Jesucristo

Definición

Rebecca Denova
por , traducido por Francisco Soto
Publicado el 05 enero 2021
Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, francés, serbio, turco
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Jesus Christ Pantokrator (by Hardscarf, CC BY-NC-SA)
Jesucristo Pantocrátor
Hardscarf (CC BY-NC-SA)

Jesucristo es la designación de Jesús de Nazaret (m. c. 30 d.C), un profeta judío itinerante de Galilea, en el norte de Israel. Predicó la inminente intervención del Dios de los judíos en los asuntos humanos, cuando estableciera Dios su reino en la tierra. El nombre propio de Jesús se tradujo al griego del hebreo Yoshua («el que salva»). «Cristo» (en griego: Christos) se tradujo del hebreo meshiach (mesías). «Mesías» significaba «el ungido», ya que la unción formaba parte del ritual de coronación de los reyes judíos por parte de Dios. «Jesús el Cristo» se acortó con el tiempo a Jesucristo, comenzando con las cartas de Pablo en los años 50 y 60 del siglo I de nuestra era. Un título popular se convirtió en su designación como «hijo de Dios», tanto en su función como en su naturaleza.

Contexto Histórico

Los judíos eran un grupo étnico compuesto por varias tribus que vivían principalmente en Israel, pero también se asentaron en comunidades a lo largo de la Cuenca del Mediterráneo. Colectivamente, se les conocía como la nación de Israel. Compartían muchos elementos religiosos con los pueblos vecinos, pero se diferenciaban por tener leyes dietéticas distintas, practicar la circuncisión y observar el Sabbat (un día de descanso cada siete días). La otra gran diferencia era que, aunque reconocían a las diversas deidades del universo, solo se les permitía ofrecer sacrificios a su Dios. Esto se llevaba a cabo en el complejo del Templo de Jerusalén.

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A lo largo de los siglos, los judíos habían sufrido la Invasión Asiria (722 a.C.), la destrucción de Jerusalén y del Templo perpetrada por los babilonios (587 a.C.), la ocupación por los griegos (167 a.C.) y luego por Roma. Cuando el general romano Pompeyo (106-48 a.C.) conquistó Oriente, incluido Israel (63 a.C.), estableció reyes subordinados que se encargaban de mantener la paz, cumplir los decretos romanos y recaudar los impuestos. Herodes el Grande fue nombrado rey de los judíos (r. 37-4 a.C.), y aunque renovó el complejo del Templo de Jerusalén, fue detestado por muchos debido a su relación con Roma.

LOS PROFETAS JUDÍOS AFIRMABAN QUE DIOS Intervendría en la historia por una última vez y que suscitaría un mesías para comandar los ejércitos de Dios contra los opresores de Israel.

Tradicionalmente, los libros de los profetas judíos (oráculos) explicaban estos eventos como las consecuencias de los pecados del pueblo, sobre todo por la idolatría (la adoración de otros dioses). Sin embargo, estos profetas también ofrecían un mensaje de esperanza, conocido como Teología de la Restauración Judía. Afirmaban que en algún momento futuro, Dios intervendría en la historia por una última vez para restaurar la nación de Israel y que Dios suscitaría un mesías para comandar los ejércitos de Dios contra los opresores de Israel.

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En el siglo I de nuestra era, había varios grupos judíos (sectas) que mantenían las tradiciones de Israel, pero que variaban en su estilo de vida y en su actitud hacia Roma, siendo infames por sus debates entre ellos. De Israel surgieron varios candidatos a mesías carismáticos, todos ellos pidiendo la intervención de Dios contra el dominio romano. Estos hombres agitaban a las multitudes durante las fiestas religiosas de Jerusalén, invocando a Dios para que destruyera a los romanos y estableciera su reino. La respuesta de Roma fue arrestar y ejecutar tanto al líder como a sus seguidores. El método habitual de ejecución era la crucifixión, el castigo romano para los traidores, ya que predicar un reino que no era el de Roma amenazaba la prosperidad y la estabilidad del Imperio Romano.

