Mansa Musa I fue el gobernante del Imperio de Malí en África Occidental de 1312 a 1337. Controlaba territorios ricos en oro y cobre y monopolizó el comercio entre el norte y el interior del continente, gracias a lo cual Malí se hizo inmensamente rico. Se dice que Mansa Musa gastó tanto oro en El Cairo que el valor de los lingotes se desplomó un 20 %.
Al igual que sus antecesores, Mansa Musa era musulmán, y trajo arquitectos y eruditos de vuelta de su peregrinaje a la Meca que construirían mezquitas y universidades que hicieron internacionalmente famosas a ciudades como Tombuctú. Pero la parada en El Cairo que hizo en 1324 extendería aún más la fama de Malí, llegando incluso a Europa, donde se contaban historias de la fabulosa riqueza del rey y del oro que tenía, lo que despertó el interés de comerciantes y exploradores.
El Imperio de Malí
El Imperio de Malí (1240-1645), el más grande y rico visto hasta entonces en África Occidental, fue fundado por Sundiata Keita (o Sunjaata, que reinó de 1230 a 1255). La capital de Malí era Niani, y la ciudad de comercio más importante era Tombuctú, cerca del río Níger y situada en la convergencia de vías fluviales y caminos importantes. Amasó una gran fortuna al servir de centro de comercio entre el interior y la costa sur de África Occidental y el norte de África en el otro extremo de las rutas de caravanas del Sáhara. La sal era uno de los productos principales que se traían desde el norte, mientras que del sur provenían el oro y el marfil. Con el tiempo, el imperio incluiría Gana, Walata, Tadmekka y el reino de Songhai y acabaría llegando hasta la costa atlántica. Los gobernantes indígenas adoptaron el islam de su contacto con los mercaderes árabes, y el Imperio de Malí jugaría un papel importante a la hora de extender el islam por África Occidental. Los lugareños, o al menos los que vivían en ciudades, se convirtieron. Esto creó comunidades que acabaron atrayendo a clérigos musulmanes del norte, reforzando así el dominio de la religión en la región. Los líderes locales incluso realizarían peregrinajes a los lugares santos islámicos, tales como la Meca, e incluido su mayor gobernante, Mansa Musa.
Mansa Musa y el Imperio
Mansa Kanku Musa subió al poder en 1312 y heredó un reino ya próspero en Malí. Reinaría hasta 1337. Mansa era el título maliense tradicional que significa "rey" y Musa era el sobrino nieto del fundador Sundiata Keita. Mansa Musa se hizo con el trono después de que su predecesor, Mansa Abu Bakr II, se adentrara en el Atlántico con una gran flota de barcos para no regresar jamás. Esta pérdida para el mundo de la exploración supuso una ganancia para Malí, y Mansa Musa, que fue nombrado gobernante mientras Abu Bakr II satisfacía su curiosidad sobre lo que había más allá del horizonte, se convertiría en uno de los gobernantes más grandes de toda la historia de África.
Con un ejército que contaba con unos 100.000 hombres, incluido un cuerpo de caballería armada de 10.000 caballos, y con el diestro general Saran Mandian, Mansa Musa consiguió extender y mantener el inmenso Imperio de Malí, duplicando su territorio, lo que lo situaría, por tamaño, tan solo por detrás del Imperio mongol en aquella época. Malí controlaba las tierras hasta el Gambia y el bajo Seneral en el oeste; por el norte, las tribus a lo largo de toda la frontera con el Sáhara Occidental estaban sometidas; al este, el control se extendía hasta Gao en el río Níger y al sur la región de Bure y los bosques de lo que se acabaría llamando la Costa del Oro también estaban supervisados por Malí. Esta última región permaneció semindependiente porque la producción de oro siempre había sido mucho más alta cuando se otorgaba la autonomía a los lugareños. El Imperio de Malí nunca volvería a controlar ni tantos territorios ni tantos recursos naturales como entonces con ninguno de los gobernantes posteriores.
Para poder gobernar mejor esta vasta expansión de tierra en la que había multitud de tribus y grupos étnicos, Mansa Musa dividió su imperio en provincias gobernadas cada una por un gobernador (farba) elegido personalmente por él. La administración también se mejoró gracias a una mayor documentación, que se envió a las oficinas del gobierno centralizado en Niani. La riqueza del estado aumentó gracias a los impuestos sobre el comercio, las minas de oro y cobre controladas por Malí y la imposición de un tributo sobre las tribus conquistadas. De esta manera, Mansa Musa se hizo inmensamente rico, puede que la persona más rica de la historia.
Mansa Musa en El Cairo
Mansa Musa, al igual que muchos otros gobernantes malienses devotos antes que él, partió de peregrinaje a la Meca en 1324, pero cuando llegó a El Cairo en julio de ese mismo año, causó furor. La caravana de camellos del gobernante maliense había cruzado el Sáhara y cuando llegó a Egipto hasta el sultán quedó impresionado por las riquezas que trajo consigo este rey de África Occidental. Según algunas historias, cada uno de los 100 camellos llevaba 135 kilos o 300 libras de polvo de oro, mientras que los 500 esclavos llevaban una vara de oro de 2,7 kilos (6 libras). Además, había cientos de camellos más cargados con comida y textiles, caballeros que portaban los estandartes rojos y dorados del rey y un impresionante séquito de sirvientes y oficiales de decenas de miles de personas. En un gesto de grandeza extremo, Mansa Musa se desprendió de tanto oro y su séquito se gastó tanto en los mercados de la ciudad que el valor del dinar de oro de El Cairo se desplomó un 20 % (en relación con el dirham de plata). Harían falta 12 años para que el mercado inundado de oro se recuperara.
