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Senusret III, también conocido como Sesostris III, o Jakaura Senusret III, reinó en Egipto alrededor del período comprendido entre 1878 y 1860 a.C. Fue el quinto de los monarcas de la Dinastía XII del Imperio Medio, que duró desde 2040 hasta 1782 a.C. Con frecuencia se considera que el Imperio Medio alcanzó su máximo desarrollo durante su reinado, por lo que la etapa recibe el nombre de Edad de Oro de la historia de Egipto. En ella la economía floreció, las expediciones militares y comerciales llenaron los cofres de la tesorería de la nación, y las artes, la literatura, la arquitectura, las ciencias, y otras disciplinas culturales alcanzaron un nivel de refinamiento que no tenía precedentes.
En Senusret III el pueblo encontró el epítome del rey guerrero ideal, encarnación de los valores culturales de ma´at: un estado de armonía y equilibrio caracterizado por talento militar, acción decisiva, y administración eficiente. Como comandante de su ejército, Senusret III se consideraba invencible, dirigía a sus tropas con su ejemplo, y siempre se posicionaba al frente de ellas. Sus campañas en Nubia expandieron las lindes egipcias, y las fortificaciones que construyó a lo largo de la frontera fomentaron un comercio lucrativo.
Era respetado y venerado como un dios por los nubios, aunque los había vencido en numerosas batallas. Además dirigió expediciones que se internaron en Palestina y Siria, y con posterioridad incrementó las relaciones comerciales con esas regiones, en las que también gozaba de una alta consideración. Los egipcios le confirieron el excepcional honor de deificarlo en vida y dedicaban a su culto el mismo nivel de importancia y reconocimiento que otorgaban a los demás dioses egipcios de mayor relevancia.
Conocidos el inmenso honor y respeto que se le profesaba en vida, no resulta sorprendente que se mencione a Senusret III como la más probable fuente inspiradora de la figura de Sesostris, que Heródoto elevó a la fama con la narración que aparece en su obra Historias (II.102-110). Sesostris, según Heródoto y otros autores, fue un gran rey egipcio que conquistó y colonizó Europa, y al decir de Diodoro Sículo, dominó el mundo conocido en la época. Si bien en la actualidad los académicos identifican su persona con distintos reyes egipcios, entre los que se encuentran Senusret I, Senusret II, Ramsés II y Tutmosis III, Senusret III siempre aparece de forma destacada en la lista de las probables fuentes de la leyenda.
También se le asocia con el faraón innombrado del libro bíblico de Génesis, capítulos 39-47, en los que se describe la esclavitud padecida por José en Egipto tras ser vendido como esclavo, y la recuperación de su libertad gracias al don que poseía de interpretar sueños con certeza. El faraón de esos capítulos asciende a José a una posición de poder subordinada solo a la suya, y le confía la salvación de Egipto de la hambruna.
La asociación, con independencia de las razones que la puedan sustentar, no impacta en modo alguno la historicidad de Senusret III, ni la propia historia de Egipto. No se registran hambrunas generalizadas durante el reino de Senusret III, ni existen indicios de designación de un extranjero en el puesto de visir. Más aún, el tema de los siete años de abundancia seguidos de siete de escaseces que se recoge en la Biblia aparece con frecuencia en los relatos egipcios, por lo que resulta probable que el escriba redactor de la historia de José tomara esa historia como fuente.
El patronímico que el rey recibió al nacer fue Senusret, que significa «Hombre de la diosa Wosret». Wosret o Usert, apelativo equivalente a «poderosa», era la diosa de Tebas venerada por diversos monarcas del Imperio Medio nativos de esa ciudad, entre ellos Senusret I y Senusret II. El epíteto que Senusret III debía emplear en el trono era Kha-khau-ra, «El que brota como almas de Ra». Por regla general el monarca hacía a un lado su apelativo de nacimiento al acceder a la corona, tradición a la que Senusret no se adhirió, y gobernó con su nombre original.
Los egipcios le confirieron el raro honor de deificarlo en vida.
Su padre fue el rey Senusret II (Sesostris II), quien reinó entre 1897 y 1878 a.C., y su madre Kenemet-nefer-hedjet-weret, que significa «Unida al supremo de la corona blanca», con frecuencia escrito como Kenemetneferhedjet-weret, nombre que alude a la corona blanca que representaba el Alto Egipto. Creció en la corte de Tebas y habría recibido una educación coherente con su ulterior ascensión al trono. El tiempo que no dedicaba a las lecciones podía haberlo empleado para entrenarse como atleta, con énfasis en la adquisición de destrezas militares y la realización de proezas físicas.
