El asunto del collar (1784-86) fue un escándalo centrado alrededor de la reina María Antonieta de Francia (1755-1793). Aunque la reina fue inocente de cualquier participación en el complot para robar un lujoso collar de diamantes, el escándalo logró arruinar su ya dañada reputación e hizo que aumentara la desilusión con la monarquía en los años precedentes a la Revolución francesa (1789-1799).
El collar
En 1772, dos orfebres parisinos de nombre Boehmer y Bassenge comenzaron a trabajar en un magnífico collar de diamantes, sin igual en su esplendor y grandeza. Se especula que se lo pretendían vender al rey Luis XV de Francia (que reinó de 1715-1774), quien era conocido por agasajar a Madame Du Barry, su última atracción y amante real principal, con regalos lujosos.
Para satisfacción de los orfebres, el collar completado era ostentosamente llamativo: contaba con 647 brillantes y pesaba 2.800 quilates, digno para cualquier amante real. No obstante, al terminar el collar, Boehmer y Bassenge se enfrentaron a dos grandes problemas: el primero era que su esperado mecenas, Luis XV, murió de viruela antes de que pudiesen vendérselo. El segundo era que Madame Du Barry, la mujer para quien lo habían creado, había sido expulsada de la corte por el rey Luis XVI de Francia (que reinó de 1774-1792), el sucesor del difunto Luis XV, a petición de la esposa del nuevo monarca, la reina María Antonieta. Así que, sin ningún posible comprador o recipiente para hacerse cargo del regalo, los orfebres se enfrentaron con la desastrosa posibilidad de nunca vender el collar que, estimado en 2 millones de libras, era monstruosamente costoso.
El collar demostró ser demasiado para María Antonieta: le Aconsejó a Boehmer que lo desmontara vendiera las piedras por separado.
Los joyeros intentaron vendérselo a María Antonieta, quien parecía la candidata más obvia. La reina, después de todo, era conocida por su pasión por la moda. Desafortunadamente, el collar demostró ser demasiado para María Antonieta, a quien, como amarga rival de Madame Du Barry, le pudo haber disgustado por su asociación con la mujer o simplemente lo encontró demasiado ostentoso para sus gustos. En cualquier caso, lo rechazó incluso cuando el joyero Boehmer, apelando a la sabida debilidad de la reina por la exhibición emocional, hizo una escena en la corte "sollozando, gritando, desmayándose y amenazando con atentar contra su vida si la reina no tomaba el collar de sus manos" (Schama, 204). Aquellos dramatismos no tuvieron efecto, y María Antonieta una vez más se rehusó asegurando que la Corona francesa tenía "mayor necesidad de navíos de setenta y cuatro cañones que de collares" (Carlyle, 53). Luego, le aconsejó a Boehmer que desmontara el collar y vendiera las piedras por separado antes de despacharlo. En la mente de la reina, aquello puso fin del asunto, pero, indirectamente, el collar acabaría influyendo en la abolición de la monarquía francesa.
El cardenal Louis de Rohan (1734-1803) descendía de una familia con una historia de conspiración, quienes, en palabras del historiador Simon Schama, eran "demasiado acaudalados para su propio bien" (Schama, 206). El cardenal de Rohan, antiguo embajador en la corte austríaca en Viena, era un hombre disoluto y mujeriego a quien emperatriz María Teresa de Austria (que reinó de 1740-1780) describió como "un tipo espantoso... sin moral" (Fraser, 63). Esta desaprobación también la compartía la hija de la emperatriz, la propia María Antonieta, cuya influencia supuso que mantuvieran alejado al cardenal de cualquiera de los eventos en la corte real francesa de Versalles. Para un hombre con un título y linaje de la talla de Rohan, esto era una vergüenza, así que intentó ganarse el favor de la reina para ganar influencia en la corte y quizás incluso asegurarse una posición como uno de los ministros del rey. Rohan finalmente vería su oportunidad cuando, en 1783, comenzó una aventura con una mujer llamada Jeanne de la Motte.
