En la Antigüedad, la primera catarata en Asuán marcaba la frontera sur de Egipto. Al otro lado estaba el país de Nubia, que descendía unos 250 kilómetros (155 millas) hacia el sur a lo largo del río Nilo desde la primera catarata. Esta región, conocida como la Baja Nubia (en relación con la Nubia egipcia, más al norte) funcionaba como una zona de seguridad entre las dos potencias de Egipto y el reino de Kush. Esta última se extendía hacia el sur, hasta la sexta catarata en el actual Sudán.
Cuando en la década de 1960 se construyó la presa alta de Asuán, el resultado fue que la mayor parte de la Nubia egipcia quedó sumergida bajo las aguas del lago Nasser. Gracias a un inmenso proyecto de salvamento internacional de la UNESCO, muchos de los monumentos de la Baja Nubia se desmantelaron y se trasladaron a tierras más altas, por encima del alcance del agua, incluidos los templos de Ramsés II en Abu Simbel, mientras que otros se transfirieron a otros países a modo de reconocimiento y agradecimiento por la colaboración. Hoy en día, los cruceros por los 500 kilómetros de longitud (310 millas) del lago Nasser cuentan con paradas en una docena de monumentos de la antigua Nubia rescatados por la comunidad internacional en uno de los logros de ingeniería y conservación más sorprendentes del mundo.
La antigua Nubia
Durante miles de años, el Nilo ha dotado de vida a las regiones por las que pasa. El río ofrecía un pasillo fértil en un paisaje árido, y las civilizaciones más antiguas de África florecieron a lo largo de los valles del Nilo, sirviéndose de sus amplias vías navegables para expandirse por todo el mundo antiguo. La región también era una ruta de comercio entre el África subsahariana, Nubia y Egipto. Nubia, célebre por sus recursos naturales, era la puerta de entrada para los productos de lujo como el oro, el ébano y el marfil que viajaban desde su punto de origen hasta las civilizaciones del Mediterráneo.
El control de la región de Nubia fluctuaba entre los egipcios y los pueblos nativos. Durante el Imperio Medio (2040-1782 a.C.), Egipto ocupó la Baja Nubia y expandió su autoridad hasta la segunda catarata. Tras un hiato de unos 200 años durante el Segundo Período Intermedio de Egipto, los egipcios regresaron y subyugaron el país llegando esta vez hasta la cuarta catarata, y durante el Imperio Nuevo (en torno a 1570-1069 a.C.) establecieron un nuevo centro administrativo en Napata. La población nativa tuvo que adoptar las costumbres y la religión egipcias. Se construyeron templos egipcios, muchos de los cuales estaban dedicados a deidades nubias, que no se solían ver en Egipto.
Durante el reinado de la Dinastía ptolemaica y la época romana, la Baja Nubia se conoció como Dodekaschoinos ("las doce ciudades" en griego) y conformaba una zona de seguridad entre el Imperio romano y el Imperio kushita de Meroë, que fue el apogeo de la civilización nubia. El cristianismo se introdujo en la región en el siglo IV d.C. y se convirtió en la religión dominante en Egipto y Nubia. Muchos de los templos fueron abandonados, destruidos o reconvertidos en capillas.
Los primeros egipcios llamaban a la antigua Nubia, "Ta-Seti", que quiere decir "la tierra del arco", ya que los nubios eran conocidos por su habilidad con este instrumento, mientras que se cree que su nombre moderno deriva de nbw, la antigua palabra para "oro". Hay otra teoría que afirma que "Nubia" deriva del pueblo noba que se asentó allí en el siglo IV d.C. tras el colapso del reino meroítico.
