Los antiguos egipcios sentían un profundo aprecio por la vida, que queda claramente reflejado en su arte. Las imágenes de gente pasándolo bien, ya fuera en esta vida o en la otra, son tan numerosas como las que se suelen ver a menudo de dioses o rituales funerarios. Los primeros egiptólogos que descubrieron la cultura por primera vez se centraron en los muchos ejemplos de arte funerario que encontraron en las tumbas y llegaron a la conclusión de que la cultura egipcia estaba obsesionada con la muerte, cuando en realidad los antiguos egipcios estaban totalmente obsesionados con vivir la vida al máximo.
Los egipcios decoraban sus casas, sus jardines, sus palacios y sus tumbas con obras de arte impresionantes que reflejaban su aprecio por todo lo que les habían dado los dioses, y remataban estas representaciones con colores vivos. El palacio de Amenhotep III (1386-1353 a.C.) en Malkata estaba pintado con colores llamativos; las paredes exteriores de blanco y las interiores de azul, amarillo y verde, con murales y otros adornos por todas partes. Los colores no se elegían aleatoriamente, sino que cada uno tenía un simbolismo específico para los egipcios y se usaba para transmitir un significado. La egiptóloga Rosalie David comenta al respecto:
El color se consideraba como un elemento básico de todas las representaciones artísticas, incluidos los murales, las estatuas, los bienes funerarios y la joyería, y se creía que las cualidades mágicas de cada color se convertían en una parte íntegra de cualquier objeto al que se añadía (176).
El color en el antiguo Egipto no solo se usaba en representaciones realistas de escenas de la vida cotidiana, sino también para ilustrar los reinos celestiales de los dioses, la otra vida, y las historias y los mitos de los dioses del panteón egipcio. Cada color tenía su propio simbolismo y se creaba a partir de elementos naturales. La egiptóloga Margaret Bunson escribe que "los artistas empezaron a observar dónde surgían de manera natural los colores en sus alrededores y a pulverizar varios óxidos y otros materiales para desarrollar los tonos que querían" (54). El proceso de la creación de colores a manos de los artistas egipcios se remonta al periodo arcaico (en torno a 3150 - c. 2613 a.C.), pero se hizo más evidente en la época del Imperio Antiguo (en torno a 2613-2181 a.C.). Desde el Imperio Antiguo hasta que Roma tomó el control del país después del 30 a.C., el color fue un componente importante de todas las obras de arte hechas por los egipcios.
Realismo de color
Cada color se creaba mezclando varios elementos naturales, y con el tiempo se crearon estándares para poder asegurarse de la uniformidad en una obra de arte. Un hombre egipcio, por ejemplo, siempre se representaba con la piel marrón rojiza, cosa que se lograba mezclando cierta cantidad de la pintura roja estándar con la pintura marrón estándar. Esta mezcla vería varias variaciones a lo largo de las eras, pero en general se mantuvo más o menos igual. El color de la piel del hombre se elegía en aras del realismo de la pieza, para simbolizar la vida al aire libre de la mayoría de hombres, mientras que las mujeres egipcias se pintaban con un tono de piel más claro, mezclando amarillo y blanco, ya que pasaban más tiempo en el interior.
Los dioses normalmente se representaban con la piel dorada, que reflejaba la creencia de que de hecho tenían la piel de oro. Una excepción de esto era el dios Osiris, que casi siempre aparece con la piel de color verde o negra, que simboliza la fertilidad, la regeneración y el inframundo. Osiris fue asesinado, Isis lo devolvió a la vida y luego descendió para gobernar la tierra de los muertos; el color de sus representaciones simboliza todos los aspectos de esta historia. Tanto si una escena muestra a un hombre y a su mujer cenando como si son los dioses en la barca del sol, cada color que usaban tenía que representar exactamente los temas varios de estas escenas.
Creación del color y simbolismo
En la siguiente lista aparecen los diferentes colores que usaban con su nombre egipcio, los materiales usados para crearlos y lo que simbolizaban. Las definiciones se basan en la obra de Richard H. Wilkinson Simbolismo y magia en el arte egipcio y la Enciclopedia del antiguo Egipto de Margaret Bunson, junto con otras obras.
