Los festivales de la Antigua Mesopotamia honraban a los patrones divinos de una ciudad estado o al dios principal de la ciudad que controlaba la región o el imperio. El más antiguo de todos es el festival Akitu, que se llevó a cabo por primera vez en Sumeria durante el periodo dinástico arcaico (2900-2334 a.C.) y siguió celebrándose durante el periodo seléucida (312-63 a.C.) además de otras celebraciones religiosas.
Como no se diferenciaba la religión de lo estatal, los festivales también cumplían una función política dado que unía a los súbditos del rey para honrar al dios de la ciudad y, en el caso del festival Akitu, legitimar el mandato del monarca por medio de demostraciones públicas de la aprobación del patrón divino. A lo largo del año, se celebraban los festivales por varios motivos, entre los que se incluyen:
el nacimiento de los dioses y los acontecimientos de sus vidas;
luto ceremonial (como los ritos del dios Tammuz);
sucesos memorables (como victorias militares);
la siembra y la siega (los festivales de la cosecha);
la coronación del monarca;
el nacimiento de los hijos de la realeza;
la compleción y dedicación de un palacio, templo o ciudad.
Todas las celebraciones estaban asociadas implícita o explícitamente con el patrón divino de la ciudad o con el panteón mesopotámico en general, ya que se entendía que los dioses eran los verdaderos monarcas y el rey no era más que su administrador. Con el fin de sostener su autoridad, el rey necesitaba cortejar el favor de los dioses, y aunque su aprobación se manifestaba mediante victorias militares, cosechas abundantes y un comercio próspero, los acontecimientos tales como el festival Akitu permitían una oportunidad anual para que lo divino continuara o terminara su relación con la dinastía regente.
El festival Akitu es la práctica de celebración de año nuevo más antigua del mundo.
No existen demasiadas pruebas de que los festivales de la Antigua Mesopotamia continuaran luego del periodo seléucida, pero se cree que influenciaron al Imperio parto (del 247 a.C. al 224 d.C.) y al Imperio sasánida (224-651 d.C.). El festival Akitu era la práctica de celebración de año nuevo más antigua del mundo; aunque se sabe muy poco de los detalles de otras festividades que ocurrían a lo largo del año, se considera que también establecieron las tradiciones celebratorias que más tarde otras civilizaciones adoptarían.
Se entendía que los dioses habían traído el orden al caos y provisto a la gente con todo lo necesario para vivir; aunque se esperaba que los humanos honrasen a los dioses a diario siguiendo su voluntad, también se establecían fechas con la intención de dar gracias. El académico Stephen Bertman explica lo siguiente:
La grandeza de las deidades y sus diversas bendiciones se celebraban en días sagrados especiales y festivales. La más importante de esas ocasiones sagradas para la comunidad era honrar al dios local, que era el patrón y protector del pueblo. Pero a mayor escala en todo el país, los pueblos expresaban gratitud por la fertilidad de la tierra cuya abundancia sustentaba sus vidas y resultaba del favor divino. La más importante de esas celebraciones se llamaban el Akiti en Sumeria y, en Acadia, el Akitu, palabra de significado desconocido que pueda ser anterior a los sumerios (…) En algunas comunidades, como Babilonia, se llevaban a cabo las ceremonias una vez al año luego de la cosecha de la cebada en marzo durante el equinoccio de primavera (la cebada era el cereal más importante de Mesopotamia). En otras comunidades, como Ur, había dos celebraciones por año, una durante la cosecha y la otra en septiembre cuando se sembraba la nueva simiente. (p.130)
En el periodo dinástico arcaico, cada ciudad estado de sumeria practicaba por su lado los festivales en honor a los dioses, y mientras se continuó esa práctica durante el periodo del imperio acadio (2334-2218 a.C.), los festivales se llevaban a cabo en honor a la tríada divina de Agadé en toda Sumeria: los dioses An (Anu), Enlil y Enki, como también Ishtar (que derivaba de la diosa sumeria Inanna). Uno de los ritos más antiguos es la muerte y resurrección de Tammuz, que los académicos conocen en la actualidad como los rituales de luto ceremoniales en los que el dios muere y resucita, lo que asegura la fertilidad y la prosperidad. Esos festivales cumplían con las mismas funciones que los que habían practicado los reyes sumerios y servían el mismo propósito: honrar a los dioses, legitimar el mandato del rey y unir al pueblo mediante las creencias y prácticas religiosas.
