La historia de fantasmas más conocida del antiguo Egipto se llama simplemente A Ghost Story (Historia de fantasmas) pero a veces se hace referencia a ella como Khonsemhab and the Ghost (Khonsemhab y el fantasma). La historia data del período tardío del Reino Nuevo de Egipto (c. 1570-c.1069 a.C.) y concretamente del período ramésido (1186-1077 a.C.).
Se encontró en fragmentos de óstraca (cerámica con escritura), que eruditos como Georges Posener (en 1960) y Jurgen von Beckerath (en 1992) afirman son copias de una historia mucho más antigua del Reino Medio de Egipto (2040-1782 a.C.). Esto tendría sentido ya que en Egipto el punto de vista tradicional del más allá como un paraíso se cuestionaba a menudo en esa época (como por ejemplo en The Lay of the Harper [La canción del harpista] o en A Dispute Between a Man and his Soul [Disputa entre un hombre y su alma]), y Khonsemhab refleja este punto de vista en su conversación con el fantasma.
Historia de fantasmas cuenta el encuentro del sumo sacerdote de Amón Khonsemhab con un fantasma inquieto cuya tumba está deteriorada. La historia aparece en cuatro óstracas descubiertas en la necrópolis de Deir el-Medina cerca de Tebas entre 1880 y 1905. Estas óstracas están actualmente en museos de París, Florencia, Viena y Turín y cada una de ellas relata una parte de la historia. El final del cuento, desafortunadamente, no se ha encontrado todavía.
Como en el caso de otras historias de fantasmas por todo el mundo, la historia de Khonsemhab actúa en dos niveles: entretenimiento y educación cultural. La audiencia se entretenía y a la vez recibía instrucciones sobre la importancia de honrar a los difuntos cuidando de sus últimos lugares de descanso.
La historia
Los eruditos difieren al interpretar el texto. Algunos opinan que es una narración en primera persona de alguien que pasa la noche en la necrópolis de Tebas y se encuentra con un espíritu enfadado. Este narrador anónimo va después donde el sumo sacerdote en busca de ayuda y Khonsemhab invoca al espíritu para hablar con él. La interpretación del narrador en primera persona se basa por completo en una de las primeras frases de la historia. Otros eruditos opinan que es una narración en tercera persona que cuenta cómo Khonsemhab se encuentra con el espíritu en la necrópolis y se dedica a ayudarle a encontrar la paz.
El comienzo de la historia es incompleto, así como el final que se interrumpe abruptamente, por lo que es comprensible la conclusión de que el “Yo” que se menciona al comienzo indique una narración en primera persona. La historia tiene más sentido como una narración totalmente en tercera persona, sin embargo, un narrador en primera persona no aparece después de las primeras frases de la historia, por lo que estas primeras líneas podrían ser un diálogo de Khonsemhab. Algunas traducciones, de hecho, omiten el “Yo” de las primeras frases completamente, atribuyéndolas a Khonsemhab, sin que esto tenga mayor efecto en la coherencia de la historia.
De cualquier manera, después de dos frases que se refieren a algún tipo de viaje, Khonsemhab regresa a su casa e invoca al espíritu para que se identifique, prometiendo ayudarle construyéndole un sepulcro nuevo y proporcionándole “todo tipo de cosas buenas”. Está claro que aquí el sumo sacerdote ya está al tanto de los problemas del espíritu. El fantasma aparece y dice que su nombre es Nebusemekh. Khonsemhab le pregunta qué es lo que lo está perturbando y Nebusemekh contesta que su tumba se ha derrumbado y ahora ya nadie recuerda dónde fue enterrado por lo que ya no le llevan ofrendas adecuadas. Nebusemekh dice estar “expuesto al viento invernal, hambriento sin comida” y teme que pronto dejará de existir o, como él lo cuenta, “se desbordará como la inundación” y se perderá porque su alma ya no tendrá una morada que la habite.
