La vida cotidiana del Imperio inca estaba caracterizada por fuertes relaciones familiares, labores de agricultura, a veces trabajo forzado o servicio militar para los hombres, y ocasionalmente, momentos más relajados de festividades para celebrar los eventos importantes en la vida de la comunidad y los destacados en el calendario agrícola.
La familia y el Ayllu
La familia era un componente fundamental de la sociedad inca, y había fuertes apegos incluso entre relaciones distantes, no ya solo entre familiares. Por ejemplo, la palabra para "padre" y "tío" era la misma, como entre "madre" y "tía", y la palabra para "primo" era la misma que para "hermano" y "hermana". Las convenciones de los nombres ilustran que la línea masculina se consideraba como la más importante para los incas.
En la familia amplia, todos los miembros pertenecían al mismo grupo filial o ayllu. Algunos de estos, compuestos por cientos de unidades familiares pequeñas, eran lo suficientemente grandes para ser considerados como una subtribu. El matrimonio fuera de este grupo era inusual, de modo que todos los miembros del ayllu estaban, en la práctica, relacionados. Creían que venían de un ancestro común, usualmente una figura legendaria o incluso un animal mítico. A los ancestros a veces se los momificaba y veneraba en ceremonias rituales regulares. Otra identidad colectiva, además de la sangre, era el hecho de que un ayllu era dueño de un determinado territorio y los ancianos lo parcelaban para que cada familia lo trabajara y pudiera ser autosuficiente.
El sistema de gobierno social del ayllu era mucho más antiguo que los propios incas, pero tras su conquista de las tribus locales utilizaron sus convenciones —por ejemplo, el trabajo común al servicio del jefe o jefes del ayllu y el papel como órgano político y comercial para las relaciones con otros ayllu— con buenos resultados para gobernar mejor su imperio. Los incas también ponían gran énfasis en los vínculos geográficos entre individuos e indrodujeron una nueva clase aristocrática que debía ser accesible a los grupos sociales más bajos por medio del matrimonio. Incluso se creaban nuevos ayllus (cada rey inca creaba el suyo propio, y el reasentamiento forzoso era otro motivo), y sobre todo, los guerreros ya no prometían lealtad al líder de su ayllu, sino al gobernante inca del Cuzco. Del mismo modo, se permitía que un ayllu siguiera rindiendo culto a determinadas deidades locales, pero éstas quedaban supeditadas a los dioses incas, especialmente el dios del sol Inti. Finalmente, los incas matenían registros censales precisos usando sus quipu (khipu), instrumentos de cuerdas anudadas, en las cuales los hombres del imperio se clasificaban según su edad y capacidad física para el trabajo en las minas, campos, o en la armada.
Muchos de estos cambios culturales bajo el mando inca bien pueden haber sido factores que contribuyeron al colapso del Imperio tras la invasión europea, y que explican que varias comunidades hayan estado preparadas para unir fuerzas con los conquistadores contra los señores incas. Con líderes distantes, tributos y religión impuestos, y un sentimiento de aislamiento y anonimato en el vasto Imperio inca, los tradicionales ayllu con sus lazos cerrados entre individuos, una herencia común, y un liderazgo familiar, debió parecer una forma de vida mucho más preferible.
Nacimiento
Como en la mayoría de culturas antiguas (y quizás muchas modernas), los eventos, además de la guerra, eran en los nacimientos, matrimonios, y funerales, cuando las comunidades incas tenían mayor oportunidad de reforzar las prácticas culturales compartidas y los lazos personales. De nuevo, en común con las sociedades antiguas, los nacimientos y las muertes eran altas, especialmente la taza de mortalidad infantil. Las familias en el antiguo Perú tenían por media cinco miembros. No había control de natalidad (o infanticidio), y los niños de ambos sexos eran bienvenidos con tal de que pudieran asistir a su familia trabajando en los campos. El embarazo no detenía los deberes de las mujeres en el campo, y cuando daban a luz, no recibían ayuda de una partera. Los bebés se dejaban en cunas de madera portables que la madre podía cargar mientras trabajaba.