Rojo (desher): hecho con óxido de hierro y ocre rojo, se usaba para crear los tonos de la piel y simbolizaba la vida además del mal y la destrucción. El rojo estaba asociado con el fuego y la sangre, así que simbolizaba la vitalidad y la energía, pero también se podía usar para resaltar cierto peligro o definir a una deidad destructiva. Por ejemplo, el dios Set, que asesinó a Osiris y llevó el caos a Egipto en el principio de los tiempos, siempre se representaba con la cara o el pelo rojos, o completamente de rojo. Este patrón también se ve en los textos escritos, en los que el color rojo a veces se usa para simbolizar un personaje o un aspecto peligroso de la historia. En los murales y las escenas de las tumbas, hay que interpretar el rojo cuidadosamente dentro del contexto de la escena. Aunque a menudo se usaba para enfatizar el peligro o incluso el mal, también es común verlo simbolizando la vida o un ser superior (como en las representaciones del Ojo de Ra), o una posición elevada, como la Corona roja del Bajo Egipto.
Azul (irtiu y khesbedj): era uno de los colores más populares, normalmente llamado "azul egipcio", y se hacía con óxidos de cobre y hierro mezclados con sílice y calcio. Simbolizaba la fertilidad, el nacimiento, el renacimiento y la vida y normalmente se usaba para representar el agua y los cielos. Wilkinson escribe que "por la misma razón, el azul podía simbolizar el Nilo y las cosechas relacionadas con este, las ofrendas y la fertilidad, y muchas de las llamadas figuras de la 'fecundidad' que representaban las ofrendas del río eran de este tono" (107). Las estatuas y representaciones del dios Toth normalmente son azules, azules verdosas, o tienen algún aspecto de color azul que une al dios de la sabiduría con los cielos dadores de vida. El azul también simbolizaba la protección. Los amuletos de la fertilidad del dios protector Bes solían ser de color azul, al igual que los tatuajes de Bes que llevaban las mujeres o los patrones en forma de rombo en la parte baja del abdomen, la espalda o en los muslos. Se cree que estos tatuajes se realizaban a modo de amuletos para proteger a las mujeres durante el embarazo y el parto.
Amarillo (khenet y kenit): en un principio se hacía con ocre y con óxidos, pero a partir del Imperio Nuevo (en torno a 1570-1069 a.C.) se mezclaba a partir de sulfuro de arsénico y simbolizaba el sol y la eternidad. El amarillo se oscurecía para el tono dorado de la piel de los dioses y se aclaraba con blanco para sugerir la pureza o algún aspecto sagrado de un personaje o un objeto. Isis, por ejemplo, siempre se representa con piel dorada y un vestido blanco, pero a veces su vestido es de un amarillo pálido para recalcar su aspecto eterno en alguna escena o historia. Se cree que los sacerdotes y las sacerdotisas de los dioses de Egipto a veces se vestían como sus deidades y Wilkinson sugiere que los sacerdotes del dios Anubis se pintaban la piel de amarillo en ocasiones específicas para "convertirse" en el dios para el evento en concreto. Aunque Anubis tradicionalmente se representaba con la piel negra, hay varios textos en los que se lo representa con el mismo tono dorado de los demás dioses.
Verde (wadj): era una mezcla de malaquita, un mineral de cobre, y simbolizaba la bondad, el crecimiento, la vida, la otra vida y la resurrección. El más allá en Egipto se conocía como el Campo de Juncos y, en algunas eras, como el Campo de Malaquita, y siempre se asociaba con el color verde. Wilkinson escribe que el verde era "naturalmente un símbolo de crecimiento y de la vida misma", y después señala que en el antiguo Egipto "hacer 'cosas verdes' era un eufemismo para referirse a un comportamiento positivo y benévolo, en contraposición a 'cosas rojas', que simbolizaban el mal" (108). El verde es el color de Osiris, el dios que muere y vuelve a la vida, y también del Ojo de Horus, uno de los objetos más sagrados de la mitología egipcia. En las primeras pinturas mortuorias, el espíritu del difunto se representa en blanco, pero más adelante pasa a ser verde para relacionar la muerte con el Osiris eterno. Siguiendo con el simbolismo de la resurrección, el verde también se usaba a menudo para representar a la diosa Hathor, la Señora del sicomoro. Hathor estaba estrechamente relacionada con el sicomoro, con la renovación, la transformación y el renacimiento. Las momias de mujeres tatuadas sugieren que la tinta podría haber sido verde, azul o negra y los tatuajes se han relacionado con la adoración de Hathor.
