Las historias de fantasmas fueron una de las primeras manifestaciones literarias en la antigua China. Seguramente estas historias formaban parte de una tradición oral muy antigua, que precedió al desarrollo de la escritura durante la dinastía Shang (1600 - 1046 a.C.), y siguen siendo populares en China hasta el día de hoy. Para los chinos antiguos, los fantasmas eran un asunto muy serio.
En la China actual, los fantasmas solo pueden hacer daño si uno cree en ellos, pero en la antigua China eran una parte indiscutible de la realidad, sin importar si se les temía o se les tomaba a broma. Cuando una persona moría, su alma cruzaba un puente hacia el más allá, para luego ser juzgada como digna o indigna en ese cruce. Si había vivido una buena vida, continuaba su camino; si había hecho el mal, caía del puente hacia el infierno.
Si alcanzaba el otro lado, su destino dependía de sus creencias: algunos se reencarnaban, mientras que otros iban a parar junto a los dioses. Los budistas, por ejemplo, creían que la reencarnación era más común, mientras que los confucionistas pensaban que los antepasados vivían con los dioses y se les podía pedir ayuda o protección a través de oraciones. El primer paso en este viaje tras la muerte era el entierro y la ceremonia fúnebre. Si estos rituales no se realizaban correctamente, el alma del difunto regresaba al mundo de los vivos para atormentar a los que seguían con vida.
La importancia de un entierro adecuado
En China se consideraba que el suelo bajo la tierra pertenecía a los dioses. Los cementerios se ubicaban fuera de las ciudades y pueblos, en áreas rurales, y allí habitaban los espíritus de la tierra conocidos como Tudi Gong, al igual que en cualquier otro lugar. No se podía simplemente ir y cavar una tumba sin antes honrar a los dioses y a los espíritus locales y comprarles la tierra.
Los familiares del difunto elegían un lugar y redactaban un contrato para comprar ese terreno a los dioses y espíritus. El contrato detallaba “el nombre del fallecido, sus títulos, la fecha de su muerte, las medidas exactas del terreno, el monto pagado por la tierra… y las firmas de los testigos” (Benn, 271). Acto seguido, colocaban el documento en la tumba y luego lo honraban pagando una suma de dinero. Como el dinero físico no servía en el más allá, la gente compraba hojas de papel, de las cuales se recortaban "billetes", se escribían las cantidades y se quemaban en la tumba. Después de cumplir con todo esto y recibir señales de aprobación, se podía enterrar a la persona.
Como se esperaba que el alma del difunto cruzara el puente hacia la tierra de los dioses, se incluían en el entierro un ajuar funerario compuesto de objetos y alimentos que le eran queridos. Luego, se debía guardar luto por el difunto durante el tiempo adecuado. Para los padres y abuelos, el período mínimo de luto era de tres años, durante los cuales se debía vestir ropa especial de luto, no asistir a fiestas, no escuchar ni tocar música, y, en el caso de los funcionarios públicos, no ir a trabajar. Los funcionarios gubernamentales debían renunciar durante tres años si fallecía un padre o abuelo, y no reportar una muerte a las autoridades podía resultar en el exilio o en trabajos forzados. Estas reglas, entre muchas otras, se aplicaban tanto a la realeza como a la clase campesina, y si alguno de estos pasos no se cumplía correctamente o se pasaba por alto, el alma del difunto regresaba a la Tierra.
El alma se dividía en dos partes: el po y el hun. El po correspondía al aspecto yin del alma, asociado con la oscuridad, el agua y la tierra, según lo explica el experto Charles Benn:
Era el gobernante de la naturaleza física del ser humano y daba forma al feto en el útero. El po representaba la naturaleza animal del hombre, los instintos y deseos que se hicieron evidentes tras el nacimiento, cuando el comportamiento del bebé se centraba claramente en satisfacer sus necesidades egoístas. (276-277)
El hun era el aspecto yang del alma, asociado con la luz, el fuego y los cielos. Benn escribe: "Gobernaba la inteligencia del ser humano. Al nacer, era débil, pero evolucionaba y se fortalecía a medida que se desarrollaba la razón del niño, especialmente después de los seis años, cuando comenzaba la educación. Alcanzaba su madurez completa a los veinte años, pero no se perfeccionaba por completo hasta los cincuenta" (278). Estas dos partes del alma trabajaban juntas para hacer posible la vida de una persona. El hun (razón) gobernaba al po (instinto), pero el hun necesitaba al po para sobrevivir. Después de la muerte, estos dos aspectos del alma podían regresar para causar problemas a los vivos si no se habían cumplido los ritos funerarios adecuados o bien por motivos como terminar asuntos pendientes, cumplir con algún juramento, corregir una injusticia, o incluso solo para hacer una visita.
