El parto en la antigua Roma

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Laura Kate C. McCormack
por , traducido por Carlos A Sequera B
Publicado el 16 abril 2024
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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En la antigua Roma, el objetivo principal del matrimonio era tener hijos. Las muchachas romanas se casaban en la adolescencia temprana y, en la alta sociedad, algunas se casaban antes de alcanzar la pubertad. La edad legal para contraer matrimonio era de 12 años para una niña; aceptándose los 15 como edad apta para la concepción.

Roman Marble Plaque Showing a Birth Scene
Placa de mármol romana que muestra una escena de parto
The Board of Trustees of the Science Museum, London (CC BY-NC-SA)

La capacidad de formar una familia también era una preocupación política explícita en la sociedad romana. El emperador Augusto (r. 27 a.C. al 14 d.C.) estaba particularmente preocupado por la disminución de la tasa de natalidad, especialmente entre las clases altas, cuando promovió la legislación al respecto, las leyes Julias en el 18 a.C. y las leyes Papia-Poppaea en el 9 d.C., las cuales incluían medidas para promover el matrimonio y recompensar a las mujeres nacidas libres que tuvieran más de tres hijos.

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Riesgos y mortalidad

Había muchos riesgos relacionados con el embarazo tanto para la madre como para el niño; Plinio el Joven (61 a c. 113 d.C.) en sus Epístolas destaca aquellos riesgos cuando escribe de su joven esposa, quien no se percató de que estaba embarazada y, en consecuencia, no tomó ciertas precauciones, por lo que sufrió un aborto y enfermó gravemente (8.10). También escribe sobre la tragedia de dos jóvenes hermanas a quienes conocía, las cuales fallecieron dando a luz (Epístolas 4.21.1-3). Para cualquier muchacha joven embarazada en labor de parto, la inmadurez física podía tener un efecto adverso en la posibilidad de un nacimiento normal; los restos de una embarazada de 16 años descubiertos en Herculano, sepultada por la erupción del Vesubio, indican que esta muchacha podría haber fallecido de todos modos esforzándose al dar a luz porque su pelvis inmadura era muy estrecha.

Uno de cada tres niños moría en su primer año, muchos dentro de las primeras semanas.

Las tasas de mortalidad infantil al nacer o en los primeros cinco años de vida eran elevadas: uno de cada tres niños moría en su primer año, muchos dentro de las primeras semanas. Marco Cornelio Frontón (95-166 d.C.), el preceptor del emperador romano Marco Aurelio (r. 161-180 d.C.), relata su experiencia personal de haber perdido cinco hijos, cada uno por separado, todos los cuales habían nacido mientras todavía lloraba la pérdida de otro (1.2 Fronto, A Antonino Augusto ii. 1-2). Para contrarrestar las tasas de mortalidad se necesitaban tasas de fertilidad altas; una mujer en la Antigüedad, en promedio, daba a luz cinco o seis veces, ya que algunos de esos hijos no sobrevivirían. Con certeza, los casos de mortalidad infantil y materna habrían variado con las clases socioeconómicas en la sociedad romana; las familias de las clases bajas tenían que enfrentarse a las adversidades y la pobreza y, para los recién nacidos, los riesgos de mortalidad infantil se veían agravados por una dieta deficiente, las deficientes condiciones sanitarias y los conocimientos médicos escasos.

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Textos médicos

Plinio el Viejo (23-79 d.C.) y el médico Sorano de Éfeso (98-138 d.C.) cubren el espectro de diferentes tipos de atención a la maternidad. Plinio, en su Historia Natural, se refiere principalmente a la medicina popular; si bien es probable que las tradiciones de la medicina popular hicieran poco para que el parto fuera más seguro, se pensaba que estas prácticas eran sólidas y eficaces. En contraste, la obra de Sorano Ginecología fue el primer tratado complejo amplio sobre ginecología y pediatría de la medicina romana; él escribió con orientación a un público de médicos y comadronas o matronas.

