La agogé era el antiguo programa educativo espartano, que entrenaba a los jóvenes varones en el arte de la guerra. La palabra significa "criar" en el sentido de educar al ganado desde la juventud hacia un fin específico. El programa fue instituido por primera vez por el legislador Licurgo (siglo IX a.C.) y formó parte integral de la fuerza militar y el poder político de Esparta.
La participación de los hombres espartanos en la agogé era obligatoria. A las niñas espartanas no se les permitía ingresar, pero eran educadas en casa por sus madres o entrenadoras. Los chicos entraban en la agogé a los 7 años y se graduaban alrededor de los 30, momento en el que podían casarse y formar una familia.
El objetivo de la agogé era transformar a los niños en soldados espartanos cuya lealtad se dirigía al Estado y a sus hermanos de armas, no a sus familias. La alfabetización estaba incluida en el plan de estudios, pero no era tan importante como la formación militar y las técnicas de supervivencia. Como en otras ciudades-estado griegas, las relaciones homoeróticas entre candidatos mayores y jóvenes se consideraban un aspecto natural del crecimiento y la madurez pero, en Esparta, parece que se fomentaban para crear un vínculo más estrecho entre los hombres que terminarían sirviendo en las fuerzas armadas.
La agogé alcanzó su apogeo durante el período clásico (siglos V-IV a.C.) y fue elogiada como la forma ideal de educación por los filósofos Platón (428/427-348/347 a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.), así como por el escritor Jenofonte (430-c. 354 a.C.). Historiadores posteriores, como Plutarco (c. 45/50-c. 120/125 d.C.) fueron más críticos con el programa. A partir del siglo IV a.C., la agogé fue perdiendo apoyo, aunque existió de alguna forma durante los primeros años del Imperio romano. Se desconoce la fecha exacta del fin de la agogé, pero no sobrevivió al saqueo de Esparta por Alarico I (quien gobernó del 394 al 410 d.C.) de los visigodos que tuvo lugar en 396 d.C.
Esparta y Licurgo
Los espartanos se asentaron en la zona del Peloponeso, en el valle de Laconia, en algún momento del siglo X a.C., y posteriormente desplazaron a un pueblo indígena (los perioikoi y los helotas) que fue sometido. Según la leyenda, la casa gobernante de Esparta hacia el siglo IX a.C. estaba dividida por la desconfianza y las intrigas, y el pueblo carecía de modelos de gobierno sólidos. Licurgo era un príncipe espartano cuyo hermano mayor había muerto, y había quedado su esposa embarazada. Licurgo era el siguiente en la línea de sucesión al trono, pero abdicó en favor del hijo pequeño de su hermano y, para evitar cualquier sospecha de que pudiera dañar al niño para recuperar el poder, abandonó Esparta.
Se dice que viajó primero a Creta, luego por Asia Menor, a Egipto y a muchos otros lugares estudiando sus leyes y reflexionando sobre los mejores aspectos de la sociedad. Tras varios años, los espartanos se pusieron en contacto con él para pedirle que regresara a casa. Evidentemente, su sobrino, Carilo de Esparta, no era el mejor hombre para el cargo de rey y parece que se produjo un importante malestar social. Licurgo regresó con un nuevo concepto de la ley, que la gente aprendería viviendo y no necesitaría una forma escrita, y poco a poco se fue ganando a la clase alta para su visión.
Las reformas de Licurgo eran integrales, abarcaban todos los aspectos de la vida del pueblo y, como había ordenado desde el principio, no se plasmaron por escrito; las leyes se guardarían en el corazón de la gente porque sabrían que esos preceptos conducían a la mejor sociedad posible. Entre sus reformas estaba la creación de la educación formal y la formación militar que se convirtió en la agogé. El erudito Paul Cartledge describe la agogé como un "sistema de educación, entrenamiento y socialización [que] convertía a los niños en combatientes cuya reputación de disciplina, valor y destreza era insuperable" (32). Puede que Licurgo fuera una figura mitológica (se lo sitúa entre los siglos IX y VI a.C.), pero tanto si era historia como mito, el programa que se le atribuye se convirtió en la base de la sociedad y el poderío militar espartanos.
