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El budismo, en coreano bulgyo, fue introducido en Corea durante el período de los Tres Reinos por monjes itinerantes que estudiaban en China, quienes al retornar enseñaban los preceptos de distintas sectas budistas. La religión pasó a ser el credo oficial de los Tres Reinos y de sus subsiguientes dinastías, razón por la cual sus sacerdotes a menudo ocupaban importantes cargos gubernamentales en calidad de consultores. El budismo coreano llegó a ser más inclusivo que los de otras religiones como resultado de los trabajos de renombrados estudiosos que realizaron ingentes esfuerzos por reconciliar las numerosas y divergentes ramas de la religión. El ideario budista tuvo una influencia profunda en el arte, la literatura, y la arquitectura coreanas, lo que se puede apreciar en artículos que abarcan desde campanas hasta pagodas, en las cerámicas y esculturas, e incluso en el desarrollo de técnicas de impresión.
Proveniencia china del budismo coreano
Según relata la tradición, la introducción del budismo en Corea se produjo en el reino de Goguryeo, o Koguryo, en 372 d.C.; se extendió a Baekje, o Paekche, en 384 d.C., y por último se estableció en el reino de Silla entre el 527 y el 535 d.C. El monarca de Qin oriental, Fu Jin, envió a Corea a un monje nombrado Sundo para introducir las enseñanzas budistas. Confiaba en que el establecimiento de lazos culturales más estrechos con los Goguryeo condujeran a una cooperación más efectiva en lo relativo a enfrentar la amenaza militar que presentaban las tribus hostiles de Manchuria. Una década después, el predicador Marananta, de origen indio o de la región de Serindia, proveniente del estado de Jin oriental, arribó al reino de Baekje, donde impartió conocimientos budistas. La nueva fe recibió una recepción favorable en ambos estados, pero no en el reino de Silla, donde se interpretaba como una amenaza a las creencias tradicionales chamánicas, animistas, y de veneración a los antepasados. Tras la muerte por martirio del sacerdote Ichadon se produjo la aceptación definitiva del budismo en Silla, que más adelante tendría el respaldo de la corte real.
Es probable que los estados coreanos adoptaran el budismo y otras características de la cultura china como una forma de congraciarse con su poderoso vecino. Los Tres Reinos, aún en etapa de formación, enfrentaban incursiones de las tribus procedentes de Manchuria, guerras intestinas, y una latente amenaza de expansión proveniente de las tierras norteñas ocupadas por comandantes chinos. Corea, por supuesto, tenía su propia cultura indígena y estampaba su típico sello de identidad a todo lo tocado por influencias externas; no obstante, las ideas religiosas y de gobierno, los rituales de las cortes, el lenguaje, la arquitectura de los sitios de enterramiento, la producción de cerámica, la escultura, el sistema monetario, y la literatura clásica, provenían en su totalidad de China. A su vez, desde los estados coreanos se irradió el budismo y algunas características de la cultura hacia Japón. Durante las siguientes centurias los monjes coreanos continuarían realizando viajes a China con el objetivo de adquirir nuevos conocimientos y textos, y de descubrir nuevas ramas de la religión.
La promoción del budismo aportaba otras ventajas a los gobernantes coreanos, además de la de mantener buenas relaciones con China. Como la mayoría de los sacerdotes provenían de la aristocracia, la religión se convirtió en respaldo del status quo, y por asociación proporcionó a los gobernantes cierto prestigio. Durante siglos, muchos monjes actuaron como consejeros de los monarcas, lo que a la vista del pueblo otorgaba a los gobiernos mayor autoridad. El historiador Jinwung Kim resume:
La enseñanza budista relativa al infinito ciclo de reencarnación, que implicaba nacimiento en dependencia del karma y retribución por las acciones cometidas en vidas anteriores, justificaba una estricta estratificación social. El budismo era una doctrina que autenticaba la posición privilegiada de la clase dirigente, razón por la cual el rey, la casa real y la aristocracia le proporcionaban una firme bienvenida. (67)
El atractivo del budismo para los pobres se centraba en que los sufrimientos padecidos en la vida presente no tendrían que soportarse en la próxima, pero las posiciones de autoridad del budismo se reservaban en su mayoría a los estudiosos de elevada educación que disponían del tiempo y los medios para buscar su iluminación. Los jóvenes aristócratas del reino de Silla se entrenaban según el sistema Hwarang, “niños flor”, que no obstante sus enseñanzas budistas, hacía énfasis en la acción heroica y la ejecución de proezas militares. Además, durante la dinastía Goryeo los monjes debían realizar exámenes de ingreso sobre temas relacionados con los textos sagrados, lo cual limitaba el acceso a los menos privilegiados.