Las prácticas religiosas en la Antigua Mesopotamia
La creencia más importante de la religión de la Antigua Mesopotamia era que los dioses habían creado a los seres humanos para que los ayudaran a mantener el orden establecido. Sea cual sea el trabajo que se tuviera, se esperaba que esas obligaciones se llevaran a cabo con gratitud y con humildad, teniendo en cuenta que, gracias al esfuerzo del trabajo de las personas, los dioses eran libres de supervisar sus respectivas responsabilidades. Gula, la diosa de la sanación, podía concentrar sus energías en la salud; Nisaba tenía la libertar de inspirar la escritura y la creatividad, Nergal, de asegurar la victoria en la guerra. Ya sea que alguien estuviera cavando un canal de riego o confeccionando joyería fina, se estaba ayudando a todos los dioses a mantener la vida sobre la tierra.
Entre los miles de deidades del panteón mesopotámico, se encontraban los siete poderes divinos originales que los sumerios habían concebido:
Anu
Enki
Enlil
Inanna
Nanna
Ninhursag
Utu-Shamash
El arte y la arquitectura mesopotámica honraban a los siete poderes divinos, además de los muchos otros, mediante representaciones de sus grandes hazañas que se contaban en las obras de literatura y en estructuras como los complejos religiosos construidos alrededor de un imponente zigurat. La gente no veneraba a los dioses en los templos; se suponía que la vida se tenía que vivir como una forma de devoción. En vez de eso, la deidad habitaba el templo dedicado a ella. Se entendía que el dios o la diosa vivía en el templo y se manifestaba en su estatua, a la que atendían el alto sacerdote o sacerdotisa y el clero menor. Al igual que cualquier otro humano que los sirviera, necesitaban el descanso y el cambio de panorama que los festivales ofrecían.
Durante esas celebraciones, se llevaba la estatua de la deidad del templo a otro lugar, ya sea a otra ciudad o dentro de la misma ciudad, o a alguna ermita, con el fin de que la deidad también tuviera un descanso al igual que la gente. Un ejemplo de esas prácticas es el poema sumerio, La barca de Shulgi y Ninlil, que data del reinado de Shulgi de Ur (2029-1982 a.C.). en el que Shulgi engalana un navío en honor de Enlil y su consorte Ninlil (representados en sus estatuas) y los conduce, al igual que a otras deidades asociados a ellos, río abajo desde Nippur, la ciudad sagrada, hasta el sitio sagrado de Tummal para tener un banquete.
Akitu y Zagmuk
El festival más famoso era el Akitu, cuya práctica fue documentada en Babilonia durante el reino de Hammurabi (1792-1750 a.C.); durante el festival, el dios Marduk y su hijo Nabu eran honrados. Marduk era el patrón divino de Babilonia y Nabu, quien había reemplazado a Nisaba como patrón divino de los escribas, era el patrón de la ciudad cercana de Borsippa. El festival de Akitu incorporó el antiguo festival de año nuevo de Zagmuk, que durante doce días en diciembre celebraba el triunfo de Marduk sobre Tiamat como se relata en el Enûma Elish. El festival Akitu también duraba doce días en conmemoración del mismo acontecimiento, pero se practicaba durante el mes de marzo. El académico Christian Roy comenta:
Habiendo comenzado como un festival de la cosecha y la siega, el Akitu se volvió prominente en Babilonia como el momento propicio para la coronación y la investidura de un nuevo rey. En esa ocasión, se renovaba el mandato divino del monarca reinante como paralelo a la victoria del dios del cielo Marduk sobre Tiamat, la diosa del mar salado. Como se trataba de un festival de primavera, el Akitu unía la renovación de la fertilidad de la naturaleza, el restablecimiento de la autoridad divina de un rey (que antes solía ser una ceremonia otoñal) y para asegurar un destino favorable para la gente en el año venidero, sobre todo durante el abrasador calor de verano—, mientras ponía fin a la esterilidad de los meses invernales cuando el mundo parece viejo y gastado. (p.6)
En el Enûma Elish, Tiamat guerrea con los dioses más jóvenes y los derrota en repetidas ocasiones hasta que eligen a Marduk como líder. Una vez convertido en el campeón divino del orden, Marduk derrota las fuerzas del caos bajo el mando de Tiamat, la asesina y crea el mundo conocido. El festival de Akitu celebraba la victoria, además de agradecer todos los regalos de los dioses que se consiguieron gracias a su victoria.
Aunque el festival de Akitu se celebraba en varias ciudades, a veces con distintos nombres, a lo largo de la historia de Mesopotamia, la celebración mejor documentada nos llega de Babilonia por lo que los ritos babilonios son los que se presentan a continuación. Lo más probable es que los preparativos para el festival incluyeran un ritual de purificación, como se llevaba a cabo en otras partes, pero no se sabe a ciencia cierta. Sin embargo, está establecido que, antes del primer día, las estatuas de los dioses de otras ciudades eran transportadas en botes, carros, carretas o trineos para hacer el viaje hasta Babilonia para formar parte de la celebración.