Jeanne de la Motte descendía de una estirpe ilegítima de la dinastía de Valois y podía rastrear su ascendencia hasta el rey Enrique II de Francia (que reinó de 1547-1559). Aunque su madre, una campesina, la crió en la pobreza, Jeanne nunca olvidó su sangre real heredada de su padre. En 1780, a la edad de 24 años, se casó con Nicolas de la Motte, un oficial de los gendarmes, y la pareja se aprovechó de la ascendencia noble de Jeanne nombrándose como conde y condesa de la Motte, añadiendo el Valois a su nombre. Al cabo de un tiempo, logró encontrar un mecenas en la condesa de Provence, cuñada del rey, de quien recibió una modesta pensión, pero esto no era suficiente para Jeanne.
Para cuando Jeanne conoció al cardenal de Rohan, estaba viviendo con su esposo y su amante, un proxeneta y falsificador llamado Rétaux de Villette. Cuando se convirtió en la amante del cardenal, Jeanne rápidamente percibió la obsesión de Rohan por ganarse el favor de María Antonieta. Aunque Jeanne jamás había conocido a la reina, vio una oportunidad de ganancia y se dispuso a convencer a Rohan de que era íntima de María Antonieta y podría ayudarlo con su situación. Cegado por la posibilidad de alcanzar sus ambiciones, Rohan no cuestionó la veracidad de la afirmación de su nueva amante sino le que preguntó si esta podía acordar una cita con la reina, a lo cual Jeanne accedió.
El incidente
En una conspiración con su esposo y con Villete, Jeanne no perdió el tiempo en organizar una intriga que suponía estafar a Rohan, a la Corona y a los orfebres parisinos, para salirse con una gran cantidad de dinero y los propios diamantes. La primera fase del plan era deshacerse de cualquier duda en la mente de Rohan de que estaba lidiando con la reina. Así que el 10 de agosto de 1784 Jeanne organizó una reunión a medianoche entre "María Antonieta" y el cardenal de Rohan en la arboleda de Venus en los jardines de Versalles. Por supuesto, no era la reina con quien Rohan se reuniría sino Nicole d'Oliva, una prostituta parisina que poseía una sorprendente semejanza con María Antonieta.
Nicole se presentó frente al cardenal con el rostro cubierto por un velo y con uno de los vestidos de muselina blancos que se sabía que María Antonieta adoraba. Dado que la reunión se dio en la penumbra, Rohan cayó en la argucia. Esta farsa quedó sellada cuando Nicole le entregó a Rohan una rosa acompañada por las palabras: "Ahora puedes esperar que el pasado quede atrás" (Fraser, 238). Esta clandestina y escandalosa reunión fue suficiente para causar gran satisfacción en un hombre como el cardenal de Rohan, así que cuando Jeanne periódicamente le pedía sumas de dinero que irían a las caridades favoritas de la reina, el cardenal accedía alegremente. Creía que cada una de sus libras ayudaría a mejorar la buena opinión de la reina de él. En vez de eso, el dinero iba directo a los bolsillos del estilista favorito de Jeanne de la Motte.
Una vez que Jeanne llevaba recibiendo dinero de Rohan por un tiempo suficiente, le entregó una carta que supuestamente era de la reina. La carta afirmaba que la reina deseaba apasionadamente un cierto collar de diamantes y que quería lucirlo en la próxima celebración de la Candelaria pero no quería ser vista gastando los fondos para comprarlo en una época de necesidad. La carta le encargaba a Rohan que comprara el collar por ella y le pedía pagar a los orfebres en cuatro pagos y mandar el collar al palacio. La carta estaba firmada como "María Antonieta de Francia", lo que debía haber sido un signo de falsificación puesto que era bastante conocido que la realeza de aquel tiempo firmaba la correspondencia formal con sus nombres de pila. Rohan, un antiguo embajador, debería haberlo sabido. Sin embargo, por cualquiera que haya sido la razón, este detalle se le pasó por alto y el cardenal continuó con el proceso de compra del collar.