Los mercaderes de Egipto, especialmente, estaban encantados con todos estos inocentes turistas que de repente llenaban los mercados y se aprovecharon de ello al máximo, subiendo los precios y haciéndose con el oro de los clientes a la menor oportunidad. De hecho, Mansa Musa y su gente se gastaron tanto que dejaron a la ciudad en deuda, un factor que contribuyó a que Egipto invirtiera después en el Imperio de Malí para que los mercaderes pudieran recuperar algo del valor de los bienes que habían vendido a crédito.
El rey de Malí le había dado 50.000 dinares de oro al sultán de Egipto como un simple gesto en el momento de conocerse. Por su parte, el sultán se mostró bastante innoble al insistir que Mansa Musa besara el suelo para mostrar respeto. Sin embargo, en todos los demás aspectos, este gobernante del misterioso interior de África fue tratado como el miembro de la realeza que era, le otorgaron un palacio para su estancia de tres meses y fue elogiado allá donde fue. El historiador árabe Al-Makrizi (1364-1442) ofrece la descripción siguiente del rey de Malí:
Era un joven de tez oscura, cara agradable y buena figura... Sus dotes sorprendían la mirada con su belleza y su esplendor.
(citado en Zerbo, 59)
Algo indicativo de la impresión que causó Mansa Musa es que las noticias de su visita a El Cairo acabaron por llegar a Europa. En España, inspiró a un cartógrafo a crear el primer mapa europeo detallado de África Occidental. Creado en torno a 1375, este mapa, que es parte del Atlas catalán, mostraba a un Mansa Musa regio, sentado en un trono con una impresionante corona de oro, una vara de oro en una mano y en la otra, algo alegremente, una enorme pepita u orbe de oro. Fueron estas historias sobre el oro las que inspirarían a los exploradores europeos posteriores a enfrentarse a las enfermedades, las tribus guerreras y el terreno inhóspito para encontrar las fabulosas riquezas de Tombuctú, la ciudad dorada del desierto que nadie sabía dónde situar exactamente en un mapa incluso en pleno siglo XVIII.
Tras su visita a El Cairo, Mansa Musa continuaría su viaje a Arabia, donde compró tierras y casas para que los peregrinos de Malí que siguieran sus pasos tuvieran dónde hospedarse. El rey se sintió muy inspirado por los lugares santos que vio y, al regresar a Malí, construyó una increíble sala de audiencia en Niani y las mezquitas de Gao y Tombuctú, incluida la "gran mezquita" de la segunda ciudad, también conocida como Djinguereber o Jingereber. Los edificios fueron diseñados por el famoso arquitecto Ishak al-Tuedjin (muerto en 1346 y también celebrado poeta), de Granada, a quien atrajeron desde El Cairo tras la visita de Mansa Musa con 200 kilos de oro (440 libras), esclavos y una franja de tierra a lo largo del río Níger. La mezquita se completó en 1330, y al-Tuedjin pasó el resto de su vida en Malí. Se construyó un palacio real, o madugu, en la capital y en Tombuctú, junto con murallas de fortificación para proteger esta última ciudad de los ataques de los tuaregs, los nómadas del sur del Sáhara. Debido a la escasez de piedra en la región, los edificios de Malí normalmente eran estructuras construidas con tierra batida (banco) reforzadas con madera que a menudo sobresale en forma de vigas de las fachadas.
Mansa Musa también se sintió inspirado por las universidades que había visto en su peregrinación, y se llevó consigo de regreso a Malí tanto libros como eruditos. El rey incentivó mucho el aprendizaje islámico, especialmente en Tombuctú, que con sus mezquitas, sus universidades y su gran cantidad de escuelas coránicas se convirtió no ya en la ciudad más sagrada de la región de Sudán de África Occidental sino que también se hizo famosa internacionalmente como un centro de cultura y estudios religiosos. Además, Mansa Musa envió varios eruditos religiosos nativos a Fez, en Marruecos, para que aprendieran todo lo posible y regresaran a Malí como profesores. Junto a estos vínculos educativos también había lazos diplomáticos con los estados árabes, así como el flujo de inversión en Malí, ya que los comerciantes egipcios, entre otros, querían acceder al lucrativo transporte de bienes por toda África Occidental.
Muerte y sucesores
A Mansa Musa lo sucedió primero su hijo Mansa Maghan I (que reinó de 1337 a 1341), que ya había gobernado como regente durante el famoso peregrinaje de su padre, y después su hermano Mansa Sulayman (en torno a 1341-1360). El hecho de que el reinado de Maghan solo durara cuatro años y que fuera su tío el que ocupara su lugar sugiere que hubo algo turbio, pero no hay ninguna prueba concreta. Mansa Sulayman continuó la promoción de su hermano del islam, y el Imperio de Malí seguiría prosperando durante un siglo más o menos antes de que los portugueses abrieran rutas comerciales nuevas. El descubrimiento de campos de oro nuevos y el acceso a la costa meridional de África Occidental supuso que para mediados del siglo XV Malí ya no tuviera el monopolio del comercio de la región. Algo destacable es que los mansas de Malí también fueron culpables de luchar entre ellos mientras las guerras civiles destruían el imperio. En consecuencia, primero los tuaregs atacaron las ciudades de Malí como Tombuctú, y después el emergente reino Songhai, gobernado por el rey Sunni Ali (que reinó de 1464 a 1592), tomó el control definitivo de la mayoría de los territorios de Malí para la década de 1460.