Los evangelios de Mateo y de Lucas relatan la historia de la Natividad de Jesús de Nazaret. Para la teología cristiana la existencia de dos historias acerca de la Natividad, escritas por autores diferentes, constituía prueba de la historicidad del hecho. Sin embargo, las dos versiones difieren en cuanto a detalles. Mateo escribe sobre la estrella y los magos, mientras la narración de Lucas menciona el establo y los ángeles en los campos. Los cristianos celebran la historia del nacimiento de Jesucristo en las fiestas de Navidad.
La disparidad observada en las crónicas refleja dos representaciones y funciones diferentes de Jesús. La historia inicial de la Natividad contada por cada relato ejerce una influencia continua sobre las posteriores narraciones de la actividad de Jesús y el propósito de su ministerio. El Evangelio más antiguo, el de Marcos, de alrededor del 70 d.C., no menciona la historia de la Natividad. Marcos comienza a mitad de la historia con un Jesús adulto que inicia su ministerio en Nazaret:
Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban… "¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?" Y se escandalizaban de él. (Marcos 6:2-3)
El cristianismo primitivo entendía que los hermanos habían venido al mundo después del nacimiento de Jesús.
Los profetas de Israel vaticinaron que Dios engendraría un mesías, un «ungido», del linaje del rey David, que instauraría el Reino de Dios en la tierra. Durante su ministerio Jesús anunciaba la inminencia del Reino de Dios, pero habían transcurrido décadas sin que el acontecimiento se manifestara. La razón más probable por la que se escribieron las historias de la Natividad fue la de convencer a todos de que a pesar de la demora en la llegada del Reino, Jesús era el Mesías prometido por los profetas. En sus evangelios, tanto Mateo como Lucas incluyeron de manera sistemática referencias a los profetas.
EL PROPÓSITO DE LAS GENEALOGÍAS ERA DEMOSTRAR QUE JESÚS CUMPLÍA LOS REQUISITOS DE LAS TRADICIONES ANCESTRALES, y la condición de SER un cabal DESCENDIENTE DEL REY DAVID.
Uno de los problemas iniciales de las fuentes primitivas es que en los libros de los profetas no aparecían detalles específicos acerca de las predicciones sobre este Mesías. Debido a la plétora de nombres comunes, a menudo las personas se identificaban por el nombre de su ciudad o pueblo natal. Marcos fue el primero en escribir «… Jesús vino de Nazaret de Galilea…» (Marcos 1:9). Jesús no se conocía con el nombre de «Jesús de Belén».
Aunque se ha descubierto un antiguo asentamiento, Nazaret no alcanzó tamaño ni importancia algunos hasta el inicio y ulterior desenvolvimiento del período helenístico, razón por la cual los profetas no la mencionan. Pero un profeta, Miqueas, escribió:
Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel». (Miqueas 5:1-3)
Belén se conocía como «la ciudad de David» (Lucas 2:11) debido a las actividades que el sucesor de Saúl había realizado en el lugar después de recibir allí la unción del profeta Samuel (1 Samuel 16). Por esta razón tanto Mateo como Lucas ubican el nacimiento de Jesús en Belén.
Mateo abrió su Evangelio con una genealogía de Jesús que, como reflejo de Génesis, empieza con Abraham en calidad de antecesor fundacional. Lucas invierte el orden al comenzar con Jesús y remontarlo hasta Adán. El propósito de las genealogías era demostrar que Jesús, como miembro de derecho de la etnia israelí, cumplía con los requisitos de las antiguas tradiciones, y con la condición de ser descendiente cabal del rey David. Ambos incluyen a José en su genealogía.
Al propio tiempo, una convicción compartida por todo el mundo de la antigüedad era la suposición de que el nacimiento de los grandes hombres venía acompañado de presagios y sueños, así como de la intervención o participación divina. Por lo común esto se describía mediante un dios que de manera literal copulaba con una mujer humana, o a través de una analogía en la que un dios la poseía. Así, según historias que circulaban en la época, la madre de Augusto había recibido la visita del dios Apolo, quien la había fecundado.