Los seguidores de Jesús de Nazaret se convirtieron en una secta más de los judíos entre las muchas de la época. Durante los años 20 de nuestra era, Jesús proclamó el mensaje: «el Reino de Dios ha llegado, conviértanse» (Marcos 1.15). La afirmación se presentaba como una "buena noticia" (griego: evangelion); de ahí el posterior término «evangelio» en español.

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Las Fechas de Jesús

Solo dos evangelios, Mateo y Lucas, presentan una historia de la natividad, es decir, de los detalles que rodean el nacimiento de Jesús. Las fechas presentan varios problemas. Mateo afirma que Jesús nació aproximadamente dos años antes de la muerte de Herodes el Grande (4 a.C.), mientras que Lucas afirma que nació durante el gobierno de Quirino en Siria (6 d.C.). Ambos autores relatan que su madre, María, fue impregnada por el espíritu de Dios, dando lugar al nacimiento virginal de Jesús.

Mystic Nativity by Botticelli
Natividad mística, de Botticelli
Sandro Botticelli (Public Domain)

Todos los autores de los evangelios sitúan el ministerio y la muerte de Jesús durante el reinado del procurador romano Poncio Pilato. Sabemos que Pilato reinó entre los años 26 y 36 de nuestra era. Por consenso, la fecha común para la muerte de Jesús se sitúa entre los años 30-33 de nuestra era.

El Ministerio de Jesús según los Evangelios

El ministerio de Jesús comenzó al ser bautizado por un hombre conocido como Juan el Bautista. El bautismo significaba simplemente mojar sumergiendo. Juan utilizaba simbólicamente este ritual con agua después de que alguien se hubiera arrepentido de sus pecados. El ritual del bautismo fue uno de los primeros rituales cristianos y se convirtió en parte de la iniciación de los creyentes para entrar en la comunidad.

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JESÚS Llamó a doce discípulos (aprendices) para que constituyeran su círculo cercano, simbolizando así la restauración de las doce tribus de Israel.

Marcos (el evangelio más antiguo, hacia el año 70 d.C.), presenta a Jesús como un exorcista carismático, un predicador itinerante que se creía que tenía dones especiales de Dios, y que obraba a través del espíritu de Dios, como los demás profetas de Israel. El Jesús de Marcos viajaba por las pequeñas ciudades y pueblos de Galilea, llevando su mensaje de que la predicción de los profetas sobre los últimos días era ya inminente. Según Marcos, Jesús enseñaba mediante parábolas, utilizando conceptos y detalles cotidianos para enseñar basándose en ejemplos. Llamó a doce discípulos (aprendices) para que constituyeran su círculo cercano, simbolizando así la restauración de las doce tribus de Israel.

Comenzando con Marcos, los evangelios relatan que los miembros de la élite religiosa judía (principalmente los fariseos, los escribas y, en última instancia, los saduceos, que estaban a cargo del Templo) se opusieron a las enseñanzas de Jesús desde el principio de su ministerio. Jesús y sus discípulos viajaron a Jerusalén para celebrar la fiesta de la Pascua. Jesús se dirigió entonces al Monte del Templo y desbarató los servicios de los vendedores de animales y de los cambistas. Según Marcos, este acontecimiento fue el que condujo a la muerte de Jesús. Después de celebrar la comida de la Pascua (que se convertiría en el ritual cristiano de la Última Cena), Jesús y los discípulos se dirigieron al Monte de los Olivos para orar. Marcos relata que fue allí donde uno de sus discípulos, Judas, traicionó a Jesús ante las autoridades judías para que fuera arrestado.

Relief of the Betrayal and Arrest of Jesus
Traición y arresto de Jesús, relieve
Metropolitan Museum of Art (Copyright)

Los evangelios relatan una serie de juicios nocturnos y matutinos frente a diferentes grupos (el Sanedrín, el Consejo gobernante de Jerusalén, y el sumo sacerdote), siendo Jesús condenado por blasfemia. Él era inocente de esta acusación, pero los escritores de los evangelios sabían bien cómo murió Jesús y utilizaron la blasfemia como recurso narrativo para explicar por qué fue entregado a Roma.