Blanco (hedj y shesep): hecho con tiza y yeso, a menudo se usaba como blanqueador para otros tonos y simbolizaba la pureza, lo sagrado, la limpieza y la claridad. El blanco era el color de la ropa egipcia y por tanto se asociaba con la vida cotidiana, pero a menudo se usaba en obras artísticas para simbolizar también la naturaleza transcendental de la vida. Los sacerdotes siempre vestían de blanco, así como los ayudas de los templos y el personal que participaba en los festivales y los rituales. Los objetos que se usaban en los rituales, tales como cuencos, platos, altares o mesas, estaban hechos de alabastro blanco. El blanco, al igual que los demás colores, se usaba de manera realista para representar ropa y objetos de ese color en la vida real, pero a menudo se utilizaba para recalcar la importancia de algún aspecto de la pintura: en algunos casos, cumplía ambas funciones. La Corona blanca del Alto Egipto, por ejemplo, siempre se representa de color blanco, de manera realista, pero también simbolizaba la estrecha conexión que tenía el rey con los dioses, de manera que simbólicamente también representa la pureza y lo sagrado.
Negro (kem): se hacía con carbón molido mezclado con agua y a veces con huesos quemados de animales y simbolizaba la muerte, la oscuridad y el inframundo, pero también la vida, el nacimiento y la resurrección. Wilkinson escribe que "la asociación simbólica de este color con la vida y la fertilidad puede que tuviera su origen en el cieno negro que dejaba el Nilo cada año con las inundaciones, y en consecuencia Osiris, el dios del Nilo y del inframundo, se representaba a veces con la piel negra" (109). De hecho, el verde y el negro se usaban a menudo indistintamente en el arte egipcio como símbolos de la vida. Las estatuas de los dioses a menudo se labraban en piedra negra, pero también era común la verde. Aunque el negro se asociaba con la muerte, no tenía ninguna connotación del mal, que se representaba con el rojo, y a menudo aparece junto el verde, o en vez de este, en las representaciones de la otra vida. Anubis, el dios que guiaba a los muertos hasta el salón del juicio y que está presente cuando se pesa el corazón del alma, casi siempre se representa como una figura negra, al igual que Bastet, la diosa de las mujeres, una de las deidades más populares de todo Egipto. Los tatuajes de Bes se hacían en tinta negra y las imágenes de la otra vida a menudo se servían de un fondo negro no solo para resaltar el dorado y el blanco del primer plano sino también para simbolizar el concepto del renacimiento.
A menudo estos colores básicos se mezclaban, se diluían o se combinaban de otras maneras para crear colores como el morado, el rosa, el verde azulado, el dorado, el plateado y muchos otros tonos. Lo único que limitaba el potencial de los artistas no eran los minerales de los que disponían para crear las pinturas, sino su imaginación y el talento que tuvieran a la hora de crear los colores que necesitaban para contar sus historias.
Los colores contextualizados
El aspecto estético era muy importante para los egipcios. El arte y la arquitectura se caracterizan por la simetría, e incluso su sistema de escritura, los jeroglíficos, se escribían respetando la belleza visual como un aspecto integral de su función. A la hora de leer jeroglíficos, se entiende el significado teniendo en cuenta hacia dónde están mirando las figuras; si miran a la izquierda, se lee hacia la izquierda, mientras que, si miran hacia arriba, hacia abajo o a la derecha, se leerá en esa dirección. La dirección de las figuras proporciona el contexto del mensaje y por tanto es la manera de entender lo que está escrito.
De la misma manera, el color en el arte egipcio ha de interpretarse dentro del contexto. En una pintura específica, puede que el rojo simbolice el mal o la destrucción, pero este color no debería interpretarse siempre automáticamente de esta manera. El negro a menudo se suele malinterpretar en el arte egipcio por la asociación moderna que tiene con el mal. Tutankamón aparece con la piel negra en algunas de las imágenes de su tumba, y en un principio los arqueólogos lo asociaron con la muerte y la pena; aunque la asociación con la muerte es correcta, y la pena acompañaba a la pérdida de un ser querido en el antiguo Egipto igual que hoy en día, la interpretación correcta sería la asociación de Tutankamón en la muerte con Osiris y el concepto de renacimiento y resurrección.
El blanco sigue teniendo el mismo significado hoy en día que tenía para los antiguos egipcios, pero, como ya se ha dicho, se ha de interpretar dentro del contexto. El vestido blanco de Isis simbolizaba la pureza y lo sagrado, mientras que la falda blanca de Set no sería más que una representación realista de la ropa masculina de los egipcios. Sin embargo, reconocer el simbolismo de los colores egipcios, y por qué motivo se usaban más a menudo, permite apreciar mejor el arte egipcio y hacerse una idea más clara del mensaje que el artista estaba intentando transmitir.