Su padre, Senusret II, forjó muy estrechas relaciones con los nomarcas o gobernadores distritales, que con frecuencia disponían de considerable poder y de milicias propias. El cargo de nomarca, equivalente al de un gobernador hereditario, había surgido en el Imperio Antiguo de Egipto y acumulado autoridad a lo largo de siglos como resultado de la decadencia y posterior colapso del gobierno del Imperio Antiguo, ocurrido alrededor del 2181 a.C. En la época conocida como Primer Período Intermedio de Egipto, que abarcó desde 2181 hasta 2040 a.C., los nomarcas llegaron a ser más poderosos que el gobierno central y su posición imponía un respeto equivalente al que con anterioridad se confería a los reyes del Imperio Antiguo.
Al inicio del Imperio Medio, Mentuhotep II, rey de la Dinastía XI que gobernó entre el 2061 y 2010 a.C., derrotó a los reyes de Heracleópolis y procedió a escarmentar a los distritos o nomos que aún permanecían leales a los anteriores monarcas y le oponían resistencia. Mentuhotep II unificó Egipto bajo un fuerte gobierno central ubicado en Tebas. Sus sucesores directos mantuvieron su política, excepto Amenemhat I, que en su reinado de entre 1991 y 1962 a.C. fundó la Dinastía XII, y trasladó la capital de Egipto de Tebas a Iti-tawi, ciudad localizada al sur de la antigua cabecera de Menfis, en el Bajo Egipto. Es posible que la mudanza de la capital respondiera al propósito de distanciarse de la dinastía anterior, que había unido al país mediante el empleo de la fuerza y eliminado el poder de los nomarcas.
Amenemhat I impulsó a los nomarcas a que desarrollaran sus respectivas regiones y les concedió significativa autonomía de gobierno. Sus sucesores dieron continuidad a sus políticas, más adelante ampliadas por Senusret II. Los nuevos lineamientos promovieron el desarrollo de las artes y los estilos regionales, así como innovaciones en otras áreas; sin embargo, la reestructuración política representaba un peligro potencial para el gobierno central, debido a que posibilitaba que los nomarcas acumularan poder suficiente para desafiarlo. Para la época de la muerte de Senusret II la autoridad y las riquezas de los nomarcas habían recuperado el nivel que tenían antes de Mentuhotep II, y rivalizaban con la corona. Senusret III ascendió al trono tras el deceso de Senusret II, y decidió remediar la situación.
Reformas sociales
El problema que confrontaba el rey con el poder de los nomarcas tenía relación con ma´at, el concepto medular de armonía y balance engranado en la cultura egipcia. Se suponía que el monarca mantuviera ma´at en un país unificado, algo imposible de lograr si determinados distritos llegaban a ejercer un predominio de tal magnitud que les permitiera actuar según sus particulares albedríos. Senusret III reestructuró la división distrital del país con el objetivo de disminuir el número de nomos, y por supuesto, reducir de esa manera el número de nomarcas.
Dividió la nación en tres grandes distritos: el Bajo Egipto; el Alto Egipto y la región meridional, hasta más allá de los límites de la isla Elefantina en la actual Asuán; y el dominio egipcio de la Nubia septentrional. En cada una de las subdivisiones el gobierno se ejercía a través de un consejo designado por el rey, subordinado al visir del faraón. A pesar de que la nueva política privaba de derechos a la mayoría de los nomarcas, es necesario destacar que no se han descubierto pruebas del surgimiento de resentimientos ni de resistencia al rey, motivados por la orden que afectaba de manera importante el estándar de vida de numerosas familias que antes habían sido poderosas. Las inscripciones que aparecen en las tumbas de estos nomarcas en Beni Hassan atestiguan de manera reiterada que estas personas continuaron laborando en empleos del estado y se sentían orgullosas tanto de los puestos que ocupaban, como de su rey.
La novedosa política dio lugar a un gobierno central much más fuerte y seguro. Las milicias de los distintos nomos fueron disueltas y sus miembros absorbidos por el ejército en funciones, subordinado al rey; además, la remoción de los nomarcas fomentó la generación de mayores riquezas para la corona. La redistribución de los distritos realizada por Senusret III tuvo el inesperado efecto de crear un estrato de población antes inexistente: la clase media.
Con anterioridad a la implantación de esta política por Senusret III, Egipto estaba dividido en dos clases: la alta nobleza y el campesinado. Tras la incorporación de los cambios, como consecuencia del cese del control de los distritos por los nomarcas y sus extensas familias, los administradores de niveles inferiores identificaron y aprovecharon la posibilidad de ascender. Así, creció la cantidad de personas que laboraba en cargos administrativos y burocráticos mejor retribuidos, lo cual enriqueció a los nomos e incrementó el monto de los ingresos disponibles. La estabilidad y afluencia resultantes motivaron que un mayor número de personas encargaran la confección de obras de arte y la construcción de elaboradas tumbas, lo cual a su vez inspiró a los artistas y artesanos a lograr grados más altos de creatividad.