Rohan, quien había estado esperando ansiosamente a ver a la reina con el collar puesto, se quedó consternado cuando vio que no lo llevaba.
Boehmer y Bassenge quedaron maravillados de poder deshacerse por fin del collar. El 29 de enero de 1785, lo entregaron en la propiedad del cardenal después de negociar la venta a Rohan por un precio de descuento de 1,6 millones de libras fracesas, a pagar en cuatro plazos de acuerdo a las instrucciones de la "reina". Un tiempo después, Villete, haciéndose pasar por el correo de la reina, llegó a recoger el collar. En vez de entregárselo a la reina, Villete lo rompió y le quitó las gemas. Luego, el esposo de Jeanne, Nicolas, se llevó consigo las gemas a Londres donde se las vendió pieza por pieza a los joyeros ingleses. Parecía, al menos por el momento, que la estratagema había funcionado sin ningún problema.
No mucho después, las víctimas comenzaron a notar que la reina no había recibido ningún collar. La Candelaria llegó y Rohan, quien había estado esperando ansiosamente ver a la reina con el collar por el cual había hecho tantos esfuerzos, se quedó devastado al ver que no lo llevaba. Tampoco lo llevó en las siguientes semanas, ni meses. Esto perturbó enormemente a Boehmer también, quien jamás recibió el primer pago de Rohan de 400.000 libras francesas con fecha límite del 1 de agosto. Volviéndose desesperado, Boehmer le envió a la reina una nota el 12 de julio de 1785 preguntando si el collar había sido de su satisfacción. La reina, confundida e irritada por la carta de Boehmer, simplemente la quemó.
Al no recibir respuesta, el 5 de agosto Boehmer fue a ver a Madame Campan, una dama de compañía de la reina. Cuando Madame Campan le informó de que la reina había quemado su carta, Boehmer se enfadó y soltó: "¡La reina sabe que me debe dinero!" (Fraser, 230). cuando Madame Campan, confundida, le pidió explicaciones, Boehmer reveló que había estado tratando con la reina por medio de Rohan y le enseñó las cartas con la firma falsificada de María Antonieta. Madame Campan le llevó la información a la reina y, el 15 de agosto el propio rey le ordenó al cardenal de Rohan a acudir a Versalles.
El escándalo
Rohan compadeció ante el rey Luis XVI todavía vestido con sus vestimentas pontíficas escarlatas puesto que se preparaba para oficiar una misa. Luis lo vio en compañía de la reina y el Guardián de los Sellos, Armand de Miromesnil. Inmediatamente, el rey le pidió al cardenal que diera explicaciones y le preguntó dónde se encontraba en ese momento el collar de diamantes. Confundido, Rohan respondió que creía que lo tenía la reina. Cuando el rey le dejó en claro que ese no era el caso, Rohan finalmente comprendió que había sido estafado y reveló que el encargo provenía de la condesa Jeanne de la Motte, que le había entregado cartas falsificadas. Enfatizó que todo lo que había hecho era para complacer a la reina.
Lejos de aplacar a Luis XVI, esta explicación solo pareció enfurecerlo. Por un lado, Luis se había vuelto especialmente defensivo en todos los asuntos relacionados a su esposa. El reciente nacimiento del segundo hijo de la pareja real, el futuro Luis XVII de Francia, había revitalizado su matrimonio mientras que un incremento en la circulación de libelos escándalosos y frecuentemente pornográficos que atacaban a la reina no había hecho sino fortalecer la determinación del rey en los asuntos concernientes a María Antonieta. Otra cosa que enfureció al rey era la supuesta ignorancia de Rohan en la firma falsificada. Luis XVI, quien "había vivido la etiqueta real desde el nacimiento", no podía entender cómo alguien de tal porte y experiencia diplomática como Rohan había podido pasar por alto ese detalle tan obvio (Carlyle, 96). Esto llevó a Luis XVI a pensar que quizás era el propio Rohan quien estaba detrás de las falsificaciones. A pesar de las preocupaciones de Miromesnil de que no estaría bien visto arrestar a un cardenal de forma tan dramática, el rey, enfurecido, hizo arrestar a Rohan y lo envió a la Bastilla.
