El duelo entre Hamilton y Burr

Artículo

Harrison W. Mark
por , traducido por Alba Aylagas Pérez
Publicado el 18 octubre 2024
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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El duelo entre Hamilton y Burr enfrentó a Alexander Hamilton y a Aaron Burr, su adversario político, el 11 de julio de 1804, a las 7 a.m., en Weehawken, Nueva Jersey. El enfrentamiento acabó con la vida de Hamilton, a consecuencia de una herida mortal en el abdomen, y con la carrera política de Burr. Este duelo es uno de los episodios más emblemáticos de la historia temprana de Estados Unidos.

Hamilton-Burr Duel
Duelo entre Hamilton y Burr
Unknown Artist (Public Domain)

Contexto: la rivalidad

Durante mucho tiempo, las vidas y las carreras profesionales de Alexander Hamilton y Aaron Burr avanzaron en paralelo. Los dos nacieron a mediados de la década de 1750 y se quedaron huérfanos antes de llegar a la adolescencia. Además, ambos sirvieron en el Ejército Continental durante la Revolución de las Trece Colonias y, al terminar la guerra, ambos abrieron bufetes de abogados en Nueva York. Hamilton y Burr eran unos abogados ejemplares; un contemporáneo destacó las diferencias en el estilo de oratoria de cada uno: «Burr era conciso y convincente, a diferencia de Hamilton, quien destacaba por la fluidez y el entusiasmo» (Chernow, 193). Los dos tenían una ambición insaciable, poseían una vestimenta lujosa y disfrutaban de la compañía de mujeres. A principios de 1780, los dos contrajeron matrimonio, Hamilton con Elizabeth Schuyler, la joven hija de un político influyente de Nueva York, y Burr con Theodosia Prevost, una viuda diez años mayor que él.

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La discrepancia en ideologías políticas era uno de los principales puntos de discordia entre ambos.

Hamilton y Burr ya se conocían cuando, en 1791, Burr decidió optar a un escaño en el Senado de los Estados Unidos de América. Su oponente fue el general Philip Schuyler, diputado en funciones y suegro de Hamilton. A pesar de que Schuyler era uno de los hombres más influyentes de Nueva York, Burr contaba con el respaldo de dos de las dinastías políticas más influyentes, los Clinton y los Livingston, y al final ganó las elecciones. Hamilton, por aquel entonces, era secretario del Tesoro en la administración de Washington y no estaba precisamente contento con el resultado. Estaba enfadado no solo por su relación directa con la familia Schuyler, sino porque contaba y dependía del apoyo de su suegro para impulsar su ambicioso programa de financiación en el Senado. A menudo, la rivalidad política entre Hamilton y Burr se remonta a este momento y, en el curso de los próximos 13 años, no hizo sino empeorar.

La discrepancia política era uno de los principales puntos de discordia entre ambos. Hamilton era un idealista y, como líder del Partido Federalista, soñaba con hacer de la infantería estadounidense una potencia moderna, al mismo nivel que el de los grandes imperios europeos. Para conseguirlo, se ciñó a una agenda cuyo principal objetivo era fortalecer la autoridad del gobierno central, fomentar los negocios y la industria y mejorar el ejército. Burr, por otra parte, no era idealista. No veía la política como un medio para un fin, sino como una herramienta para conseguir dinero e influencia para él, su familia y sus amigos. La política, dijo Burr una vez, no era más que «diversión, honor y beneficio» (Wood, 280). Así que, pese a que era miembro del Partido Demócrata-Republicano, facción política que rivalizaba con los federalistas de Hamilton, Burr solía dejarse influir por el bando que más beneficios le otorgara. Prueba de ello es su inclinación por las políticas federalistas tras su enemistad con Thomas Jefferson.

