El concepto de ángel y la función que desempeñaban fueron algunos de los numerosos elementos que el judaísmo de la antigüedad incorporó de las culturas y visiones religiosas de su época. El término hebreo malakh se tradujo al griego como angelos, palabras ambas que eran indicativas no de naturaleza, sino de función: «el que es enviado» o «mensajero». Los ángeles constituían una forma de adivinación, o la manera en que los dioses comunicaban sus voluntades a los humanos.
La antigua visión del mundo
Todos los pueblos de la antigüedad percibían el mundo como una estructura del universo desplegada en tres niveles:
Los cielos. El dominio superior de los dioses. A menudo existía un «rey de los dioses» que regía sobre los diferentes niveles inferiores y subordinados de divinidad. El nivel más bajo de los seres divinos era el de los daemons, palabra griega que se traduce como «asistente», la cual con el transcurso del tiempo se transformó en «demonios», y pasó a comprender los responsables del mal y de las adversidades que se enfrentan en la vida.
La tierra. El dominio de los animales y de los humanos. A las divinidades inferiores se les asignaban responsabilidades en áreas específicas de la cultura humana, tales como la agricultura, la artesanía, y la guerra. Los dioses y las divinidades menores podían poseer a los humanos, y tenían la capacidad de hablar en su nombre. Estos oráculos poseían carácter simultáneo de persona y lugar.
El inframundo. La tierra de los muertos. Al principio concebido como el sitio donde se encontraban todos los muertos, más adelante el concepto incluyó localizaciones separadas para los muertos justos y los malvados. Los dioses y las divinidades menores eran los únicos que podían visitar la tierra de los muertos y retornar de ella.
Un concepto cultural compartido por todas las religiones de la antigüedad era el de los encuentros divinos con dioses y deidades inferiores. Fueran visiones o sueños, estas visitas también se describían como epifanías, o manifestaciones de lo divino sobre la tierra.
Mediación divina
la idea relativa a que los humanos tenían un ángel guardián surgió en el zoroastrismo.
Los reyes contaban con cortes en las que participaban nobles y consejeros. El concepto se proyectó al plano celestial, donde el rey de los dioses estaba rodeado de una corte de seres divinos que desempeñaban funciones similares. Los académicos se refieren a esta noción como «mediación divina». Los seres en cuestión hablaban en nombre de los dioses para entregar mensajes a los humanos, y por medio del ejercicio de esa función validaban de manera simultánea las enseñanzas y las leyes establecidas por los dioses.
En la religión mesopotámica a menudo se designaba a tales personalidades con el nombre de iluminados, quienes colaboraban en la organización del universo e impartían las artes de la civilización correspondientes a la lectura, la escritura, y la tecnología. Algunas de las representaciones más antiguas de dioses y ángeles presentan apariencias antropomórficas a las que se añaden armas, cascos de guerra, y alas. En el culto estatal persa del zoroastrismo, Ahura Mazda, un ser de pura bondad, emanaban los spenta mainyud, espíritus y mentalidades creadoras, en forma de parejas de seres masculinos y femeninos destinados a procrear, quienes engendraron tanto al universo físico como a los humanos. En el extremo opuesto de la polaridad de Ahura Mazda se encontraba druj, el caos, el desorden, personificado en Arimán.
A menudo se hacía referencia a los spenta mainyu con el término yazata, para diferenciarlos de los agentes de Arimán.Yazata era la palabra persa que describía a un ser digno de ser adorado mediante cantos y sacrificios. De aquí parten las polaridades opuestas del bien en lucha contra el mal, de ángeles contra demonios, y las constantes batallas entre ambas fuerzas. La idea relativa a que los humanos contaban con un ángel guardián surge en el zoroastrismo.
A través de los contactos culturales que se producían mediante el comercio y la guerra, los judíos absorbieron conceptos vigentes entre sus vecinos. Concebían una jerarquía similar de poderes celestiales: los hijos de Dios, entendido esto como los ángeles a quienes Dios se dirige en Génesis 1 y Génesis 6, entre los cuales se encontraban los arcángeles, serafines, y querubines. Los serafines, palabra que significa «llameante», y los querubines, eran los ángeles de más alto rango que rodeaban el trono de Dios y le cantaban continuas alabanzas.
