En el cristianismo los ángeles actúan como mensajeros de Dios, son portadores de buenas noticias y ayudan a los creyentes. Su rol se desarrolló a partir de la función que tenían los ángeles en el judaísmo de la antigüedad, y continuó evolucionando a lo largo del proceso de independización del cristianismo como religión.
Orígenes judaicos y zoroástricos
El cuerpo de ideas y creencias que se convertiría en religión independiente cristiana surgió durante el siglo I d.C. Nacía de las enseñanzas de un movimiento apocalíptico judaico basadas en el ministerio de un predicador itinerante judío nombrado Jesús de Nazaret. Los profetas de Israel habían predicho que Dios enviaría un mesías, un «ungido» perteneciente al linaje del rey David. Este enviado ayudaría a establecer la intervención final de Dios en la historia, el eschaton, los días finales, cuyo culmen sería el Reino de Dios en la tierra. Con su instauración, la nación de Israel quedaría restaurada y librada de sus opresores. El resultado sería un nuevo Edén, el plan original de Dios para la humanidad. La aparición de Jesús se describe en el Evangelio de Marcos: «… El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio». (Marcos 1:15)
Sin embargo, cada uno de los diversos grupos judíos de la época tenía un criterio distinto acerca de la naturaleza del mesías. El término hebreo «ungido», utilizado en los textos más antiguos, procedía del relato en que el profeta Samuel elige a David para ser rey, mediante la formalidad de verter aceite sobre su cabeza. Otros sostenían un concepto más esotérico, que contemplaba un ser divino.
A LOS ÁNGELES SE LES PODÍA SOLICITAR ACCIONES BENÉFICAS MEDIANTE HIMNOS Y ORACIONES.
El Imperio aqueménida dominó el Oriente Medio, y en consecuencia a Israel, hasta que Alejandro Magno, monarca del 336 al 323 a.C., conquistó la región. El culto estatal del zoroastrismo ejerció influencia sobre los conceptos del judaísmo. El dios creador primigenio persa, Ahura Mazda, un ser de pura bondad, emanó los spenta mainyu, espíritu y mentalidad creadoras, en forma de parejas de femeninas y masculinas procreadoras. Estos seres engendraron tanto el universo físico como a los seres humanos. En el extremo polar contrario a Ahura Mazda se encontraba druj, caos y desorden, personificado como Arimán.
A los spenta mainyu a menudo se hacía referencia con el término yazata, para distinguirlos de los agentes de Arimán.Yazata denotaba en persa un ser «digno de ser adorado por medio de cantos y sacrificios». El concepto originó las polaridades opuestas del bien en contraposición al mal, de ángeles y demonios, y las constantes batallas entre las dos fuerzas. En el judaísmo de la antigüedad el Dios de Israel era el único que podía recibir sacrificios, pero mediante la entonación de himnos y la recitación de oraciones era posible suplicar a los ángeles que realizaran acciones benéficas. La idea que asociaba un «ángel guardián» a cada humano surgió en el zoroastrismo.
En relación con el zoroastrismo, la escatología, el estudio de los acontecimientos de los días finales, del griego eschaton, explicaba que en el postrer momento, el benévolo dios creador Ahura Mazda rescataría a todas las gentes de bien durante una conflagración terminal que pondría fin al mundo conocido. Enviaría al saoshyant, «el que trae beneficios», para rehabilitar a todas las almas generosas. Los vivos y los muertos se reunirían y vivirían en paz y armonía. Al igual que los ángeles, el saoshyant era digno de veneración. Algunos concebían la figura del saoshyant como un mesías divino preexistente.
Para afirmar de manera categórica que Jesús provenía del linaje de David, los cristianos recurrían al Salmo 2, que en el contexto de la antigüedad trataba acerca de David como primero de los reyes:
Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás. (Salmos 2:7-9)
Sin embargo, la utilización de la frase «hijos de Dios» en referencia a los ángeles aparece por primera vez en Génesis. Desde el principio el movimiento que giraba en torno a Jesús confrontó el problema que resultaba de yuxtaponer la inmortalidad de los ángeles y la muerte de Jesús por crucifixión. Un mesías fallecido no resultaba de mucha ayuda para los judíos. La solución se halló en una aseveración primitiva según la cual Jesús había sido resucitado de entre los muertos y luego glorificado y elevado a los cielos para compartir el trono de Dios.
