El período clásico terminal mesoamericano (c. 800-925) fue testigo de uno de los colapsos civilizatorios más dramáticos de la historia. En aproximadamente un siglo, la floreciente civilización maya del clásico cayó en un declive permanente cuando las grandes ciudades fueron abandonadas. En muchos casos, la selva se apoderó de las ciudades en ruinas y desaparecieron de la memoria humana durante siglos.
Algunas ciudades mayas del norte, por el contrario, prosperaron como nunca antes en este período, al igual que los mayas de la costa del Golfo y del altiplano central de México. Sin embargo, para la mayoría de los mayas de las tierras bajas del sur, el período fue poco menos que un desastre y, como describe el historiador M.E. Coe, "fue seguramente una de las catástrofes sociales y demográficas más profundas de toda la historia de la humanidad". Por tanto, desde el siglo XIX, cuando se redescubrieron unas misteriosas ruinas construidas por una civilización igual de misteriosa en su momento, los estudiosos se han preguntado el por qué. A continuación se exponen algunas de las razones presentadas por los historiadores de hoy en día sobre qué ocasionó un cambio de suerte tan dramático.
Teoría y hechos
Al principio del estudio del colapso maya se presentaron todo tipo de teorías sobre lo que había sucedido exactamente, algunas más plausibles que otras. Se creyó que había sido por las enfermedades, una revolución social, la sequía, el hambre, la invasión extranjera, la superpoblación, la interrupción de las rutas comerciales, los terremotos e incluso los huracanes. Por desgracia, las inscripciones dejadas por los propios mayas guardan un extraño silencio sobre el tema. Para encontrar la respuesta debemos reconstruir el pasado a partir de lo que conocemos. Desde mediados hasta finales del siglo VIII, las relaciones entre las ciudades-estado se deterioraron. Hubo una disminución del comercio y un aumento de los conflictos armados. Sabemos que la tasa de mortalidad aumentó en este período, y desde el año 830 no se construyeron nuevos edificios en la zona central maya. Como los mayas eran aficionados a escribir fechas en sus monumentos y estelas, es interesante observar que no se observan fechas posteriores a c. 910 en los sitios de las tierras bajas.
También tenemos pruebas de que hubo grandes zonas que se despoblaron por completo y las dinastías reales y las élites desaparecieron sin dejar rastro. Por último, podemos decir que el colapso no fue único (ya se había producido un abandono a menor escala de las ciudades mayas varias veces a lo largo de los siglos) ni fue repentino, sino que fue un proceso de decadencia que se produjo a lo largo de un período de 150 años entre c. 760 y c. 910. Un declive tan lento parece tachar de la lista de factores del colapso a las pandemias de enfermedades y los desastres naturales como los terremotos. Además, en ambos casos las poblaciones tendieron a recuperarse con relativa rapidez, mientras que las tierras bajas mayas nunca se repoblaron de forma significativa.
También hay que tener en cuenta lo que no sabemos sobre la civilización maya, ya que diferentes conjeturas e interpretaciones de estos puntos pueden colorear las razones propuestas para el colapso. No conocemos con gran exactitud las cifras de población en el período clásico tardío. Tampoco sabemos con exactitud cómo cultivaban los mayas, cómo se gestionaba y controlaba la producción agrícola o si el comercio de estos productos era local, regional o incluso intercultural. Estos son los hechos y el estado más reciente de los conocimientos sobre el tema; ahora examinemos las diversas teorías sobre cómo los mayas llegaron a esta situación.
¿Por qué colapsan las civilizaciones?
En primer lugar, ha sido fructífero observar el proceso de colapso en otras civilizaciones, como el Imperio romano. Las diferencias en el tiempo, la geografía y las circunstancias hacen que no sea posible establecer correlaciones directas, pero el punto de similitud más destacado es que ningún factor individual explica el colapso de una gran civilización. Tal vez otra similitud en el complejo proceso que provocó la caída de otros imperios sea la despreocupación general de los gobernantes por los recursos de que disponían y el bienestar a largo plazo de los pueblos que gobernaban. ¿Fue este también el caso de los mayas? El período anterior al colapso de los mayas se caracteriza por proyectos de construcción extravagantes, guerras improductivas y sobreexplotación de los recursos naturales, especialmente de la tierra, los bosques y el agua. Es muy posible que el aumento de la población haya llevado a los mayas a deforestar zonas que posteriormente fueron erosionadas. Un caso que apunta al agotamiento de los recursos es el curioso cambio de la madera utilizada en los edificios mayas. La sapodilla era la elección de los arquitectos antes de la década de 740 para detalles como los dinteles, pero luego fue sustituida por la madera inferior del palo de Campeche más pequeño. La sapodilla volvió a aparecer, pero las vigas nunca tuvieron el mismo grosor que antes. ¿Los mayas habían agotado su suministro de sapodilla? ¿Se había recuperado el árbol con el tiempo o los mayas llegaron a establecer zonas protegidas para cultivar el árbol específicamente?
