El historiador griego Heródoto proporciona una descripción precisa de la devoción de los antiguos egipcios por los gatos en el Libro II de sus Historias, pero este pasaje se cita a menudo fuera de contexto. Los capítulos II. 66-67 se incluyen frecuentemente en una antología, sin discutir el pasaje anterior sobre cómo los egipcios valoraban a todos los animales y los consideraban sagrados.
Aunque Heródoto deja claro en el capítulo II. 65 que no quiere tratar el tema de los dioses en relación a los animales, luego cuenta la manera cuidadosa en la que la gente cuidaba de las necesidades de sus animales como un reflejo de la religión egipcia. Para los antiguos egipcios, los animales, como todo lo que les rodeaba, eran un regalo de los dioses, y era su responsabilidad valorar y cuidar de tales regalos.
Citando solamente los capítulos II. 66-67, los autores y editores, sin darse cuenta, dan la falsa impresión de que solo se tenía a los gatos en alta estima cuando, la verdad es que ocurría con todos los animales. El gato estaba entre las mascotas más populares en el antiguo Egipto, pero no era el único animal que los egipcios valoraban, y Heródoto deja esto claro cuando se cita su anterior capítulo junto a los pasajes sobre los gatos.
Lo cierto es que Heródoto trata sobre una amplia variedad de animales en su obra, incluyendo a los de Egipto. El erudito Colin MacCormack señala:
De entre las obras de la historia antigua, las Historias de Heródoto sobresalen por la inusual gran cantidad de espacio dedicado a los discursos sobre animales. Mientras que en Tucídides aparecen solamente 42 referencias a animales, Heródoto proporciona a los lectores la gran cantidad de 804 referencias de al menos 111 términos de diferentes animales. (1)
Tras su pasaje sobre los gatos, de hecho, Heródoto continúa debatiendo sobre el cocodrilo, el hipopótamo, la nutria, los pájaros y las serpientes mucho más detalladamente. Aun así, ya que el gato parece haber sido uno de los animales más populares y el más reconocido como mascota domesticada en la era moderna, su debate sobre el gato se ha convertido en el más conocido.
Esto no es muy sorprendente considerando la asociación de los gatos con el antiguo Egipto, incluso la palabra española gato proviene de Egipto ya que deriva del nombre del animal, quattah, que en griego es gata y que después influiría en la palabra para gato en otros idiomas hasta nuestros días, por ejemplo: cat en inglés, chat en francés, y katze en alemán. Esto también se aplica al término "pussy" como en "pussycat" (gatito en inglés) que proviene del nombre egipcio de la diosa de los gatos, Bastet, Pasht.
Aun así, como se menciona, el famoso pasaje de Heródoto sobre los egipcios rescatando gatos de edificios en llamas pierde algo de su significado cuando se cita fuera de contexto. En este pasaje no se salva a los gatos solamente por ser sus mascotas favoritas ni por el respeto a la vida de los egipcios, sino por su asociación con Bastet.
Los gatos en Egipto y la descripción de Heródoto
En el antiguo Egipto, los gatos tuvieron una asociación ilustre y prolongada con la divinidad entre alrededor de 3150-30 a.C. La diosa felina Mafdet aparece en la Dinastía I de Egipto (alrededor de 3150 - alrededor de 2890 a.C.) como la protectora y la encarnación del concepto de justicia. Se la consideraba especialmente poderosa en la protección contra ataques de escorpiones y serpientes y estaba entre las deidades que salvaguardaban al dios sol Ra en su viaje nocturno por el inframundo de la amenaza de la gran serpiente Apofis y era, por lo tanto, una de las deidades principales que aseguraba que el sol saliera cada mañana.
Mafdet fue especialmente popular durante el reinado de Den (alrededor de 2990-2940 a.C.), considerado el rey más poderoso de la Dinastía I, y fue la protectora de sus aposentos personales. Continúo siendo una diosa importante durante el período del Imperio Nuevo de Egipto (alrededor de 1570 a alrededor de 1069 a.C.) aunque sus responsabilidades fueron asumidas por las diosas Serket (también llamada Selket, que protegía de las mordeduras venenosas) y Bastet, una de las diosas más populares de la mitología egipcia.
