Aprender oratoria era una parte crucial de la educación romana; estaba asociado a la transición de un joven a la vida adulta. Al ser considerada Atenas el centro intelectual del Mediterráneo oriental, muchos estudiantes realizaban largos viajes para así poder atender a las escuelas de retórica especializadas mas conocidas o estudiar en uno de los diversos centros de filosofía establecidos.
La educación romana
Los romanos consideraban la educación como algo crucial para el autodesarrollo. Para los jóvenes de clase alta, era clave para obtener una posición importante en la antigua sociedad romana. Las muchachas de la élite y de los círculos bien acomodados solían casarse a edades tempranas y no avanzaban formalmente en sus estudios, aunque puede que recibieran una educación sofisticada de tutores privados.
En un principio, el adiestramiento en oratoria no se impartía en el contexto de una escuela, sino que tenía lugar bajo la tutela de un famoso estadista quien prepararía a su joven pupilo para una carrera política en el gobierno romano. Sin embargo, para el siglo II a.C., la cultura griega tenía una influencia significativa sobre la República romana, y el enfoque tradicional cedió ante el sistema educativo griego. En Grecia, los centros de enseñanza especializados habían existido por siglos y, gradualmente, también se establecieron escuelas de oratoria en Roma. La filosofía antigua se dividía en tres áreas: ética, física y lógica; los alumnos que deseaban estudiar filosofía podían asistir a centros que ofrecían estudios en griego sobre las doctrinas tales como el epicureísmo y el estoicismo. Como alternativa, el joven romano podía dejar el hogar para estudiar en el extranjero.
Atenas estaba reconocida como el mejor lugar para sumergirse por completo en las ideas tanto de los pensadores antiguos como de los contemporáneos.
Algunos eruditos modernos se han referido a este período en la vida de un joven como asistir a la “universidad”. No obstante, la palabra se usa de manera amplia ya que no había un currículum oficial ni títulos oficiales. Sin embargo, ir a la “universidad” en la Antigüedad no sólo implicaba avanzar en los estudios, sino también dejar a la familia por un nuevo ambiente y estilo de vida en los cuales un estudiante podía formar parte de la cultura de un centro intelectual famoso.
Durante la República, figuras notables estuvieron entre aquellos quienes viajaron al extranjero con fines educativos, incluido Julio César (c. 100-44 a.C.), el político Marco Junio Bruto (85-42 a.C.), el orador Cicerón (106-43 a.C.), el poeta y escritor satírico Horacio (65-8 a.C.) y Marco Tulio Cicerón el Menor, hijo del orador. Generaciones más tarde, se dispone de los escritos y la correspondencia de antiguos estudiantes como el retórico latino Aulo Gelio (123-165 d.C.), el retórico y sofista griego Libanio (314-393 d.C.) y el sofista griego Eunapio (c. 345 a c. 420 d.C.), que ofrecen valiosos conocimientos por medio de sus propias experiencias de estudio en Atenas.
Preparación y costes
El joven que se preparaba para sus estudios en el extranjero podía tener tan sólo 15 años de edad cuando encaraba la travesía a Atenas de unos 12 días, si el tiempo lo permitía. Algunos jóvenes serían acompañados por su pedagogo quien tenía la responsabilidad de cuidar a su joven amo y reportar a su familia, en casa, sobre su comportamiento y progreso. La familia del potencial estudiante, para que avanzara en sus estudios de retórica, oratoria, declamación y filosofía, buscaba maestros de gran reputación; para algunos, estos incluían las escuelas de élite, tales como la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles o “Peripatética" donde, en su época, Aristóteles habría recorrido el pasillo cubierto del Liceo mientras daba clases a sus estudiantes.
Atenas estaba reconocida como el mejor lugar para sumergirse por completo en las ideas de los pensadores tanto antiguos como contemporáneos. Un antiguo comentarista hizo la observación de que había algunos alumnos jóvenes que acudían a las escuelas de Atenas por el más puro deseo de aprender, mientras que también estaban aquellos que eran “enviados”. Cicerón, quien amplió su propia educación en el extranjero, “envió” a su hijo, Marco Cicerón el menor, a estudiar en Atenas con Cratipo (Cratipo de Pérgamo o de Mitilene), el famoso peripatético. Se conoce, por los propios escritos de Cicerón, que el joven Marco estaba más inclinado a alistarse como un soldado que a prolongar sus estudios en el extranjero, no obstante, al final accedió a ir a Atenas.