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Alexander Hamilton
Alexander Hamilton
John Trumbull (Public Domain)

Debido a la aparente falta de ideales de Burr, Hamilton lo retrató como un hombre peligroso al que había que alejar de las administraciones a toda costa. Durante las elecciones presidenciales de 1800, Burr y Jefferson obtuvieron el mismo número de votos electorales. La Cámara de Representantes, dominada por los federalistas, se encargó de desempatar el resultado y decidir quién de los dos sería el próximo presidente. En un principio, muchos federalistas intentaron evitar la presidencia de Jefferson, pues, al fin y al cabo, era el líder de los demócratas-republicanos y el principal rival. Hamilton también odiaba a Jefferson, pero le preocupaba mucho más la posible presidencia de Burr, pues sabía de primera mano que Jefferson, por lo menos, sería fiel a sus principios, mientras que Burr sería «lo bastante atrevido para intentarlo todo y lo bastante malvado para no tener escrúpulos». (Wood, 284).

Es por eso que Hamilton utilizó su influencia en el Partido Federalista para alterar las votaciones y asegurar la presidencia de Jefferson. De acuerdo con la ley electoral de ese momento, Burr, como segundo, pasaba a ser vicepresidente directamente. Sin embargo, Jefferson no confiaba en Burr así que al final lo expulsó de su círculo más cercano y le negó toda influencia en su administración. Al darse cuenta de que no estaría en la lista de candidatos cuando Jefferson se presentase de nuevo a las elecciones de 1804, decidió explorar otras opciones. Con el tiempo, se presentó como candidato a gobernador de Nueva York, donde aún guardaba bastante influencia.

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El reto

La reacción en cadena que terminó con la vida de Hamilton comenzó en una cena. En marzo de 1804, el exsecretario del Tesoro cenaba en casa del juez John Tayler, en Albany, Nueva York, junto a otros invitados, como el juez James Kent, destacado federalista de Nueva York, y el doctor Charles D. Cooper, demócrata-republicano y esposo de la hija de Tayler. En un momento de la noche, la conversación se centró en las vigentes elecciones gubernamentales de Nueva York, y Hamilton y Kent mostraron un claro desprecio hacia Burr. El doctor Cooper quedó cautivado por las apasionadas, más bien elocuentes, palabras que empleó Hamilton para describir a Burr, y se vió obligado a escribirle una carta a un amigo, en la que explicaba lo sucedido en la cena. En ella, Cooper afirmó que Hamilton describió a Burr como «un hombre peligroso y poco fiable» (Chernow, 680).

Al poco tiempo, el escrito de Cooper se publicó en el New York Evening Post. Esto causó un gran revuelo, dado que Hamilton ya había prometido que no influiría en las elecciones. Cuando Philip Schuyler escribió una carta en respuesta donde cuestionaba que su yerno hubiese hecho tales declaraciones, Cooper sintió que se ponía en tela de juicio su honradez y escribió una segunda carta, publicada el 24 de abril, en el Albany Register. En ella, reiteró todo lo que ya había escrito y añadió otras cuestiones: «Ciertamente, señor, podría revelar una opinión aún más detallada y despreciable que el general Hamilton confesó sobre el sr. Burr» (Chernow, 681). Las elecciones, mientras tanto, coincidieron con la derrota de Burr ante Morgan Lewis. Como consecuencia, Burr se encontraba en un estado de irritabilidad y venganza que, posteriormente, degeneró en una rabia absoluta, el 18 de junio, cuando le llegó una copia de la carta de Cooper.

Aaron Burr, 1803
Aaron Burr, 1803
John Vanderlyn (Public Domain)

Esa noche, Burr citó a su amigo William P. Van Ness en su casa con vistas al río Hudson, en Richmond Hill. Le encargó a Van Ness que se dirigiera a las oficinas de Hamilton con una carta en la que exigía una explicación por la “despreciable” opinión reflejada en el escrito de Cooper, así como una «rectificación general de cualquier intención por parte del general Hamilton en sus diversas conversaciones en cuanto a transmitir alguna impresión despectiva que atentara contra el honor del sr. Burr» (Wood, 384). Las palabras eran un tanto confusas, pues podían apelar a todo lo que Hamilton había expresado sobre él durante los 13 años que duró su rivalidad. Hamilton, como no podía ser de otra forma, le respondió a Van Ness que, si no era molestia para Burr «referirse a una declaración en particular», él podría ratificarla o negarla (Chernow, 685). Cuando Van Ness le transmitió a Hamilton que su respuesta no era la más adecuada, él prometió que leería la carta de Cooper, la cual no había tenido oportunidad de leer, antes de emitir una respuesta completa.