Apariciones po y hun
Después de la muerte, estos dos aspectos del alma podían regresar para causar problemas a los vivos si no se habían cumplido los ritos funerarios adecuados o bien por motivos como terminar asuntos pendientes, cumplir con algún juramento, corregir una injusticia, o incluso solo para hacer una visita.
Las historias de fantasmas que acechan una casa en la que alguna vez vivieron, que persiguen a familiares o que se aparecen a extraños pidiendo ayuda son ejemplos de apariciones relacionadas con el po. Son el resultado de un espíritu yin que sigue atado a la tierra porque no se realizaron los rituales adecuados para liberarlo.
Una de las historias más conocidas de este tipo trata sobre el fantasma de una niña que visita la casa de unos hermanos. El espíritu era tan molesto que lo capturaron, lo metieron en una bolsa y lo arrojaron a un pozo. Sin embargo, a la noche siguiente, regresó con la bolsa y volvió a atormentarlos. Entonces, lo metieron de nuevo en la bolsa, le ataron una piedra y lo arrojaron al río. A la noche siguiente, la niña regresó nuevamente, pero esta vez los hermanos la pusieron en un tronco ahuecado, lo taparon en ambos extremos y lo dejaron flotar por el río. El espíritu les agradeció por haberle dado un entierro adecuado y nunca más los molestó.
A diferencia del po, el hun no estaba tan atado al cuerpo, lo que hacía que sus apariciones fueran diferentes. Las historias sobre posesión espiritual, fantasmas que aparecen como si aún estuvieran vivos o fantasmas que buscan vengarse de los vivos son ejemplos de apariciones del hun. El hun, asociado con la razón y la personalidad, se consideraba también la parte que se veía afectada por las enfermedades en vida, además de ser el "yo astral" que se aparecía a los demás en sueños después de la muerte.
Charles Benn menciona varias historias de este tipo, una de ellas sobre un maestro llamado Tan, quien cayó enfermo y empezó a acercarse a la muerte. En un sueño, vio una figura vestida con una túnica que le decía: "Te devuelvo tu alma" y le arrojaba túnicas naranjas. A la mañana siguiente, se recuperó de la enfermedad (278). Las túnicas naranjas simbolizaban la "vestimenta" del alma, su aspecto único, que era el hun.
En otra historia, dos amigos, Gao y Liu, hicieron un pacto: el que muera primero regresará para contarle al otro cómo es el más allá. Algunos meses después de la muerte de Liu, Gao escuchó una noche un golpe en su puerta y la voz de su amigo pidiéndole que apagara las lámparas y lo dejara entrar para que pudieran hablar en la oscuridad. Mientras conversaban, Gao fue invadido por el olor a cadáver en descomposición y descubrió que el hun de Liu había poseído el cuerpo de un bárbaro que llevaba siete días muerto.
En otro relato que pone de relieve la importancia de cumplir las promesas, se cuenta la historia del mariscal Li, quien deseaba casarse con una joven, pero fue rechazado por su madre. Li estaba decidido a casarse con ella a toda costa y juró que nunca se casaría con nadie más si no podía casarse con su hija. Su dedicación y perseverancia fueron tales que, finalmente, la madre accedió y permitió que se casaran. Li, entonces, juró serle fiel para siempre. Sin embargo, después de unos años, la joven falleció, y apenas un año después, Li organizó su boda con otra mujer.