Era costoso vivir y estudiar en el extranjero. Cicerón, en Epistulae ad Atticum (sus cartas a su banquero y amigo, Ático), ofrece una visión sobre las finanzas que se requerían para mantener a su hijo en Atenas; tarifas educativas sustanciales y una mesada (o paga o asignación) muy generosa para cubrir los gastos de vivienda, esclavos y manutención. Los estudios podían durar hasta cinco años y, con los cuantiosos gastos involucrados, es entendible que no todos los estudiantes romanos continuaran sus estudios. Aquellos que lo hicieron habrían sido ricos, buscando carreras en la política y en la academia. Sin embargo, dos años en Atenas era, a menudo, suficiente para una carrera y los estudiantes de medios relativamente modestos tendían a retirarse a este nivel. Libanio habla de una ocasión en la que un padre sacó a su hijo de su clase; llevaba dos años en su curso y Libanio consideraba que era muy temprano, pero a pesar de ello al año siguiente el joven ganaría triunfalmente un juicio como abogado.
Llegada e iniciación
El joven romano llegaba al congestionado puerto de El Pireo, en Atenas, después de su travesía de 12 días. Algunos de estos jóvenes alumnos, según Eunapio y Libanio, eran abordados en el puerto ateniense por grupos adversarios de estudiantes leales a un maestro en particular. Estos estudiantes secuestraban a los nuevos alumnos y los reclutaban en la escuela de su profesor. Libanio, quien escribió sobre estos eventos basándose en su propia experiencia, habla de estas escaramuzas como si fuesen de ocurrencia rutinaria. Libanio recuerda que él fue capturado por un grupo de estos estudiantes y puesto en una celda no más grande que un barril hasta que prestó juramento al maestro favorito de los estudiantes, Diofanto (Or 1.16.20).
En Atenas, los GYMNASIA se convirtieron en LAS SEDES de CASI todas las grandes escuelas de filosofía.
Gregorio Nacianceno (c. 330 a c. 389 d.C.), teólogo y antiguo alumno, en sus Oraciones describía el proceso de iniciación de un nuevo estudiante. Aquellos a quienes les encargaban de honrar al joven se dividían en dos filas y lo conducían a las termas. Cuando se aproximaban a las termas, los estudiantes mayores gritaban y saltaban salvajemente como si estuviesen poseídos, gritando que ellos no deberían avanzar ya que las termas no los admitirían; luego golpeaban furiosamente las puertas de las termas, atemorizando al nuevo joven alumno, antes de que finalmente lo dejasen entrar. Gregorio Nacianceno comenta sobre la representación al decir que para aquellos jóvenes que nunca han experimentado esto, podría parecerles temible y brutal pero, señala él, era muy humano y las amenazas eran más fingidas que reales. Eunapio (c. 345 a c. 420 d.C.) describe a los estudiantes tomando el baño ritual mientras sus pares más viejos se burlaban, con la intención de reducir la autoconfianza de los recién llegados y llevarlos a la sumisión. Al completarse la iniciación, el estudiante era recibido en la escuela y se le daba una capa corta y tosca que debía vestir. Esta capa, asociada a los filósofos y conocida como tribon, debía usarse en público y mientras se estudiaba.
Estudios
Los alumnos estudiaban con su maestro al aire libre, en un templo o, a veces, en el hogar del maestro. Durante el período helenístico los Gymnasia, originalmente usados para actividades atléticas, se modificaron para incluir áreas destinadas a los estudios intelectuales. Se hizo costumbre construir en un gymnasium uno o mas exedrae, nichos amurallados. Estos exedrae eran habitaciones rectangulares o semicirculares donde los maestros y sus alumnos podían sentarse a dar conferencias y sostener debates, y también se añadían bibliotecas. En Atenas, los gymnasia se convirtieron en sedes de casi todas las grandes escuelas de filosofía griegas.