Iniciación de la agogé: paides
Cuando nacían los niños espartanos, los ancianos varones de la familia decidían si el infante era apto para vivir y ser criado. Según algunos relatos, una de las pruebas consistía en dejar caer al bebé en una cuba de vino y, si lloraba, se consideraba que era demasiado débil, pero esto puede ser apócrifo. Los niños varones eran criados principalmente por sus padres hasta la edad de siete años, cuando entraban en la agogé y eran conocidos como paides (niños). Cartledge comenta:
Entre los siete y los dieciocho años, los niños y jóvenes se organizaban en "manadas" y "rebaños" y quedaban bajo la supervisión de jóvenes adultos espartanos. Se los animaba a romper los lazos exclusivos con sus propias familias natales y a considerar a todos los espartanos de la edad de su padre como [sus padres]. (69)
Durante los primeros cinco años en la agogé, entre los 7 y los 12 años, se enseñaba a los chicos a leer y escribir, pero el énfasis del programa se ponía en las pruebas de resistencia, las competiciones atléticas, la destreza militar y en enseñarles a sobrevivir y a ser más listos que los demás. Plutarco escribe:
De la lectura y la escritura solo aprendían lo suficiente para servir a su turno; todo el resto de su entrenamiento estaba calculado para que obedecieran bien las órdenes, soportaran las dificultades y vencieran en la batalla. Por eso, a medida que crecían en edad, se incrementaba su ejercicio corporal; se les cortaba el cabello y se los acostumbraba a ir descalzos y a jugar la mayor parte del tiempo sin ropa. (16.6)
Durante este período, a los niños soldados también se les enseñaba a robar, especialmente a robar comida, ya que se los alimentaba poco. Si tenían éxito, incluso si el robo se detectaba después y se sospechaba claramente del culpable, no se les imponía ningún castigo; si eran atrapados, recibían una paliza fuerte. Plutarco señala:
Los muchachos se toman tan a pecho sus robos que, según se cuenta, uno de ellos, que llevaba bajo la capa un zorro joven que había robado, dejó que el animal le desgarrara las entrañas con dientes y garras, y murió antes de que se descubriera su robo. E incluso esta historia gana credibilidad por lo que ahora soportan sus jóvenes, a muchos de los cuales he visto expirar bajo los latigazos en el altar de Artemisa Ortia. (18.1)
Robar se consideraba una importante habilidad para la supervivencia, por lo que no se castigaba el acto del robo, sino el descuido exhibido al ser atrapado. En la etapa de iniciación, el programa se centraba en inculcar habilidades esenciales que permitieran no solo sobrevivir, sino vencer. Los muchachos tenían que hacer literalmente sus propias camas (es decir, construirlas) con juncos ásperos que crecían junto al río y que tenían que romper a mano sin utilizar un cuchillo.
Se desalentaba cualquier acción o comportamiento rutinario considerado una pérdida de tiempo, y esto se aplicaba incluso a la forma de hablar. El término actual lacónico, que significa expresar mucho con pocas palabras, procede de Laconia, la patria de los espartanos. Se enseñaba a los jóvenes a comprimir su discurso para dar el máximo significado y fuerza con el menor número de palabras posible. El ejemplo más famoso es la historia de Filipo II de Macedonia, que amenazó: "Si entro con éxito en Laconia con mi ejército, arrasaré Esparta", a lo que los espartanos respondieron: "Si entras".