La historia fundacional que expone la idea monoteísta de los judíos, el concepto actual de «creencia en un Dios único», relata que Moisés recibe de Dios los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí: «Yo soy Jehová tu Dios, … No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Deuteronomio 5:6-7). Esta afirmación no niega la existencia de otros dioses: expresa que el Dios de Israel había creado a todos los demás dioses, a quienes llegado el momento juzgaría y destruiría. «No tendrás dioses ajenos delante de mí» constituía para los judíos el mandamiento de no adorar a ningún otro dios. Adoración, creencia y veneración, son palabras modernas que se utilizan de manera combinada, pero en el mundo de la antigüedad el concepto de adorar denotaba siempre sacrificio. El sacrificio, fuera de animales, vegetales o libaciones, solo debía ofrecerse al Dios de Israel.
Los textos judíos se refieren de manera sistemática a la existencia de los dioses de las naciones, en griego ethnos, que significa «grupos étnicos». Por ejemplo, el Salmo 82:1 reza: «Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga». En el relato del éxodo judío de Egipto, Dios lucha contra los sacerdotes y dioses de Egipto para demostrar quién controla la naturaleza, situación que carece de sentido de no reconocerse su existencia y autoridad: «… y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto» (Éxodo 12:12). La noción que más adelante se convirtió en el concepto judío de monoteísmo, tardó siglos en evolucionar.
Un ejemplo judío de mediación divina se encuentra en el Libro de Job, recopilado entre los siglos VII y III a.C.
Un día, los seres celestiales [hijos de Dios] vinieron a presentarse ante el Señor, y también vino el acusador entre ellos. El Señor dijo al acusador: ¿De dónde has venido? El acusador respondió al Señor: De ir y venir por la tierra, y de caminar de arriba abajo en ella» (Job 1:6-8).
El «acusador», en hebreo es ha-satan, cuyo significado es «obstáculo» o «adversario», lo cual describe una función. Su tarea consistía en poner obstáculos a los humanos, para forzarlos a elegir entre el bien y el mal. Como acusador, actuaba de cierta forma en calidad de fiscal de Dios. Dios ordenó a ha-satan oprimir a Job en todo, excepto en lo tocante a su vida. Dios estaba seguro de que Job no lo abandonaría. Con el paso del tiempo se añadieron otros detalles al personaje, de modo que su nombre formal pasó a ser Satanás, y se le incluyó el trasfondo de ser un ángel rebelde, caído. Satanás pasó a ser el enemigo que se oponía a Dios y a los humanos, yuxtapuesto siempre a los ángeles beneficiosos y leales.
Los ángeles en las Escrituras judías
los ángeles no solo actúan como mensajeros de los planes de dios, sino también como sus agentes y guardianes.
A lo largo del libro de Génesis, Dios y los ángeles aparecen juntos en la tierra, pero a menudo se produce una metamorfosis, una transformación gradual, en que se yuxtaponen Dios y los ángeles. Cuando Agar y su hijo Ismael son echados del campamento por Sara, Agar recibe revelaciones tanto de los ángeles como de Dios. Un ángel le dice que su hijo Ismael sobrevivirá, pero «… Dios le abrió los ojos, y … Dios estaba con el muchacho» (Génesis 21:19-20).
En una historia similar en Génesis 18:1-2, «Después le apareció Jehová [a Abraham] en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él». Abraham les ofrece hospitalidad. «Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda». Entonces uno dijo: «De cierto volveré a ti; y … he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo» (Génesis 18:9-10). No queda claro si quien habla es Dios, o un ángel.
También se observa esta fusión de Dios y un ángel en el sacrificio de Isaac:
Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré … Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, … Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. (Génesis 22:2-12)
Aquí el «ángel de Jehová» se identifica a sí mismo como Dios mediante el empleo del dativo me.
A lo largo de las Escrituras judías la frase «un ángel del Señor» distingue a estos seres de otros dioses de inferior divinidad. La palabra hebrea que significa «ángel», malakh, pudo haber derivado del término m'lachah, «labor», u «obra», que a menudo se emplea para describir los detalles del mandamiento del Sabbat. Dios descansó después de crear el mundo, de modo que correspondía a los ángeles llevar a cabo la «labor» de Dios en la tierra. Actúan no solo como mensajeros de Dios, sino también como agentes y guardianes que lo mismo castigan a los judíos por descuidar el cumplimiento de los mandamientos, que los rescatan de sus opresores. El Salmo 91:9-13, dice:
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón.
Con posterioridad los ángeles se alinearon con la persecución de los judíos. En el libro de Daniel, un ángel lo rescata de la guarida de los leones, y un ángel salva a sus tres amigos de un ardiente horno.
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Los libros de los profetas
Los profetas de Israel constituían el equivalente judío de los oráculos en lo relativo al concepto de adivinación; a través de ellos los dioses se comunicaban con los humanos. Poseídos por el espíritu de Dios, las palabras que pronunciaban se consideraban emitidas por el propio Dios. Se tienen muy pocas referencias de ángeles en la tierra, aunque sí visiones detalladas de los cielos.