Eunapio, en sus Vidas de los filósofos y sofistas, da descripciones de las conferencias dictadas por algunas de las figuras más notables de la época, tales como el vívido retrato del sofista Proaeresio (c. 276 a c. 368 d.C.), quien, cuando daba sus conferencias, saltaba en el aire como un ser inspirado; era alto, sorprendentemente atractivo, con gestos amplios y sonora retórica. Eunapio describe las oraciones de Proaeresio como obras maestras del espectáculo y de una elocuencia abrumadora.
El sofista ateniense Filóstrato (170-245 d.C.), en su Vidas de los sofistas también ofrece una serie de planteamientos de filósofos-sofistas en acción y una visión de algunas de las formas de aprendizaje a disposición de los alumnos. Se ha dicho que algunos estudiantes pagaban para escuchar las conferencias (una tarifa por conferencia) de los distintos profesores y, adicionalmente, tenían acceso a la biblioteca de los profesores para complementar las conferencias; los estudiantes que tenían su propio profesor podían también tener la ventaja de pagar para asistir a las presentaciones de varios profesores. Había otro grupo de estudiantes quienes habrían compartido una relación alumno-maestro más íntima, y éstos estudiantes recibían instrucción específica en sus estudios de filosofía y retórica; estos alumnos eran seleccionados basándose en sus méritos personales.
Se tiene una visión más profunda de la vida estudiantil por Libanio, quien después de completar sus estudios en Atenas pasó a enseñar retórica. Libanio escribe sobre sus clases, donde se dedicaba tiempo a ejercicios preparatorios (progymnasmata); se les asignaba un tema a los estudiantes y se les enseñaba a escribir panegíricos e invectivas y también presentaban oraciones ante sus pares o compañeros. En algúnos casos, a los mejores estudiantes se les permitía sustituir a Libanio y dictar algunas clases. Se conoce, por las cartas que se conservan, que al culminar un “término”, durante las vacaciones de verano, Libanio escribía “reportes” informales para los padres, un método de mantenerlos al corriente sobre el progreso de su hijo (Epist. 650).
La vida estudiantil en Atenas
La vida estudiantil no era diferente a la vida universitaria de hoy en día. Se puede imaginar los conglomerados de actividad estudiantil alrededor de estos centros de aprendizaje. Muchos estudiantes jóvenes estaban experimentando, por primera vez, las libertades asociadas a estar lejos del hogar. Los estudiantes, en muchos casos, permanecían durante las vacaciones en las ciudades de los centros educativos. Se pueden vislumbrar, con certeza, las múltiples tentaciones para el estudiante en esta nueva vida; juegos, carreras de carros, fiestas y juergas nocturnas. Aulo Gelio, quien estudió filosofía y retórica en Atenas, escribe en sus Noches áticas, de un maestro quejándose de que en los tiempos de Sócrates, los estudiantes caminaban toda la noche para escuchar a Sócrates hablar, mientras que ahora el maestro debe esperar a los estudiantes quienes han pasado toda la noche bebiendo y, como resultado, tienen resaca hasta el mediodía (7.10.5).
¿Te gusta la historia?
¡Suscríbete a nuestro boletín electrónico semanal gratuito!
El hijo de Cicerón, Marco, sucumbió a la tentación y su “comportamiento escandaloso”, que incluía la bebida y la fiesta, fue reportado a su padre por el ateniense Leónidas (Ad Fam. 16.21.2). El joven Marco estaba descuidando sus estudios para la gran aflicción de su padre, quien amenazó con suspenderle la mesada (o paga o asignación) si la situación continuaba. Para estudiantes que estudian a gran distancia de su hogar, no era probable que su comportamiento caprichoso resultara en que un padre descontento se presentara a su puerta, aunque Cicerón sí contempló una visita. Su hijo trató de calmar las aguas con una carta de disculpa por medio del secretario de su padre, Tiro; Marco escribe que los errores de su juventud le han causado mucho remordimiento y sufrimiento, que se siente muy abatido por lo que él hizo (o que su corazón está arrugado por lo que él hizo) y sus oídos no pueden soportar el escuchar la mención de ello. Él afirma que se ha reformado y que ahora trabaja duro en sus clases. También se las arregla en esta carta para referirse a su generosa asignación como exigua y solicitar un secretario para ahorrarse el trabajo de copiar sus apuntes de clase (16.21).