Aunque el budismo era la religión de estado, coexistía con las otras tres creencias principales que se practicaban en Corea: el confucianismo, el chamanismo y el taoísmo. Mientras el confucianismo constituía la ideología más extendida en los medios gubernamentales, las demás fes gozaban de popularidad entre las clases más bajas, de ahí que las artes tomaran en préstamo mucha iconografía, al punto que las pinturas budistas incorporaban elementos y dioses chamánicos, relación que también actuaba en sentido contrario. La popularidad del budismo aumentó de manera considerable por motivo del respaldo estatal, en particular el de la dinastía Goryeo. Se acredita a Wang Geon, fundador de ese linaje también conocido como Taejo, quien reinó entre 918 y 943, el crecimiento de la aceptación de la religión, a causa de que atribuía a su fe en el budismo el éxito obtenido en la derrota de sus enemigos.
El éxito en la gran empresa de fundar nuestra dinastía se debe por completo a los poderes protectores de los numerosos Budas. Por lo tanto debemos construir templos para las escuelas Son y Kyo y designarles abades, para que puedan realizar las ceremonias apropiadas y ellos mismos cultivar el camino. (Portal, 81).
Una vez que el budismo se estableció como religión oficial del estado surgieron templos y monasterios budistas por toda Corea. Las tierras propiedad de los cenobios, más el patrocinio real y las exenciones de impuestos, le proporcionaron al aparato religioso una acumulación de riquezas de tal magnitud que llegó a rivalizar con el estado. Muchos monasterios contaban incluso con fuerzas armadas particulares formadas por monjes guerreros y tropas reclutadas de la población general. Por otra parte es cierto que estas instituciones auxiliaban a los pobres por medio de la celebración regular de festines y el ofrecimiento de refugio a los que se encontraban en condiciones calamitosas.
los fieles recitaban sutras, encendían palillos de incienso y caminaban alrededor de la pagoda del templo.
Ritos, ceremonias y festivales
Los templos budistas pueden contar con uno, tres, o cinco salones principales que albergan estatuas, o con frecuencia solo pinturas de Buda o de bodisatvas. Los bodisatvas son seres que se privan de unirse al nirvana para asistir a la humanidad; los devotos los adoran, y les ofrecen rezos y ofrendas. En los templos los fieles recitan sermones de Buda conocidos como sutras, encienden varitas de incienso, y caminan alrededor de la pagoda del templo, ritos que de manera preferente tienden a ser realizados por individuos, más que por congregaciones de fieles. Los festejos más importantes del calendario, ocasiones en que sí tenían lugar actividades grupales, incluían el aniversario de Buda (chopail), celebración en la que los adeptos desfilaban en procesiones y visitaban los templos, entonaban mantras, y colgaban faroles de papel en sus hogares y en las calles. Otro festival de relevancia era el de Palgwanhoe, el Festival de los ocho votos, efectuado en conmemoración de los espíritus de los difuntos, y vinculado además a la cosecha en las comunidades agrícolas.
Desarrollo del budismo coreano
A medida que el budismo evolucionaba en China y emergían diversas sectas, en Corea también se ramificaba la fe. La diversificación se producía por imitación directa de las ideas que llegaban a través de las enseñanzas de monjes itinerantes como Beomnang, quien introdujo el budismo Zen o Seon durante la primera mitad del siglo VI, o a causa de adaptaciones realizadas por los propios coreanos. El monje Uicheon, que vivió entre 1055 y 1101, llevó a cabo un famoso pero fallido intento de cerrar la brecha entre las dos variantes más importantes de budismo, el de la secta Son, que ponía énfasis en la meditación, y el de la Kyo, que subrayaba la importancia de las escrituras. Jinul, nacido en 1158 y fallecido en 1210 logró mayor éxito en este empeño, que se resume en su célebre máxima: «iluminación súbita seguida de cultivo gradual». La forma unificadora e inclusiva de budismo promulgada por Jinul se conoce como budismo Jogye, el cual se reconoció por el estado como religión oficial de Corea, con centro radicado en el templo de Sonnqqwangsa, cerca de la actual Sunchon. A partir del siglo XV la prevalencia del budismo sería reemplazada por el surgente neoconfucianismo, al menos en términos de apoyo estatal. La forma más popular de budismo practicada en la actualidad en Corea es el budismo Jogye.