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Arte y cultura
Tomadas de conjunto, las artes del Imperio Medio se caracterizan por ser más intrincadas e impresionantes que las de eras anteriores, mientras que las del reinado de Senusret III se distinguen por un mayor realismo y atención al detalle. En el Egipto de la antigüedad el arte era funcional, no solo estético. El concepto de «el arte por el arte» se hallaba fuera de los límites de la imaginación de los antiguos artistas egipcios. Cada obra, con independencia de su tamaño, se elaboraba con un propósito específico: las estatuas servían al espíritu de la persona o del dios que representaban, y lo mismo ocurría con los templos y monumentos; las pinturas y los relieves relataban hechos históricos o religiosos importantes; los peines, cajas, jarrones, cepillos, amuletos, espadas, armaduras, todo, en suma, se diseñaba con un propósito en mente, pero aún así, las creaciones tenían que ser atractivas desde el punto de vista estético.
Ejemplo de lo anterior, en escala reducida, es el pectoral o adorno colgante que una de las esposas de menor categoría de Senusret III nombrada Meretseger o Mereret llevaba sobre el pecho. De manera simbólica la pieza dibuja una de las victorias de Senusret III sobre los nubios y los libios: Senusret III aparece como grifo que destruye a los enemigos de Egipto, mientras la diosa Nekhbet, representada como buitre, vuela por encima de su cartucho real, ubicado en el centro. El pectoral es de oro, trabajado con finas incrustaciones de lapislázuli y cornalina. A primera vista, el adorno presenta un sencillo cuadro de los logros de Senusret III, pero en un nivel más profundo, el elemento habría cumplido la función de amuleto protector, en el que las figuras nubias y libias representarían amenazas de cualquier tipo frente a las que Senusret III asumía la figura de un grifo que las neutralizaba.
Las obras más conocidas de su reinado son sus propias estatuas. La figura de Senusret III, captada en distintas etapas de su vida, se expone en una colección estatuaria en la que destaca el estilo realista que dominó el arte del Imperio Medio. El faraón era un hombre alto, de más de 1.82 m (6 pies) de estatura, siempre mostrado con una expresión regia y sombría. En términos generales, las esculturas egipcias evitaban la expresividad debido a que se realizaban para representar el individuo de manera integral, no a la persona que existía en un instante determinado. Se entendía que los estados emocionales eran pasajeros, por lo que nadie habría deseado que se le mostrara con una expresión de eterna sonrisa, júbilo, preocupación, o congoja. Sin embargo, las estatuas de Senusret III retratan al rey con el aspecto que habría tenido en distintas épocas de su vida, desde una confianza juvenil, en que la figura insinúa una sonrisa, hasta la más famosa de las obras, que muestra a un rey anciano desgastado por los asuntos de estado.
De conformidad con la tradición, Senusret III encargó la construcción de un impresionante número de proyectos. Llevó a cabo importantes ampliaciones en el Templo de Amón en Karnak, erigió un templo muy artificioso al dios tebano de la guerra, Montu; renovó y expandió la ciudad de Abidos, y ordenó la construcción de un complejo de pirámides en Dashur. Además, con el objetivo de regular la inmigración y supervisar, proteger y participar en intercambios comerciales, encomendó la edificación de diversos fuertes en Nubia y a lo largo de la frontera sur de Egipto, que también funcionaban como arsenales durante sus campañas militares contra ese país.
Campañas militares
En paridad con Tutmosis III, quien reinó entre 1458 y 1425 a.C., Senusret III es bien conocido por sus grandes habilidades militares y por sus sucesivas victorias, aunque sus logros en otras áreas fueron mucho más significativos. Por medio de operaciones militares en las que participaba de manera directa, expandió la frontera meridional de Egipto hacia los territorios nubios y los límites nororientales hacia Canaán, mientras por medio de negociaciones extendió la frontera occidental con Libia. Aunque su campaña en Canaán fue exitosa, nunca aprovechó la oportunidad para explotar su victoria.
