Cilicia es el antiguo nombre romano para la región sudoriental de Asia Menor (actual Turquía), citada en los libros bíblicos de los Hechos de los Apóstoles y Epístola a los Gálatas. Fue el lugar de nacimiento de San Pablo y el sitio de sus primeras misiones evangélicas. El territorio fue habitado por primera vez en el período neolítico, hacia el VIII milenio a. C., y estuvo bajo el control de los hititas hacia el II milenio a. C. antes de pasar a los asirios. Obtuvo su independencia después de la caída del imperio asirio en 612 a. C., y entonces fue tomada por los persas antes de la conquista de Alejandro Magno en 333 a. C. Después de Alejandro Magno, la región fue helenizada y políticamente alineada con Siria, motivo por el cual algunas de las principales ciudades cilicias como Tarso son comúnmente identificadas como sirias en los textos antiguos.
Después de la muerte de Alejandro Magno la región fue dividida entre los imperios tolemaico y seleúcida. A medida que los seleúcidas comenzaron a perder poder e influencia sobre su parte del territorio, hacia 110 a. C., los famosos piratas cilicios emergieron para llenar el vacío y ejercieron un control cada vez mayor hasta 78-74 a. C., cuando Roma intervino y conquistó Cilicia occidental. Pompeyo el Grande venció y reubicó a los piratas cilicios hacia el 67 a. C., y la región permaneció como una provincia de la República romana, el Imperio romano y el Imperio bizantino hasta los comienzos del siglo VIII, cuando fue tomada por las fuerzas musulmanas invasoras. El reino armenio de Cilicia floreció en la región entre 1080-1375, antes de caer ante los mamelucos y fue incorporado, posteriormente, al Imperio otomano en 1453.
Debido a su geografía y ubicación, Cilicia estuvo entre las regiones más importantes del mundo clásico. Las Puertas Cilicias, el único paso a través de los montes Tauro entre las llanuras de Cilicia y la meseta de Anatolia, figuró regularmente en numerosas campañas militares y, de acuerdo a la Biblia, fue también usada por San Pablo y Bernabé en sus misiones evangélicas en Asia Menor. Las contribuciones a la cultura mundial de los nativos cilicios, y posteriormente de los armenios, abarcan innovaciones en un número de disciplinas incluyendo albañilería, agricultura y teología, particularmente teología cristiana como lo ejemplifican los trabajos de San Pablo.
Historia más antigua y los hititas
Desde la primera mención en los registros históricos, Cilicia ha sido descrita como compuesta por dos regiones interconectadas: una fértil llanura y las montañas escarpadas. En el período romano fueron conocidas como Cilicia Pedias (“Cilicia lisa” de las llanuras hacia el Mar Mediterráneo) y Cilicia Trachea (“Cilicia áspera” de las laderas de los Montes Tauro que descienden a la costa rocosa y a las ensenadas del mar). Las antiguas referencias señalan las diferencias geológicas de la región mediante otros nombres con la misma connotación de “plana y fértil” y “áspera y accidentada”.
En algún momento entre el 2700 y el 2400 a. C., un pueblo conocido como "los hatti" emigró a la alta Anatolia, o era nativo de esa región, cuya presencia comenzó a ser conocida en el registro histórico solo en ese momento. Simultáneamente, o poco después, un pueblo conocido como luvitas entra en el registro pero poco se sabe de ellos excepto por su lengua la cual, aunque distinta, estaba relacionada con la de los hititas. Los hatti fueron un pueblo agricultor y hablaban un idioma llamado háttico pero lo escribían usando caracteres cuneiformes de Mesopotamia (como lo hicieron los hititas). Establecieron su ciudad principal, Hattusa, al norte de Cilicia alrededor del año 2500 a. C. y fueron una poderosa fuerza en la región, capaz de repeler la invasión del formidable Sargón de Acad (también conocido como Sargón el Grande, r. 2334-2279 a. C.) quien, al no poder tomar Hattusa, reclamó la línea costera del sur de Cilicia.