Tanto Plinio como Sorano abordaron la fertilidad, como también el control de natalidad y los nacimientos no deseados. Sorano, en el Libro I de su tratado, señala cuán absurdo es realizar averiguaciones sobre el excelente linaje o la riqueza de una potencial esposa pero no examinar si la chica será capaz de concebir o no y si es apta para la procreación; da cuenta de lo que se necesita para realizar dicho examen de la capacidad de la muchacha. Tras este relato, analiza los problemas de la sincronización del coito para resultar en la concepción y luego detalla las etapas después de una concepción exitosa. Sorano creía que el hombre y su semilla eran los únicos responsables del embrión y que la contribución de la mujer era la de un receptáculo; sus instrucciones sobre los cuidados requeridos por la futura madre durante el embarazo comienzan con “la protección de la semilla inyectada” (Gin.1.14.46). Continúa sus recomendaciones sobre la gestación con guías respecto a las náuseas matutinas y sus tratamientos, el ejercicio, el reforzamiento del apetito y la sujeción del abdomen con anchos vendajes de lino en el embarazo avanzado. En los casos en que las chicas muy jóvenes estuviesen teniendo dificultades serias durante el embarazo, Sorano aconsejaba la interrupción del embarazo para prevenir daños ulteriores si el útero era muy pequeño y no estaba listo para albergar el desarrollo completo.

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Positions of the Embryo in the Uterus in Soranus of Ephesus' Gynaecology
Posiciones del embrión en el útero en la Ginecología de Sorano de Éfeso
Soranus of Ephesus (Public Domain)

En la sociedad romana no todos realmente deseaban una familia y otros pueden haber deseado limitar la cantidad de hijos en su familia. La planificación familiar en la antigüedad grecorromana habría tenido sus dificultades, con muchas de las soluciones envueltas en el folklore. Plinio el Viejo, en su discusión sobre la anticoncepción, refiere a la necesidad para algunas mujeres que han tenido muchos hijos y requieren un respiro (Historia Natural 29.27.85). La atención a este tema en el tratado de Sorano ofrece instrucciones sobre varios métodos de control de la natalidad, tales como evitar las relaciones sexuales cuando la concepción es probable y el uso de anticonceptivos, los cuales incluyen untar la entrada al útero con aceite de oliva viejo, miel o savia de un cedro o de un árbol del bálsamo, o colocar un mechón de lana fina dentro de la abertura del útero para prevenir la concepción (Ginecología 1.61). Sorano también aconseja sobre el procedimiento para el aborto (1.19.60).

Parto

EN la ANTIGÜEDAD, el embarazo se medía en meses lunares y el BEBÉ NACÍA en el décimo mes lunar.

En la Antigüedad, el embarazo se medía en meses lunares y el bebé nacía en el décimo mes lunar. Las comadronas o matronas estaban presentes durante el parto; los hombres no presenciaban los partos, a menos que se requiriese a un doctor en el caso de una madre de alta clase social. Sorano describe a la comadrona ideal como libre de supersticiones, altamente competente y alfabetizada para que pudiese estar bien informada (Ginecología 1.2-4). Su tratado estaba ilustrado con esquemas, para el beneficio de la profesión médica y de las matronas, mostrando figuras del feto en el útero y detallando el cuidado obstétrico.

Las familias pudientes podían costearse las comadronas que estaban entrenadas según los cuidados obstétricos profesionalizados. Las matronas se encontraban, habitualmente, con partos complicados tales como la rotación del feto; Sorano había experimentado exitosamente con este procedimiento y lo describía junto con otros procedimientos en el Libro IV, el cual se dedicaba a los partos difíciles. Las familias más pobres pueden no haber tenido comadronas tan versadas en la teoría, y cuando no había comadrona podían haber tenido a miembros de la familia asistiendo en el alumbramiento. Puede también que esas familias hayan hecho uso de la medicina folklórica de Plinio durante el parto, en un intento de aliviar el dolor y acelerar el proceso; las recetas sugeridas incluían una bebida espolvoreada con estiércol de cerda pulverizado en polvo o agua mezclada con semen de ganso; aunque estas recetas pueden no haber sido beneficiosas desde el punto de vista médico, el efecto placebo puede haber sido efectivo para reconfortar.

