El sitio de Toulon (29 de agosto al 19 de diciembre de 1793) fue una operación militar decisiva durante las guerras revolucionarias francesas (1792-1802) llevada a cabo por el ejército de la República francesa para recuperar la ciudad portuaria de Toulon, que estaba en manos de los rebeldes apoyados por las fuerzas aliadas. El sitio fue un hito importante en la carrera de Napoleón Bonaparte (1769-1821).
Una república en peligro
Para el verano de 1793, la Revolución francesa (1789-1799) estaba evolucionando en una dirección cada vez más radical. El reino de Francia había sido abolido en favor de la República francesa, el rey Luis XVI de Francia (que reinó de 1774 a 1792) había sido depuesto y ejecutado, y la guillotina ahora era un elemento permanente en la Plaza de la Revolución en París. La caída de los Girondinos el 2 de junio dejó el destino de Francia en las manos de los extremistas Jacobinos, por lo que aquellos que no compartieran sus puntos de vista radicales encaraban la posibilidad de ser arrestados y ejecutados como sospechosos de ser contra-revolucionarios.
Esto hizo que la lista de los enemigos de Francia aumentara rápidamente. A Austria y Prusia, quienes habían estado en guerra contra Francia desde 1792, se les unieron en febrero Gran Bretaña, España y los Países Bajos; estas naciones se unieron en una alianza posteriormente conocida como la Primera Coalición, con el propósito de destruir la insolente revolución de Francia. Internamente, el radicalismo de los Jacobinos había hecho que algunas partes de Francia más moderadas se rebelaran, y ciudades importantes como Lyon, Burdeos, Marsella, y Toulon se deshicieron de sus administradores Jacobinos y renunciaron a la autoridad de París. Estas revueltas federalistas amenazaban con desmoronar a la incipiente República francesa desde adentro, al mismo tiempo que las naciones europeas socavaban poco a poco las defensas francesas en sus fronteras. No fue una exageración cuando el cuerpo legislativo de la República, la Convención Nacional, anunció que la patrie (la patria), estaba en peligro.
La Convención reunió suficientes soldados para detener las rebeliones en el sur, poniéndolos bajo el comando del general Jean-François Carteaux, quien había sido pintor antes de la guerra. Carteaux avanzó contra los rebeldes federalistas de Marsella, quienes habían tomado a la cercana ciudad de Avignon. Estos rebeldes opusieron poca resistencia; Avignon cayó el 25 de Julio, mientras que Marsella fue recapturada un mes después. Los victoriosos Republicanos inundaron Marsella con propaganda Jacobina, guillotinando a los principales perpetradores de la revuelta. Después de pacificar Marsella, Carteaux se preparó para marchar sobre Toulon, pero antes de partir, recibió noticias funestas: los ciudadanos de Toulon habían entregado la ciudad a la coalición.
Revuelta en Toulon
Toulon era un puerto en la costa del Mediterráneo, hogar de alrededor 28.000 personas. Era, asimismo, un importante puerto naval que albergaba la totalidad de la flota mediterránea francesa, incluidos 26 buques de guerra así como numerosas fragatas y veleros, equivalentes a un tercio de la fuerza naval de Francia. Escandalizados por la evidente tiranía de los Jacobinos, los republicanos moderados de Toulon se rebelaron el 12 de Julio, cerraron el club jacobino local y ahorcaron a 24 administradores jacobinos. Sin embargo, Toulon tenía una gran población monárquica, que sustituyó a los moderados como líderes de la rebelión. Cuando las noticias de que un ejército republicano se acercaba a Marsella llegaron a Toulon, los rebeldes de Toulon se dieron cuenta de que ellos solos no podrían resistir un ataque. En su desesperación, contactaron a la flota inglesa que había estado bloqueando su puerto, comandada por el almirante Lord Samuel Hood, y la invitaron a entrar en puerto.