Una vez destetado, se celebraba un banquete (el rutuchicoy) en el que se nombraba al bebé, se le daban obsequios, y se le recortaban las uñas y el cabello, que se guardaban aparte. Los padres instruían al niño en todo lo que necesitaba saber, al no haber escuelas ni sistema de escritura, y se esperaba que pudiera ayudarlos tan pronto como pudiera caminar. Por esta razón, la mayoría de los niños habían aprendido el oficio de sus padres. Los niños de la nobleza en Cuzco, sin embargo, recibían algo de instrucción formal en torno a la religión y la historia inca, el quipu, y la guerra. Un número selecto de chicas se elegían como futuras sacerdotisas y se instruían en religión, bordado, preparación de platos especiales y de cerveza o chicha para las fiestas religiosas.
Pubertad
La pubertad era una importante transición tanto para los chicos y chicas. Las últimas tenían una fiesta en su honor y recibían regalos y sus nombres (por parte de su tío mayor) para que usaran en su vida adulta. Los chicos tenían un rito de paso más comunal, que involucraba carreras y sacrificios cuando se les perforaba las orejas para usar las orejeras de rango inca. Aquí también, les eran dados un nuevo nombre de adulto. No había apellidos en la sociedad peruana, y los primeros nombres podían ser de cualquier cosa que describiera mejor al individuo, liderando nombres tales como "Condor" (Kuntur), "Jaguar" (Uturunku), "Estrella" (Kuillor), "Oro" (Qori), y "Puro" (Ocllo). Los niños de la élite habrían portado muchos otros nombres y títulos dependiendo de su rango y de las andanzas que habrían logrado en su vida.
Matrimonio
El siguiente gran evento en la vida de una persona joven era el matrimonio. Esto probablemente tomaba lugar cuando la pareja estaba en su adolescencia, aunque los cronistas no están de acuerdo en este asunto. Un hombre no se consideraba adulto hasta que se casaba. Como en cualquier economía agrícola, no era económicamente factible para una persona permanecer soltera, y por la misma razón, el divorcio era inaudito, al menos formalmente hablando. La elección de un/a compañero/a parece haber sido, en gran parte, un asunto para que los individuos involucrados decidieran en consulta con sus padres. Cuando el padre de la chica aceptaba el presente tradicional de hojas de coca del chico, el trato estaba hecho. Las ceremonias de la boda no se hacían para parejas individuales, sino quizás una vez al año para todos los que contraían matrimonio en un ayllu particular. En algunas áreas, también se podían celebrar matrimonios de prueba en donde la pareja convivía duranet un corto período antes de acometer a la obligación por entero del matrimonio. Como la virginidad no gozaba de un valor especial en el antiguo Perú, la chica no sufría repercusiones en su reputación, al menos en ese respecto, por pruebas fallidas.
Después de la cermonia de festejo no-religiosa y el intercambio de regalos, la esposa se trasladaba al área de la familia de su pareja en un nuevo hogar y trabajaba la tierra junto a su esposo, que él había heredado desde su nacimiento. La cantidad de tierra que la esposa había heredado (la mitad de lo que se daba a los hombres) se devolvía a las tierras comunales del ayllu. La casa familiar era un simple asunto de ladrillos de barro o muros de barro batido con un techo de paja, una sola entrada baja y sin ventanas. Dentro había un solo hogar y las camas estaban hechas de piel de llama. El espacio de vivienda estaba dividido en dos áreas: uno para dormir y el otro para cocinar y guardar los animales domésticos como conejillos de indias.