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Aunque más tarde el abogado de Rohan lo presentaría como alguien "pudriéndose en los grilletes de la Bastilla", en verdad se quedó en un apartamento amoblado fuera de las torres de la prisión donde permaneció los nueve meses que estuvo encarcelado y el que recibió una hilera de visitantes (Schama, 208). Sin embargo, fue la palabra Bastilla misma, un sinónimo de torturas y crueldad del Antiguo Régimen, al menos para la opinión pública francesa, la que hizo que la gente se pusiera del lado de Rohan. Tal cual como Miromesnil predijo, gran parte del pueblo consideró injusto el aprisionamiento de un hombre de Dios, víctima de la opresión absolutista. Mientras tanto, Jeanne de la Motte, quien imprudentemente había estado llamando la atención al gastar enormes cantidades de dinero en propiedades, también fue arrestada en conjunto con el falsificador Villete y la prostituta Nicole d'Oliva. El famoso ocultista, el conde Cagliostro, fue también arrestado en conexión con Rohan, aunque no había jugado ningún rol discernible en el asunto.
Mientras los prisioneros esperaban su juicio ante el Parlamento de París, María Antonieta lidiaba con su angustia sobre el escándalo. Ventiló su frustración en una carta a su hermano, José II, Sacro Emperador Romano, en la que negaba vehementemente que haber firmado alguna vez con el nombre "María Antonieta de Francia". Lo que era aún más humillante, los creadores de los libelos pronto escucharon sobre el encuentro a medianoche de Rohan con alguien que creía ser María Antonieta y no tardaron en esparcir rumores sobre un enredo sexual entre la reina y el cardenal. María Antonieta estaba más mortificada que de costumbre por estas mentiras ya que involucraban a un hombre al que despreciaba y que eran obviamente falacias para cualquiera que la conociese personalmente. Aún así, la percepción común de la reina como una extranjera promiscua y manirrota hizo que se expandiese como la plaga el rumor de que todo el escándalo del collar de diamantes era su culpa.
Los juicios
El 31 de mayo de 1786, los juicios tremendamente publicitados del cardenal de Rohan y el ocultista Cagliostro se celebraron frente al Parlamento de París, seguidos poco tiempo después de los otros conspiradores. Los juicios no estuvieron exentos de influencia política: el parlement, la más poderosa de las trece cortes judiciales que regían las provincias de Francia, llevaba mucho tiempo envuelto en una lucha en contra de la autoridad real y estaba ansioso por afirmar su independencia.
La defensa de Rohan argumentó que las únicas fallas del cardenal fueron su naturaleza confiable y su urgencia para servir a la reina, argumentando que era una víctima como el resto. Al final, el parlamento lo absolvió, aunque tenía que buscar el perdón del rey por su intento de reunión con María Antonieta a medianoche. Este fue concedido, con la condición que hiciera una larga donación a los desfavorecidos y de quedar desterrado para siempre de la corte. Rohan era un hombre libre, pero el destierro de la corte truncó sus ambiciones. Se dice que aunque la reina se sintió decepcionada del veredicto, las multitudes afuera del juicio celebraron el resultado.
Cagliostro también fue absuelto, al igual que Nicole d'Oliva, quien inspiró la simpatía de la corte con las noticias de que había dado a luz a un bebe ilegítimo mientras estaba prisionera en la Bastilla y por su inhabilidad de responder a las preguntas sin sollozar. Rétaux de Villette, quien había falsificado las cartas, fue encontrado culpable y exiliado del reino. Nicolas de la Motte fue juzgado in absentia, puesto que todavía se encontraba en el extranjero en Londres y fue condenado a la esclavitud como galeote.