Bastet era la diosa del hogar, de la vida doméstica, de la fertilidad, de los nacimientos, de los secretos de las mujeres y de los gatos. Mientras que a Mafdet se la representaba como un gato con piel de guepardo, a Bastet se la retrata normalmente como un gato o como una mujer con cabeza de gato. Bastet garantizaba la seguridad del hogar y la salud de las mujeres y niños ahuyentando los malos espíritus y la enfermedad, y debido a esto tanto hombres como mujeres la veneraban considerablemente. Su centro de culto en Bubastis era uno de los más ricos del país, y como señala Heródoto más abajo, gente de todas partes viajaba a esa ciudad para enterrar allí a sus gatos fallecidos cerca de la diosa.
Bastet asumió los deberes de Mafdet durante la Dinastía II de Egipto (alrededor de 2890 hasta alrededor de 2670 a.C.) y se mantuvo popular hasta finales de la Dinastía Ptolemaica en el 30 a.C. Como ocurría con todas las deidades del antiguo Egipto, Bastet mantenía el valor del ma'at (harmonía, equilibrio), y Heródoto toca este tema en el capítulo II.66 en su discusión sobre los gatos machos que matan gatitos para aparearse. Aunque este pasaje se interpreta a veces como una crítica al comportamiento de los gatos macho; está, de hecho, discutiendo la regulación natural de la población. Como él sugiere, sin la intervención de los machos, la población gatuna se descontrolaría totalmente. Para los egipcios, el comportamiento de los machos habría sido aceptado por Bastet con el interés de mantener el equilibrio.
El pasaje más conocido sobre los gatos y casas en llamas también se refiere a Bastet ya que ella era la diosa y la protectora de los gatos. La descripción de Heródoto sobre los egipcios que se centran en rescatar gatos no solo se está refiriendo a cómo se habría comportado alguien para tratar de salvar a una mascota querida, sino que también tiene que ver con honrar a la diosa. Aunque a Bastet se la concebía como protectora del hogar, podía haber varias razones por las que la casa se había incendiado: se había pecado contra otro dios, no se habían cumplido los ritos funerarios adecuados, o se había cometido un error de alguna otra manera. Y por lo tanto, con el incendio de la casa, la justicia estaba servida.
Si se deseaba que Bastet siguiera protegiendo la casa nueva de una persona, era por propio interés que se rescataban sus gatos ya que ella podría ser vengativa a la vez que benevolente. La erudita Geraldine Pinch señala:
Bastet tiene un doble aspecto de madre abnegada y vengadora terrible. Es ese aspecto demónico el que aparece principalmente en los Textos de los sarcófagos, el Libro de los muertos y en los conjuros médicos. Se decía que los "asesinos de Bastet" infligían pestes y otros desastres en la humanidad. Un conjuro aconseja hacerse pasar por el "hijo de Bastet" para evitar contagiarse de alguna plaga. (115)
Bastet, al igual que Mafdet, estaba unida al concepto de justicia y, con esta capacidad se la conocía como La dama del terror y La dama del sacrificio por su rápida respuesta a cualquier acto indebido. Reconociendo lo vengativa que Bastet podía ser cuando se la había agraviado, los egipcios buscaban con naturalidad salvar a sus gatos sin preocuparse en lidiar con la casa en llamas.
Estos pasajes sobre los gatos del capítulo II.65 explican la manera en que los egipcios cuidaban de todos los animales. El rescate de gatos de los incendios se relaciona directamente con el valor que los egipcios daban a todo tipo de vida y en esa perspectiva, concretamente a los gatos. Aunque se mataba a los animales salvajes cazando, se pescaba para alimentarse y algunos animales se ofrecían en sacrificio, todos ellos se consideraban regalos sagrados, no el gato solamente.