Hoy en día, gran parte de la Nubia egipcia se ha convertido en un inmenso lago. Con la construcción de las presas de Asuán y la formación del lago Nasser, el hogar ancestral de los nubios quedó completamente sumergido, y la subida del agua puso en peligro los lugares históricos. El lago Nasser (que en Sudán se conoce como lago Nubia) es el lago artificial más grande del mundo y abarca 500 kilómetros (310 millas) del valle hacia el sur hasta llegar a la catarata Dal en el norte de Sudán. Bajo un colosal proyecto internacional coordinado por la UNESCO, los antiguos monumentos de Nubia fueron trasladados a un terreno más alto donde los turistas pueden visitarlos hoy en día fácilmente en barco. Otros fueron enviados a museos en el extranjero, como por ejemplo el Templo de Debod en Madrid, el Templo de Dendur en Nueva York, el Templo de Taffeh en Leiden o el de Ellesiya en Turín.
Tras haber disfrutado de un magnífico crucero por el Nilo desde Luxor hasta Asuán en febrero de 2020, justo antes de la pandemia de Covid-19, regresé a Egipto tan pronto como estuvo permitido cruzar las fronteras internacionales otra vez para continuar viaje hacia el sur hasta Abu Simbel. Disfruté de un crucero de cuatro días para visitar los monumentos de la antigua Nubia, inaccesibles de otra manera, reubicados en las orillas del lago Nasser. Las orillas del lago Nasser albergan algunos de los paisajes desérticos más diversos y dramáticos del país. Y también rebosa vida salvaje. Muchas especies se han asentado en las riberas del lago y es un punto de descanso importante para las aves migratorias durante la temporada de invierno. Las aguas del lago Nasser también son el único lugar de Egipto donde todavía se pueden ver los infames cocodrilos del Nilo.
Nuestro crucero navegó durante cuatro noches, desde Asuán hasta Abu Simbel. De camino, exploramos los templos nubios dispersos menos conocidos, incluidos los de Kalabsha, Uadi es-Sebua (valle de los Leones), Amada y Qasr Ibrim. Algunos de ellos se encuentran en un aislamiento espléndido en medio del desierto del Sáhara.
Kalabsha
El primer complejo de templos que visitamos una vez hubimos zarpado fue Kalabsha, un promontorio situado justo encima de la presa alta a unos pocos kilómetros al sur de Asuán. Alberga varios templos y otras estructuras que se han reubicado a su posición actual desde la antigua ciudad de Talmis (posteriormente conocida como Kalabsha) y de otros lugares en la Baja Nubia. También se puede llegar en taxi desde Asuán y después en lancha motora hasta la isla.
El monumento más importante de Kalabsha es el Templo de Mandulis (o Templo de Kalabsha), el templo exento más grande de la Nubia egipcia. Originalmente estaba a 50 kilómetros (31 millas) al sur en la orilla occidental del Nilo en la antigua Talmis, que hoy en día está sumergida. El templo se desmontó, se cortó en 13.000 bloques y se volvió a montar en 1970 gracias a una operación financiada por Alemania Occidental. El templo se erigió como un tributo en honor al dios sol nubio Mandulis en torno a 30 a.C., presumiblemente en el emplazamiento de un templo anterior del Imperio Nuevo de Egipto. La decoración de las paredes del templo nunca se llegó a terminar, pero tenía escenas de colores vivos de Mandulis con Osiris, Isis y Horus. El emperador romano Augusto (que reinó de 27 a.C. al 14 d.C.) aparece como un faraón en la pared trasera del santuario del templo, haciendo una ofrenda a Horus e Isis.
Otro monumento que data del período romano en Kalabsha es el pequeño Quiosco de Qertassi. La estructura está hecha de arenisca y cuenta con un patio rodeado de columnas que recuerdan al Quiosco de Trajano en Filé. Aunque incompleto y sin inscripciones, las columnas de loto y los pilares de Hathor le dan al monumento una apariencia elegante y pintoresca. El Servicio Egipcio de Antigüedades desmanteló el quiosco y lo trasladó al enclave de Kalabsha durante la campaña de salvamento.