Cuando Moisés dirige al pueblo su discurso de despedida, dice que en el futuro «Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…» (Deuteronomio 18:15). Mateo presenta a Jesús como este «nuevo Moisés» mediante constantes alusiones a las tradiciones mosaicas del relato de Éxodo. José recibe toda su información de los ángeles, a través de sueños, lo cual recuerda al José del Éxodo, intérprete de sueños. En lo relativo a estructura, el Evangelio posee cinco conjuntos didácticos, lo cual constituye reflejo de la tradición que atribuye a Moisés los primeros cinco libros de las Escrituras, la torah,cuyo significado es enseñanza, las enseñanzas de Moisés. Muchas de las prédicas de Jesús en las que el tema tratado es la Ley de Moisés ocurren en las cimas de montañas, en representación simbólica del Monte Sinaí.
La historia de Mateo acerca del nacimiento tiene lugar entre bambalinas, y contiene pocos detalles:
El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es». (Mateo 1:18-20)
La referencia al divorcio produce frecuentes confusiones entre los lectores, debido a que María y José aún no se encontraban casados. Tanto los esponsales como los matrimonios se realizaban por medio de contratos legales, y para anular el contrato original se requería otro contrato, el de divorcio.
El «Espíritu Santo» mencionado en este plano no era la tercera entidad de lo que con posterioridad, tras el primer Concilio de Nicea de 325 d.C., pasó a ser la Trinidad. Se trataba de una referencia al «espíritu de Dios» que animó a Adán cuando «… sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente». (Génesis 2:7)
Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús». (Mateo 1:22-25)
El pasaje donde se establece la virginidad de María, Madre de Jesús, es famoso por causa de los problemas que presenta en la traducción del hebreo al griego. Alrededor del 200 a.C. las Escrituras hebreas se tradujeron al griego en Alejandría, Egipto. Conocida como Septuaginta, esta es la versión de las Escrituras empleada por los autores de los evangelios, que sin embargo, contiene imprecisiones en varias traducciones.
Mateo se refiere a Isaías 7. Isaías había sido profeta durante la conquista asiria en 722 a.C., durante el reinado del malvado rey de Judea, Acaz, que tuvo lugar entre el 732 y el 716 a.C. Dios le había dicho que buscara una señal, lo cual rehusó hacer: «Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la joven está encinta y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel». (Isaías 7:14). El hebreo almah que se traduce aquí como «la joven» significaba una doncella púber que estaba lista para procrear. Al traducir al griego, almah pasó a ser parthenos, «virgen».
«Virgen» no necesariamente se relacionaba con la incolumidad del himen, antes bien, era un término general aplicable a una mujer soltera. «Virgen» era una metáfora corriente empleada para significar inocencia y pureza: el estado de los jóvenes anterior a la pubertad y la adultez. Se conocen varias «diosas vírgenes», como Atenea, que eligen regir sin el acompañamiento de un consorte.
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Los magos
En los tiempos del rey Herodes, tras el nacimiento de Jesús en Belén de Judea, llegaron a Jerusalén magos procedentes del Oriente, y preguntaron «… ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente, y venimos a adorarle». (Mateo 2:1-3)
Los consejeros de Herodes respondieron con la misma cita de Miqueas. Herodes les indicó que en caso que hallaran al niño, se lo notificaran. En el Oriente, los magos eran astrónomos de la corte, no reyes, a pesar de la letra del villancico navideño; magi era palabra persa que significaba «poderoso». Los magos se consideraban expertos astrólogos y conocedores de distintos aspectos de la naturaleza que podían manipularse. En consecuencia, el término «magia» surgido con posterioridad derivó de esa palabra, y alude al empleo de ese tipo de conocimientos, tanto para hacer el bien como para hacer el mal.
Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino». (Mateo 2:10-12)
El simbolismo de la «estrella» proviene de un versículo del libro de Números: «… Saldrá estrella de Jacob, y se levantará cetro…» (24:17). Los presentes de oro, incienso y mirra solo se ofrecían a los reyes, hecho que anticipa a Jesús como monarca del Reino de Dios. Se les avisó en sueños que no se presentaran ante Herodes. La función de los magos en la narración era demostrar que los gentiles habían sido los primeros en reconocer a «Dios entre nosotros» en este hijo, es decir, a Emanuel, de Isaías 7, y que por lo tanto era digno de ser adorado. En los tiempos del Evangelio de Mateo es probable que hubiera más gentiles que judíos en el movimiento cristiano; la historia de los magos confirmaba que Dios incluía a los gentiles en la salvación.
La matanza de los inocentes
Según Mateo, Herodes ordenó el asesinato masivo de todos los varones de dos o menos años en el poblado de Belén. De manera deliberada esto alineaba la historia con la orden impartida en Egipto por Faraón de matar a los varones recién nacidos. ¿Hizo esto Herodes? En su condición de rey más odiado de la historia judía, es seguro que alguien hubiera tomado nota de una matanza tan connotada. De Herodes el Grande, quien reinó entre el 37 y el 4 a.C., se conoce más que de ninguna otra figura de la antigüedad, debido a que un escriba de la corte escribió 20 volúmenes sobre su reino. Sin embargo, los registros contemporáneos con su reinado no exhiben traza alguna de que el monarca supiera de Jesús, ni de que hubiera ordenado una masacre. Transcurridos 85 años de la muerte de Herodes, Mateo pudo promover la idea debido a la fama que acumulaba por haber matado a sus propios hijos a causa de haber participado en rebeliones contra él.
A José se le advierte en un sueño que tome a su familia y se dirija a Egipto. Durante su estancia en Egipto supo por medio de otro sueño que Herodes había muerto. Sin embargo, José temía vivir bajo «el hijo de Herodes» que entonces gobernaba Judea. La familia se trasladó a Nazaret, en cumplimiento de lo que Mateo afirmaba que decían las Escrituras judías: «… habría de ser llamado nazareno» (Mateo 2:23), pero ningún profeta hizo tal predicción. Mateo prefirió ignorar el hecho de que Nazaret se encontraba bajo el dominio de otro hijo de Herodes, Antipas.
Los astrónomos de los tiempos modernos han identificado una conjunción de planetas que pudo haber producido el efecto de una «estrella brillante» en el año 6 a.C. La fecha que por tradición Mateo asigna a la Natividad se encuentra por lo tanto en el entorno del 6 a.C. al 4 a.C., si se asume que Jesús tenía dos años de edad en el momento en que se alega que Herodes, justo antes de morir, decretaba su edicto.
La Natividad en el Evangelio de Lucas
Las Escrituras judías contenían numerosas historias en las que Dios o un ángel «anunciaba» a una mujer el nacimiento de un hijo, siempre varón, que llegaría a ser una persona importante en Israel, y un instrumento de la voluntad de Dios:
Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo… Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. … Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. (Lucas 1:26-33; 38)
Mientras Mateo afirmaba que al principio la familia vivía en una casa corriente de Belén de donde más tarde se mudó a Nazaret, Lucas apela al recurso del empadronamiento en el censo para colocar a José y a María en Belén.
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. (Lucas 2:1-7) [N.E.: Biblia de Jerusalén, versión 1976]
El término griego que se traduce como «alojamiento» pudiera significar «mesón» «posada» o «aposento superior». Los albergues de descanso que se distribuían por todo el Imperio romano disponían en el segundo piso de habitaciones de uso compartido semejantes a dormitorios. Durante la noche los animales se encerraban en corrales que se encontraban en la planta baja. Como en apariencia no había espacio en las habitaciones del piso superior, por consenso el pasaje implica que José y María tuvieron que dormir en compañía de los animales. De ahí la afirmación según la cual Jesús «nació en un establo». El «pesebre» era un simple comedero de animales. Después del alumbramiento, la familia no hizo más que retornar a Nazaret.
LA FECHA QUE CON MAYOR PRECISIÓN SE ACERCA A LA DEL NACIMIENTO DE JESÚS SE HALLA EN EL INTERVALO DEL 6 a.C. AL 6 d.C.