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Jesús fue ejecutado un viernes por la tarde. El sábado era el día de reposo, que comenzaba al atardecer del viernes, por lo que las mujeres no pudieron ir a la tumba hasta el domingo por la mañana para terminar los rituales funerarios. Fue entonces cuando sus seguidores afirmaron que el cuerpo de Jesús había desaparecido, y que había sido resucitado por Dios. En consecuencia, se alegó que Jesús había ascendido corporalmente al cielo.

Jesús de Nazaret como el Mesías

Los cuatro evangelios tuvieron que lidiar con algunos problemas en sus afirmaciones de que Jesús de Nazaret era el mesías prometido en las Escrituras judías. Jesús no solo estaba muerto, sino que murió por crucifixión, como un traidor a Roma. Además, la predicación del inminente reino de Dios no se había materializado. Dos respuestas surgieron en las comunidades de sus seguidores. En los capítulos 53 y 54 del libro del profeta Isaías, tenemos la descripción de un "siervo justo" que es torturado, sufre, muere y luego es elevado para compartir el trono de Dios. En el contexto histórico del profeta Isaías, el siervo sufriente personificaba a la nación de Israel. Sin embargo, los primeros cristianos alegaban entonces que Isaías había predicho que Jesús de Nazaret era este siervo sufriente.

El problema del hecho de que el reino de Dios no se materializó cuando Jesús estaba en la tierra fue resuelto gracias a otra innovación cristiana. Esto se conoce como la parousia o la segunda venida. Jesús, ahora en el cielo, regresaría en una época futura, y entonces los elementos restantes del reino de Dios se manifestarían en la tierra. Esta convicción sigue siendo fundamental para el cristianismo, cuyos detalles son descritos en el Libro del Apocalipsis escrito por Juan de Patmos.

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The Crucifixion by David
La crucifixión, por Gerard David
Metropolitan Museum of Art (Copyright)

Los seguidores de Jesús llevaron su mensaje a las ciudades del Imperio Romano. Sorprendentemente, los gentiles (es decir, los no judíos) querían formar parte de su comunidad. En un primer momento, surgió el debate sobre si debían convertirse completamente al judaísmo (incluyendo la circuncisión, leyes dietéticas y observancia del Sabbat). La decisión se tomó hacia el año 49 d.C. en Jerusalén, concluyendo que no era necesario, pero que sí debían seguir las leyes judías sobre el incesto, el no consumo de carne con sangre y el abandono de la idolatría a los dioses tradicionales del Imperio Romano. La predicación contra la religión tradicional romana condujo más tarde a la persecución de los cristianos a finales del siglo I de nuestra era.

Tras recibir una visión de Jesús (ahora en el cielo), Pablo, un fariseo, se unió al movimiento y comenzó a predicar "la buena nueva" en varias ciudades del Imperio Romano de Oriente. Sin embargo, dentro del contexto histórico de las comunidades de Pablo, no se conformó una nueva religión. Se trataba de un judaísmo con nuevas doctrinas. Pablo estableció comunidades con dos grupos diferenciados, integradas por judíos y gentiles, pero ambos creyendo en el cumplimiento de las enseñanzas escatológicas de los Profetas. Gran parte de sus consejos en las cartas estaban dirigidos a los seguidores de Jesús sobre cómo vivir en el periodo antes de su regreso a la tierra. Pablo esperaba que su generación fuera la última del antiguo orden hasta que se produjera la transformación del universo por medio de Cristo.

La Adoración de Jesús como Dios

Es en las comunidades de Pablo donde encontramos la primera evidencia de que Jesús de Nazaret era ahora adorado junto con el Dios de Israel (como compartiendo el trono de Dios). Este culto consistía en oraciones e himnos a Jesús, en bautizar en su nombre, en exorcizar demonios con su poder, y en conmemorar su muerte reuniéndose cada semana para recordar la Última Cena. Como dijo Pablo, "toda rodilla se doblará" ante Jesús, el milenario ritual de veneración a un dios.