El promontorio de Kalabsha también alberga dos templos excavados en la roca, el templo de Gerf Hussein y la Capilla de Dedwen. Gerf Hussein (originalmente conocido como Per Ptah, la "Casa de Ptah") fue construido por Setau, virrey de Kush, durante el reinado de Ramsés II (que reinó de 1279-1213 a.C.). El templo estaba dedicado originalmente a Ptah y a Hathor y a Ramsés II deificado. Originalmente se encontraba en un emplazamiento a 90 kilómetros (56 millas) al sur de Asuán. El interior del templo de Gerf Hussein no se pudo rescatar de las aguas del Nilo debido a su mal estado y ahora yace bajo el agua. La Capilla de Dedwen contiene relieves de un faraón desconocido haciendo una ofrenda al dios nubio Dedwen y la estela de la victoria de Seti I.
Por último, otro monumento situado en Kalabsha es el Templo de Beit el-Wali, el primero y más septentrional de una serie de ocho templos de los que se tiene constancia construidos por Ramsés II en esta región a lo largo de cinco décadas. La parte interior del templo contiene relieves de colores vivos que representan a Ramsés II en una batalla contra sus enemigos nubios y libios y haciendo ofrendas a los dioses.
Uadi es-Sebua
Tras recorrer la mitad del lago Nasser llegamos a Uadi es-Sebua, un complejo de templos en mitad del Sáhara. Este complejo cuenta con tres antiguos templos nubios que fueron reubicados como parte de la tarea de salvamento liderada por la UNESCO entre 1961 y 1965: Uadi es-Sebua, el templo de Maharraqa y el templo de Dakka. Están conectados por una pista de un kilómetro de largo (0,6 millas) a través del desierto que permite a los visitantes disfrutar del hermoso paisaje del Sáhara en el entorno. Uadi es-Sebua significa "Valle de los leones", que hace referencia a la avenida flanqueada por esfinges que conduce al templo del mismo nombre.
El templo de Uadi es-Sebua, originalmente ubicado a 4 kilómetros (2,5 millas) al oeste de su ubicación actual, es el monumento más bonito de la Baja Nubia. Fue construido durante el reinado de Ramsés II por su virrey de Kush, Setau, y está dedicado a Amón-Ra y Ra-Horajty. La estructura está en parte excavada en la roca y en parte exenta. Dos conjuntos de tres esfinges con coronas dobles se erigen en el primer patio del templo, con imágenes de figuras atadas en la base que representan a los prisioneros nubios y asiáticos. Cuatro esfinges con cabeza de halcón están de pie en el segundo patio, con una figurita de Ramsés II de pie entre sus patas delanteras.
El patio del peristilo del templo está cubierto de relieves de las procesiones de los hijos e hijas de Ramsés II tanto en las paredes como en los pilares, y con figuras del propio Ramsés con los brazos cruzados y vestido con una shenti. Este santuario interior, tallado en la roca, se convirtió en una iglesia copta en el siglo V d.C. Los antiguos relieves se cubrieron con yeso, pero el efecto inintencionado fue que los preservaron para la posteridad.
De Uadi es-Sebua caminamos unos 20 minutos por el desierto al Templo de Dakka, que antaño estuvo a 40 kilómetros (25 millas) río arriba. El rey kushita de Meroë Arkamani (o Ergamenes II) comenzó su construcción en el siglo III a.C. en colaboración con Ptolomeo IV (que reinó de 221-204 a.C.), que le dedicó el templo al dios Thot. Su construcción continuó durante los reinados de los ptolomeos posteriores y los emperadores romanos Augusto y Tiberio (que reinó de 14-37 d.C.), que agrandaron la estructura al construir un enorme pilón de 12 metros de altura (40 pies), su característica más llamativa actualmente. La antecámara contiene muchos bajorrelieves que muestran al faraón ptolemaico haciendo las ofrendas tradicionales a una variedad de dioses.