El imperio acadio apenas controló a Cilicia hasta su colapso, hacia el año 2083 a. C., momento en el cual los hatti fueron capaces de reafirmar completamente su control (aunque parece que ellos ya lo habían hecho tiempo atrás). Los hatti controlaron los puertos a lo largo de la costa de Cilicia hasta que el rey hitita Anitta, del reino de Kussara, invadió en el año 1700 a. C., destruyó Hattusa y estableció el denominado reino hitita antiguo (1700-1500 a. C.). Aún así, parece que sobrevivió cierta autonomía política, como es evidenciada por una serie de reyes, comenzando por Isputahsu (hacia el siglo XXV a. C.), firmando tratados con los hititas y Mitanni.
Bajo los hititas
Entre 1500 y 1400 a. C. el reino antiguo decayó pero, entonces, una nueva entidad política hitita fue establecida, ahora conocida como el nuevo reino o el Imperio hitita (1400-1200 a. C.). Cualquier semblanza de la Cilicia autónoma se desvaneció al convertirse en un estado vasallo de los hititas. El rey hitita más grande de este período fue Suppiluliuma (r. c. 1344-1322 a. C.) que expandió su territorio y mejoró la infraestructura del reino. La ciudad de Tarso, un asentamiento ya antiguo para esa época, recibió su nombre de los hititas. Previamente fue conocida como Tarsisi por los acadios, pero los hititas lo cambiaron a Tarsa en honor a uno de sus dioses. La ciudad vecina de Adana (conocida como Uru Adaniyya) también fue mejorada en esa época.
Cilicia, bajo los hititas, fue conocida como Kizzuwatna (también como Kizzuwadna). Tarsa fue la ciudad capital y Suppiluliuma I, mediante una serie de campañas y manipulaciones sagaces, consolidó el control hitita de una vasta región que se extendía a través de Anatolia alcanzando hasta Mesopotamia al norte y Egipto al sur. Suppiluliuma I murió de la plaga en 1322 a. C. y fue sucedido por su hijo Mursilli II (r. 1321-1295 a. C.) quien continuó las políticas de su padre. Su sucesor, Muwatalli II (r. 1295-1272 a. C.), hizo lo mismo y es mejor conocido por su combate con Ramsés II de Egipto en la batalla de Kadesh en 1274 a. C. Para ese momento el Imperio hitita estaba entre los más poderosos del mundo antiguo, pero los asirios estaban haciéndose más fuertes y, finalmente, desafiaron la autoridad de los hititas derrotándolos en la batalla de Nihriya hacia 1245 a. C. Después de este combate el poder de los hititas comenzó a declinar y la caída del imperio fue adelantada por la llegada de los pueblos del mar, quienes acosaron la región del Mediterráneo hacia 1276-1178 a. C.
Los pueblos del mar y los asirios
La identidad de los pueblos del mar todavía es debatida, y aún se desconoce el nombre con el que pudieron haberse llamado a sí mismos. “Los pueblos del mar” es una designación moderna, acuñada hacia 1881 por el egiptólogo francés Gastón Maspero, porque las inscripciones antiguas los describen como viniendo “del mar". Varios académicos han sugerido que pudieron haber sido etruscos, troyanos, micénicos, libios o minoicos, o una coalición de algunos o de todos; pero muchos académicos también incluyen o los definen principalmente como filisteos.
Los pueblos del mar son más conocidos a partir de las inscripciones de los faraones egipcios Ramsés II (r. 1279-1213 a. C.), Merenptah (r. 1213-1203 a. C.) y Ramsés III (r. 1186-1155 a. C.), y todas los describen como una coalición que venía del mar, atacó repentinamente y causó severos daños. El académico William H. Stiebing Jr. afirma que pueden haber sido cilicios ya que una de las etnias incluidas en las antiguas descripciones es la de los Danuna quienes, sostiene Stiebing, fueron muy probablemente de la ciudad de Adana (224). Si esto es así, los Danuna podrían ser considerados piratas cilicios primitivos. Los pueblos del mar desestabilizaron la región y derrocaron el ya debilitado Imperio hitita, lo que permitió, finalmente, que los asirios tomaran la región con relativa facilidad.