Justo antes de su boda, mientras se bañaba, el hun de su primera esposa apareció y le recordó la promesa que había hecho de no casarse con nadie más. Ella roció hierbas en su baño y desapareció. Li comenzó a sentirse débil, blando y tan hinchado que no pudo moverse. Murió en la bañera y, cuando lo encontraron, sus huesos y tendones se habían disuelto (Benn, 280). Además de subrayar la importancia de cumplir con lo prometido, esta historia enfatiza cómo siempre se debe respetar el período adecuado de luto.
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Tipos de fantasmas
El po y el hun, cuando regresaban para atormentar a los vivos, solían ser llamados guei (también conocidos como kuei, kui o gui). El motivo principal de su regreso era un entierro inadecuado, aunque también podían regresar en busca de venganza o para pedir ayuda en corregir una injusticia que habían causado o padecido. En una historia, la madre de un hombre falleció, y después de que se realizaran todos los rituales correspondientes en su entierro, regresó para atormentar a su hijo. En este caso, unos saqueadores habían irrumpido en su tumba y profanado su cuerpo, por lo que ella necesitaba que su hijo los atrapara y castigara. Después de que él cumpliera su petición, nunca más la volvieron a ver.
Un fantasma especialmente peligroso era el shui gui (fantasma del agua), el cual representaba el espíritu de alguien que se ahogó y cuyo cuerpo no fue recuperado ni enterrado correctamente. El shui gui rondaba las aguas donde había muerto y atraía a las personas para ahogarlas. Después de que su víctima moría, el shui gui podía continuar su camino, pero el espíritu de la persona muerta ocupaba su lugar y aguardaba a la próxima persona incauta. Como resultado, se solían llevar talismanes y amuletos para protegerse de un shui gui al acercarse al agua o al nadar.
El jiangshi era una especie de fantasma zombi (el nombre significa "cuerpo rígido") que robaba el aliento de los vivos. Como señala Benn, "los chinos creían que el aliento, qi, era la energía vital de la cual dependía la vida", y estos espíritus intentaban apoderarse de ella (265). El jiangshi perseguía a una persona hasta arrebatarle el aliento, pero debido a que este espíritu ya se encontraba en el reino de los muertos, no podía regresar a la vida, y al seguir sustrayendo el aliento de los vivos, quedaba atrapado en un ciclo sin fin. Los jiangshi, también llamados "fantasmas saltadores", se caracterizan por la rigidez de sus cuerpos, lo que les da la apariencia de saltar en lugar de caminar y se trata de espíritus depredadores que deben ser alejados mediante el uso de amuletos y conjuros.
La creencia en estos fantasmas, particularmente en los jiangshi, pero también en otros, dejó una huella importante en la cultura china, evidenciada en diversos aspectos. Un claro ejemplo son las paredes falsas, conocidas como "muros de sombra", que se colocaban fuera de las puertas principales de las casas chinas diseñadas para despistar a los fantasmas que no podían hallar la puerta verdadera. Los fantasmas, y en particular los jiangshi, solo podían moverse en líneas rectas, y por eso las carreteras en China son siempre curvas para evitar que los espíritus rondaran en ellas. En China, los accidentes de tráfico suelen atribuirse a fantasmas; y, cuando esto sucede, los conductores afirman que un espíritu se cruzó frente a su coche y tuvieron que maniobrar para esquivarlo.
También se invocaban a los dioses guardianes conocidos como menshen. Estos eran los dioses del sueño tranquilo y se pintaban comúnmente a ambos lados de las puertas como protectores contra fantasmas o demonios malévolos. Los perros servían como una excelente defensa contra los fantasmas en general, pero más específicamente contra los jiangshi; de hecho, antiguamente los perros eran sacrificados y enterrados frente a las casas con el fin de que su espíritu sirviera para alejar a los fantasmas. Con el tiempo, la gente comenzó a utilizar perros de paja para este propósito, lo que llevó a la creación de estatuas de perros. Incluso al día de hoy se pueden encontrar en China estatuas de perros fuera de las puertas principales de las casas.