Primer día: Se engalana y prepara el complejo religioso de Marduk en Babilonia y el de Nabu en Borsippa para la celebración.
Segundo día: El sumo sacerdote de Marduk en Babilonia se ofrece a los dioses mediante un acto de renovación, agradeciendo a los dioses por sus regalos y rezando por la continua protección de la ciudad.
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Tercer día: El sumo sacerdote de Marduk oficia una ceremonia en la que se tallan dos figuras humanas de madera, se asume que una masculina y la otra femenina, que representaban a devotos de Nabu.
Cuarto día: Se hacen plegarias a Marduk mientras que el rey se dirige a Borsippa para acompañar a la estatua de Nabu en su viaje por el río hasta la ciudad. El sumo sacerdote hace ofrendas a Marduk y su consorte Sarpanitum (también se la conoce con el nombre de Zarpanitum y Sarpanit, entre otras variaciones) para pedirles su bendición y recita el Enûma Elish al anochecer.
Quinto día: El alto sacerdote consulta con Marduk y con Sarpanitum en el templo mientras que los sacerdotes de menor grado purifican el templo de Nabu y el complejo religioso central. Una vez completados los rituales, se cubre el templo con un toldo de oro, y la gente espera en plegaria el regreso del rey con su séquito y la estatua de Nabu. Cuando el rey llega, el sumo sacerdote le quita la túnica real y la insignia, y lo obliga a arrodillarse frente a la estatua de Marduk. El rey confiesa cualquier pecado que haya cometido, pero promete no haber abusado de su autoridad ni haber abandonado sus obligaciones. Entonces, el sacerdote lo abofetea lo suficiente como para que este derrame lágrimas, lo que simboliza la sinceridad de la confesión, luego se le devuelve la túnica y la insignia al rey. Finalmente, se hacen plegarias al planeta de Marduk y Nabu (Mercurio), y la estatua de este se coloca en el templo.
Sexto día: Cuando llegan las estatuas de los dioses desde otras ciudades, se colocan a intervalos entre el templo de Nabu y el templo de Marduk. En ese momento, se ofrecen a Nabu las figuras de madera hechas el tercer día; se cortan las cabezas de las estatuas y se las prende fuego en un ritual. Bertman indica que eso podría simbolizar que se solían realizar sacrificios humanos (p. 131), pero no se sabe qué significado representan los actos y las figuras.
Séptimo y octavo día: Las ceremonias que ocurren estos dos días parecen haber estado superpuestas. En uno de los rituales, el rey “sostenía la mano” de Marduk para renovar su dedicación al servicio de dios y lo llevaba del templo a circular por las calles de la ciudad. La gente seguía la estatua mientras la procesión, que incluía las estatuas de las deidades visitantes, se hacían camino hacia el Salón de los Destinos cerca del Templo de Nabu. El sacerdote acudía a Nabu para que profetizara sobre el rey y el año venidero, lo que se registraba una vez recibido. Se colocaban las estatuas de Marduk, Nabu y las deidades visitantes alrededor del rey para honrarlo, y se representaba el “matrimonio sagrado” para asegurar la fertilidad de la tierra en el año nuevo. Puede que una parte del ritual consistiera en relaciones sexuales entre el rey y una sacerdotisa de Inanna (Ishtar) o un ritual simulando el acto. Luego, se llevaba la estatua de Marduk fuera de la ciudad hasta su templo, conocido como bit-Akitu, que estaba ubicado en un gran parque decorado con flores.
Noveno y décimo día: Una vez que Marduk está en su templo, al igual que Nabu, y las deidades visitantes se hallan en sus lugares honoríficos, se celebra el gran festín de Akitu durante dos días. El estado provee de entretenimiento, comida y bebida para el banquete al que atiende toda la gente de la ciudad, además de los visitantes.
Undécimo día: Se regresa la estatua de Marduk al templo de Nabu en Babilonia y se posicionan las estatuas de las deidades visitantes en las cercanías. La profecía de Nabu que se había registrado el día séptimo se lee en voz alta para luego llevar a cabo ceremonias de cierre.
Duodécimo día: El festival termina con ritos ceremoniales; se saca la estatua de Nabu de su templo y se lleva de vuelta al navío en el que la trajeron para que regrese a Borsippa. Tras la partida de Nabu, las estatuas de las deidades visitantes, los sacerdotes que las acompañan y los dignatarios regresan a sus ciudades. Finalmente, se vuelve a colocar la estatua de Marduk en su templo.