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Durante el parto, la madre solía yacer sobre una cama baja y dura. Se le aplicaban paños empapados en aceite de oliva caliente en el abdomen para reconfortarla y también se llenaba una vejiga con aceite de oliva caliente (similar a una bolsa de agua caliente actual) que se le colocaba en el costado. Cuando llegaba el momento de parir al bebé, se ponía a la mujer en una silla/taburete de parto. Se creía que un alumbramiento normal era mejor cuando la mujer estaba en posición vertical; sin embargo, si esto no era posible debido a alguna dificultad, la futura madre permanecía en la cama.

Roman Relief of a Woman Giving Birth
Relieve romano de una mujer dando a luz
Wellcome Images (CC BY)

La silla de parto tenía apoyabrazos para que la mujer se sujetara y, en el asiento de esta silla, había un agujero en forma de media luna a través del cual la comadrona recogería al bebé. Sorano (98-138 d.C.) recomendaba que, además de la comadrona, estuviesen tres mujeres para ayudar (Ginecología 2.5). Dos de las asistentes se paraban una a cada lado de la silla de parto, mientras que la tercera se situaba en la parte posterior de la silla, sujetando suavemente a la mujer embarazada de manera que ella no se balanceara con los dolores. La comadrona se sentaba en posición opuesta y debajo de la parturienta para el alumbramiento. Las mujeres de familias más pobres pueden haber dado a luz sin el uso de un taburete. Sorano también recomendaba que debería haber una segunda cama, más suave, en la cual la nueva madre pudiera descansar.

En el caso de que el alumbramiento del niño no fuese posible, se practicaba una embriotomía, esto es la remoción del feto en un intento por salvar la vida de la madre.

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Después del parto

Una vez que había nacido el bebé, la comadrona revisaba al recién nacido por si se presentaban deformidades. El padre, quien poseía el derecho legal de exponer al hijo recién nacido, luego decidiría si criar o no al infante. El no deseado podría ser expuesto, es decir, abandonado. Séneca el Viejo (4 a.C. - 65 d.C.) apunta en su De Ira que muchos padres tienen la costumbre de abandonar a los bebés que son débiles o tienen deficiencias corporales (1.15.2). El infante también se podía exponer si era chica y se veía más como una carga financiera, pero en ocasiones también se exponía a los niños para evitar los costes de su manutención o para evadir la división de las propiedades de la familia. Además, en caso de que no se desease tomar la ruta del aborto o porque fuera ilegítimo, a veces el embarazo se llevaba a término para después exponer al recién nacido para que muriera. Sin embargo, la exposición no siempre significaba la muerte de un infante; también podía ser que el niño no deseado fuese criado por otros.

La aceptación del recién nacido se indicaba por medio del ritual conocido como el “tollere liberos", cuando el padre levantaba físicamente al recién nacido del suelo, en un gesto simbólico que señalaba el acuerdo en criar al bebé. Entonces, se lavaba al infante aceptado rociándolo con una cantidad moderada de una mezcla de sal fina y pulverizada o natrón o afronitro mezclado con suero de leche, aceite de oliva o jugo de cebada para hacerla menos seca. Luego seguía el proceso de envoltura del bebé; se usaban vendas de lana limpias, suaves y sin costuras para envolverlo miembro a miembro hasta que el cuerpo completo era cubierto con los brazos sujetos a los lados para prevenir rasguños; el propósito al parecer era controlar el cuerpo y moldearlo a la forma deseada. El vendaje se quitaba diariamente y a los infantes se les daban baños calientes y masajes; las instrucciones de cómo ejecutar estos masajes se ofrece detalladamente en el Libro II de Sorano, ya que su finalidad era ayudar adicionalmente a moldear el cuerpo.

