas en los yacimientos axumitas (especialmente las alemanas, con quienes esperaba aliarse para frustrar las amenazas más inmediatas de los italianos, franceses e ingleses) para demostrarle al mundo la longevidad de la civilización etíope. Este era un período en que la mayoría de los europeos veían a África como una tabula rasa primitiva donde ellos podían establecerse y «mejorarla». Además, Menelik utilizó las expediciones arqueológicas a los yacimientos medievales más allá del corazón de los amhara para justificar sus conquistas. Afirmó que él sólo estaba reconquistando lo que le habían quitado y las ruinas de las iglesias lo probaban.
Las imágenes y los símbolos de Salomón también fueron adoptados por el sucesor de Menelik, Haile Selassie (1892-1975), que se convirtió en el gobernante de facto poco después de la muerte de Menelik y fue coronado en 1930. Como emperador, Haile Selasse popularizó la historia a través del mundo y utilizó las artes (tales como estatuas, parafernalia real, periódicos e historia popular) para proyectar la imagen de una línea de sucesión ininterrumpida, de padre a hijo, desde Salomón hasta él mismo. El linaje salomónico sería un elemento clave de la ideología del Estado etíope hasta la toma de poder comunista en 1974.
Ashenafi Girma Zena. "Archaeology, politics and nationalism in nineteenth- and early twentieth-century Ethiopia: the use of archaeology to consolidate monarchical power." Azania: Archaeological Research in Africa, vol.53(3) 2018, pp. 398-416.
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Sara Marzagora. "Refashioning the Ethiopian monarchy in the twentieth century: an intellectual history." Global Intellectual History, Ahead-of-print, pp. 1-25.
Steven Kaplan. "Hagiographies and the History of Medieval Ethiopia." History in Africa, vol.8, 1981, pp. 107-123.
Edilsa Sofía es una antigua diplomática y educadora, especialmente interesada en las Artes y los asuntos culturales. Además de otros grados, tiene una maestría en traducción literaria.
Isaac es doctor en Relaciones Internacionales y trabaja como funcionario público en el Reino Unido. Su pasatiempo favorito es aprender y lo que más le gusta aprender es historia.
Grief, Isaac Toman. "Linaje salomónico en la historia etíope."
Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 18, 2021.
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Grief, Isaac Toman. "Linaje salomónico en la historia etíope."
Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 18 nov 2021. Web. 20 nov 2024.
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Escrito por Isaac Toman Grief, publicado el 18 noviembre 2021. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.