Conclusión
Como se mencionó antes, además del festival de Akitu, existieron muchas otras celebraciones a lo largo del año en cada era de la historia de la Antigua Mesopotamia. Algunas de las más antiguas podrían haberse practicado en el periodo de Uruk (4100-2900 a.C.), o antes, pero la primera vez que se las registra por escrito es durante el periodo dinástico arcaico. La ciudad sagrada de Nippur, que estaba dedicada principalmente al culto de Enlil, era un importante sitio de peregrinaje, y albergó varias celebraciones desde esta era en adelante, pero se celebraban festivales en casi todas las ciudades de Mesopotamia.
Desde el periodo dinástico arcaico, pasando por el primer imperio babilónico (en torno a 2000-1600 a.C.) hasta el periodo medioasirio (en torno a 1307-912 a.C.), el neoasirio (912-612 a.C.) y llegando cuanto menos al periodo seléucida, el estado financiaba festivales, lo que se sabe mediante inscripciones, estelas, relieves, monumentos y obras literarias, como el Himno a Inanna, Enlil en el E.kur y La barca de Shulgi y Ninlil. Uno de los casos mejor documentados del periodo neoasirio es la fiesta más importante que jamás se haya realizado: en el 879 a.C., Asurnasirpal II llevó a cabo un festival para celebrar la compleción de la ciudad de Kalhu, fiesta a la que atendieron 70.000 invitados.
También se ha mencionado que los festivales cumplían una función política y religiosa, pero, para cada persona, era la manera principal de participar de la vida religiosa de la ciudad. Como la gente no atendía a misas semanales ni escuchaba sermones, se servía a los dioses mediante las acciones realizadas y las ofrendas que se llevaban a los complejos religiosos. Los festivales eran el único medio por el que una persona común tenía la oportunidad de ver la estatua de su patrón divino o formar parte de una expresión pública de fe. El académico A. Leo Oppenheim comenta al respecto:
La función básica que cumplían los templos en la comunidad era su mera existencia como vínculo entre la deidad y la ciudad ya que funcionaba como un lugar de residencia permanente para la deidad. Se mantenía y cuidaba del hogar donde residía el dios porque garantizaba que la ciudad fuera próspera y feliz. Más allá de eso, el ciudadano medio tenía la oportunidad de admirar desde lejos el glamor de la estatua expuesta al fondo del santuario, en el que no estaba permitido entrar, por lo menos en Babilonia. O esa persona podía ser espectadora cuando se llevaban las estatuas en procesión, muestra de la riqueza y pompa del templo, y ser parte de la alegría general de los festivales de agradecimiento y de las expresiones ceremoniales de luto. (p. 108)
Aparte de servir los intereses del rey y del estado, los festivales de la Antigua Mesopotamia satisfacían las necesidades religiosas de la gente proveyéndolos de la oportunidad de interactuar cara a cara con su dios. Las celebraciones eran manifestaciones de la relación entre la gente y lo divino ya que les permitía dirigirse en persona y agradecerle al dios, y, a cambio, sentirse seguros y bendecidos, sabiendo que un poder superior los cuidaba y los continuaría protegiendo.
¿Por qué se celebraban festivales en la Antigua Mesopotamia?
En la Antigua Mesopotamia, se celebraban festivales para honrar a los dioses o para festejar la compleción de una ciudad, palacio o templo, el nacimiento de los hijos reales, la coronación de un rey, o para conmemorar sucesos importantes como las victorias militares, entre otros motivos. Todos los festivales eran en esencia religiosos.
¿Cuándo se celebró por primera vez un festival en la Antigua Mesopotamia?
Los festivales de la Antigua Mesopotamia datan del periodo dinástico arcaico (2900-2334 a.C.), pero existe la posibilidad de que haya casos más antiguos.
¿Cuál es el festival más conocido?
El festival Akitu es la celebración pública mejor conocida. Es el festival de año nuevo más antiguo del mundo y data de 2900 a.C. por lo menos.
¿Por qué eran importantes los festivales?
Los festivales eran importantes porque unían las creencias religiosas del monarca con el pueblo, establecían la continuación de la autoridad del rey, eran una muestra de la riqueza y del poder de la ciudad y ofrecían a la gente la oportunidad de mostrar su fe públicamente.
Soy traductor técnico-científico y literario de inglés a español, aficionado a la Historia desde muy pequeño. La posibilidad de combinar las dos disciplinas me parece una oportunidad imperdible e invaluable.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, Joshua J.. "Festivales de la Antigua Mesopotamia."
Traducido por Nicolás Cavaliere. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 08, 2023.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2185/festivales-de-la-antigua-mesopotamia/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Festivales de la Antigua Mesopotamia."
Traducido por Nicolás Cavaliere. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 08 mar 2023. Web. 20 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 08 marzo 2023. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.