Apostle Paul Mosaic
Mosaico del llamado del apóstol Pablo a Macedonia
Edgar Serrano (CC BY-NC-SA)

En la carta de Pablo a los romanos, encontramos la primera referencia a lo que constituiría la comprensión de la muerte de Jesús como expiación. La expiación se refería a un ritual de sacrificio que reparaba o expiaba una violación contra un mandamiento de Dios. En Romanos 5, Pablo aplicó la analogía de "primer hombre, último hombre". Adán, el primer hombre, pecó, y su castigo fue la muerte para sus descendientes. Jesús, el último hombre, murió y trajo la vida eterna. Esto se entendió como la razón de ser de la muerte de Jesús de Nazaret: Jesús no murió simplemente por nuestros pecados, sino por el castigo de nuestros pecados: la muerte física. Ser salvado a través de la fe (fidelidad) a Jesús, significaba que cuando Jesús regresara, sus seguidores serían transformados en cuerpos espirituales (ya no de carne) y cogobernarían con Cristo en la tierra (1 Corintios 15). Después de que la primera generación muriera efectivamente, el concepto se ajustó a la idea de que, aunque seguiríamos muriendo, los creyentes podrían disfrutar de una vida después de la muerte en el cielo.

A mediados del siglo II de nuestra era, los líderes cristianos (en su mayoría obispos), designados posteriormente como Padres de la Iglesia, comenzaron a escribir apologías a los emperadores romanos y a otras personas en defensa del cristianismo. Como hombres educados en varias escuelas de filosofía, utilizaron conceptos filosóficos del universo y la terminología para acordar los puntos de vista cristianos sobre Jesús con afirmaciones filosóficas. Así se explica la elevación de Jesús de Nazaret, de ser un judío hacedor de milagros a ser la fuente de todo poder en el universo.

Fuentes sobre la Vida y el Ministerio de Jesús

los evangelios no fueron escritos por los discípulos de Jesús, y existieron durante unos cien años antes de que los cristianos posteriores les asignaran nombres y autoría.

No disponemos de fuentes contemporáneas sobre la vida de Jesús y su ministerio; nadie de su época escribió nada. En contra de la creencia popular, los evangelios no fueron escritos por los discípulos de Jesús. De hecho, los evangelios existieron durante unos cien años antes de que los cristianos posteriores les asignaran nombres y autoría. El trasfondo inmediato de los evangelios fue la revuelta judía contra Roma (66-73 d.C.), que terminó con la destrucción de Jerusalén y del Templo. Finalmente se culpó a los judíos colectivamente, siendo esto considerado un castigo por su rechazo a Jesús como el mesías. Los escritores de los evangelios distinguieron entre sus judíos y los rebeldes, al presentar la muerte de Jesús como un resultado de las diferencias religiosas que tuvieron con los líderes judíos. El hecho de que un magistrado romano declarara inocente a Jesús significaba implícitamente que sus seguidores también eran inocentes de traición.

Las primeras fuentes no cristianas sobre Jesús se encuentran en las obras de Flavio Josefo (36 - c. 100 d.C.), un general judío durante la revuelta. Cambió de bando y más tarde se trasladó a Roma para escribir varios volúmenes de su historia de los judíos. Conservadas por los cristianos, estas obras relatan la historia de la muerte de Juan el Bautista (diferente a la versión de Marcos) y la ejecución de Santiago, el hermano de Jesús, en el año 62 d.C. También hay un pasaje controvertido conocido como el Testimonium Flavianum. El Testimonium reconoce a Jesús como el Cristo, pero sigue siendo controversial, ya que en ninguna otra parte de sus escritos se vuelve a mencionar a Jesús. Los estudiosos debaten si esta sección fue añadida por un cristiano posterior.

Las primeras fuentes romanas provienen de escritos ulteriores. Plinio el Joven (gobernador de Bitinia, a orillas del Mar Negro) escribió sobre los juicios cristianos hacia el año 110 d.C. El historiador Tácito (que escribió hacia el año 110 d.C., seguido por Suetonio, hacia el año 120 d.C.), relató la historia de la persecución de Nerón (r. 54-68 d.C.) en Roma después del gran incendio del año 64 d.C.

