En las décadas de los años 20 y 30 del siglo I d.C., un judío de la ciudad de Nazaret, en Galilea, comenzó a predicar que el Dios de Israel intervendría pronto en la historia, restaurando esa nación al plan y la gloria originales de Dios. A partir de este ministerio, Jesús de Nazaret llegó a ser adorado no solo como un dios, sino como una manifestación física del Dios de Israel en la tierra. Hay varios factores que influyeron en esta creencia: religiosos, históricos, culturales y políticos.
En el mundo moderno, la identidad de una persona se suele clasificar por una religión específica (judía, cristiana, musulmana, hindú, etc.). Lo que queremos decir con esta palabra es un sistema de creencias que incluye conceptos, rituales y códigos sociales. En el mundo antiguo, el concepto de religión como categoría separada no existía en el sentido en que lo entendemos hoy. De hecho, no existía una palabra para designar la religión en el griego o el hebreo antiguos. El término moderno, que se empezó a utilizar en el siglo XVII, deriva de la raíz latina religio, que a veces se traduce como "aquellas cosas que atan o vinculan a uno con los dioses".
Todos los pueblos antiguos creían en la integración total de lo divino (los dioses, los poderes en los cielos y bajo la tierra) con los humanos y la vida cotidiana. Los antiguos vivían según las costumbres de los antepasados (historia compartida, patria, lengua, rituales y mitología), que habían sido transmitidas por los dioses. Esto proporcionaba la base para las autoridades gobernantes, la construcción social de los roles de género y los códigos de ley y orden apropiados.
Politeísmo y monoteísmo
El politeísmo (la creencia en múltiples deidades), o a veces el panteísmo (la creencia en todos los poderes) siempre se yuxtapone al monoteísmo (la creencia en un solo dios), entendido como su polo opuesto. Sin embargo, los términos son problemáticos porque son modernos. Nadie en el mundo antiguo se identificaría con ser politeísta. Y lo que es más importante, no existía el concepto de monoteísmo antiguo. Al igual que sus vecinos, los antiguos judíos concebían una jerarquía de poderes en el cielo: los hijos de Dios, los ángeles, los arcángeles (los mensajeros de Dios que comunicaban la voluntad de Dios), los querubines y los serafines. Los judíos también reconocieron la existencia de divinidades inferiores, los daemons (demonios), e introdujeron el concepto de un ángel caído que se terminó convirtiendo en Satán, el Diablo.
La historia fundacional de la idea de que los judíos eran monoteístas fue cuando Moisés recibió los diez mandamientos de Dios en el Monte Sinaí: "Yo soy el Señor tu Dios... No tendrás otros dioses delante de mí" (Éxodo 20:3). El hebreo podría entenderse mejor como "no tendrás otros dioses aparte de mí". Esto no indica que no existan otros dioses; es un mandamiento de que los judíos no debían adorar a ningún otro dios. Nosotros combinamos "adoración" con "creencia" y "veneración", pero la adoración en el mundo antiguo siempre significaba sacrificios. Los judíos podían rezar a los ángeles y otros poderes del cielo, pero solo debían ofrecer sacrificios al Dios de Israel. Este mandamiento era una de las principales diferencias entre los judíos y todos los demás cultos étnicos tradicionales. Otra diferencia era que el Dios de Israel nunca se reproducía ni con una diosa ni con una mujer humana.
Los textos judíos se refieren constantemente a la existencia de los dioses de las naciones (grupos étnicos):
- "No sigas a otros dioses" (Deuteronomio 6:14)
- "Asegúrense de que ningún hombre ni mujer, ni clan ni tribu entre ustedes, aparte hoy su corazón del Señor nuestro Dios para ir a adorar a los dioses de esas naciones." (Deuteronomio 29:18)
- "Alégrense, naciones, con el pueblo de Dios" (Deuteronomio 32:43)
- "¿Cuál de todos los dioses de estos países ha podido salvar de mis manos a su país?" (Isaías 36:20)
- "Dios preside el consejo celestial; entre los dioses dicta sentencia" (Salmo 82:1)
En la historia del éxodo de los judíos de Egipto, Dios luchó contra los dioses de Egipto para demostrar quién controla la naturaleza: "...haré juicio a todos los dioses de Egipto" (Éxodo 12:12). Esto tiene poco sentido si no se reconoce su existencia. Aunque los judíos solo ofrecían sacrificios al Dios de Israel, compartían la convicción común de que todos los dioses debían ser respetados; era peligroso enfadar a los demás dioses.