El censo mencionado por Lucas ha sido objeto de mucho debate. No existen pruebas contemporáneas de que Augusto, quien gobernó entre el 27 a.C. y el 14 d.C. decretara que «se empadronase todo el mundo». Y si todos los habitantes del Imperio hubieran tenido que abandonar sus haciendas y labores para regresar a los poblados donde habían nacido, los trastornos económicos habrían sido fenomenales.
Sin embargo, la mención por Lucas del gobernador Cirino posee cierto nivel de credibilidad. Cuando el senado romano asignaba un nuevo magistrado a una provincia, se realizaba un censo local para determinar el estado de la ciudadanía romana, y para proyectar con precisión los ingresos que generarían los tributos. Por fuentes judías y romanas se conoce que Cirino fue nombrado en el año 6 d.C. y que su empadronamiento generó que algunos judíos dirigidos por Judas el Galileo se rebelaran sin éxito contra los impuestos. Puede que uno de los propósitos de Lucas al contar este relato haya sido el de destacar que los miembros de la familia de Jesús eran judíos piadosos y buenos ciudadanos romanos.
Tomados Mateo y Lucas de conjunto, la fecha que con mayor precisión se acerca a la del nacimiento de Jesús se encuentra en el entorno del 6 a.C., dos años antes de la muerte de Herodes, y el 6 d.C.
Lucas también representa a Jesús con elementos de un «nuevo Moisés», como predicador de enseñanzas similares a las del ministerio descrito por Mateo. Pero el retrato general y la función de Jesús que Lucas dibuja es el de un modesto servidor de Dios nacido en humildad. En Lucas un ángel hace el primer anuncio del nacimiento de Jesús a los pastores que se encuentran en los campos. Los pastores se encontraban apenas un escalón por encima de los esclavos, quienes realmente constituían el nivel más bajo de la sociedad. No se describe historia alguna sobre magos ni presentes dignos de la realeza. En todo el Evangelio de Lucas y en los Hechos de los Apóstoles Lucas argumenta con regularidad que el reinado de Jesús no era político, y que no constituía un desafío a Roma.
El Evangelio de Lucas resalta por la mayor cantidad de discursos que Jesús dedica a los pobres, a los marginados por la sociedad, y a los impedidos, en comparación con los demás evangelios. Lucas fue el único en incluir parábolas adicionales a modo de ejemplos cotidianos conducentes a la redención, entre ellos los casos de la oveja perdida, la moneda extraviada, y el Hijo Pródigo.
La representación de la resurrección era la celebración más importante de las primeras centurias del cristianismo, que más adelante se convertiría en la festividad de la Pascua. A Constantino, convertido al cristianismo en el 312 d.C., se le acredita la conmemoración de la Navidad el 25 de diciembre de 326. La fecha coincide con los festejos que se ofrecían al dios sol, Sol Invictus, y se ubicaba dentro del período festivo de una semana de duración correspondiente a las Saturnales. Los historiadores insisten en destacar que diciembre correspondía a la estación invernal, lluviosa, en Judea. Pocas posibilidades existían de observar una estrella, o de que los pastores se encontraran en los campos durante una noche de lluvia.
En el 326 d.C. la madre de Constantino, Helena de Constantinopla, realizó una peregrinación a Judea. Afirmó tener visiones que le informaron dónde hallar los sitios de la Natividad y la crucifixión de Jesús. Constantino construyó basílicas importantes en esos lugares, que son objeto de constantes peregrinajes para los cristianos. Sin embargo, los edificios que hoy se hallan en esos sitios se construyeron durante el período de las Cruzadas encima de los que originalmente existían en el lugar. A partir de las excavaciones comenzadas en la década de 1880, los fieles pueden recorrer lo que se ha identificado como una casa del siglo I, conocida en la actualidad como la Casa de María y de José, en la ciudad de Nazaret.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).
Denova, R. (2024, octubre 14). La Natividad de Jesús [Nativity of Jesus ].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2545/la-natividad-de-jesus/
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Denova, Rebecca. "La Natividad de Jesús."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 14, 2024.
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Denova, Rebecca. "La Natividad de Jesús."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 14 oct 2024. Web. 20 nov 2024.
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Escrito por Rebecca Denova, publicado el 14 octubre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.