El Cristianismo como Religión Oficial

Durante unos 300 años, los cristianos fueron perseguidos por Roma por enfadar a los dioses. En el año 312 de la era cristiana, Constantino I (r. 306-337 d.C.) luchó contra otros contendientes por el título de Emperador del Imperio Romano de Occidente. Ganó en la Batalla del Puente Milvio en Roma y atribuyó la victoria al
Dios de los cristianos. Con el Edicto de Milán del año 323, el cristianismo se convirtió en una religión legal y dejó de ser objeto de persecución.

Durante todo este tiempo, no existía una autoridad central como el Papa en el posterior Vaticano que determinara las creencias y rituales cristianos normativos; las comunidades seguían literalmente las enseñanzas de sus líderes (ahora obispos), quienes continuaron con las disputas. Cuando Constantino el Grande se convirtió, optó por las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, que finalmente se convertirían en la teología estándar del cristianismo.

First Council of Nicaea
Ícono del primer Concilio de Nicea
Jjensen (Public Domain)

Hacia el año 325 d.C., las comunidades cristianas debatían -a veces con violencia- la relación entre Jesús y el Dios de Israel. Constantino convocó una reunión ecuménica en Nicea, en la actual Turquía, para resolver la disputa. El resultado de esta reunión fue otra innovación: el Credo de Nicea, que todos los cristianos estaban obligados a creer. Conservando su herencia del judaísmo, el Dios de Israel era el dios supremo, pero ahora debía ser adorado simultáneamente con Jesús como la esencia idéntica de Dios, junto con su espíritu (el Espíritu Santo); este concepto se conoció como la Trinidad.

Un último elemento se resolvió en el Concilio de Calcedonia en el año 451 d.C. Se trataba de la naturaleza humana o divina de Cristo. Tras una serie de debates, los líderes se reunieron para resolver la cuestión y declararon que Jesús tenía dos naturalezas, simultáneamente una humana y otra divina. Las dos naturalezas nunca se superpusieron; siguieron siendo elementos únicos y distintos de Jesús de Nazaret.

El Cristianismo Moderno

En 1053, las iglesias cristianas del Imperio de Oriente y del Imperio de Occidente se dividieron por causa de diferencias doctrinales. Las iglesias orientales se denominan colectivamente Comunidades Ortodoxas. El emperador bizantino de Constantinopla fue el jefe supremo de estas comunidades hasta la conquista musulmana en 1453 realizada por los turcos otomanos.

En Europa occidental, la Iglesia medieval estaba dominada por el Vaticano, encabezado por el Papa católico en Roma. En 1519, un monje agustino llamado Martín Lutero rechazó muchos de los rituales y creencias de este sistema y creó lo que se convirtió en la Reforma Protestante. Lutero se centró en la fe como única vía de salvación individual.

Durante el periodo de expansión colonial, los misioneros cristianos llevaron las enseñanzas de sus diversas comunidades a China y Japón, África, y América. En la actualidad, el cristianismo es una de las mayores religiones del mundo, con unos 2,300 millones de fieles. Aunque vivimos en un mundo secular, nuestro calendario sigue estando marcado por las fiestas cristianas que recrean acontecimientos de la vida de Jesús.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Francisco Soto
Francisco es un joven profesor de francés e inglés. Sus intereses incluyen historia, religión y lingüística. Está involucrado en varios proyectos para traducir textos sobre civilizaciones antiguas al español. Sigue ahora con una Maestría en Educación Superior.

Sobre el autor

Rebecca Denova
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).

Cita este trabajo

Estilo APA

Denova, R. (2021, enero 05). Jesucristo [Jesus Christ]. (F. Soto, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12343/jesucristo/

Estilo Chicago

Denova, Rebecca. "Jesucristo." Traducido por Francisco Soto. World History Encyclopedia. Última modificación enero 05, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12343/jesucristo/.

Estilo MLA

Denova, Rebecca. "Jesucristo." Traducido por Francisco Soto. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 05 ene 2021. Web. 20 nov 2024.

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