Otro concepto judío era que su Dios intervenía a menudo en la historia de la humanidad, ya sea para rescatar a su pueblo de la opresión o para castigarlo cuando violaba sus mandamientos. En este sentido, Dios era desinteresado y se manifestaba en diversas formas para llevar a cabo su voluntad divina. Los relatos anteriores presentaban a Dios apareciendo literalmente en la tierra, pero las versiones posteriores lo redujeron al espíritu de Dios que poseía a las personas o se manifestaba en un acontecimiento. Cuando Dios hablaba a través de los profetas, estos entraban en trance, eran invadidos por el espíritu y pronunciaban las palabras de la deidad. En este sentido, a menudo llevaban el título de "hijos de Dios", lo que significaba una relación especial por haber sido llamados por Dios para un mensaje o misión específicos.
Mateo y Lucas contienen relatos del nacimiento de Jesús en los que el espíritu de Dios se apoderó de su madre, María. Los evangelios aplican el término "hijo de Dios" a Jesús tanto en el sentido de una relación especial (llamado por Dios) como en el sentido literal de descendiente de Dios. Los evangelios también incorporaron otra figura divina, el "Hijo del Hombre". Se trataba de una figura apocalíptica (más conocida por los libros no canónicos de Enoc) que fue creada por Dios al mismo tiempo que creó el universo. Este Hijo del Hombre se convertiría en el juez del juicio final (contra Israel y las naciones) cuando Dios instituyera su reinado en la tierra. Los evangelios nunca muestran a Jesús reclamando directamente el título para sí mismo; siempre es en una referencia a la tercera persona: "Y ustedes verán al Hijo del hombre..." (Marcos 14:62).
La resurrección de Jesús
No disponemos de escritos judíos ni romanos contemporáneos de la época de Jesús. Las cartas de Pablo datan de los años 50-60 y son nuestros primeros escritos históricos sobre Jesús de Nazaret, hoy considerado el "Cristo" (hebreo: meshiach, griego: christos). Los evangelios se escribieron entre los años 70 y 100 d.C. y no fueron testimonios de testigos oculares. Todos estos escritos afirmaban que Jesús resucitó de entre los muertos en la mañana del domingo (Pascua) después de su muerte por crucifixión y entierro.
La idea de la resurrección de los muertos se construyó a partir de las enseñanzas de los fariseos que surgieron como secta judía hacia el año 150 a.C. Según los libros de los Profetas de Israel, la intervención final de Dios haría que todos los muertos resucitaran y fueran juzgados. Los justos residirían en un nuevo Edén en la tierra mientras que los malvados serían condenados al infierno. La idea de ir al cielo fue un concepto cristiano posterior influenciado por la filosofía griega y desarrollado en los siglos siguientes.
No podemos verificar la realidad histórica de la resurrección, pero el consenso coincide en que sus seguidores experimentaron algo (ya sea una persona real, una visión o una experiencia del "espíritu de Cristo" entre ellos). En el siglo I d.C., la tradición judía afirmaba que muchos de los patriarcas y los profetas de Israel estaban ahora en el cielo como recompensa por sus vidas y enseñanzas ideales. En la tradición de las historias de los mártires durante la Revuelta Macabea (167 a.C.), sus seguidores utilizaban el concepto de la vindicación de los justos; cualquiera que muriera por sus creencias era automáticamente exaltado al cielo.
Para explicar cómo y por qué sufrió y murió Cristo, el cristianismo primitivo utilizó los "pasajes del siervo sufriente" de Isaías (45:52-53). Estos pasajes describen a un "siervo justo" que sufrió, murió y luego fue resucitado por Dios para compartir su trono. En el contexto del Isaías histórico, el "siervo justo" era la nación de Israel. Los cristianos afirmaron que Isaías predijo más bien los acontecimientos de la vida de Cristo. En los Hechos de los Apóstoles, justo antes de que Esteban muriera como mártir, afirmó tener una visión de Cristo a la derecha de Dios.