El texto
Los siguientes pasajes se toman de Heródoto: las historias por Robin Waterfield:
II.65 Todos los animales de Egipto se consideran sagrados. Algunos están domesticados, y otros no, pero si tuviera que explicar por qué se les permite a algunos animales vagar libremente, como criaturas sagradas, mi informe estaría obligado a debatir temas pertenecientes a los dioses, y estoy haciendo lo posible para evitar relatar tales cosas. Solamente cuando no he tenido elección he tocado estos temas. Sin embargo, una de sus costumbres en relación a los animales es la siguiente: a cada especie de animal se le ha asignado un guardián que está a cargo de su cuidado; el cuidador puede ser un hombre o mujer egipcio, y los hijos heredan el puesto de sus padres. En las ciudades, la gente cumple sus votos orando al dios cuya criatura sagrada es un tipo de animal dado, y afeitando la cabeza de su hijo (puede ser toda la cabeza, o la mitad o un tercio) y pesando el cabello en un par de balanzas contra un poco de plata. Este peso en plata se le da luego al cuidador de los animales. Ella corta tanto pescado como pueda comprar esa plata y se lo da de alimento a los animales. Así es como se alimenta a los animales. La muerte deliberada de uno de estos animales es castigada con la muerte, y cualquiera que mate uno de ellos accidentalmente debe pagar una multa cuya cantidad determinan los sacerdotes. Sin embargo, la muerte de un ibis o un halcón a manos de alguien, sea o no intencionada, es inevitablemente una ofensa capital.
II.66 Aunque existen multitud de animales domésticos en Egipto, habría muchos más si no fuera por lo que les ocurre a los gatos. Cuando las hembras de gato paren, dejan de copular con los machos. Sin embargo, muchos de los machos quieren aparearse con ellas y no pueden hacerlo. Los machos por lo tanto idean una solución inteligente. Se cuelan y roban los gatitos de sus madres y luego los matan (pero no para comer). Las hembras, privadas de sus crías, desean tener más, porque la especie felina está muy encariñada con sus crías, y por lo tanto se acercan a los machos.
Si una casa se incendia, lo que les ocurre a los gatos es bastante extraordinario. A los egipcios no les preocupa intentar apagar el fuego, sino que se posicionan a intervalos alrededor de la casa y buscan a los gatos. Sin embargo, los gatos se deslizan entre ellos e incluso saltan sobre ellos y se estrellan en el fuego. Esto sumerge a los egipcios en una gran tristeza. En hogares donde muere un gato por causas naturales, todos los que allí viven se afeitan las cejas, nada más. En hogares donde muere un perro, se afeitan todo el cuerpo, cabeza y todo.
II.67 Tras su muerte, se lleva a los gatos a las cámaras sagradas de la ciudad de Bubastis donde se les momifica y entierra. Los perros son enterrados por cada familia en su propia comunidad en tumbas santificadas, las mangostas también reciben la misma forma de enterramiento. Las musarañas y los halcones se llevan a la ciudad de Buto, y los ibis a Hermópolis. Los osos (que son raros) y los lobos (que no son mucho más grandes que los zorros) se entierran allí donde se encontraron.
Conclusión
La descripción de Heródoto de los animales en el antiguo Egipto, y de los gatos en concreto, dan ejemplo del enfoque global de la historia ya que se centra en los detalles que caracterizan una cultura. No siempre comenta el significado completo de un acontecimiento, política o práctica, sino que sugiere que es indicador de los valores de la civilización que está considerando y, como observa MacCormack, es bastante "moderno" en su enfoque:
“Heródoto solo señala que el comportamiento influye en la población. Según él, sin la costumbre de los gatos machos de matar a las crías (2.66) o de las crías de víboras que matan a sus madres (3.108), habría una superpoblación de ambas. Atribuye esta autorregulación natural a un conocimiento divino que supervisa el mundo… De manera más general, al contrario que las especulaciones macroscópicas sobre la cosmología o la materia de los filósofos de la naturaleza, Heródoto prefiere la observación de los temas mundanos como la geología, la flora y la fauna. Aparte de su modernidad, estas investigaciones zoológicas revelan también una metodología subyacente: la interrelación de los humanos y su medio ambiente. (2)
Los pasajes de Heródoto sobre los gatos están entre los más conocidos de sus Historias y se citan frecuentemente en referencia al valor que los egipcios daban a los gatos. Sin embargo, los pasajes tienen un significado mucho más profundo, como señala MacCormack, lo que se entiende claramente dado el contexto de II.65. Los egipcios cuidaban de todos los animales en reconocimiento de la importancia del equilibrio, “la interrelación de los humanos y su medio ambiente”, y entendían que lo que era bueno para los animales era en último caso lo mejor para ellos mismos.