Khonsemhab se sienta junto al espíritu y llora por su triste condición. Luego el espíritu le relata quién fue en vida:
“Cuando yo viví en la tierra fui supervisor del tesoro del rey Mentuhotep y lugarteniente de su armada, habiendo estado a la cabeza de hombres y cerca de los dioses, me llegó el eterno descanso en el año 14, durante los meses de verano, del rey del alto y bajo Egipto, Mentuhotep. Él me dio mis cuatro vasos canopos y mi sarcófago de alabastro e hizo todo lo que se debía hacer por alguien de mi posición. Me puso a descansar en mi tumba con su galería de diez codos. Verás, el suelo debajo se deterioró y se vino abajo. El viento sopla ahora allí y se apodera de la lengua. Ahora que tú me has prometido “haré que preparen para ti un sepulcro nuevo” ya es la cuarta vez que se me dice lo mismo. Pero, ¿qué puedo hacer yo de las promesas que me acabas de hacer para que todas estas cosas se ejecuten con éxito? (Simpson, 113-114)
Khonsemhab le asegura que hará todo lo posible por él diciendo, “Por favor dime qué encargo es digno para ti y yo lo ejecutaré sin dudarlo”, pero el espíritu no está convencido. Nebusemekh dice, “¿Qué utilidad tiene lo que tú harías? A no ser que un árbol se exponga a la luz del sol, no le brotarán hojas”, queriendo decir que no cree que el sacerdote sea capaz de proveerle con el tipo de hogar que tuvo una vez ya que Khonesemhab no posee ese tipo de recursos; como un árbol no florece sin luz solar, así su tumba no se puede reconstruir solo con promesas y buenos deseos. El sacerdote ya le ha asegurado que si no puede construirle una tumba nueva, hará que cinco criados y cinco criadas le lleven comida y agua como ofrendas a diario, pero el espíritu no se consuela con eso.
Nebusemekh desaparece, pero Khonsemhab no olvida lo prometido. Envía hombres en busca de la tumba en ruinas y la encuentran “a veinticinco codos de distancia de la calzada del rey en Deir el-Bahari” y regresan a contárselo a su amo. Khonsemhab está contento al oír las noticias y lo celebra con los hombres, luego convoca a un oficial para contarle sobre el proyecto. La historia termina con la frase “Él volvió al atardecer para dormir en el Ne y él…” pero el resto del cuento está perdido. El “Ne” de la frase se refiere a la necrópolis de Tebas y se cree que Khonsemhab regresa a donde estaba al comienzo de la historia para contarle a Nabusemekh que pronto tendrá un hogar nuevo.
El texto
Durante el curso de la historia, uno se encuentra con “v.p.s.” después del nombre del rey. Esto es el equivalente de la frase egipcia Ankh wedja seneb, que significa “vida, prosperidad, salud”, que aparece tras los nombres reales en las inscripciones antiguas. El siguiente texto es una traducción al español de la traducción al inglés de Beckerath, como estaba reimpresa en The Literature of Ancient Egypt: An Anthology of Stories, Instructions, Stelae, Autobiographies, and Poetry (La literatura del antiguo Egipto: Antología de historias, instrucciones, estelas, autobiografías y poesía).
Omite la línea de narrador en primera persona del comienzo del cuento, “Ahora mientras yo miraba hacia el oeste, él se subió al tejado” que a menudo aparece en traducciones como la tercera línea de debajo. Los puntos suspensivos indican palabras que faltan de la historia mientras los corchetes y paréntesis sugieren palabras/frases probables que en el original no están muy claras. El texto dice:
“[…según] su costumbre…después de la forma en que lo había hecho…cruzó y llegó a su casa. Hizo preparar [las ofrendas] diciendo, “Le abasteceré con todo tipo de cosas buenas cuando vaya a la zona oeste”. Subió al tejado e invocó a los dioses del cielo y de la tierra, a los del sur, del norte, del oeste y del este, y a los dioses del inframundo, diciéndoles: “Enviarme a ese espíritu prestigioso”. Y así él vino y le dijo: “Yo soy tú…el que ha venido a dormir durante la noche junto a su tumba”. Luego el sumo sacerdote de Amón Khonsemhab le dijo: “Por favor, dime tu nombre, el de tu padre y el de tu madre y así yo pueda ofrecerles y hacer por ellos todo lo que sea necesario para aquellos de su posición”. El prestigioso espíritu le dijo después: “Nebusemekh es mi nombre, Ankhmen el de mi padre y Tamshas el de mi madre”.
Luego el sumo sacerdote de Amón-Ra, rey de los dioses, Khonsemhab le dijo; “Dime lo que quieres que yo haga por ti. Y yo haré que te preparen un sepulcro nuevo y un féretro de oro y de madera de azufaifo, y tú [descansarás allí] y yo habré hecho por ti todo lo debido por alguien de tu posición”.