Hood, naturalmente, tenía la suspicacia de que pudiera tratarse de una trampa. En la noche del 24 de Agosto, mandó al teniente Edward Cooke a reunirse con los líderes rebeldes con instrucciones de que descubriera sus verdaderas intenciones y, potencialmente, negociara una alianza. Cook tuvo que escabullirse entre la flota francesa atracada en el puerto, al mando del almirante Saint-Julien, quien permanecía leal a la República. Después de desembarcar, Cooke fue apresado por una turba de simpatizantes jacobinos, pero los monárquicos lo liberaron antes de que pudieran hacerle daño. Los líderes monárquicos acordaron entregar tanto la ciudad como los barcos franceses a los británicos a cambio de protección así como la promesa de que todo sería devuelto una vez que la guerra hubiera terminado.
Cooke le comunicó estos términos a Lord Hood, que no perdió el tiempo y aceptó la ventajosa oferta. El 28 de Agosto, Hood envió soldados a ocupar los puntos más altos al occidente, desde donde se podía observar el puerto, particularmente el estratégico Point l'Eguilette. Entonces, Cooke zarpó hacia el puerto a bordo de su buque insignia, HMS Victory, acompañado por 19 buques de guerra. Saint-Julien y los otros marineros republicanos habían huido de la ciudad al enterarse de que los monárquicos y los aliados habían llegado a un acuerdo, permitiendo así que Hood capturara tanto la ciudad de Toulon como la flota francesa sin un solo disparo. Después, a Hood se le unieron 17 barcos españoles comandados por el almirante Juan de Lángara, así como tropas napolitanas y piamontesas. Debido a la rapidez con que se desarrollaron los hechos, los aliados tenían solamente 16.000 soldados para defender la ciudad, por lo que Hood escribió desesperadamente a los aliados para pedir refuerzos. Y los necesitaría muy pronto, ya que los franceses arribaron el 29 de agosto y comenzaron el sitio de Toulon.
Un nuevo comandante de artillería
Para la República francesa, la recuperación de Toulon era de alta prioridad. Perder la ciudad, así como la flota del Mediterráneo, significaba no solo que Francia perdería toda esperanza de controlar el Mediterráneo, sino que también podría animar a otras partes del país a rebelarse. Carteaux era consciente de la inmensa carga que llevaba a los hombros. Estaba al mando de alrededor de 12.000 soldados y recibió un refuerzo adicional de 5.000 bajo el mando del general Lapoype, separado del ejército de Italia. Esto le dio a la República una ligera ventaja numérica que incrementaría a medida que más soldados se unieran desde otros frentes. Pero Carteaux tenía un gran problema: carecía de un comandante de artillería. Durante su avance hacia Toulon, su jefe de artillería, el capitán Dommartin, había resultado gravemente herido durante una escaramuza con centinelas enemigos.
Había que arreglar esta situación rápidamente, ya que estaba claro que el sitio dependería considerablemente de la artillería. Sin embargo, la República tenía escasez de oficiales bien entrenados: muchos de los que no habían abandonado ya el país habían sido arrestados bajo sospecha de llevar a cabo actividades contrarrevolucionarias. A pesar de este inconveniente, el ejército republicano no tendría que esperar mucho tiempo para encontrar al candidato apropiado. El 16 de Septiembre, un joven oficial corso, el capitán Napoleon Bonaparte, se encontraba escoltando un convoy de carretas de pólvora de Marsella a Niza. Hizo un alto en el cuartel general de Carteaux para presentar sus respetos a Antoine Saliceti, un diputado jacobino de la Convención Nacional a quien conocía desde sus días en la Guarda Nacional de Córcega. Saliceti, quien estaba asignado al ejército como representante en misión, había quedado impresionado por Bonaparte tras la reciente publicación de su panfleto pro-Jacobino Le Souper de Beaucaire. Cuando Bonaparte pasó a saludarlo, Saliceti, sin dudarlo, le otorgó el comando de la artillería Republicana.