Unos pocos metros más allá del Templo de Dakka se encuentra el templo egipcio de Maharraqa, construido por los romanos, un templo diminuto e inacabado dedicado a Serapis e Isis. Su elegante patio interior está rodeado por tres lados de columnas y cuenta con una curiosidad arquitectónica: la única escalera de caracol que se conoce en cualquier edificio del antiguo Egipto.
Amada
Después continuamos el crucero hacia el sur, pasando por algunas de las partes más bonitas del lago Nasser hacia el enclave de Amada, que también cuenta con tres antiguos monumentos nubios que se salvaron de la subida de las aguas del lago. Este es el nuevo emplazamiento del templo más antiguo conocido de Nubia, y el único excavado en la roca en la margen derecha del Nilo. El lugar alberga la Tumba de Pennut, una de las tumbas excavadas en la roca más raras pertenecientes al reino de Kush.
El Templo de Amada es un pequeño templo de arenisca construido durante la corregencia de Thutmosis III (que reinó de 1458-1425 a.C.) y Amenhotep II (1427-1401 a.C.), con adiciones posteriores por Thutmosis IV (que reinó de en torno a 1401-1391 a.C.) y restauraciones por varios reyes de la Dinastía XIX (1292-1189 a.C.). Su exterior no resulta imponente, pero la parte más interna del templo tiene finos relieves y varias inscripciones históricas importantes. El templo se reubicó a una posición más elevada, a unos 2,6 kilómetros (1,6 millas) tierra adentro. Es el templo más antiguo encontrado nunca en Nubia.
El templo de arenisca estaba dedicado a Amón-Ra y Ra-Horajty. Los relieves, algunos con colores bien preservados, representan a Tutmosis III y Amenhotep II como gobernantes iguales haciendo ofrendas a varios dioses y participando en varios rituales faraónicos. Las inscripciones históricas hablan de las batallas que llevaron a cabo ambos faraones. Una data del tercer año de reinado de Amenhotep II y describe una campaña militar en Asia. La otra es una representación de la invasión libia de Egipto en el cuarto año de Mernepta (que reinó de 1213-1203 a.C.). El templo fue convertido en una iglesia a principios de la Edad Media.
A unos pocos metros del Templo de Amada se encuentra el Templo de Derr, un templo excavado en la roca construido por Ramsés II y dedicado a Ra-Horajty, Amón-Ra y Ptah. El templo contiene dos salas hipóstilas y tres cámaras, de las cuales la central tiene las estatuas del culto de los tres dioses y de Ramsés II deificado. El templo cuenta con relieves pintados en raros colores vivos. Las paredes muestran escenas del rey realizando los rituales de purificación con varias deidades, mientras que los techos pintados representan buitres.
El Templo de Derr era el único templo en Nubia situado en la orilla este del Nilo. En 1964, la UNESCO trasladó el templo 2,6 kilómetros a la orilla oeste.
La tercera y última estructura de Amada es la Tumba de Pennut, el virrey de Kush bajo Ramsés VI (que reinó de 1143-1136 a.C.). Consta de una antecámara y un nicho con los restos de tres estatuas destruidas. La cámara tiene escenas de Pennut haciendo ofrendas a los dioses y otras que representan a los dolientes.
Qasr Ibrim
Nuestra última parada en el crucero antes de llegar a Abu Simbel era la fortaleza de Qasr Ibrim, el único emplazamiento nubio que sigue en el mismo lugar en Egipto. Sin embargo, solo pudimos verlo desde la comodidad del barco, porque ya no está abierto a los turistas.
Antes de la construcción de la Presa Alta y de la creación del lago Nasser, Qasr Ibrim se alzaba en la cima de un acantilado a unos 60 metros (200 pies) por encima del río. A lo largo de su historia, que va desde 1000 a.C. hasta 1813 d.C., vigiló una ciudad próspera y controlaba el tráfico en el río y las rutas a través del desierto oriental. Qasr Ibrim se convirtió en una fortaleza fronteriza con Augusto y jugó un papel clave durante la campaña romana contra el reino de Kush en Meroë.