Bajo los asirios, las fértiles llanuras orientales de Cilicia fueron llamadas Qu'e y la región occidental Hilikku, término que sentó la base para el posterior nombre griego, Kilikia, que fue luego interpretado como Cilicia. El rey asirio Tiglath Pileser III (r. 745-727 a. C.) estableció la capital en Adana durante un mandato aunque, al igual que con el Imperio acadio, el dominio asirio sobre Cilicia nunca fue firme, y se les escapó de las manos poco después de la muerte de Sargón II en 705 a. C.
Alrededor de esta época el rey Muksa (mejor conocido como Mopsus, siglo VIII a. C.) gobernó desde Adana, pero la región no permanecería independiente por mucho tiempo porque Qu'e fue retomada por el rey asirio Esarhaddon (r. 681-669 a. C.) quien dejó Hilikku para cualquiera que quisiera vivir allí. Los asirios retuvieron el control de la región hasta 612 a. C., cuando su imperio colapsó bajo la coalición invasora de babilonios y medos.
Los persas y Alejandro Magno
En esta época Hilikku se había convertido en un estado independiente gobernado por un monarca conocido como un syennesis, lo cual era tanto el nombre del trono o un título. La capital fue establecida en Tarso y el comercio floreció entre la región, ahora habitualmente denominada como “Cilicia” por los griegos y otros países. Hacia el 547 a. C. el rey persa Ciro el Grande invadió y anexionó Cilicia a su imperio aqueménida. En esta época el syennesis era un nativo de la región que servía como un sátrapa persa gobernando desde Tarso. Esta política fue cambiada después de la rebelión de Ciro el Joven en 401 a. C. cuando el syennesis se alineó con las fuerzas rebeldes. El cargo luego fue eliminado y el sátrapa fue designado por el rey persa.
La satrapía de Cilicia generó ingresos importantes para el Imperio persa. El sátrapa presidía sobre una jerarquía con los nobles terratenientes en la cima, seguidos por los sacerdotes de la religión zoroástrica, burócratas del gobierno, mercaderes, y la clase baja de los artesanos y granjeros. Hilikku permaneció semi-independiente, comparada con las tierras bajas de Qu'e, muy probablemente porque el territorio era muy difícil de controlar mediante campañas militares.
La antigua religión de los hatti, centrada en una diosa madre, se seguía observando todavía en Hilikku; la deidad tomaba ahora el nombre Artemis Perasia (Artemisa persa) o Cibeles cuyo sitio sagrado estaba en Castabala o Kastabala. El pueblo de Qu'e puede también haber honrado a esta misma diosa, pero era oficialmente zoroástrico, según la religión oficial del Imperio persa (zoroastrismo) y había, también, una comunidad significativa de judíos en toda Qu'e. Hay evidencias de conflictos armados entre las tierras altas y las tierras bajas durante todo el siglo IV a. C., muy probablemente por los derechos de tierra a lo largo de la frontera.
En el año 333 a. C. Alejandro Magno ocupó las Puertas Cilicias en un ataque sorpresa y golpeó rápidamente a Tarso, tomando la ciudad. Instaló a su propio sátrapa, Balacrus, para supervisar la administración, mientras conducía su ejército contra el pueblo de Hilikku, sin poder derrotarlos. Alejandro, antes de continuar con sus campañas en otros lugares, ordenó a “Balacrus" continuar la acción contra el pueblo de las montañas, pero no tuvo más éxito del que tuvo Alejandro.
Después de la muerte de Alejandro en 323 a. C., Cilicia fue incluida en los territorios por los que se enfrentaron sus generales y, finalmente, dividida entre Ptolomeo I Sóter y Seléuco I Nicator. Durante este período Cilicia fue helenizada profundamente y el griego reemplazó a la vieja lengua luvita. Las llanuras de Qu'e continuaron su comercio con otras naciones como siempre, pero la gente de Hilikku aparece en el registro histórico como próspera principalmente por la piratería. Al inicio de la pérdida de poder del Imperio seléucida, hacia 110 a. C., la cohesión política en Cilicia se debilitó. Tigranes el Grande de Armenia (r. hacia 95-56 a. C.) tomó la parte oriental de la región, lo que permitió el asentamiento armenio en Cilicia; al tiempo que los piratas de Hilikku eran cada vez más audaces.