La pequeña Gibraltar
La artillería bajo el mando de Bonaparte era más bien escasa, ya que constaba solamente de dos cañones de 24 libras, dos cañones de 6 libras, unos cuantos morteros, así como varias armas de campo pequeñas y un suministro de municiones inadecuado. A pesar de estas limitaciones, Bonaparte estaba decidido a aprovechar la oportunidad. Construyó dos baterías en una colina desde la que se dominaba la costa occidental de Le Petite Rade, el puerto interior de Toulon. El 20 de septiembre, estas baterías, con nombres tan patrióticos como La Montagne y des Sans-Culottes, bombardearon a los barcos aliados anclados en el puerto, forzándolos a moverse más cerca de Toulon para dejarlos atrapados. Bonaparte se dio cuenta de que desde las cumbres occidentales era posible observar tanto al puerto interior como exterior de Toulon. Si pudiera llevar una batería hasta esa cima, podría bombardear a la flota aliada desde arriba. Hood no tendría más opción que abandonar la ciudad si quería evitar que su flota se viera mermada al quedar indefensa bajo el ataque francés. Bonaparte le expuso su plan al general Corteaux, quien lo aprobó; lo único que quedaba era echar a los soldados aliados desde las colinas.
Carteaux ordenó un ataque el 22 de septiembre pero se equivocó al no mandar suficientes tropas. Los franceses fueron repelidos con una "gran masacre", y lo único que lograron fue alertar a los aliados de sus intenciones (James, 79). Hood respondió enviando más hombres y equipo a las colinas. Los aliados reforzaron sus defensas en el Point l'Eguilette y en el Point Balaguier con una formidable barricada compuesta de 20 cañones y 4 morteros. Este sistema de fortificaciones se llamó Fort Margrave, pero fue apodado "la pequeña Gibraltar" por los franceses. Con lo que, para que el plan de Napoleón tuviera éxito, primero había que capturar la pequeña Gibraltar.
Bonaparte refuerza su artillería
Bonaparte no era de los que se daba por vencido. Su siguiente paso después de que los aliados construyeran la pequeña Gibraltar fue reforzar su propia artillería, de manera que tuviera más armas de las que echar mano. A lo largo de unas pocas semanas, trabajó incansablemente escribiendo cartas a las ciudades y pueblos cercanos para requisar armas, municiones y suministros. Extorsionó a los pueblos alrededor de Marsella, recientemente rebelados, para que entregaran sus caballos y envió mensajes a Lyon, Grenoble, e incluso le exigió al Ejército de Italia el envío de cañones que no estuvieran en uso. Aún más, estableció un arsenal con 80 hombres para comenzar a fabricar balas de cañón en Ollioules. Para finales de octubre, Bonaparte estaba al mando de 64 oficiales, 1.500 hombres y 100 cañones, obuses y morteros.
Bonaparte hizo todo lo anterior sin consultar a sus superiores, pasando sobre Carteaux y escribiendo directamente al Comité de Seguridad Pública. El menosprecio de Bonaparte hacia Carteaux, que provenía del error en la toma de las colinas occidentales, también lo compartía Saliceti, quien conspiró para que Carteaux fuera relevado a principios de noviembre. Sin embargo, su reemplazo, el general François Doppet, no resultó ser más competente. El 15 de Noviembre, Doppet ordenó atacar el fuerte Mulgrave. Al principio ataque transcurrió bien y los franceses lograron expulsar a las tropas españolas del lado derecho del puerto, pero entonces Doppet cayó en pánico cuando su asistente de campo cayó muerto justo a su lado, y ordenó una retirada prematura. Bonaparte estaba furioso, exclamando que "nuestro ataque a Toulon ha fallado, debido a que un (improperio borrado en el siglo XIX) se ha batido en retirada" (Roberts, 49).
Doppet fue sustituido por el general Jacques Dugommier el 17 de noviembre. A diferencia de sus dos predecesores, Dugommier era un comandante competente y veterano que además tenía el respeto de Bonaparte; por su parte, Dugommier también apreciaba el proceder de Bonaparte, refiriéndose a él como "un oficial excepcional" (Roberts, 51). Dugommier trajo consigo nuevos refuerzos, aumentando las fuerzas francesas a 37.000 hombres. En cambio, la cantidad de soldados disponibles de Hood se había reducido a 12.000: no solo no llegaron los refuerzos solicitados, sino que los soldados con los que ya contaba estanban cayendo presa de las enfermedades.