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La respuesta, que salió a la luz el 20 de junio, no hizo nada por calmar la ira de Burr. En ella, Hamilton reiteró que no sabía a qué hacía referencia Cooper cuando hablaba de una “opinión despreciable”, y por lo tanto no podía declarar nada al respecto. Sin embargo, en vez de buscar la reconciliación entre ambos, Hamilton verbalizó la irritación que sentía hacía Burr por haber sacado ese tema a relucir, otra vez:

«Considero inadmisible, por principios, que se me interrogue sobre la exactitud de las conclusiones a las que han podido llegar otros individuos por lo que yo haya podido decir sobre un adversario político durante un enfrentamiento de quince años» (Chernow, 686).

De nuevo, repitió que estaba dispuesto a admitir o a negar cualquier apunte concreto que Burr considerase oportuno, aunque, al carecer de tales particularidades, no haría tal cosa. Finalmente, concluyó con la siguiente afirmación: «Confío en que, tras reflexionar debidamente, vea este caso desde mi misma perspectiva. De lo contrario, solo puedo lamentar las circunstancias y acatar las consecuencias» (ib.). Esto solo frustró más a Burr, quien respondió al día siguiente:

«La cuestión no es si [Cooper] ha entendido el significado de la palabra [despreciable] o si la ha empleado de acuerdo con los principios de la sintaxis y con la precisión gramatical pertinente…, sino si usted ha autorizado dicho uso, ya sea de forma directa o al hacer uso de otras expresiones u opiniones despectivas contra mi honor…, su carta me brinda nuevas razones para exigir una respuesta definitiva…» (ibidem)

El 22 de junio, Van Ness le entregó la carta a Hamilton, quien volvió a desestimar leerla y pronunciarse sobre cualquier afirmación. No dio una respuesta hasta el 25 de junio, cuando su amigo, el juez Nathaniel Pendleton, fue a casa de Burr con una carta en la que se refería a la actitud de Burr como «indecorosa e inapropiada» y en la que le acusaba de hacer imposible el compromiso. El biógrafo Ron Chernow destaca que «a Hamilton le molestaba especialmente que le exigieran enmendar su comportamiento hacia Burr, pues consideraba que este era intelectual, política y éticamente inferior que él» (687). Era obvio que ninguna de las dos partes involucradas iba a dar el brazo a torcer, por lo que, el 27 de junio, Burr exigió una satisfacción formal con un duelo.

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Preparación

Ahora que habían solicitado un reto formal, Hamilton y Burr cesaron todo tipo de comunicación directa y esta pasó a ser responsabilidad de sus segundos, Pendleton por Hamilton, y Van Ness por Burr. Los duelos solían tener lugar uno o dos días después del reto formal para evitar que se filtraran a las autoridades. Sin embargo, como Hamilton tenía trabajo pendiente, el duelo se pospuso al 11 de julio, una fecha relativamente lejana. Dado que los duelos eran ilegales en el estado de Nueva York, los segundos aceptaron reunirse en Weehawken, Nueva Jersey. Weehawken era el lugar por excelencia para batirse en duelo y, a pesar de que allí también estaba prohibido, el castigo era mucho más indulgente que en Nueva York. El sitio estaba, sin pretenderlo, muy cerca del lugar en el que el hijo mayor de Hamilton, Philip, había muerto a consecuencia de un duelo parecido tres años antes.

Aunque se oponía a los duelos por una cuestión moral y religiosa, Hamilton siempre había sido determinante a la hora de defender su honor.