Jeanne de la Motte también fue condenada y, como la persona que había ideado toda la estratagema, sufrió el peor destino de todos ellos. Fue desnudada y fustigada públicamente por el verdugo real, antes de ser marcada con la letra V (de voleuse, ladrona). Jeanne se revolvió tanto contra el verdugo que el hierro no le acertó en el hombre y en vez de eso le quemó el seno. La exhibición fue verdaderamente perturbadora y aquellos que la presenciaron no la olvidarían prontamente. Después de su tortura pública, Jeanne fue enviada a la Salpêtrière, una prisión femenina de la que escaparía dos años después, vestida como un muchacho. Llegó a Londres, donde publicó sus memorias en 1789, y estas encontraron una gran audiencia puesto que muchos aún recordaban como había sido tratada y simpatizaron con ella. Jeanne de la Motte murió en 1791 al caerse de un balcón londinense mientras huía de sus acreedores.
Relevancia
El asunto del collar arruinó permanentemente la ya decaída reputación de María Antonieta. Ya acusada por los libelos de ser una depravada sexual que convertía en amantes a príncipes extranjeros, llevaba a cabo orgías en los jardínes de Versalles y participaba del "vicio alemán" (lesbianismo), el rumor de su relación con el cardenal en la apropiadamente llamada arboleda de Venus fue demasiado como para que el pueblo francés lo ignorase. El hecho de que todos estos rumores fueran categóricamente falsos (con la excepción de un amante extramatrimonial, un conde sueco) no hizo nada por ayudar a la reputación de la reina. Como tampoco hizo nada el hecho de que muchos creyesen que era una enemiga activa del reino, una espía al servicio de Austria, así como una notable derrochadora que desperdiciaba el dinero del reino.
La mera asociación de la reina con el escándalo, a pesar de no estar involucrada en el asunto mismo, fue suficiente para que se la pintase como una villana. Se volvió tan impopular que en los años siguientes paró sus apariciones públicas y se convirtió en una desventaja enorme para la imagen de su esposo. Los chismes crueles sobre ella continuaron creciendo hasta que, durante la Revolución francesa, se convirtió en un símbolo de la disfuncionalidad de la monarquía borbónica y en un chivo expiatorio para todo lo que no funcionaba en Francia. Se convertiría en un blanco popular para los jacobinos, quienes se asegurarían de que fuese guillotinada el 16 de octubre de 1793.
El asunto del collar no fue un evento que causara directamente la Revolución francesa, como tampoco fue una razón esencial de la abolición de la monarquía borbónica. Aun así, al haber ocurrido solo cuatro años antes del comienzo de la revolución, el escándalo ayudó a sembrar las semillas de sentimiento antimonárquico que germinarían durante los tumultuosos años revolucionarios.
El asunto del collar (1784-86) fue un complot ideado por Jeanne de la Motte para robar un collar de diamantes que en un principio fue creado probablemente para Madame Du Barry, la amante de Luis XV. Haciéndose pasar por una agente de Maria Antonieta, falsificó cartas y convenció al cardenal Louis de Rohan para que comprara el collar en nombre de la "reina" y se lo entregara a ella.
¿Qué tuvo que ver Maria Antonieta con el asunto del collar?
Maria Antonieta no tuvo nada que ver con la intriga, pero el escándalo arruinó su ya dañada reputación.
¿Por qué rechazó el collar María Antonieta?
Pudo haberlo rechazado porque originalmente estaba pensado para Madame Du Barry, la amante de Luis XV, su rival, o puede que sencillamente lo encontrara muy ostentoso para sus gustos.
¿En cuánto se valoró el collar?
Contenía 647 brillantes y pesaba 2.800 quilates. El collar se valoró en alrededor de dos millones de libras.
Mark, H. W. (2022, marzo 18). El asunto del collar [Affair of the Diamond Necklace].
(S. Obregon, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1970/el-asunto-del-collar/
Estilo Chicago
Mark, Harrison W.. "El asunto del collar."
Traducido por Sebastian Obregon. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 18, 2022.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1970/el-asunto-del-collar/.
Estilo MLA
Mark, Harrison W.. "El asunto del collar."
Traducido por Sebastian Obregon. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 18 mar 2022. Web. 20 nov 2024.
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Escrito por Harrison W. Mark, publicado el 18 marzo 2022. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.