El augusto espíritu le dijo luego: “Nadie que esté expuesto al viento invernal, hambriento sin comida puede acalorarse…no es mi deseo desbordarme como la inundación, no…no ver mi tumba…no la alcanzaría. Se me han hecho promesas…”
Entonces después de que [él] hubo terminado de hablar, el sumo sacerdote de Amón-Ra, rey de los dioses, Khonsemhab, se sentó junto a él y lloró con la cara plagada de lágrimas. Se dirigió al espíritu diciendo, “Qué mal te va sin comer ni beber, sin envejecer ni rejuvenecer. Sin ver la luz del sol ni respirar las brisas del norte. La oscuridad está frente a ti cada día. No te levantas temprano para salir”.
Luego el espíritu le dijo: “Cuando yo viví en la tierra fui supervisor del tesoro del rey Mentuhotep y teniente de la armada, habiendo estado a la cabeza de hombres y cerca de los dioses. En el año 14 del reinado de Mentuhotep, rey del alto y bajo Egipto, durante los meses de verano, llegó la hora de mi descanso eterno. Él me dio mis cuatro vasos canopos y mi sarcófago de alabastro e hizo por mí todo lo que hubo de hacerse por alguien de mi posición. Me puso a descansar en mi tumba con su galería de diez codos. Verás, la tierra debajo de ella se deterioró y se derrumbó. El viento sopla ahora allí y se apodera de la lengua. Ahora que tú me has prometido `Haré que te preparen un sepulcro nuevo´, ya se me dijo cuatro veces que se haría de esta manera. Pero, ¿qué puedo hacer yo de las promesas que tú me has hecho para que todas estas cosas tengan éxito en su ejecución?”
Luego el sumo sacerdote de Amón-Ra, rey de los dioses, Khonsemhab, le dijo: “Por favor, dime qué encargo es digno de ti y yo lo llevaré a cabo. O [simplemente] haré que cinco hombres (criados) y cinco criadas, diez en total, sean tus devotos para derramar para ti agua de libación y yo haré que te envíen como ofrenda cada día un saco de trigo candeal. Y también el capataz de las ofrendas derramará agua de libación para ti”.
Luego el espíritu de Nebusemekh le dijo: “¿Qué utilidad tienen las cosas que harías? A no ser que un árbol sea expuesto a la luz del sol, no le brotarán las hojas. (Pero) la piedra nunca sigue envejeciendo; (solo) se desmorona a través…”
…El rey Nebhepetre, v.p.s.,..allí el sumo sacerdote de Amón-Ra, rey de los dioses [encargó] a tres hombres, cada uno… Y cruzó y subió…Los hombres buscaron la tumba cerca del templo sagrado del rey Nebhepetre, v.p.s. [el hijo de Ra, Mentuhotep], v.p.s. Y encontraron…en ella, situada a veinticinco codos de distancia de la calzada del rey en Deir el-Bahari.
Luego volvieron a la orilla del río y [regresaron] donde el sumo [sacerdote] de Amón-Ra, rey de los dioses, Khonsemhab, y lo encontraron oficiando en la casa de los dioses del templo de Amón-Ra, rey de los dioses. Y éste les dijo: “Con suerte estáis de vuelta habiendo descubierto el lugar excelente para hacer que el nombre del espíritu llamado Nebusemekh perdure por toda la eternidad”. Luego los tres le dijeron al unísono: “Hemos encontrado el excelente lugar para [hacer que el nombre de ese augusto espíritu perdure]”. Y así se sentaron en su presencia e hicieron una fiesta. El corazón de Khonsemhab saltó de alegría cuando le contaron…hasta que el sol se eleve en el horizonte. Luego convocó al apoderado del estado de Amón Menkau y le informó sobre su proyecto.
Regresó al atardecer a pasar la noche en Ne, y él…
Comentario
Como se puede ver, se asume que Khonsemhab cumplió su palabra y la historia terminó felizmente para el espíritu de Nebusemekh. Simpson indica que el “Sumo sacerdote Khonsemhab era probablemente un personaje ficticio” pero que el escenario de la necrópolis de Tebas habría sido familiar para aquellos que hubieran oído la historia (112). Situando el cuento en un entorno familiar y eligiendo un sumo sacerdote de Amón como personaje central habría hecho la historia más creíble y cercana para la audiencia del antiguo Egipto. Hubiera funcionado de la misma manera situando cualquier historia de fantasmas en un “espeluznante” lugar conocido del presente.
A los fantasmas no se los consideraba “espeluznantes” en el antiguo Egipto; sin embargo, eran simplemente una parte natural de la existencia de la que los egipcios se esmeraban en protegerse. Los rituales mortuorios que hacían honor a los muertos tenían la intención de asegurarse de que nadie volviera del más allá en absoluto insatisfecho. Los ritos adecuados que rodeaban a la muerte y a los enterramientos eran importantes en todas las sociedades antiguas y los egipcios no eran diferentes en el tema.