Es probable que la muerte de Philip fuera un pensamiento recurrente para Hamilton los días previos al duelo. A pesar de que se oponía a los duelos por cuestiones morales y religiosas, y porque temía abandonar a su familia y a sus acreedores al morir, Hamilton siempre había sido determinante a la hora de defender su honor, y no pudo negarse al reto de Burr. Los amigos de Hamilton le advirtieron de que si Burr estaba furioso, no se andaría con tonterías. Además, Burr era conocido por ser un excelente francotirador, y muchos temían que estuviera «decidido a matar» a su adversario. Por el contrario, Hamilton no había tocado un arma de fuego desde la Guerra de Independencia.

Hamilton le restó importancia a estas advertencias al pensar que Burr no se atrevería a tanto, ya que si lo hacía, echaría a perder cualquier oportunidad que se le presentara para revivir su carrera política. Con estas suposiciones en mente, Hamilton consideró hacer un delope durante el duelo, es decir, malgastar a propósito el primer disparo para dar por terminado el conflicto y así preservar el honor. Aún así, Hamilton era muy consciente de que esto podía salir mal, por lo que, la mañana del 9 de julio, fue a Manhattan para redactar el testamento. La noche previa al duelo, le confesó sus intenciones a Pendleton. Su amigo le presionó para que lo reconsiderara, pero Hamilton dijo que la decisión se correspondía con un «efecto de un escrúpulo religioso» y que era «inútil seguir insistiendo, pues la decisión ya estaba tomada» (Chernow, 697).

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El duelo

Temprano, en la mañana del 11 julio de 1804, Burr y Van Ness remaron a través del río Hudson. Fueron los primeros en llegar a Weehawken, a las 6:30 a.m., y, allí, pasaron media hora preparando la zona para el duelo. A las 7 a.m, Hamilton y Pendleton llegaron en una barcaza. Mientras ellos ascendían por la cornisa hasta el recóndito lugar donde se llevaría a cabo el duelo, los remeros, junto al cirujano David Hosack, permanecieron abajo, con el fin de brindar una justificación plausible y, así, protegerlos de la justicia. Pendleton y Van Ness marcaron diez pasos y echaron a suertes las posiciones de los duelistas. Ganó Pendleton, y Hamilton escogió la parte más alta de la cornisa, aquella que miraba a la ciudad de Nueva York. Esta fue una decisión extraña, como aclara Chernow, ya que la luz del sol, al amanecer, le daría directamente en la cara. Por el contrario, Burr tenía mucha más visibilidad y podía observar perfectamente la zona en la que se encontraba Hamilton.

Los segundos prepararon las armas. Eran un par de pistolas de chispa que escogió Hamilton y que había utilizado el joven Philip Hamilton en su duelo. Los segundos cargaron las armas uno delante del otro y se las entregaron ya listas a los adversarios quienes tomaron sus puestos, uno frente a otro y lateralmente. Cuando Pendleton preguntó si estaban listos, Hamilton solicitó una pausa y confesó que le era difícil ver con tanta luz. Seguidamente, sacó las gafas del bolsillo y se las puso. Tras ese breve momento, procedió a examinar su pistola y apuntó en varias direcciones antes de dirigirse a Pendleton y disculparse por la tardanza. «Así bastará, podemos proceder», explicó (Chernow, 702). Burr, que no era consciente de las intenciones de Hamilton y el delope, afirmó que creía que su rival dispararía a matar.

Burr Shoots Hamilton
Burr dispara a Hamilton
Henry Davenport Northrop (Public Domain)