Los piratas cilicios y Roma
Los barcos que saqueaban las ciudades costeras y acababan interrumpiendo el comercio, se mencionan frecuentemente como tripulados por “piratas cilicios” pero no todos los piratas eran cilicios nativos. La rocosa costa meridional de Hilikku ofrecía un número de puertos y guaridas seguras para los piratas de cualquier nacionalidad, por lo que Cilicia se asoció estrechamente con la piratería. Los gobernantes de los imperios seléucida y tolemaico en gran medida hicieron la vista gorda con la piratería porque los piratas cilicios traficaban principalmente con esclavos, que ambos necesitaban. Roma, que había tomado “Cilicia Pedias” en 103 a. C., ganó la tierra después de una campaña contra los piratas pero luego los consideraron como poco más que una pequeña molestia necesaria por la misma razón que los seléucidas y ptolemaicos. Los piratas de Cilicia, sin nadie quien se les opusiera seriamente, se volvieron más atrevidos. Tomaron barcos romanos, asaltaron el puerto romano de Ostia y obstaculizaron el comercio lícito. Finalmente, Roma comprendió que había que enfrentarse a los piratas cilicios.
En el año 75 a. C., un joven Julio César fue secuestrado por piratas y retenido para pedir un rescate, ejemplo palpable de lo audaces que se habían vuelto los piratas cilicios. El cónsul Publio Servilio Vatia (sirvió en el 79 a. C.) lanzó una campaña contra los isaurios de Cilicia entre 78-74 a. C. y los conquistó (ganándose así el apellido de Isaúrico por su victoria). Sin embargo, esto hizo poco para frenar la piratería en el Mediterráneo, por lo que, en el año 67 a. C., a Pompeyo el Grande (106-48 a. C.) se le encargó ocuparse del problema como parte de su campaña contra Mitrídates VI (r. 120-63 a. C.) quien había reclutado a los piratas en su guerra con Roma.
Pompeyo dividió el Mediterráneo en secciones que podían ser administradadas mas fácilmente y designó comandantes específicos para cada una. En la medida en que los piratas fueron derrotados en cada distrito las secciones teóricas se hicieron más pequeñas hasta que, alrededor del año 66 a. C., Pompeyo había roto el poder de los piratas cilicios (aunque no había erradicado el problema completamente). Entonces asentó a los antiguos piratas en Cilicia central, creando comunidades prósperas que contribuyeron a la estabilidad de la región. Pompeyo dividió Cilicia en seis distritos y, para esa época, Cilicia Pedias se convirtió en Cilicia Campestris y Cilicia Trachea era Cilicia Aspera.
Cilicia romana
Ambas estaban bajo la administración romana para el año 64 a. C., aunque, como de costumbre, Cilicia Aspera fue dejada en gran parte a su suerte. Bajo el mandato de Julio César, la provincia fue reorganizada en el 47 a. C. con diferentes distritos. En el año 27 a. C. fue unida a Siria como Siria-Cilicia Fenicia y la provincia completa, incluyendo a Cilicia Áspera, fue unificada bajo Vespasiano en el año 72. Los piratas cilicios asentados por Pompeyo practicaban el mitraísmo y muy probablemente introdujeron la religión al ejército romano, a través del cual se popularizó en Roma y en otras provincias. El zoroastrismo se seguía observando en Cilicia, al igual que el judaísmo, que atraía numerosos simpatizantes.