Abu Simbel
El lento transcurrir del barco mientras se aproximaba a Abu Simbel no fue nada menos que espectacular. A medida que nos acercábamos, los templos se iban revelando poco a poco en toda su imponente belleza. La mayoría de visitantes toman la ruta de 290 kilómetros (180 millas) en autobús desde Asuán hasta Abu Simbel a través del desierto o llegan a un aeropuerto construido expresamente, pero llegan a Abu Simbel por la parte trasera. Al borde de nuestra embarcación tuvimos la suerte de disfrutar de una vista frontal completa de los dos templos desde las aguas que alguna vez amenazaron con destruirlos.
La perspectiva de perder ambos templos de Abu Simbel bajo las aguas del lago Nasser impulsó a la UNESCO a organizar el salvamento de los monumentos nubios en la década de 1960. La operación internacional de rescate en Abu Simbel fue una empresa masiva llevada a cabo entre 1964 y 1968. El lugar entero se cortó cuidadosamente en 1.030 bloques grandes que se desmantelaron, se transportaron y se volvieron a ensamblar en su nuevo emplazamiento a unos 200 metros (656 pies) tierra adentro y 65 metros (213 pies) más alto. Abu Simbel se reconstruyó en una colina artificial para recrear su entorno anterior. La operación completa costó más de 40 millones de dólares americanos.
El Gran Templo de Ramsés II y el Templo Pequeño de su esposa Nefertari, que en conjunto conforman los templos de Abu Simbel, se cuentan entre los monumentos más famosos y espectaculares de Egipto. Excavado en la ladera de la colina, el Gran Templo alcanza los 30 metros (98 pies) de altura y 35 metros (115 pies) de largo, con cuatro colosos de Ramsés II sentados en tronos que flanquean la entrada, dos a cada lado de una puerta rectangular que conduce al santuario interior. Uno de los colosos perdió la parte superior tras un terremoto en 27 a.C. Bajo estas gigantescas figuras hay otras más pequeñas que representan a los miembros de la familia real y a varios dioses protectores. Sobre la entrada central hay un nicho con una figura de Ra-Horajty, y sobrepasando la fachada del Gran Templo hay un friso con 22 babuinos.
La entrada del Templo de Ramsés II lleva a una sala hipóstila apoyada sobre ocho enormes pilares que representan a Ramsés como Osiris. Bajo un techo pintado con buitres, las paredes están talladas con bajorrelieves que representan escenas de varias campañas militares de Ramsés, con especial atención a la batalla de Qadesh. Junto a la sala hipóstila hay ocho cámaras pequeñas que probablemente se usaban a modo de almacenes. Una segunda sala con cuatro columnas colosales con escenas de ofrendas conduce a un vestíbulo que conecta con el santuario donde hay estatuas que representan a los tres dioses con Ramsés II. Las cuatro estatuas del culto reciben la luz del sol dos veces al año, al amanecer del 22 de febrero y del 22 de octubre.
El templo excavado en la roca, más pequeño, dedicado a la reina Nefertari, aquí identificada con la diosa Hathor, consta de tres habitaciones: un salón con pilares rematados con Hathor, un vestíbulo y un santuario, con salas más pequeñas. En la fachada, surgiendo de la roca, hay seis estatuas colosales que representan a Ramsés II y Nefertari. Junto a cada uno de estos colosos hay figuras más pequeñas en relieve que representan a los hijos de la pareja real.
Un crucero por el desierto a través del lago Nasser es una manera única y fantástica de experimentar y absorber tanto el Egipto de la Antigüedad como el moderno. La oportunidad de admirar Abu Simbel y los demás enclaves remotos desde las aguas del Nilo debería satisfacer a todos los entusiastas de la historia en busca de un crucero relajante y bonito.