Los seres humanos no eran los únicos seres con almas que podían regresar o exigir justicia desde el más allá: los perros, gatos y otros animales también tenían esa posibilidad. En una historia famosa, un hombre llamado Coffin Head Li, conocido por su crueldad, mataba gatos y perros. Un día, dos hombres se acercaron a él, se presentaron como fantasmas y le dijeron que las almas de 460 gatos y perros habían presentado un caso en su contra en la otra vida. Coffin Head Li fue declarado culpable y se lo llevaron.
Otro tipo de fantasma era el nu gui, el espíritu de una mujer que había sufrido abusos en vida y, por lo general, había sido asesinada. Su espíritu permanecía en la casa o en el lugar de su asesinato en busca de justicia. La nu gui podía comportarse como un súcubo al drenar el aspecto hun del alma de los hombres, lo que provocaba su muerte. Aunque solo asustaba a las mujeres, siempre acababa con la vida de los hombres.
También existían los kuei-shen, demonios de la naturaleza asociados a los espíritus de la tierra. Estos espíritus no deben ser confundidos con los Tudi Gong, conocidos como los espíritus de la tierra. Los espíritus kuei-shen compartían con los Tudi Gong el hecho de no haber sido humanos y de ser inmortales, pero, a diferencia de estos últimos, no estaban atados a un lugar en concreto y se les atribuían comportamientos maliciosos o malvados; y, a diferencia de los oni, no se consideraban tan malévolos.
Los oni eran espíritus malignos capaces de poseer a una persona, guiarla por caminos erróneos, apoderarse de una casa y causar todo tipo de problemas a los seres humanos. Es posible que los oni hayan sido humanos en algún momento, o tal vez sean espíritus eternos. Uno de los tipos de oni es el espíritu llamado ba jiao gui. Se trata del alma de una persona que en vida era adicta al juego y murió (o se suicidó) sin haber saldado sus deudas. Tras la muerte, esta persona se convirtió en un ba jiao gui, un espíritu de aspecto horrendo que aterroriza a los vivos.
El tipo de espíritu más conocido en China es el fantasma hambriento. Este surgió después del primer siglo de nuestra era, con la llegada del budismo a China, y tiene sus raíces en una creencia budista originaria de la India. Se trata de aquellos espíritus de las personas que siempre querían más de lo que poseían, nunca mostraron gratitud por lo que recibían, y no pudieron hallar paz en el más allá, como tampoco la encontraron durante su vida. Se les suele mostrar como personas con estómagos enormes pero bocas y cuellos diminutos, de modo que ningún alimento podría llenarlos jamás. Pueden manifestarse como seres humanos y, si no se les da nada, pueden maldecir a quien se los niegue y traer desgracias a su hogar y a sus seres queridos. El término "fantasma hambriento” siempre se refiere a este tipo de espíritu, pero se pensaba que todos los fantasmas experimentaban hambre en el más allá, por lo que se desarrollaron rituales para mantenerlos alimentados y satisfechos.
Creencias y costumbres sobre los fantasmas
La presencia de tales fantasmas dio origen a prácticas y rituales destinados a proteger a las personas. Para defenderse de los espíritus, lo mejor era llevar una vida ejemplar, por lo que las historias de fantasmas, tanto en el pasado como hoy, se cuentan frecuentemente a los niños. Estos relatos no solo transmiten valores culturales, sino que también fomentan la amabilidad y el respeto mutuo. Aquellos que no querían enfrentar la ira de una nu gui algún día debían abstenerse de abusar de mujeres que pudieran convertirse en ellas, y también evitar ser víctimas de abusos.
Para evitar el riesgo de convertirse en un shui gui, era crucial ser cauteloso al nadar. Para evitar que los mayores, ancestros y superiores se sintieran injustamente tratados después de su fallecimiento, era de suma importancia haberlos honrado durante la vida y haber mantenido la palabra dada; pero, sobre todo, siempre habían de seguirse las prácticas adecuadas de enterramiento, sin importar el costo o las dificultades que pudieran implicar.
Un ritual que se sigue practicando en la actualidad en China es el día de Barrido de Tumbas durante el Festival Qingming, el cual suele tener lugar alrededor del 4 de abril. Incluso si se ha descuidado las tumbas de los padres, familiares o amigos durante todo el año, la gente va a limpiar las tumbas de sus antepasados y hacer ofrendas a los muertos. El Festival de los Fantasmas Hambrientos sigue siendo una tradición vigente. Este tiene lugar durante el Mes de los Fantasmas en China, en el decimoquinto día del séptimo mes, cuando se cree que se abre el velo entre el reino de los muertos y el de los vivos, lo que permite que los muertos regresen.
