Saguntum (la moderna Sagunto), situada cerca de Valencia en España, fue un asentamiento íbero que se convirtió en una ciudad romana tras la conquista de Iberia. La ciudad vivió el momento más dramático de su historia con el asedio de Aníbal a finales del siglo III AEC, un acto que desencadenó la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago. Saguntum recuperó su prosperidad a principios del período imperial, momento en el que los romanos expandieron el asentamiento e introdujeron muchas mejoras arquitectónicas en el mismo. En la actualidad, es posible visitar los restos del foro romano dentro de las impresionantes fortificaciones medievales de la acrópolis, así como asistir a los conciertos y a las representaciones teatrales que siguen celebrándose con regularidad en el teatro del siglo I EC, restaurado en época contemporánea.
Historia
Aunque la región había estado habitada desde la Edad del Bronce, el asentamiento de Saguntum en sí -situado en la costa sur de la actual España- fue fundado en el siglo VI AEC por una tribu íbera local, los edetanos. Este pequeño asentamiento, bautizado originalmente como Arse, se concentraba en la parte occidental de la acrópolis, donde aún se conservan partes de su muralla y algunas casas. Arse floreció gracias a su ubicación estratégica, que permitía a sus habitantes controlar el acceso a las rutas comerciales del interior y a las ricas tierras agrícolas, además de acuñar sus propias monedas de bronce y de plata con el nombre de la ciudad.
A finales del siglo III AEC, Saguntum se alineó con Roma frente a Cartago, la otra potencia con intereses estratégicos en la región. Tras su derrota en la Primera Guerra Púnica, los cartagineses necesitaban desesperadamente la plata de España, que les ofrecía una nueva fuente de ingresos para seguir luchando por el control de su imperio y de sus rutas comerciales. Por este motivo, Cartago envió a Amílcar Barca al mando de un gran ejército con el que ocupó gran parte de Iberia. En el Tratado del Ebro (226 AEC), las dos potencias acordaron la separación de sus respectivas esferas de influencia mediante una línea divisoria, que pasaba directamente por Saguntum.
En el 219 AEC, la situación llegó a un punto crítico cuando Aníbal sitió la ciudad, a sabiendas de que los romanos se verían obligados a responder, especialmente después de la petición de socorro de los saguntinos a Roma. A su vez, esta exigió a Cartago que les entregara a Aníbal, para imponerle el castigo que los romanos considerasen apropiado. Ante la negativa del gobierno cartaginés (que en realidad había prestado su apoyo al asedio), Roma le declaró la guerra a Cartago en marzo del 218 AEC. Aunque Saguntum no estaba aliada oficialmente con los romanos, la ciudad se convirtió en el pretexto de Roma para expulsar a los cartagineses de Iberia. Había comenzado la Segunda Guerra Púnica (218 - 201 AEC).
Saguntum resistió valientemente el asedio tras sus colosales murallas; los defensores llegaron incluso a herir a Aníbal con una de sus famosas lanzas, que empapaban en brea ardiente antes de lanzarlas sobre sus atacantes. Al cabo de ocho meses, los saguntinos perdieron toda esperanza de auxilio, por lo que decidieron suicidarse colectivamente prendiendo fuego a su ciudad. Acto seguido, Saguntum cayó en poder de Cartago y Aníbal se desplazó a Italia, donde prosiguió con su racha de victorias. No obstante, Roma aprovechó la ausencia de Aníbal para reconquistar Saguntum en el 212 AEC, fecha en la que un ejército romano liderado por P. Cornelio Escipión y por Gn. Cornelio Escipión el Calvo ocupó el asentamiento. En el 211 AEC, a la muerte de ambos Escipiones tras su derrota ante las fuerzas cartaginesas en el valle del Thader, Escipión Africano el Viejo recibió la misión de expulsar a Cartago de España, hazaña que logró en el 206 AEC.
Durante las turbulentas luchas internas que asolaron Roma en el siglo I AEC, Sertorio Quinto se apoderó de Saguntum en el marco de su conquista del sur de España, pero en el 75 AEC perdió el control de la ciudad a manos de Q. Cecilio Metelo Pío y de Pompeyo. En el reinado de Augusto (27 AEC - 14 EC), Saguntum adquirió el estatus de municipium y se construyó un foro en su acrópolis. La ciudad continuó prosperando gracias a su ubicación en la Via Augusta y a su producción de vino, como atestiguan las descripciones de las copas de vino locales publicadas por autores de la época, junto con las ánforas estampadas que han sobrevivido hasta la actualidad. Así pues, Saguntum creció hasta superar las 19 hectáreas de extensión y se benefició de la construcción de un gran teatro en el reinado de Tiberio (14 CE - 37 CE), así como de un anfiteatro y de un circo.
A pesar de que su puerto siguió funcionando hasta mediados del siglo V EC, Saguntum quedó eclipsada en gran medida por Valencia durante el período imperial. Tiempo después, la ciudad y sus alrededores sufrieron las sucesivas invasiones de los alanos, los vándalos y los visigodos, los cuales alcanzaron el sur de Europa. Ya en el siglo XI EC, los invasores musulmanes ampliaron y reforzaron las fortificaciones de la acrópolis, que fueron objeto de nuevas mejoras en el Renacimiento y, posteriormente, en la Guerra de la Independencia. Desde la Edad Media, la ciudad era conocida como Murviedro, nombre derivado de murum veterum (Murallas Viejas).
Edificios destacados
Foro romano
El foro romano, terminado a principios del siglo I EC, se ubica en la zona central de la acrópolis fortificada. Este foro contaba con un templo, una curia (casa del Senado), una basílica para los administradores y para las sesiones del tribunal, una gran cisterna rectangular y una hilera de tiendas de pequeño tamaño (tabernae), a las que se sumó la residencia del gobernador en los albores de la era cristiana. Actualmente, hay un pequeño museo epigráfico cerca del foro que alberga muestras de inscripciones íberas, latinas y hebreas. Por su parte, los hallazgos de mayores dimensiones, tales como estatuas y mosaicos, están expuestos en el museo arqueológico moderno de la ciudad.
Teatro romano
El teatro, construido en el lado norte de la acrópolis (Colina del Castillo) en la primera mitad del siglo I EC, tenía originalmente un aforo de 4000 espectadores. La pared del escenario (scaenae frons) ascendía hasta el extremo superior de los asientos traseros y estaba cubierta con un tejado de madera. Desafortunadamente, buena parte de los bloques de piedra del teatro fueron reutilizados en otros edificios a lo largo de los siglos, si bien se han conservado algunos de los asientos de la fila superior que flanquean el escenario. Tras su restauración en época contemporánea, el teatro ha adquirido una nueva función como espacio para conciertos musicales.