No obstante, abrazar completamente al judaísmo obligaba a aceptar por completo la ley de Moisés con estipulaciones en la dieta y las costumbres, las cuales habrían separado a un converso de su familia, amigos y otros círculos sociales. Los rituales judíos y el concepto de un solo Dios todopoderoso eran atractivos a una cantidad de griegos que vivían en Cilicia, que aparecen en los registros como los “reverentes” (gente que observaba ciertos rituales judíos y honraba al Dios judío) pero permanecían gentiles. El académico F. E. Peters señala cómo en Cilicia se formaron los clubes de “sabbatistas" que celebraban el sabbat judío y mantenían otros rituales, pero conservaban su identidad gentil (307). Este movimiento sería especialmente importante en los primeros años del cristianismo, cuando San Pablo (antes Saúl de Tarso) inició sus misiones evangélicas en la región y encontró una audiencia receptiva. El cristianismo ofrecía lo que precisamente les interesaba a los “sabbatistas”: la teología y el ritual judíos sin la adhesión a la ley mosaica. El cristianismo, naturalmente, encontró su lugar más fácilmente en Cilicia que en otras provincias.
En la época romana Cilicia continuó exportando los tipos de bienes de siempre: vino, cereales, granos, pescado, tiendas y cilicium (una tela áspera de pelo de cabra utilizada en la confección de tiendas) que, bajo el nombre de cilicio, se haría popular entre los cristianos al llevarla como camisa durante la penitencia. El cilicium, continuaría en este uso a lo largo de la Edad Media europea, normalmente referido como “camisa de pelo".
Reino armenio de Cilicia
Con la caída del Imperio romano en el año 476 d. C., Cilicia siguió formando parte del Imperio de oriente o bizantino. Para esa época, los dos principales distritos eran conocidos como Cilicia Prima y Cilicia Secunda (Cilicia Uno y Cilicia Dos). Las iglesias establecidas por San Pablo florecieron y el Imperio bizantino defendió al cristianismo contra la religión emergente del islam en el siglo VII. Cilicia fue conquistada por los musulmanes hacia el año 700 pero fue retomada por los bizantinos en el año 965 bajo su emperador Nicéforo II Focas (r. 963-969). En ese tiempo, la región atrajo a colonos armenios, muchos de ellos ya estaban en la misma desde el tiempo de Tigranes, quienes establecieron sus propias comunidades y contactos comerciales a medida que ellos desarrollaron activamente su propia identidad política.
Hacia el año 1080, fue fundado el reino armenio de Cilicia y sirvió como un importante recurso para los ejércitos europeos durante las Cruzadas, especialmente la primera cruzada (1096-1099). Los armenios desarrollaron aún más su rica cultura en Cilicia, perfeccionaron la arquitectura armenia, el arte y las innovaciones en música y danza, entre otras contribuciones. Las ruinas de sus impresionantes fortificaciones todavía pueden visitarse en la actualidad, muchas en altas pendientes y construidas en ángulos aparentemente imposibles.
El reino armenio continuó prosperando hasta que fue amenazado por los musulmanes mamelucos. Los armenios pidieron ayuda a sus antiguos amigos y aliados en Europa para montar otra cruzada y proteger el reino, pero el auxilio no llegó y los mamelucos conquistaron la región en 1375. Después de la caída del Imperio bizantino en 1453, la región fue absorbida por el Imperio otomano que la mantuvo hasta 1921 cuando, después de la primera Guerra Mundial, se convirtió en parte de la república de Turquía.
Los pueblos de la antigua Cilicia son mencionados frecuentemente por los historiadores solo como piratas o conquistados por otras naciones, pero fueron mucho más que eso. Fueron muy respetados en la antigüedad como impresionantes albañiles, granjeros, viticultores, navegantes, mercaderes, artesanos, guerreros y teólogos. Cilicia, de hecho, tiene mucho más derecho que cualquier otro lugar al título de la cuna del cristianismo, ya que San Pablo era oriundo de esta región y algunos de los primigenios esfuerzos misioneros cristianos florecieron allí por primera vez. Los cilicios soportaron la conquista de un imperio tras otro pero, sin importar cual los gobernase, prosperaron en la adversidad y lograron perdurar mucho después de la caída de esos imperios.