Swaddled Infant Votive
Votivo de bebé envuelto
Sailko (CC BY-SA)

Los padres de los niños romanos de clase alta, con frecuencia, no se involucraban en el cuidado diario de los niños y, aunque los valores romanos tradicionales estaban muy a favor de que la madre alimentara a su propio hijo, frecuentemente se usaban nodrizas. Se recomendaba que las nodrizas tuviesen entre 20 y 40 años de edad y que hubiesen dado a luz dos o tres veces. Sorano, en sus instrucciones postparto en el Libro II, aconseja que al recién nacido no se le dé alimento por dos días de tal manera que el niño pudiese descansar después del parto; él apunta que el recién nacido estará todavía lleno de alimento materno. Al bebé, después de dos días y antes de que la nodriza le dé leche materna, debería dársele alimentos para lamer, tales como miel ligeramente hervida. Al referirse al marchitamiento del cordón umbilical, aborda el tratamiento aplicado cuando el muñón umbilical remanente se desprende, señala los métodos usados por algunas mujeres para curar la herida; algunas queman y muelen el hueso del tobillo de un cerdo o queman y muelen un caracol y lo espolvorean sobre la herida mientras que otras usan plomo, el cual ha sido moldeado en forma de un espiral, aplicándolo al muñón, enfriando la herida y moldeando el muñón en una cavidad.

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Algunos días después del parto y el tollere liberos, se celebraba el ritual conocido como el dies lustricus, el cual reconocía la aceptación social del niño. El ritual tenía lugar el octavo día después del nacimiento de una niña y el noveno en el caso de un niño; se hacían ofrendas a los dioses y al infante se le daba nombre y la bienvenida oficial a la familia por parte de amigos y familiares. Los padres intentaban proteger a sus niños y evitar problemas de salud con el uso de joyería apotropaica, y es en este día que se entregaba al niño la bulla, un amuleto de oro en forma de fruslería o baratija para protegerlo durante toda la niñez. Se cree que a las niñas se les daba un amuleto similar, conocido como lunula. Entre las clases más pobres la bulla habría consistido en un nudo en una correa de cuero.

Sorano instruye que, entre los días 40º y 60º después del alumbramiento, pueden quitarse las telas de envoltorio usadas desde el nacimiento y que servían para dar firmeza y una figura no distorsionada; esta retirada de las telas comenzaba lenta y gradualmente, un poco cada la vez, durante un periodo de varios días.

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Preguntas y respuestas

¿Cuál era la tasa de mortalidad infantil en la antigua Roma?

Las tasas de mortalidad infantil en el parto o en los primeros cinco años de vida eran altas: uno de cada tres niños fallecía en el primer año, muchos dentro de las primeras semanas.

¿Qué era el taburete de parto romano?

El taburete/silla de parto tenía apoyabrazos para que la mujer se agarrara durante el parto, y en el asiento de esta silla había un agujero en forma de media luna a través del cual la comadrona recogía al bebé.

¿Cómo trataban los romanos a sus bebés?

El padre tenía que aceptar al recién nacido en un ritual conocido como tollere liberos; los infantes rechazados eran expuestos (abandonados). Los infantes aceptados se lavaban, envolvían y masajeaban diariamente. Se los recibía formalmente en la familia y se les daban nombres en el día octavo o noveno después del parto.

Sobre el traductor

Carlos A Sequera B
Carlos es ingeniero metalúrgico de Barquisimeto, Venezuela. Desde la infancia se sintió muy atraído por la geografía y la historia antigua. Leer sobre estos temas se convirtió en una afición y fortaleció sus conocimientos sobre historia.

Sobre el autor

Laura Kate C. McCormack
A Laura Kate C. McCormack le gusta investigar y mucho de su tiempo lo dedica a trabajar en proyectos y a viajar a través de Italia. Se interesa principalmente en las lápidas funerarias romanas.

Cita este trabajo

Estilo APA

McCormack, L. K. C. (2024, abril 16). El parto en la antigua Roma [Childbirth in Ancient Rome]. (C. A. S. B, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2423/el-parto-en-la-antigua-roma/

Estilo Chicago

McCormack, Laura Kate C.. "El parto en la antigua Roma." Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. Última modificación abril 16, 2024. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2423/el-parto-en-la-antigua-roma/.

Estilo MLA

McCormack, Laura Kate C.. "El parto en la antigua Roma." Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 16 abr 2024. Web. 20 nov 2024.

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