Transición de la agogé: paidiskoi
El entrenamiento en el habla continuaba en el período de transición, cuando uno pasaba a ser conocido como paidiskoi (muchacho mayor) en torno a los doce años. Plutarco señala:
Cuando los muchachos llegaban a esta edad, eran favorecidos con la sociedad de amantes de entre los jóvenes reputados. Los ancianos también los vigilaban de cerca, acudían con más frecuencia a sus lugares de ejercicio y observaban sus concursos de fuerza e ingenio, no superficialmente, sino con la idea de que todos ellos eran en cierto modo los padres, tutores y gobernadores de todos los muchachos. De este modo, en todo momento y en todo lugar, el muchacho que se equivocaba tenía quien lo amonestara y lo castigara. (17.1)
Plutarco equipara la relación de los jóvenes amantes con el modelo clásico de otras ciudades-estado griegas, en el que un hombre mayor (el erastes, "amante") anima y nutre a un hombre más joven (el eromenos, "amado"). En el contexto del programa de la agogé, se cree que este tipo de relación también estrechaba los lazos entre los estudiantes más jóvenes y los mayores, que se consideraban a sí mismos y eran considerados por los demás hijos de un mismo padre, el Estado. Cartledge comenta:
Un ejemplo especialmente llamativo de esta paternidad desplazada o sustituta fue la institución de la pederastia ritualizada. A partir de los doce años, todo adolescente espartano debía recibir como amante a un joven guerrero adulto: el término técnico espartano para referirse al compañero mayor activo era "inspirador", mientras que el compañero menor era conocido como "oyente". La relación era probablemente sexual, pero el sexo no era en absoluto el único objeto, ni siquiera siempre el principal. (69)
Jenofonte, sin embargo, niega que hubiera ningún elemento sexual en las relaciones de los muchachos en la agogé. Aunque ateniense, Jenofonte era amigo de Esparta y, de hecho, sirvió al estado como mercenario. Sus dos hijos fueron educados en el programa de la agogé, y sostiene que no había ningún elemento homoerótico en las relaciones. En su Polity of the Athenians and the Lacedemonians (Sistema político de los atenienses y lacedemonios), escribe:
La relación de amante y amado [en la agogé] es como la de padre e hijo o hermano y hermano, donde el apetito carnal está en suspenso. No me sorprende, sin embargo, que esto, que es el hecho, sea escasamente creído en algunos sectores, viendo que en muchos estados las leyes no se oponen a los deseos en cuestión. (2.13-14)
En otras palabras, como otras ciudades-estado consideraban natural una relación sexual entre hombres mayores y menores, atribuyeron lo mismo a Esparta, pero Jenofonte afirma que el modelo espartano difería de los demás. Antes, en el mismo pasaje, señala que Licurgo creó con su agogé un sistema distinto a todos los demás y que solo fomentaba las relaciones que enriquecían el alma, no las que alimentaban los apetitos del cuerpo.
El problema con la afirmación de Jenofonte, sin embargo, es que la relación entre el amante y el amado (en cualquier caso) estaba destinada a enriquecer el alma, y las relaciones que se perseguían puramente para la gratificación sexual no estaban aprobadas en Grecia en general, por lo que Esparta no habría sido la excepción. Es posible, por tanto, que Jenofonte se equivoque aunque los escritores modernos lo citen con frecuencia afirmando que no existían relaciones homoeróticas entre los candidatos de la agogé.
Madurez de la agogé: hebontes
Después de la etapa de transición, los estudiantes recibían el nombre de hebontes (jóvenes) y estaban bajo la tutela de un paidonomos (boyero). Plutarco señala:
Bajo [la dirección del paidonomos] los muchachos, en sus diversas compañías, se ponían bajo el mando de los más prudentes y guerreros de los llamados eirenos. Este era el nombre que se daba a los que llevaban dos años fuera de la clase de los muchachos, y Melleirens, o aspirantes a eirenos, era el nombre de los más viejos de los muchachos. Este eiren entonces, un joven de veinte años, manda a sus subordinados en sus simulacros de batallas, y en el interior les hace servirle en sus comidas. Encarga a los más grandes que traigan leña, y a los más pequeños, hierbas. Y ellos roban lo que recogen, algunos de ellos entran en los jardines, y otros se arrastran astuta y cautelosamente en los comedores públicos de los hombres; pero si se descubre a un muchacho robando, se lo azota intensamente como un ladrón descuidado e inhábil. (17.2-3)
El paidonomos era nombrado por los éforos (supervisores) de la ciudad, que eran funcionarios electos que juraban cumplir las leyes de Esparta y tenían incluso autoridad para desafiar a un rey en ejercicio si no hacía lo mismo. Los éforos eran los hombres de más edad que supervisaban los castigos que los mayores imponían a los más jóvenes. No intervenían mientras se infligía el castigo, pero después juzgaban si era excesivo o demasiado indulgente. El paidonomos aprendía de los éforos lo que constituía exceso o indulgencia y a menudo era el supervisor de los castigos.