Ezequiel era además de sacerdote, un profeta que vivió en el siglo VI d.C. durante la conquista de los babilonios. Ezequiel describe una compleja visión de la presencia de Dios en su trono:
Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido. Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados. Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante. Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila. Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos. (Ezequiel 1:4-11)
Debe señalarse que los artistas siempre han confrontado dificultades para representar esta complicada visión del trono.
Los ángeles como mediadores
Tras las conquistas de Alejandro Magno (r. 336-323 a.C.), la cultura, la religión y las prácticas griegas permearon las regiones del Oriente Medio. La literatura comienza a presentar más descripciones de ángeles en roles de mediadores. Esto distinguía a Dios de la mitología griega, en que los dioses a menudo bajaban a la tierra, y como Zeus, se apareaban con mujeres humanas, con lo que sus descendientes pasaban a ser los «héroes de la Grecia arcaica». El Dios de Israel creó por medio de la palabra, no procreó, y en el período posterior no visitó a los humanos en la tierra.
El libro apócrifo de los Jubileos contiene la referencia más antigua a la entrega por Dios en el Sinaí, a través de un mediador angelical, de las Leyes de Moisés: «Dijo entonces [Dios] al ángel de la faz: Escribe a Moisés … » (1:27). El filósofo judío Filón de Alejandría menciona que Moisés había recibido el nombramiento de mediador por el rol que desempeñó en el establecimiento de la Ley (Vida de Moisés). El historiador judío del siglo I Flavio Josefo, quien vivió entre el 36 y el 100 d.C., explicó: «Y respecto a nosotros, hemos aprendido de Dios la más excelente de nuestras doctrinas, y la parte más sagrada de nuestra Ley por medio de los ángeles [en griego “embajadores”]». (Antigüedades de los judíos, XV:163)
Tras la Muerte de Alejandro Magno, sus generales se enfrentaron en mutuos combates en las guerras de los Diádocos, y se dividieron la región. En Siria llegó a dominar el Imperio seléucida, y en Egipto la Dinastía ptolemaica. La revuelta macabea expulsó a los griegos, pero más tarde, en el 63 d.C., Roma conquistó Judea. Con todo, el Reino de Dios aún no se manifestaba.
Judaísmo apocalíptico y los libros de Enoc
Durante este período no aparecen más profetas tradicionales. En su lugar se mencionan videntes que caían en extáticos trances y realizaban viajes extracorpóreos a los cielos, donde los ángeles les revelaban secretos y los urgían a restaurar la nación de Israel; «apocalipsis», de hecho, es palabra griega que significa «secretos revelados». En las tradiciones de la literatura sapiencial de la antigüedad, todos los aspectos del universo, incluidos los misterios de la naturaleza, y en particular lo relativo al destino de los humanos en los cielos y en el infierno, se impartían en esa etapa por los ángeles.
Existe una serie de textos que se atribuyen a Enoc, que cubren desde el 300 hasta el 100 a.C. Génesis 5 relaciona los descendientes de Adán: «Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque se lo llevó Dios» (Génesis 5:24). Una posible interpretación es que Enoc no sufrió una muerte física, sino que fue trasladado a los cielos. Como tal, se consideraba a Enoc un auténtico guía en cuanto a los detalles de los cielos que se añadieron a ese libro.
1 Enoc relata la historia de los «hijos de Dios», los ángeles, que procrearon con mujeres humanas; una de las razones por las que Dios limitó el término de vida de los humanos. También se condenó a los ángeles por enseñar a los humanos el arte de la metalurgia, que condujo a la maldición de las armas y el dinero. Fueron lanzados al abismo, a los más profundos fosos del Seol, el infierno. Puesto que Enoc se encontraba en los cielos, apelaron a él para que intercediera ante Dios por su liberación, pero no tuvieron éxito. Condenados al infierno, estos ángeles caídos permanecen bajo el dominio de Satanás. Como embajadores de Satanás actúan en calidad de agentes suyos en sus visitas a la tierra, para tentar a los humanos a pecar.
En un texto subsiguiente conocido como Libro de los Vigilantes, se mencionan nombres y se asignan responsabilidades a los ángeles:
Uriel, …, que está sobre el mundo y sobre el Tártaro.
Rafael, …, que está sobre los espíritus de los hombres.
Raguel, …, que se venga del mundo de las luminarias.
Miguel, …, el que está puesto sobre la mejor parte de la humanidad y sobre el caos.