Pablo, apóstol de los gentiles
Pablo era un fariseo que experimentó una visión de Jesús en el cielo y se hizo creyente. Estableció comunidades en toda la parte oriental del Imperio romano, donde su misión estaba dedicada a los ahora expaganos (gentiles, no judíos) que querían unirse. Un cristiano anterior había explicado que el retraso del "reino" no era un problema porque Cristo iba a volver. Es lo que se conoce como la doctrina de la parusía (segunda aparición); cuando volviera, se cumpliría el final de los tiempos según los profetas. En el ínterin, los creyentes debían vivir de forma prolífica, como si el reino ya estuviera aquí. Es entonces cuando las normas y reglamentos de las enseñanzas cristianas comenzaron el largo proceso de codificación. Los primeros cristianos aceptaban los niveles de poderes en el cielo (y el infierno), y el apóstol Pablo se refería a menudo a la existencia de los dioses de otras naciones en sus cartas. Los reprendía por interferir en sus misiones. Pablo afirmaba que cuando Cristo volviera, todos los demás poderes del cielo quedarían bajo su dominio (1 Corintios 15).
Pablo relató una combinación confusa sobre Cristo: Cristo era a la vez una figura divina preexistente (presente en la creación y que ayudaba a Dios con la creación) y alguien "...descendiente de David según la carne, nacido de mujer... y declarado hijo de Dios con poder... por resurrección de entre los muertos" (Romanos 1:3). Si Pablo y los primeros cristianos hubieran afirmado simplemente que Jesús estaba ahora en el cielo, pero que volvería para dirigir los ejércitos de Dios en la batalla escatológica final, eso encajaría con muchos puntos de vista judíos del judaísmo del Segundo Templo. Sin embargo, lo lograron haciendo que Jesús no solo fuera importante al final sino también al principio —presente e involucrado en la creación—, un concepto que era esencial para la identidad del Dios de Israel.
El culto a Cristo
En Filipenses 2:6-11 se encuentra un himno temprano recitado por Pablo:
quien, siendo por naturaleza[a] Dios,
no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.
Por el contrario, se rebajó voluntariamente,
tomando la naturaleza[b] de siervo
y haciéndose semejante a los seres humanos.
Y, al manifestarse como hombre,
se humilló a sí mismo
y se hizo obediente hasta la muerte,
¡y muerte de cruz!
Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo
y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre,
para que ante el nombre de Jesús
se doble toda rodilla
en el cielo y en la tierra
y debajo de la tierra,
y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.
El "nombre que está por encima de todo nombre" es el Tetragrammaton (YHWH), el nombre de Dios. "Que se doble toda rodilla" significaba la adoración en un concepto ancestral de inclinarse ante las imágenes de diversos dioses. Filipenses 2:6-11 es esencialmente una exégesis (una interpretación) de Isaías 45:52-53. Como dijo Pablo, el sufrimiento y la muerte de Jesús fue una piedra de tropiezo tanto para los judíos como para los gentiles. Si Jesús era equivalente a Dios, ¿cómo pudo ser crucificado?
El profeta favorito de Pablo para citar era Isaías: "Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: «Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados" (57:15). La innovación cristiana consistió en interpretar estos pasajes para entender que el siervo sufriente era una forma preexistente de Dios mismo que se humilló desinteresadamente para manifestarse en el Jesús terrenal de Nazaret. Pablo siguió honrando a Dios como Dios, pero ahora añadió a Jesús como "Señor". Esto puede ser bastante confuso en sus cartas porque la única palabra en griego para "señor"(kyrios) puede significar el Dios de Israel o un título para un maestro o magistrado.
Por lo que sabemos, el culto a Jesús consistía en himnos, oraciones, peticiones, bautizos en su nombre, curaciones y exorcismos en su nombre y comidas eucarísticas en su memoria. No sabemos mucho sobre el bautismo en el judaísmo, pero la curación y los exorcismos debían hacerse en nombre de Dios. Incluir ahora a Jesús en las fórmulas rituales e identificarlo con el Dios de Israel puede haber sido una fuente de tensión en las comunidades sinagogales. Para los paganos que querían convertirse en cristianos, la idea de que un dios se manifestara en la tierra era bastante común. El cambio más difícil era el cese de toda idolatría a los otros dioses.