El budismo de la Corea Goryeo fue responsable directo del desarrollo de la imprenta, debido a que para propagar su literatura debieron introducirse mejoras en la impresión,proceso que se efectuaba mediante el uso de bloques de madera hasta la invención de los tipos móviles de metal en 1234. De hecho, el cuerpo completo de los textos budistas, el Tripitaka, se imprimió en 1251 con la utilización de más de 80,000 planchas de madera, motivado en parte por la creencia de que ayudaría a proteger a Corea de las invasiones kitanas. Otra contribución del budismo a las artes puede observarse en los manuscritos iluminados. Conocidos por el nombre de sagyong, por regla general son textos de sutras, sermones atribuidos a Buda, conservados en forma de rollos o de libros plegados. Los monjes escribas los plasmaban en papel índigo hanji, para lo cual usaban tintes brillantes y en ocasiones, incluso, plata u oro. Los sacerdotes budistas también pintaban frescos y cortinas de seda que colgaban de las paredes para decorar los templos; los temas más populares eran los bodisatvas y las flores acuáticas.
el cuerpo completo de los textos budistas, el tripitaka, se imprimió en 1251 con el empleo de 80.000 bloques de madera.
Se producían esculturas de piedra y bañadas en bronce, sobre todo de Buda, de bodisatvas, y del futuro Buda, nombrado Maitreya. Las figuras de Buda en su advocación de Maitreya, el próximo Buda, eran populares y algunas de ellas enormes, como la de Paju, de 17,4 metros (57 pies) de alto, y la del templo de Kwanchok, en Nonsan, que mide 18,4 metros (59,3 pies) hasta su ápice, ambas talladas en roca durante el siglo XI. La producción de campanas para los templos budistas, tanto en el reino unificado de Silla como en el subsiguiente Goryeo, constituía otra especialidad de la metalurgia. Los artefactos fundidos y la alfarería empleaban motivos budistas como flores de loto, grullas y nubes. Por último, el budismo era motivo importante de inspiración de las hyangga, poéticas canciones bucólicas que se componían en los reinos de Silla y de Goryeo.
La arquitectura budista
Los templos budistas se construyeron en grandes cantidades y estaban diseminados por toda la península. Especial mención merece el templo de Miruk, en Iksan, del siglo VII, hoy desaparecido. Construido por el rey de Baekje, Mu, exhibía dos pagodas, una de piedra y otra de madera, y era uno de los más grandes templos budistas de Asia oriental. La pagoda de roca aún existe, pero solo cuenta con seis de los 7 a 9 pisos que poseía en su concepción original. La otra, única, pagoda que ha sobrevivido a la de Baekje también está construida de piedra y se encuentra en el templo de Chongnim, en Buyo. Las pagodas de piedra constituyen un aporte singular de Corea a la arquitectura budista, por diferenciarse de las de Japón, erigidas con madera, y de las chinas, donde se empleaba el ladrillo para su construcción.
Otras estructuras notables que han pervivido son las de Gyeongju, la capital de Silla, que exhibe dos pagodas de piedra que se conservan en la actualidad: la de Dabotap, y la de Seokgatap, ambas del siglo VIII, asignadas por tradición al año 751. Este par formaba parte del magnífico templo del siglo VIII nombrado Bulguksa, que significa Templo de la tierra del Buda, cuya restauración solo logró alcanzar una fracción de su altura original. El complejo, como sugiere su nombre, se diseñó con el objetivo de representar la tierra de Buda: el paraíso. Por motivo de esto contiene tres áreas principales: Birojeon, el Salón del Buda Vairocana; Daeungjeon, Salón de la gran iluminación y templo principal; y Geungnakjeon, Salón de la suprema dicha. Esta representación arquitectónica del paraíso se alza de forma simétrica desde un lago de flores de loto, y se accede a ella a través de dos puentes de piedra y una gran escalera, símbolo que recuerda al visitante que deja atrás el reino terrenal y pasa al sagrado reino de Buda.
Una de las edificaciones más destacadas del período unificado de Silla es el templo budista de la cueva Seokguram, ubicado al este de Gyeongju. Construido entre el 751 y el 774, contiene una cámara circular interior con techo en forma de domo, dentro de la cual se eleva un enorme Buda de 3,45 metros (11,3 pies) de alto. Las paredes están decoradas con 41 grandes esculturas de discípulos y bodisatvas.
En el templo de Buseoksa, ubicado en Yeongju, el Salón de la vida eterna, Muryangsujeon, construido en el siglo XIII, constituye una elocuente muestra del estilo arquitectónico que predominó durante las postrimerías de la dinastía Goryeo, de entre 918 y 1392. La sala constituye una de las más antiguas estructuras coreanas de madera que han logrado sobrevivir hasta la actualidad.
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Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, M. (2016, noviembre 15). Budismo en la antigua Corea [Buddhism in Ancient Korea].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-973/budismo-en-la-antigua-corea/
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Cartwright, Mark. "Budismo en la antigua Corea."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 15, 2016.
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Cartwright, Mark. "Budismo en la antigua Corea."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 15 nov 2016. Web. 25 dic 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Mark Cartwright, publicado el 15 noviembre 2016. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.