Las celebraciones y rituales del Mes de los Fantasmas
En el Mes de los Fantasmas, y sobre todo durante el festival, existen muchos rituales y tabúes que se deben tener en cuenta. Se piensa que es mejor no sentarse en las primeras filas del teatro, ya que son los asientos que los fantasmas quieren y si uno llegase a sentarse allí, podrían ofenderse. No se deben dejar los zapatos o sandalias mirando hacia la cama, ya que los fantasmas podrían interpretarlo como una invitación para acostarse con la persona que los haya dejado así. No es conveniente quedarse fuera demasiado tarde, ya que un fantasma podría seguir a alguien hasta su casa (los padres suelen decir esto a sus hijos adolescentes). Nadie debería ir a nadar, porque los shui gui son más fuertes y numerosos en esta época. Para no incomodar a los fantasmas, es recomendable no realizar ningún tipo de obra en casa ni llevar zapatos de tacón, ya que el ruido no les es de su agrado. Las mujeres que llevan zapatos de tacón corren el riesgo de ser poseídas por un espíritu enojado. Tampoco es buena idea colgar ropa recién lavada al anochecer porque puede atraer a los fantasmas, quienes podrían probarse la ropa, lo que traería mala suerte a quien la use después.
Los tabúes son tantos que abarcan casi cualquier situación imaginable, desde no orinar fuera de casa (para no ofender a un ser invisible), hasta no dejar un paraguas abierto en alguna entrada porque un fantasma podría tomarlo como un lugar para descansar y quedarse allí. A pesar de la prohibición de las religiones y las prácticas religiosas por parte del Partido Comunista de China entre 1949 y 1979, los rituales, con su profunda historia, se continuaron celebrando en la medida de lo posible.
Las celebraciones del Festival de los Fantasmas incluyen altares públicos y desfiles donde se lanzan alimentos al aire como parte de la tradición. Como se cree que los fantasmas tienen hambre, se les ofrece comida tanto en los hogares como en espacios públicos, e incluso se colocan altares con frutas frescas y alimentos dulces en las calles y en las plazas públicas. En el pasado, y aún hoy en día, se quema incienso frente a las casas en homenaje a los antepasados y para ofrecer un agradable aroma a los espíritus que pasan por los alrededores.
Durante el festival, muchas tiendas en pueblos e incluso en ciudades cierran para no molestar a los fantasmas con el bullicio de los compradores. Cuando el festival llega a su fin, la gente enciende linternas de loto y las ponen sobre botes de papel para soltarlas en el agua de arroyos, lagos o ríos. Las linternas sirven para avisar a los fantasmas que su estancia entre los vivos ha llegado a su fin y deben regresar al inframundo. Además, tienen el poder de atraer a los fantasmas, que las siguen hasta su regreso al más allá y, cuando la linterna se apaga, es señal de que el fantasma que la seguía ha llegado al otro lado y ha encontrado la paz.
Fernando Belmonte es estudiante de segundo año de Traducción en el INTER Centro de Estudios Superiores de México y tiene una profunda pasión por la historia. Su objetivo es acercar estos temas a un público más amplio y despertar un mayor interés por ellos.
Emily Mark estudió historia y filosofía en la Universidad de Tianjin, China, e inglés en SUNY New Paltz, Nueva York. Ha publicado ensayos históricos y poesía. Sus escritos sobre viajes debutan en la revista Timeless Travels. Se graduó en SUNY Delhi en 2018.
Mark, Emily. "Los fantasmas en la antigua China."
Traducido por Fernando Belmonte. World History Encyclopedia. Última modificación abril 20, 2016.
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Mark, Emily. "Los fantasmas en la antigua China."
Traducido por Fernando Belmonte. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 20 abr 2016. Web. 20 ene 2025.
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Escrito por Emily Mark, publicado el 20 abril 2016. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.