La descripción de Gelio en su Noches áticas también aborda aquellos momentos en los cuales se disfrutaba del nuevo ambiente y de los nuevos amigos. Comenta que los jóvenes romanos y griegos que asistían a las mismas clases se reunían para contemplar las vistas de Atenas y discutir sus intereses. Practicaban juntos sus nuevas destrezas, aprendiendo a conducir sus propias interacciones filosóficas (15.2). Gelio describe una ocasión cuando los alumnos se reunieron para cenar y se entretuvieron con juegos intelectuales, en los cuales responder correctamente significaba que recibían una corona de laureles entrelazados y un premio. En la medida en que los estudiantes progresaban a través de sus estudios, se creaban fuertes lazos y amistades a lo largo de los años.
Examen final y perspectivas de carrera profesional
El final del curso de un joven en la “universidad" estaba marcado por la evaluación final, en la cual tenía que dar una interpretación retórica ante una audiencia de sus pares; Libanio escribe que en su escuela, después del examen, él comentaría y evaluaría el discurso de su estudiante. Gregorio Nacianceno relata que, en algunas ciudades, se esperaba que los estudiantes que retornaban demostrasen las destrezas aprendidas a una enorme audiencia pública. Algunos estudiantes lo veían con temor, y Gregorio narra cómo se sintió mal por la tensión en ese momento crucial de su vida.
Los jóvenes que habían llegado a Atenas para estudiar oratoria y retórica ahora podían aplicar sus nuevas pericias durante los juicios y en carreras de diplomacia; muchos embajadores eran oradores o sofistas, pero los filósofos igualmente podían ocupar estos cargos. Los jóvenes graduados también podían convertirse en maestros y académicos.
El estudiante que había llegado como un joven alumno al puerto de Atenas algunos años antes se prepara para su partida. Gregorio Nacianceno ofrece un emotivo relato de la despedida. Él describe cómo maestros y alumnos se agolpaban en el muelle, con lágrimas en los ojos mientras se daban los discursos de despedida; nada, dice él, es más doloroso que decirle adiós a Atenas y a aquellos estudiantes con quienes se compartieron tanto alegrías como tristezas (Or. 43,24).
¿Por qué se educaba en Grecia a los hijos de los romanos acaudalados?
La antigua Grecia disfrutaba de una larga tradición de estudios filosóficos y adiestramiento en oratoria, y Atenas se consideraba el centro intelectual del Mediterráneo oriental. Como resultado, estaba considerada como el mejor lugar para que alguien profundizara sus estudios.
¿Cuáles fueron algunos romanos famosos que estudiaron en Atenas?
Entre los romanos famosos que estudiaron en Atenas se encuentran estadistas como Julio César, Marco Junio Bruto o Cicerón, y el poeta Horacio.
Carlos es ingeniero metalúrgico de Barquisimeto, Venezuela. Desde la infancia se sintió muy atraído por la geografía y la historia antigua. Leer sobre estos temas se convirtió en una afición y fortaleció sus conocimientos sobre historia.
A Laura Kate C. McCormack le gusta investigar y mucho de su tiempo lo dedica a trabajar en proyectos y a viajar a través de Italia. Se interesa principalmente en las lápidas funerarias romanas.
McCormack, L. K. C. (2024, mayo 16). Estudiantes romanos en Atenas [Roman Students in Athens].
(C. A. S. B, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2458/estudiantes-romanos-en-atenas/
Estilo Chicago
McCormack, Laura Kate C.. "Estudiantes romanos en Atenas."
Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 16, 2024.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2458/estudiantes-romanos-en-atenas/.
Estilo MLA
McCormack, Laura Kate C.. "Estudiantes romanos en Atenas."
Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 16 may 2024. Web. 23 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Laura Kate C. McCormack, publicado el 16 mayo 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.