Las primeras enseñanzas sobre el cristianismo provienen de las cartas escritas entre los años 50 y 60 d.C. por un fariseo, el Apóstol Pablo, quien al principio se había opuesto a las predicaciones de ese movimiento. Pablo experimentó una revelación divina en que una voz le encomendaba actuar como apóstol de los gentiles, un mensajero, heraldo de la «buena nueva», concepto que más tarde derivó en el de evangelio. El Apóstol Pablo viajó a diversas ciudades del Mediterráneo oriental y estableció comunidades integradas por judíos creyentes y gentiles que habían rechazado las prácticas paganas. Tomado en el sentido de que los ángeles son heraldos de mensajes, Pablo podía aplicarse la analogía a sí mismo:
Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. (Gálatas 4:13-14)
Pablo admitía sin reticencias que el juicio y crucifixión de Jesús de Nazaret generaban un problema: «pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; …» (1 Corintios 1:23). En consecuencia, los académicos describen las enseñanzas de Pablo acerca de Cristo como cristología, un término moderno que significa estudio de la naturaleza divina y humana de Cristo. La epístola de Pablo a los Romanos, comienza de la siguiente manera:
Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, … Jesucristo; … (Romanos 1:1-4)
El pasaje refleja la visión que los primeros discípulos tenían acerca de Jesucristo: un ser humano que después de su resurrección había ascendido a los cielos y alcanzado la inmortalidad.
Pablo afinó su definición de Cristo, la cual se transformaría en tesis central de la nueva religión, una vez se produjera la separación del cristianismo del judaísmo. La epístola de Pablo a los Filipenses contiene uno de los primeros himnos a Cristo:
… el cual, siendo en forma [naturaleza] de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma [naturaleza] de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:6-11)
«… Un nombre que es sobre todo nombre» se refiere al sagrado nombre de Dios, escrito con las letras YHWH. «Para que… se doble toda rodilla…» es la antigua fórmula de respeto que disponía inclinarse y arrodillarse ante la estatua de un dios. Existe consenso sobre la interpretación de este himno en el sentido de que Pablo establece a Cristo como la figura de Dios en la tierra, base del culto combinado a Dios y a Cristo, y del posterior concepto de la Trinidad, establecido por el Primer Concilio de Nicea en el 325 d.C. La frase «… siendo en forma de Dios, …» definía a Cristo como ser divino preexistente, primero en la creación de Dios, y lo situaba por encima y en una categoría superior a los ángeles.
Pablo prohibió a sus gentiles conversos efectuar los sacrificios tradicionales de las religiones autóctonas que practicaban con anterioridad. Sin embargo, el concepto de ángel permea las primeras referencias sobre adoración a Cristo contenidas en las epístolas de Pablo a los gentiles. Quien único podía recibir ofrendas era Dios, pero a Cristo se podía dedicar himnos y alabanzas, pedir su beneficencia, y solicitar en su nombre la sanación o resucitación de entre los muertos de alguna persona.
A todo lo largo de sus epístolas Pablo critica la «inmoralidad sexual» de la cultura dominante. En cuanto a relaciones humanas, los corintios debían vivir como ángeles en tanto no se produjera el retorno de Cristo, si bien no se mencionan detalles al respecto. En 1 Corintios se declara que los creyentes que aún se encontraran vivos al regreso de Cristo, se unirían en el momento en que todo el universo resultara transformado.
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Los autores de los evangelios y de Hechos de los Apóstoles, de entre el 70 y el 95 d.C., incluyeron en sus escritos numerosas historias en que los ángeles realizaban actividades idénticas a las relatadas en las tradiciones de las Escrituras judías. Los ángeles aparecían tanto de manera física, como en sueños y visiones.
En el relato de Mateo acerca del nacimiento de Jesús, José se encuentra con ángeles anónimos en diversas oportunidades:
Cuando se entera que su prometida, María, está encinta.
En el momento que recibe la advertencia de conducir su familia a Egipto, por causa del edicto de Herodes que ordenaba sacrificar a todos los varones recién nacidos.
En Egipto, al conocer la noticia de la muerte de Herodes y de poder regresar a su hogar. A los Reyes Magos se les había prevenido en sueños que no regresaran a informar a Herodes, y por lógica se supone que fueron advertidos por un ángel durante su trance.
Mateo 22 introduce un concepto que con el tiempo pasó a incorporarse en la angelología cristiana. El tema se presenta en forma de una pregunta capciosa y contradictoria planteada por los saduceos: siete hermanos desposan uno tras otro a la misma viuda, a la muerte de cada esposo.
… En la resurrección [de los muertos], pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron?». Jesús les responde: «… Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. (Mateo 22:28)
En otras palabras, los ángeles eran seres asexuales, nunca sujetos a tentaciones sexuales ni del cuerpo. En calidad de tales, eran modelos que se enfrentaban a la inmoralidad sexual y a los estilos de vida desviados.