En una cultura en la que las guerras frecuentes significaban que la población masculina era significativamente menor que la femenina, la poligamia estaba permitida, aunque parece haber estado bastante restringida a la aristocracia, para quienes también era común tener muchas concubinas. La primera esposa era siempre la de mayor rango si había esposas secundarias. Un viudo podía volver a casarse con quien quisiera, pero una viuda solo se podía casar con el hermano de su marido.
Vida laboral
Ambos sexos trabajaban en los campos usando simples herramientas, y a veces en equipos, o criaban ganado o pescaban y cazaban, según sus ubicaciones. Es posible que los hombres tuvieran que realizar tareas de trabajo (construcción y mantenimiento de caminos incas o agricultura en tierras estatales incas) o servicio militar para los gobernantes incas. Cuando esto sucedía y se los llamaba a prestar servicio, sus vecinos lo ayudaban con tal de que el campo familiar pudiera continuar funcionando.
Las mujeres debían preparar las comidas, cuidar a los niños y realizar tareas tan necesarias como la limpieza y el tejido. Del tejido se obtenía ropa de lana de camélidos, normalmente un solo juego para cada miembro de la familia. En cuanto a la vestimenta, cuando usaban, los hombres usaban pantalones (huara), una camisa sin mangas (cushma o uncu), y, si era necesario, una capa de lana (yacolla). Las mujeres vestían una larga túnica ceñida (anacu) y una yacolla, también. El calzado, si usaban, era en forma de sandalias de cuero y cuerdas de lana (usuta). Además de la costura, es posible que hicieran otras artesanías, generalmente en cerámica, que hacían ambos sexos.
Probablemente la hora de la comida era el acontecimiento diario más esperado, una vez por la mañana y otra por la tarde, siendo la leña o el estiércol de llama los combustibles más comunes. La dieta era en su mayor parte vegetariana, con la carne reservada para ocasiones especiales, aunque las comunidades costeñas habían tenido acceso a comida marina. Las gachas de quinoa, el maíz y las patatas eran alimentos básicos, las frutas silvestres eran fáciles de conseguir, desde las cerezas ácidas hasta las piñas, y las golosinas incluían las palomitas de maíz.
Ambos sexos participaban en ceremonias religiosas públicas y en festividades relacionadas al calendario agrícola, en las que el consumo de cerveza chicha era uno de los aspectos más destacados. La danza era un elemento importante de las festividades cuando los bailarines imitaban actividades como la caza, la siembra o las batallas. El acompañamiento muscial provenía de flautas de pan de cerámica, tambores, campanas, claqueadores, sonajas, panderetas y trompetas de concha marina. Las actividades de ocio parecen haber sido pocas y distantes entre sí, pero hay evidencia de deportes como correr y saltar, juegos de mesa y apuestas con dados. Los recitales de poesía, la narración de mitos y el canto de baladas tradicionales eran otros pasatiempos populares.
Muerte
El culto a los ancestros era una parte importante de la cultura del Perú antiguo. Los individuos eran momificados y almacenados cuidadosamente para que se pudieran sacar en ceremonias públicas regulares. Las momias se ponían en posición fetal y se envolvían en finos textiles si la familia podía permitírselo. Las posesiones del fallecido y las herramientas que usaban en vida se enterraban con él también, o en ocasiones, se quemaban en un ritual. La ceremonia funeraria podía durar una semana, y en el caso de la nobleza, las esposas menores y sirvientes del individuo a veces se sacrificaban para acompañar al cuerpo a la otra vida. Las momias se enterraban en tumbas o se colocaban en cavernas. Los niños que no llegaban a la adultez a veces se enterraban en urnas de cerámica. Había un período de luto (más de un año para la élite en Cuzco) durante el cual se vestían de negro y las mujeres se cubrían la cabeza. Un hombre no podía volver a casarse luego de un año, a veces dos incluso, después de la ceremonia funeraria de su primera esposa. Las tumbas de los fallecidos se solían reabrir para ofrecer comida y bebida a las momias o para añadir nuevos ocupantes.