Bonaparte comenzó a preparar el ataque final al fuerte Mulgrave. Entre el 15 de octubre y el 30 de noviembre, construyó un total de once baterías: ocho se ubicaron para neutralizar al fuerte Mulgrave con fuego cruzado, dos más tuvieron como objetivo el fuerte Malbousquet en la costa norte del puerto interior, mientras que la última se destinó al bombardeo de la ciudad de Toulon. Una de estas baterías, situada directamente debajo del fuerte Mulgrave, tenía una reputación particularmente desafortunada, especialmente después de que todos los artilleros apostados allí murieran o fueran heridos. Con esto, Bonaparte tuvo problemas para hallar voluntarios para operarla hasta que la llamó la "Batterie des hommes sans peur" (batería de los hombres sin miedo). Con esto, ya no faltaron más voluntarios. En otra ocasión, un artillero murió al lado de Bonaparte, quien inmediatamente tomó su ensangrentada baqueta para ayudar a terminar de cargar el cañón por sí mismo. Tales acciones hicieron que Bonaparte se ganara el aprecio de sus hombres.
Ofensiva final
El 25 de noviembre, el general Dugommier llamó a concejo de guerra, en el cual se tomó la decisión de llevar a cabo un ataque final sobre el fuerte Mulgrave, de tal manera que el plan de Bonaparte pudiera llevarse por fin a la práctica. Pero mientras los franceses se preparaban para el asalto, los aliados hicieron lo propio: el 30 de noviembre, 2.200 soldados aliados llevaron a cabo una incursión sorpresa desde el fuerte Malbousquet. Lideradas por el general británico Charles O'Hara, las tropas británicas y napolitanas arrasaron a los franceses apostados en una batería cercana y deshabilitaron los cañones. Cuando Dugommier se enteró de los hechos, inmediatamente organizó un contraataque que él mismo lideró.
Los franceses treparon por una trinchera oculta con ramas de olivo hasta que estuvieron dentro del rango de la batería capturada. Una vez que los franceses comenzaron a disparar, los soldados aliados entraron en pánico, disparando sin apuntar, sin saber dónde se escondía el enemigo. Una vez que los aliados llegaron al punto de la total desorganización y confusión, Bonaparte lideró personalmente la carga, recapturó la batería e hizo que los aliados salieran huyendo de regreso al fuerte Malbousquet. El general O´Hara, herido en el brazo, fue capturado. Doce años antes, O´Hara fue el hombre elegido para entregar Yorktown a los americanos; ahora tuvo que rendirse también ante Napoleón, convirtiéndose en el único oficial que se rindió tanto ante George Washington como ante Napoleón.
Entonces, Dugommier supo que el ataque al fuerte Mulgrave era inminente. A la 1 a.m. del 17 de diciembre, después de un intenso bombardeo de artillería, Dugommier ordenó el ataque. Los franceses avanzaron en medio de heladas ráfagas de viento y una torrencial lluvia y sufrieron importantes bajas a causa del fuego enemigo. La primera columna, a las órdenes de Claude Victor-Perrin, un futuro mariscal del imperio, logró pasar la primera línea de defensa de la pequeña Gibraltar, pero fue detenido en la segunda línea. Un segundo ataque francés comenzó a las 3 a.m., este liderado por el Bonaparte. A pesar de que su montura fue muerta y de haber recibido una terrible herida en el muslo por un ballonetazo británico, sus hombres finalmente capturaron el fuerte Mulgrave, antes de continuar con la captura de las defensas aliadas en Point l'Eguilette y Point Balaguier.
A pesar de su herida, Bonaparte supervisó la construcción de nuevas baterías en Point l'Eguilette; para el mediodía del 18 de diciembre, había diez cañones dispuestos para comenzar el bombardeo de los barcos aliados anclados en el puerto. Mientras tanto, el general Lapoype había capturado las fortificaciones aliadas en Mount Faron y en Malbousquet, tras lo cual también ubicó cañones adicionales en las colinas. La captura de estas posiciones fue el golpe mortal para cualquier esperanza de victoria aliada. El sitio de Toulon había terminado.