El Evangelio de Lucas comienza con un relato previo acerca del nacimiento de Juan el Bautista a la estéril pareja de Isabel y Zacarías. Mientras Zacarías cumplía su turno como sumo sacerdote en el Sanctasanctórum, un ángel se manifiesta y le predice el nacimiento de su hijo, Juan el Bautista. Lucas añade la aparición de un ángel ante la propia María para informarle que tendría un hijo por medio del «espíritu de Dios»: la destacada Anunciación a María. Tras el nacimiento de Jesús, los pastores recibieron en los campos la visita de una hueste de ángeles que les anunciaron el nacimiento con himnos de alabanza.
La parábola de Lucas que trata de Lázaro y el hombre rico, menciona a un ángel que lleva al difunto Lázaro al «… seno de Abraham; …» (Lucas 16:22). La historia se convirtió en la base de ulteriores enseñanzas cristianas que sostienen que los ángeles acompañan y guían hasta el cielo a quienes han sido buenos creyentes. En los escritos del obispo Tertuliano, quien vivió entre el 155 y el 220 d.C.:
Cuando por violencia de la muerte el alma es arrancada de la carga de la carne que la encerraba, se estremece de entusiasmo al ver el rostro de un ángel, el convocador de almas, y comprende que su morada eterna ha sido aprestada (De Anima, cap. 53)
El cuarto Evangelio, escrito por Juan, reproduce la versión de Pablo de un Cristo preexistente. Juan utilizó la idea platónica del logos, la racionalidad divina que se materializa en forma física, y la incorporó en el concepto cristiano de la encarnación. Juan hacía constantes alusiones al «descenso» y al «ascenso». No empleó la palabra «crucifixión», pero hace referencia a ella al decir que Jesús había sido «alzado». El Jesús preexistente descendió a la tierra y luego regresó a los cielos.
Los cuatro evangelios mencionan ángeles anónimos que moran en la tumba de Jesús, que ha quedado vacía después de su resurrección. Los ángeles cumplen la función de atestiguar que Jesús ha sido resucitado de entre los muertos. Primero anuncian la noticia a las mujeres y luego a los discípulos, y les dicen que lo hagan saber al mundo.
Los Hechos de los Apóstoles
EN HECHOS, LOS ÁNGELES SIEMPRE ADVIERTEN DE OBSTÁCULOS Y PERSECUCIONES, Y ADEMÁS PROMETEN AYUDAr A LOS APÓSTOLES EN SUS ordalías.
El Libro de Hechos, continuación del Evangelio de Lucas, narra la historia de la forma en que el cristianismo primitivo se difundió desde Jerusalén hacia las ciudades del Mediterráneo oriental. Tras la muerte de Jesús, los pioneros en propagarlo fueron los primeros misioneros cristianos y Pablo el Apóstol, a través de sus viajes. En ese tiempo los ángeles se presentan por todas partes. En Hechos 1:9-11, tras la ascensión de Jesús, aparecen dos ángeles que testifican sobre la glorificación y elevación de Jesús a los cielos. A Pedro y a Cornelio se les manifiestan ángeles, y a Felipe, y a Pablo. En adición a las revelaciones y explicaciones, una de las funciones de los ángeles en el libro de Hechos es motivar a los seguidores a que actúen como misioneros en otras ciudades y provincias. Los ángeles siempre advierten de obstáculos y persecuciones, y también prometen socorrer a los apóstoles durante las difíciles pruebas que padecían.
En las visiones del final de los días que describe Juan de Patmos en Apocalipsis, el Libro de las Revelaciones, un conjunto de ángeles lo guían en sus recorridos por los cielos, a la par que abren rollos de pergaminos para revelar lo que acaecería cuando Cristo instaurara su Reino en la tierra. En Apocalipsis se menciona al arcángel Miguel, quien con anterioridad había expulsado de los cielos al ángel rebelde Satanás, destruido por Cristo al final de los tiempos.
La carta a los Hebreos del Nuevo Testamento presenta más argumentos acerca de la subordinación de los ángeles a Cristo:
Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, … Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. (Hebreos 1:5-7)
Ángeles guardianes
El concepto de ángeles guardianes se destaca en Mateo 18:
En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. … Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. (Mateo 18:1-3; 18:10)
Durante el desarrollo del culto a los santos en el siglo IV d.C., los cristianos glorificaban a los que morían como mártires, quienes quedaban transformados al entrar en comunión con Dios. Los mártires comparten ahora con los ángeles el privilegio de encontrarse más cercanos al trono de Dios, y además se les puede invocar para que actúen como mediadores en la obtención de beneficios individuales o comunitarios.