Debido a que el más allá se consideraba simplemente una continuación de la propia vida en la tierra, y se esperaba que el espíritu del fallecido fuera juzgado favorablemente por el dios Osiris y que se le permitiera pasar al paraíso, no había razón alguna para que un espíritu volviera a la tierra a no ser que estuviera atribulado; y esa preocupación a menudo tenía que ver con un inapropiado cumplimiento del entierro o con la destrucción o el saqueo de la propia tumba. La tumba se consideraba la “casa del espíritu” y si la tumba de uno se olvidaba, si no se cumplían los ritos adecuados de recuerdo, el espíritu no tendría paz. La aparición de un fantasma, a no ser que fuera convocado por alguna razón en particular, nunca se consideraba una buena señal.
Incluso así, a veces se buscaba la comunicación con los muertos para pedir consejo para tratar problemas o tomar decisiones importantes. Se pensaba que los muertos podían comunicarse con los vivos a través de los sueños y se consultaba a ciertas mujeres sabias como adivinas para que interpretaran esos sueños y predijeran el futuro. Según la egiptóloga Rosalie Davis, estas adivinas operaban tanto dentro como fuera del templo y en cultos funerarios esforzándose en facilitar un encuentro entre los vivos y los muertos o en interpretar un sueño sobre el fallecido.
La egiptóloga señala: “estos enfoques incluían el uso de oráculos y magia, cartas a los muertos, sueños y otros tipos de adivinación” (271). En el caso de Khonsemhab, elige convocar directamente al fantasma y hablar con él claramente antes que depender de un intermediario y, como sumo sacerdote, se supone que podía y deseaba hacerlo.
En esta historia, el fantasma de Nebusemekh no se presenta como aterrador sino como un alma que necesita ayuda. La historia hace énfasis en la importancia de cuidar las tumbas regularmente y recordar y honrar a los muertos. Cuando aparece Nebusemekh, Khonsemhab lo recibe como a un invitado con un problema, no como a un fantasma que venga a atormentarlo, y el sumo sacerdote le demuestra su hospitalidad accediendo a ayudarle con su situación. La historia habría sido en su totalidad entretenida y también habría servido el propósito de inculcar en los escuchantes un importante valor cultural ya que los animaba a ser conscientes y a respetar a aquellos que habían cruzado al otro lado.
Respecto a los muertos, como se señala, eran de un importante valor cultural para los egipcios, sin importar a qué estatus social perteneciera el fallecido, pero el autor del cuento quiere asegurarse de que este punto aparece en la historia y hace de Nebusemekh un oficial del ejército bajo el gran rey héroe Mentuhotep II (2061-2010 a.C.), el cual unificó Egipto bajo el reinado tebano e inició el período del Reino Medio. Se cree que Mentuhotep II es el rey en esta historia debido a su tumba famosa en Deir el-Bahari, la necrópolis que se presenta en la historia, y también por su duradera fama.
El nombre de Mentuhotep II a menudo se sustituye en traducciones (como en la anterior) por el nombre Rahotep que aparece en la línea III.6 cuando el formato es por páginas, en el momento en el que el fantasma dice, “Cuando yo vivía en la tierra, fui capataz del tesoro del rey Rahotep”. El fantasma sigue diciendo, sin embargo, que él murió en el año 14 del reinado de Mentuhotep. Esto no tiene sentido ya que Rahotep (1580-1576 a.C.) fue el primer o segundo rey de la XVII dinastía mientras Mentuhotep reinó mucho antes que él como primer rey de la XI dinastía.
Se cree que el autor pudo haber confundido los dos reyes ya que a Rahotep, según su estela de Coptos, también se lo asociaba con la unificación del país bajo Tebas durante la época de la ocupación de los hicsos en el bajo Egipto. También es posible que durante la época en que se escribió el cuento el nombre Rahotep se asociara con el héroe anterior como un tipo de “segundo Mentuhotep” y la audiencia de la época habría entendido la alusión.
El nombre real del rey no es tan importante como lo que el nombre hubiera significado para la audiencia: Nebusemekh era un hombre importante asociado con un gran rey y si se podía permitir que su tumba cayera en ruinas también podría ocurrirle a cualquiera. Los detalles de la obra se dirigen todos a un solo final, el de hacer énfasis en la importancia del respeto a los muertos y en la continuación de la práctica de ritos para recordarlos.