Destrucción de la flota Francesa
El día que cayó el fuerte Mulgrave, Lord Hood llamó a concejo de guerra a bordo del HMS Victory. Se decidió la retirada del puerto para evitar poner en peligro a los valiosos buques de guerra, así como la evacuación de cuantos ciudadanos de Toulon fuera posible. Por otro lado, el almirante español Lángara, que no quería que la flota francesa cayera de nuevo en manos republicanas, ordenó a algunos de sus hombres tomar tres botes cargados con armas y destruir cuantos barcos franceses fuera posible. Sir William Sydney Smith, un oficial naval británico que había llegado recientemente a bordo de su navío Swallow, se ofreció como voluntario. A Smith y a sus hombres se les asignó la misión de destruir los cascos franceses, dentro de los cuales se almacenaba la pólvora de toda la flota y estaban anclados en las afueras, así como entrar al arsenal y destruir los barcos anclados allí.
En la noche del 18 de diciembre, cobijados por la oscuridad, el equipo de Smith se acercó a las puertas del muelle del arsenal, que estaba vigilado por 800 esclavos de galera liberados, simpatizantes de los republicanos. Smith mantuvo sus cañones apuntando hacia ellos, de tal manera que no puedieran interferir mientras sus hombres pasaban a la acción. Sin embargo fueron descubiertos por las baterías republicanas, quienes abrieron fuego, auque ninguno de los barcos de Smith fue alcanzado. Cuando los soldados republicanos comenzaron a disparar desde la costa, Smith los mantuvo a raya disparándoles descargas de metralla.
Después de colocar explosivos en los buques de guerra anclados, Smith ordenó que los detonadores se encendieran a las 10 p.m. y envió partidas a que incendiaran los almacenes ubicados en la costa. Las llamas que salían de ese infierno iluminaron más claramente los objetivos para los cañones franceses y, mientras Smith navegaba en retirada, dos de sus botes fueron destruidos y tres de sus hombres perdieron la vida. Antes de regresar con la flota británica, Smith alcanzó a dos barcos de guerra franceses desarmados, Thémistocle y Héros, y les prendió fuego a ambos. Mientras tanto, los barcos españoles habían conseguido destruir los cascos de pólvora franceses, que provocaron gigantescas explosiones. Smith no destruyó tantas embarcaciones francesas como hubiera querido, pero aun así infligió importantes daños antes de reunirse nuevamente con la flota de Hood.
Evacuación
Mientras que los franceses estaban distraídos por el ataque de Smith, Hood ordenó que tres barcos evacuaran a soldados aliados que habían quedado en la zona costera. Para la mañana del 19 de diciembre, estos tres barcos habían recogido a todos los soldados aliados que quedaban en la ciudad. Los barcos británicos anunciaron que se llevarían con ellos cuanto monárquico francés fuera posible; 14.877 ciudadanos de toulon , aterrorizados por la furia de la República, abarrotaron las cubiertas de estos barcos. A las 9 a.m., mientras los monárquicos aún estaban embarcando, los soldados republicanos entraron a la ciudad y causaron un pánico generalizado mientras los ciudadanos corrían hacia la costa. Muchos murieron, víctimas de las balas de cañón republicanas que caían a su alrededor, mientras que otros fueron muertos a bayoneta por los soldados que los perseguían. William James anota que algunos monárquicos se arrojaron al mar y se ahogaron, "prefiriendo una muerte instantánea que una furiosa venganza" (89).
En efecto, aquellos que no lo lograron sufrieron la vengaza de los jacobinos. Bajo la supervisión de representantes jacobinos como Paul Barras, entre 700 y 800 prisioneros monárquicos fueron llevados al Champ de Mars de la ciudad, donde los ejecutaron a bayoneta o por disparo sin mediar juicio alguno. Bonaparte, quien estaba bajo tratamiento por su herida, no participó en la masacre, pero se reconoció su decisivo rol en la captura de Toulon y fue ascendido a general de brigada el 22 de diciembre con tan solo 24 años. El sitio de Toulon no solo salvó la República francesa, sino que significó un hito importante en la carrera de Bonaparte; poco después, alcanzó la fama como comandante del Ejército de Italia, encaminándose para llegar a ser el emperador de los franceses.