Los ángeles en la Antigüedad tardía y en la Edad Media
Con la conversión de Constantino al cristianismo, el emperador romano confirió la legalidad al movimiento cristiano mediante el Edicto de Milán de 313 d.C. En paralelo promovió la iconografía cristiana con la introducción de complicados mosaicos y retratos. Como representantes de Dios en la tierra, Constantino I y los emperadores que le sucedieron se retrataron con aureolas, imagen que se convirtió en la iconografía estándar de los ángeles. Los arcángeles blandían espadas en cumplimiento de su misión de consumar los mandamientos de Dios. Durante el período, se incorporaron semejanzas de ángeles en los murales de las iglesias y en la arquitectura de las catedrales.
Los ángeles continuaron desempeñando sus cometidos básicos de ser anunciantes habituales de «buenas nuevas» enviadas por Dios o por Cristo, y de ofrecer asistencia individual a los creyentes. Los recursos narrativos de la literatura romance enriquecieron las historias de los primeros mártires con escenas en que los ángeles reducían por medio de milagros los dolores y sufrimientos de los perseguidos. Se confirió a un conjunto de mujeres la condición de vírgenes mártires, y eran ángeles quienes les proporcionaban constante ayuda para que resistieran los sufrimientos de la prisión y los intentos de violación de los legionarios. Fueron ángeles, también, los que suministraron alimento y agua a la mártir y santa Catalina de Alejandría en el siglo IV d.C. durante su calvario. Muchos de los mártires que murieron por causa de su fe fueron alzados a los cielos por los ángeles.
La institución dominante de la Edad Media fue la Iglesia Católica, que sirvió como reino de Dios hasta el regreso de Cristo. En ese contexto, las historias de los ángeles validaban los rituales y reglas de la Iglesia medieval, y se utilizaba a los ángeles tanto para conferir recompensas como para castigar pecados e interpretaciones que divergían de las normas. También se podía hacer petitorias a los ángeles para que en el plano terrenal aplicaran justicia ante la ocurrencia de desastres o la oposición de adversarios, mientras se esperaba la llegada del Reino de Dios.
De manera análoga, se consideraban «mártires vivientes» a los monjes, quienes tras su deceso eran alzados al cielo. Antonio Abad (251-356 d.C.), religioso egipcio que se retiró al desierto para concentrarse de manera exclusiva en Dios, fundó la institución del monacato. Aislados de la vida normal, la vida cotidiana de los monjes medievales incluía el ascetismo por medio de la práctica de la castidad, el celibato, y la limitación de la ingesta diaria. La literatura contemporánea describía a los monjes como «ángeles vivientes» en lucha contra las tentaciones del Diablo y de los demonios. El Diablo podía manifestarse en sueños, y se entendía que vivir bajo las duras condiciones imperantes en el monasterio medieval equivalía a asumir en lo personal los terrores del infierno reservados a la vida de ultratumba.
Arte y literatura renacentistas
En la obra de Dante AlighieriLa divina comedia distintos espíritus angelicales guían al autor en un recorrido por el Infierno, el Purgatorio, y el Paraíso. Se consideraba que los ángeles eran inteligencia pura, libre de materia física, cuya razón de ser era obrar la voluntad de Dios. Durante el Renacimiento, entre los siglos XIV y XVI, se popularizó el empleo de la iconografía angélica para ilustrar las historias tradicionales de la Biblia. Los artistas representaban a los ángeles con vestimentas contemporáneas y paradójicas alas y aureolas.
Artistas como Giotto (1267-1337), Gerónimo Bosch (1450-1516) y Miguel Ángel (1475-1564) representaron visiones encontradas de ángeles y demonios, y del destino de los seres humanos.
En este período se descubrieron restos arqueológicos de la antigua Roma. En las decoraciones murales se revelaban imágenes de putti, «niños alados» o «angelitos» que representaban a Eros, hijo de Venus. Estas figuras se convirtieron en los querubines del arte cristiano, al optarse por eliminar la agresividad y el carácter punitivo de los querubines originales, y reemplazar su imagen por una de inocencia y bondad.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).
Denova, R. (2024, septiembre 30). Los ángeles en el cristianismo [Angels in Christianity].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2541/los-angeles-en-el-cristianismo/
Estilo Chicago
Denova, Rebecca. "Los ángeles en el cristianismo."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 30, 2024.
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Estilo MLA
Denova, Rebecca. "Los ángeles en el cristianismo."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 30 sep 2024. Web. 22 nov 2024.
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Escrito por Rebecca Denova, publicado el 30 septiembre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.