Parece probable que los muchachos comieran todos juntos durante toda la agogé, pero al llegar a la madurez era necesario ser elegido para un determinado comedor, también conocido como "tienda común" (una suskania). Había muchos comedores diferentes, y era imperativo que un joven fuera elegido para uno de ellos. Cartledge señala:
La elección era competitiva; bastaba un solo voto negativo para que un candidato fuera rechazado. Algunos comedores eran, por supuesto, más exclusivos y deseables que otros, ninguno más que el comedor real, en el que ambos reyes cenaban conjuntamente con sus ayudantes elegidos cuando estaban en Esparta. Si no se lograba ser elegido en ningún comedor, se quedaba excluido del cuerpo ciudadano espartano y, tal vez, también del ejército. (71)
Una vez conseguida la elección a un comedor, todos los hombres de ese comedor comían juntos todas las comidas. Las únicas excusas para no asistir eran la participación en un ritual religioso o en una expedición de caza. Ya estuvieran en Esparta o desplegados en otro lugar, todos los hombres de ese comedor debían llevar comida para compartir en común y, por tanto, obviamente, debían estar presentes. La comida principal se celebraba al anochecer y no se permitía el uso de antorchas para iluminar el camino hacia o desde el comedor con el fin de fomentar la destreza de los hombres en la navegación por el terreno en la oscuridad y, así, permitirles reunirse y comer cuando estaban en el campo sin alertar a una fuerza contraria de su ubicación.
Durante este período final de la agogé, un hombre podía casarse, pero la mayoría no lo hacía hasta que se graduaba a los 30 años. Una vez casados, podían fundar una familia, pero aun así debían comer en común. Las mujeres de Esparta también comían en común, pero separadas de los hombres. Las mujeres tenían su propia esfera de influencia y poder, pero no se les permitía participar en ningún aspecto de la guerra griega. Para los espartanos, las mujeres tenían la responsabilidad más importante de todas: parir guerreros.
Conclusión
Sin embargo, las hijas sanas también eran una prioridad, ya que se esperaba que con el tiempo tuvieran sus propios hijos. Mientras los niños seguían el programa de agogé, las niñas eran criadas por sus madres o por sirvientas de confianza pero, a diferencia de otras ciudades-estado como Atenas, no aprendían a hilar, tejer o limpiar la casa. Las niñas espartanas participaban en las mismas rutinas físicas que los niños cuando eran jóvenes, incluso entrenaban con ellos al principio, y luego eran educadas en la lectura, la escritura y la mousike ("música"), término que incluía el canto, la danza, tocar un instrumento musical y componer poesía. Las muchachas espartanas también practicaban varios deportes, como el boxeo, la lucha, el lanzamiento de disco y jabalina, la equitación y las carreras a pie. No tenían necesidad de aprender a coser o tejer porque los trabajos serviles en Esparta estaban a cargo de los helotas.
Aunque una mujer espartana no tenía mucho que ver con la crianza diaria de sus hijos, se esperaba que los varones reconocieran y honraran a sus madres mediante muestras de valor, habilidad y victoria militar. Plutarco y otros historiadores antiguos cuentan que las madres espartanas mataban a sus hijos adultos que huían de la batalla o mostraban signos de cobardía. Pensar en uno mismo y en lo que uno quería se consideraba no solo egoísmo y debilidad, sino traición por haber puesto el propio deseo por encima del bien del Estado. Plutarco señala:
El entrenamiento de los espartanos duraba hasta la madurez. A ningún hombre se le permitía vivir a su antojo, sino que en su ciudad, como en un campamento militar, tenían siempre un régimen prescrito y un empleo en el servicio público, considerando que pertenecían enteramente a su país y no a sí mismos, vigilando a los muchachos, si no se les imponía otro deber, y enseñándoles alguna cosa útil, o aprendiéndola ellos mismos de sus mayores. (24.1)
La idea de que la vida no era propia, sino que pertenecía al Estado que la había dado, se inculcaba a las mujeres a través del ejemplo de sus madres y su tutela y, a los hombres, a través del programa de formación espartano de la agogé. La agogé del período Clásico siguió produciendo sus guerreros de élite hasta el 371 a.C., cuando Esparta fue derrotada por Tebas en la batalla de Leuctra, y continuó de alguna forma hasta el 396 d.C., cuando Esparta fue saqueada y cayó en manos del rey visigodo Alarico. Sin embargo, el legado del programa perdura en la reputación del guerrero espartano como miembro de la mayor fuerza de combate de la antigua Grecia que, al menos durante un tiempo, parecía invencible.