Tres factores principales
Los historiadores mayas generalmente se han decantado por una combinación de tres factores principales que podrían haber causado el colapso maya: la guerra entre ciudades-estado, la superpoblación y la sequía. Los factores no siempre fueron contemporáneos ni se encontraron todos juntos en una misma ciudad.
La guerra había formado parte de la cultura maya durante siglos, pero su intensificación y escala aumentaron antes del colapso, de modo que las ciudades empezaron a construir fortificaciones. Antes, la guerra había sido a menudo simbólica, en el sentido de que la derrota podía dar lugar a que apenas unas pocas figuras importantes fueran capturadas. En el período clásico tardío, la guerra parece haber sido mucho más perjudicial para todos los implicados. La conquista de territorios y la captura de una gran cantidad de víctimas para sacrificios se convirtieron en una prioridad: la primera quizás para aumentar la producción agrícola y adquirir recursos, y la segunda para apaciguar a los dioses y volver a los tiempos más estables de los siglos anteriores. La presencia de una gran cantidad de puntas de flecha en ciertos lugares es una prueba más de que la vida en las ciudades se estaba volviendo más precaria.
También pudo haber una amenaza militar de estados extranjeros. En apoyo a la teoría de la invasión hay varios hallazgos arqueológicos, sobre todo en Ceibal, donde se representa una figura conocida como "Wat'ul" que tiene un bigote y un peinado claramente no maya, pero que lleva un traje maya; estelas con glifos que no son mayas; una figura con una máscara de Ehécatl, el dios del viento del centro de México; y la presencia de cerámica naranja fina de la costa del Golfo. Sin embargo, estas pruebas parecen escasas en comparación con lo que se esperaría encontrar si el colapso se debiera a una invasión extranjera y, además, pocas ciudades muestran pruebas de destrucción deliberada.
La superpoblación puede haber supuesto una presión insoportable sobre la producción agrícola que los mayas eran capaces de gestionar. Cada vez hay más pruebas arqueológicas que demuestran que las ciudades mayas y los asentamientos periféricos estaban mucho más poblados de lo que se imaginaba. Y lo que es peor, las pruebas científicas indican claramente que las tierras bajas mayas sufrieron una serie de sequías sostenida entre c. 800 y c. 1050. Sin embargo, hay que señalar que no todas las ciudades sufrieron sequías, ya que algunos lagos y ríos nunca se secaron por completo. En el caso de las regiones que sí sufrieron escasez de agua, la falta de lluvia y las repetidas pérdidas de cosechas hacen que sea totalmente concebible que los niveles más bajos de la sociedad (el 90% de la población era agricultora) o, quizás más probablemente, las élites no gobernantes, se rebelaran contra la clase dirigente, que ya no podía justificar su papel de protectores de la sociedad e intermediarios con los dioses, como Chahk, el dios de la lluvia. Con el consiguiente colapso de la estructura social y de la infraestructura de la ciudad, los que pudieron emigraron al norte y al sur, y las primeras crónicas coloniales escritas en maya yucateco describen efectivamente un "Gran Descenso" y un "Descenso Menor". No hay registro arqueológico de un movimiento de población tan grande, solo que después del colapso, las 60.000 millas cuadradas de las tierras bajas mayas quedaron desiertas.
Conclusión
Por lo tanto, la explicación más razonable del colapso del clásico maya es una combinación de factores interconectados. La guerra, el desorden social, la superpoblación y las condiciones climáticas desfavorables se combinaron, quizás no todas juntas y en diversos grados y con diferentes tiempos y secuencias dependiendo de la ubicación, para poner fin al orden establecido en las tierras bajas mayas del sur.
Como ya se ha dicho, el colapso del clásico maya no fue el fin de la cultura maya. Las ciudades del norte y las de las tierras altas de México y Guatemala sobrevivieron hasta la conquista española, y aún hoy siete millones de personas hablan la lengua maya en Mesoamérica. La cultura maya sufrió un terrible golpe, pero no desapareció por completo. En el vacío de poder y la convulsión social general que dejó el colapso, un grupo aprovechó la oportunidad para lograr el dominio regional: se trataba de la civilización tolteca, y fueron ellos quienes harían el relevo de la cultura mesoamericana que había comenzado con los olmecas, perfeccionada por los mayas, y terminaría con los aztecas.