La civilización inca de Perú, como muchas otras culturas andinas antiguas, momificaba a muchos de sus muertos y los enterraba con materiales valiosos tales como joyas de metales preciosos, cerámica fina y tejidos suntuosos. Periódicamente también se sacaba a las momias importantes de sus tumbas para participar en ceremonias, donde también se les ofrecía comida como si todavía fuesen personas vivas. Las momias (mallki) que no han sido presa de los saqueadores en la mayoría de casos se han preservado excelentemente, gracias al clima seco de la región andina, y proporcionan una visión única sobre la cultura, las prácticas religiosas y la vida diaria de los incas.
El culto a los ancestros
La momificación era sólo uno de los tipos de entierro empleados por los incas y una antigua manifestación andina del culto a los ancestros, el cual ilustra una profunda reverencia por las generaciones más antiguas (ayllu) y el parentesco dentro de las comunidades. Estas momias, consideradas un vínculo entre los vivos y los dioses, también se podían extraer de sus lugares de descanso y “ser consultadas” en ocasiones importantes de tal manera que su conocimiento pudiese servir a la comunidad de los vivos. Las momias contaban con puestos de honor y se les ofrecía comida y bebida en ceremonias tales como matrimonios, siembras y cosechas, o cuando individuos de la comunidad debían realizar largas travesías.
La conservación del cuerpo se lograba mediante la desecación o la liofilización, procesos a los que contribuían las condiciones climáticas naturales de ciertos lugares tales como los desiertos y las sierras altas. Los cuerpos también podían tratarse y conservarse usando alcohol (proveniente de cerveza de chicha de maíz). Las culturas andinas más antiguas habían usado la sal como conservante y, a menudo, le quitaban la carne al cadáver y removían los fluidos corporales previo al confinamiento. Las momias se colocaban en posición fetal y envueltas en bultos usando varias capas de telas, amarradas con cuerdas y, algunas veces, con una tela añadida para la cabeza. Las momias podían confinarse en cuevas o en habitaciones dedicadas dentro de la comunidad, a menudo en grupos, y estas cámaras se reabrían cada cierto tiempo para que se pudieran agregar nuevas momias. A los individuos de alto estatus se les vestía y envolvía en tejidos y joyas particularmente finos. Las posesiones del difunto se enterraban junto con su propietario, algunas veces, también con las herramientas de su profesión.
Las víctimas de sacrificios, includios los niños (capacocha), también podían momificarse y colocarse en santuarios en la cima de montañas y en otros lugares sagrados (huaca). Estas momias, por lo general, se liofilizaban y su objetivo principal puede haber sido reforzar el control inca sobre las provincias conquistadas.
Uno de los yacimientos más notables de restos momificados es la zona alrededor de Cajatambo, en las tierras altas del Perú central. Los españoles, en el siglo XVII d. c., documentaron no menos de 1.825 momias antiguas. Aquí las momias estaban almacenadas en cavernas sagradas, conocidas como machay y, ataviadas con sus mejores galas, se les ofrecía periódicamente comida y bebida de tal manera que, haciéndose parte del paisaje, su consulta garantizaría una cosecha fructífera.
En cusco había un espacio dedicado a los restos momificados de los emperadores incas anteriores y sus esposas.
Las momias de la realeza
Debido al saqueo por parte de los conquistadores y a los subsiguientes saqueadores de tumbas, se han descubierto muy pocas tumbas de la aristocracia intactas, pero se sabe acerca de las momias reales de la capital inca, Cusco, por las crónicas escritas. En el complejo religioso de Coricancha, en Cusco, había un espacio dedicado para los restos momificados de los anteriores emperadores incas y sus esposas, conocidas como mallquis. Dentro de estas cámaras los gobernantes momificados estaban rodeados de sus armas y tesoros artísticos, ya que los incas creían que el mandatario difunto permanecía siendo el dueño de las propiedades que había acumulado en vida.
Las momias reales, en vez del simple método de desecación, recibían el tratamiento de lujo de remoción de los órganos y las vísceras, embalsamamiento y curtido de la piel; podían incluso ser preparadas para la eternidad en una postura similar a la natural. Estas momias se sacaban del almacén durante ceremonias especiales, tales como aquellas que celebraban los solsticios, y se colocaban en un anillo por orden de edad al aire libre en la plaza principal, la Awkaypata o “Terraza de descanso”. Cada una tenía a un asistente quien interpretaba sus deseos y permanecía a su lado con un espantamoscas. Estas regias momias eran vestidas con finas ropas, ornamentos de oro y plumas exóticas. Como si estuviesen vivas todavía, se les hacían ofrendas de comida y bebida y se recitaban los grandes logros de sus reinados para que todos los oyesen. Así, se forjaba una conexión entre las generaciones presentes y pasadas.
Tan veneradas eran estas momias reales que, cuando llegaron los españoles, fueron mudadas repetidamente por Cusco para evitar su captura y destrucción por los europeos, quienes consideraban su reverencia una idolatría. A pesar de todo, al final fueron descubiertas y destruidas en 1559. Un español, Garcilaso de la Vega (el Inca Garcilaso), las describía así:
Sus cuerpos eran tan perfectos que no carecían ni de cabello, ni de cejas, ni de pestañas. Llevaban ropas tales como las que habían vestido cuando estaban vivos… Estaban sentados en la forma en que las mujeres y los hombres indígenas se sientan a menudo, con sus brazos cruzados sobre sus pechos, el derecho por encima del izquierdo y la mirada fija hacia abajo… Recuerdo tocar un dedo de la mano de Huayna Cápac. Era duro y rígido, como el de una estatua de madera. Los cuerpos eran tan livianos que cualquier indio podía llevarlos de casa en casa, en sus brazos o sobre sus hombros. Llevaban las momias envueltas en sábanas blancas por las calles y plazas; los indígenas se postraban de rodillas y hacían reverencias con gemidos y lágrimas… (D'Altroy, 97-99)
Carlos es ingeniero metalúrgico de Barquisimeto, Venezuela. Desde la infancia se sintió muy atraído por la geografía y la historia antigua. Leer sobre estos temas se convirtió en una afición y fortaleció sus conocimientos sobre historia.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, M. (2014, junio 16). Momias incas [Inca Mummies].
(C. A. S. B, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-699/momias-incas/
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Cartwright, Mark. "Momias incas."
Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. Última modificación junio 16, 2014.
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Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 16 jun 2014. Web. 20 nov 2024.
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Escrito por Mark Cartwright, publicado el 16 junio 2014. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.