Lo que ocurrió a continuación es confuso. Se sabe que ambos dispararon, pero algo que no se conoce, y que sigue siendo una incógnita para los historiadores hoy en día, es si Hamilton llevó a cabo el plan y malgastó el tiro o si le apuntó a Burr y falló. En cualquier caso, el disparo de Hamilton impactó en un árbol cercano y el de Burr, justo encima de la cadera derecha de Hamilton. Este se tambaleó hacia la izquierda antes de desplomarse en el suelo y, tras examinar su propia herida, vio que era letal. Sin aliento, le dijo a Pendleton: «Soy hombre muerto» (Chernow, 703). Pendleton recordó más tarde que Burr intentó acercarse a Hamilton, antes de que Van Ness se lo impidiera y le recordara que les esperaban en la barca. A este último le preocupaban las consecuencias penales que acarrearía permanecer allí más de lo necesario. Las dos partes cruzaron de vuelta el río Hudson en sus respectivas barcas. Hamilton se dirigió directamente a la casa de William Bayard Jr., en la actual Greenwich Village, Nueva York. Permaneció consciente para despedirse de su esposa y sus hijos antes de morir, a las 14:00 p.m, el 12 de julio de 1804.

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Las secuelas

La muerte de Hamilton tuvo un gran impacto en los inicios de la política estadounidense. Lo asesinaron cuando el Partido Federalista intentaba remontar, tras la derrota de las elecciones nacionales de 1800. Los federalistas no pudieron encontrar un líder tan contundente y energético como Hamilton, y el movimiento se sofocó lentamente hasta que se disipó por completo a principios de 1820. Esto puso fin a los primeros enfrentamientos partidistas de la historia de Estados Unidos. El duelo también afectó de forma notoria a Burr y, como se esperaba, supuso el final de su carrera política. Como Hamilton predijo, la prensa villanizó a Burr, a quien se le comenzó a llamar “asesino” y “criminal”. Se le acusó de un delito de homicidio en Nueva York y Nueva Jersey, aunque finalmente se eliminaron los cargos. Permaneció en la sombra un tiempo, hasta su regreso a Washington D.C., donde completó el ciclo político como vicepresidente. Cuando terminó el mandato, ambos partidos le condenaron al ostracismo. Nunca se mostró arrepentido por haber asesinado a Hamilton, salvo en una ocasión, cuando se supone que declaró lo siguiente: «Si hubiera leído más a [Laurence] Sterne y menos a Voltaire, habría entendido que el mundo era más que suficiente para Hamilton y para mí» (Chernow, 722).

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Preguntas y respuestas

¿Qué provocó el duelo entre Hamilton y Burr?

El duelo entre Hamilton y Burr lo provocaron unas alegaciones peyorativas que, supuestamente, dirigió Alexander Hamilton hacia su adversario político Aaron Burr, durante la candidatura de Burr para ser gobernador de Nueva York. Cuando Burr perdió las elecciones, le echó la culpa a los comentarios de Hamilton y le exigió una disculpa. Hamilton se negó a hacer tal cosa y Burr le retó a un duelo.

¿Dónde tuvo lugar el duelo?

El duelo entre Hamilton y Burr tuvo lugar en Weehawken, Nueva Jersey, en un lugar recóndito con vistas al río Hudson.

¿Por qué malgastó Hamilton el disparo?

Hamilton intentó malgastar el disparo porque estaba en contra de los duelos y quería impedir el conflicto con honor. Sin embargo, los historiadores siguen debatiendo si malgastó el disparo o simplemente falló.

Sobre el traductor

Alba Aylagas Pérez
Traductora especialmente interesada en la historia, el arte y todo lo relacionado con la cultura. Actualmente, es voluntaria en varias plataformas como traductora y subtituladora.

Sobre el autor

Harrison W. Mark
Harrison Mark se graduó de la Universidad Estatal de Nueva York en Oswego, donde estudió Historia y Ciencias Políticas.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, H. W. (2024, octubre 18). El duelo entre Hamilton y Burr [Hamilton-Burr Duel]. (A. A. Pérez, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2548/el-duelo-entre-hamilton-y-burr/

Estilo Chicago

Mark, Harrison W.. "El duelo entre Hamilton y Burr." Traducido por Alba Aylagas Pérez. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 18, 2024. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2548/el-duelo-entre-hamilton-y-burr/.

Estilo MLA

Mark, Harrison W.. "El duelo entre Hamilton y Burr." Traducido por Alba Aylagas Pérez. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 18 oct 2024. Web. 22 feb 2025.

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