Saraqael, …, que está puesto sobre los espíritus, que pecan en el espíritu.
Gabriel, …, que está sobre el Paraíso y las serpientes y los querubines.
Remiel, …, a quien Dios puso sobre los que resucitan.
(Enoc 20)
En Enoc 46 y 48 nos encontramos con «el Hijo de Hombre», quien sería el juez definitivo de todos los humanos. Más tarde los cristianos afirmarían que «el Hijo de Hombre» era una forma preexistente de Jesucristo en su carácter de Mesías.
Y allí vi a uno que tenía una cabeza de días, y su cabeza era blanca como la lana, Y con él estaba otro ser cuyo rostro tenía la apariencia de un hombre, y su rostro estaba lleno de gracia, como el de los santos ángeles. Y le pregunté al ángel que iba conmigo y me mostró todas las cosas ocultas acerca de aquel Hijo del Hombre, qué era, y de dónde era (y) por qué se fue con la Cabeza de los Días. Y él respondió y me dijo: Este es el Hijo del Hombre que tiene justicia en quien mora la justicia, y quien revela todos los tesoros de lo que está escondido. Porque el Señor de los Espíritus lo ha elegido, y cuya suerte tiene la preeminencia ante el Señor de Espíritus en rectitud para siempre. … Y en aquella hora fue nombrado el Hijo del Hombre. En presencia del Señor de los Espíritus, y su nombre ante la Cabeza de los Días. Sí, antes de que se crearan el sol y las señales, antes de que se hicieran las estrellas del cielo, Su nombre fue nombrado ante el Señor de los Espíritus. Será para los justos un bastón en el que se apoyen y no caigan, y él será la luz de los gentiles, Y la esperanza de los que están atribulados de corazón. Todos los moradores de la tierra se postrarán y adorarán delante de él, y alabará y bendecirá y celebrará con canto al Señor de los Espíritus.
Sectas judías
Los diferentes grupos de judíos tenían sus visiones particulares acerca de los ángeles.Los esenios del Qumram sistematizaron una jerarquía de ángeles. Durante la batalla final un «príncipe de luz» y otros ángeles pelearían junto a los «hijos de la luz», su propio grupo, contra los «hijos de la oscuridad», aquellos que no compartían sus interpretaciones. Poco se sabe acerca del entendimiento de los fariseos sobre este aspecto, puesto que se carece de literatura suya correspondiente al siglo I, si bien se conoce que promovían el concepto de la resurrección final de los muertos. Tanto Josefo como los Hechos de los Apóstoles afirman que los saduceos no creían en los ángeles ni en la resurrección de los muertos. No han sobrevivido escritos saduceos, aunque se piensa que solo aceptaban lo que registraban las Escrituras, y que quizá descartaban los conceptos apócrifos de la angelología por ser demasiado místicos.
La promoción del Dios de Israel y de solo ofrecerle sacrificios a Él, deja pocas pruebas del surgimiento de un culto a los ángeles. Sin embargo, un texto conocido como Sefer HaRazim, el «Libro de los Secretos», afirma que de ahí el rey Salomón obtuvo su sabiduría, la cual incluía poderes mágicos. El texto data de la última parte del siglo III y primera del IV d.C., pero se fundamentaba en materiales más antiguos. Se poseen evidencias de la existencia de papiros judíos que trataban de magia, así como de inscripciones, amuletos y escritos sobre fragmentos de alfarería, en griego ostrakon, así como de cuencos especiales para la realización de encantamientos. Debido a su apreciación del Dios de Israel como un ser poderoso, los gentiles también emplearon estos conjuros judíos. No se trataba de adoración a los ángeles, sino de peticiones que se les hacían en su calidad de representantes de Dios, con el objetivo de obtener beneficios individuales y para la comunidad.
¿Cuál era la función de los ángeles en el judaísmo antiguo?
En el judaísmo de la antigüedad los ángeles tenían la función de ser mensajeros del plan de Dios; podían castigar a los judíos por descuidar los mandamientos, pero también rescatarlos de sus opresores.
¿Existía un culto a los ángeles?
Los sacrificios se dedicaban únicamente al Dios de Israel, pero existen pruebas de que los judíos hacían peticiones a los ángeles en su calidad de representantes de Dios, para obtener beneficios individuales y para la comunidad.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).
Denova, Rebecca. "Los ángeles en el judaísmo de la antigüedad."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 18, 2024.
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Denova, Rebecca. "Los ángeles en el judaísmo de la antigüedad."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 18 sep 2024. Web. 20 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Rebecca Denova, publicado el 18 septiembre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.