Monoteísmo filosófico
Para el siglo II d.C., la separación del cristianismo del judaísmo era completa, los líderes cristianos ya no tenían lazos étnicos con el judaísmo, sino que eran conversos paganos de la cultura dominante. Como tales, todos habían sido educados en varias escuelas de filosofía. Las escuelas compartían una convicción común de un ser divino, un dios supremo original, o bien supremo, que emanaba arcontes menores que finalmente crearon el universo físico de la materia. Este ser superior emanó entonces el logos, el principio de racionalidad (a menudo traducido como "palabra"), para ordenar todas las cosas del universo.
El escritor del Evangelio de Juan había aceptado este concepto y comenzó con un prefacio que afirmaba que Jesús era este logos, Cristo, que se encarnó (la doctrina de la encarnación). Los Padres de la Iglesia del siglo II d.C. potenciaron la doctrina del logos para argumentar contra las críticas filosóficas paganas al cristianismo. Utilizando los mismos conceptos, argumentaron que los cristianos no solo se adherían a la filosofía tradicional, sino que las escuelas carecían del conocimiento de la verdadera naturaleza del logos. Durante la persecución de los cristianos por parte de Roma por su negativa a respetar a todos los dioses, los cristianos habían argumentado que no eran una nueva religión, sino los herederos sustituidos de la alianza del Dios de Israel (el mismo dios supremo de los filósofos), junto con la comprensión correcta del logos.
La Trinidad
Después de la conversión de Constantino al cristianismo, era simultáneamente la cabeza del estado así como de la iglesia. Un presbítero cristiano en Alejandría, Arrio, comenzó a enseñar que si Dios había creado todo, entonces en algún momento debió haber creado a Cristo. Esto colocaba a Cristo en un nivel inferior, subordinado a Dios. Se produjeron disturbios en varias ciudades. Constantino convocó una reunión en Nicea (la actual Turquía) para resolver la cuestión de mantener el concepto de un solo Dios e incluir el culto a Cristo.
En el Concilio de Nicea, el debate se redujo a dos opciones: ¿era Cristo homo-iousios, una esencia como la del Padre, o era homo-ousios, de una sustancia idéntica a la del Padre? (Obsérvese que la diferencia de estas dos palabras se reduce a una "i", una iota). El Concilio optó por la segunda opción en el sentido de que Dios y Cristo eran idénticos en esencia, y que Cristo era una manifestación de Dios mismo en la tierra. Esto se explicó en lo que se conoció como el Credo de Nicea.
Ante todo, el hecho de que Cristo fuera idéntico a la esencia de Dios mantenía teóricamente la unidad del judaísmo y la filosofía tradicionales. Con Cristo idéntico a Dios, se confirmaba la opinión (iniciada por los primeros cristianos) de que Cristo era preexistente y ayudó a crear el universo. Esta elección reforzó la importancia del ahora emperador romano cristiano. Con el tiempo, la afirmación de que el reino de Dios era inminente comenzó a desvanecerse; habían pasado décadas y el reino no había llegado. Los cristianos nunca cambiaron la idea, pero empezaron a aplazarla para un futuro lejano (para tener tiempo de convertir al mundo). Mientras tanto, ahora tenemos el concepto de que el emperador cristiano sustituye a Cristo en la tierra hasta su regreso. Si ese es el caso, entonces el emperador tiene el mismo poder de Dios en la tierra mientras gobierna.
Es entonces cuando los emperadores cristianos, comenzando por Constantino I (que reinó de 306 a 337 d.C.), eran representados con un halo alrededor de sus cabezas. Cuando alguien se acercaba a los emperadores cristianos, besaba el borde de su túnica o su anillo. La procesión de los monaguillos, los lectores de las escrituras y el sacerdote de la misa católica está tomada del modo en que los emperadores cristianos entraban en el Senado romano.
En resumen, el concepto cristiano de la trinidad enseña que Dios es uno, con tres aspectos, el Padre, el Hijo y el Espíritu, donde el Espíritu es el medio por el que los elementos del Padre y del Hijo se expresan o se manifiestan en el mundo.
En el Concilio de Calcedonia (451 d.C.) se formuló una nueva concepción de Cristo. Esta reunión fue convocada para considerar las naturalezas (hipóstasis) de Cristo: si era humano o divino, y en qué momento de su existencia se manifestó como cada una de ellas. La decisión final fue que Cristo contenía dos naturalezas simultáneas, tanto humana como divina, de alguna manera misteriosa. En ningún momento una forma alteró o disminuyó la otra.