Dirigió misiones contra Nubia alrededor de 1872, 1870, 1862 y 1860 a.C. y en todas resultó victorioso excepto en la última, la cual abortó. No se conoce con exactitud la causa por la que Senusret III consideró necesaria la última expedición, pero al dirigir su ejército hacia Nubia y llegar a un cruce del Nilo halló que el nivel de las aguas era inferior al esperado. El éxito de su ataque dependía de que sus navíos pudieran cruzar y retornar con facilidad, y al comprender que de bajar más el nivel del Nilo su ejército podía quedar atrapado en territorio hostil, lo hizo girar en redondo y retornó a casa. Aunque esta última campaña no alcanzó los objetivos que se había propuesto, no se consideró una derrota, por lo que la reputación de invencibilidad de Senusret III permaneció intacta.
Las victorias de las expediciones contra Nubia originaron la leyenda del gran conquistador Sesostris, recogida en las obras de Heródoto y otros autores. El egiptólogo David P. Silverman, comenta:
En las postrimerías de la antigüedad los sacerdotes egipcios obsequiaban a los visitantes griegos y romanos historias de las fabulosas hazañas de un faraón llamado «Sesostris». Sus conquistas, decían, habían abarcado desde lo profundo de África hasta el Cercano Oriente, e incluso a Escitia, en el suroeste de Rusia, países que ningún conquistador posterior, ni siquiera Darío I de Persia o Alejandro Magno, habían podido someter. La imagen de este «Sesostris» es una evidente amalgama de varios faraones guerreros de la historia egipcia. Sin embargo, las huellas de «Sesostris» en última instancia remiten hasta los tres reyes de la XII dinastía, de nombre Senusret. (29)
Aunque Senusret I y Senusret II extendieron las fronteras de Egipto y establecieron fortificaciones, no ganaron la misma reputación de grandeza que se otorgó a Senusret III. Según se ha expresado, Senusret III fue deificado en vida y se le proporcionó un culto específico, no solo en su país de origen, sino también en aquellos que había conquistado. A pesar de que Senusret I y Senusret II participaron en campañas contra Nubia, nunca pudieron extender la frontera hasta donde lo hizo Senusret III, quien por esta razón es probable que constituyera el basamento histórico de Sesostris.
El enfoque que prevaleció a lo largo de su reinado se centraba en el sur, lo cual queda resaltado en la estela victoriosa grabada en Semna, Nubia, que proclama: «He hecho que mi frontera avance más al sur que lo que hicieron mis padres. He aumentado lo que me fue legado. Soy un rey que habla y actúa. Lo que mi corazón planea se hace con mi brazo» (Lewis, 87). Sus cuatro campañas contra Nubia abrieron a Egipto riquísimas minas de oro que contribuyeron al prestigio del país en lo relativo al intercambio internacional y al comercio.
Tras asegurar la frontera meridional, Senusret III ordenó la construcción de un canal que contara con mayor ancho en la isla de Sehel para facilitar el comercio entre Nubia y Egipto, lo que permitía a los mercaderes que viajaban por el río evitar los peligros de los rápidos de la primera catarata del Nilo. El canal, tanto como la cadena de fuertes que se levantaron a lo largo de la frontera y de Nubia septentrional propiciaban el establecimiento de acuerdos comerciales beneficiosos para ambos países, lo cual además resultaba en una fluida difusión de la cultura.
Conclusión
Los nubios prestaron servicio como mercenarios en el ejército egipcio, constituyeron el núcleo de las fuerzas policiales egipcias, y se desempeñaron como guardias de las expediciones comerciales de la realeza y de la gente común. Aunque por lo general en las inscripciones oficiales egipcias se describía a todos los extranjeros en términos negativos, y en específico a los nubios, la realidad es que constituían una parte integral de la vida de Egipto y admiraban la cultura egipcia.
Constituyen claras pruebas de lo anterior la veneración del dios Amón en Nubia, y la construcción en esa región de templos y edificios de idéntico estilo al de la arquitectura egipcia. El culto de Amón en Egipto era el más rico y poderoso de cuantos habían existido en la historia del país. Desde el Imperio Antiguo los reyes egipcios habían lidiado con este movimiento específico, que en ocasiones resultaba más fuerte que la corona. Uno de los aspectos más interesantes del reinado de Senusret III es su patrocinio del culto de Amón, quien en lugar de tolerarlo o presentarle resistencia trabajó con sus integrantes y apoyó sus esfuerzos desde Tebas.
El patronazgo del culto fomentó una relación de entendimiento entre el rey y los sacerdotes, que derivó en mayores beneficios para las dos partes y para el país completo. Más aún, el respeto que los nubios sentían hacia Senusret III condujo de manera natural a la ampliación de la adoración de su dios, lo cual tuvo como consecuencia el mantenimiento de relaciones religiosas armónicas entre ambos países.
Aunque a lo largo de la historia de Egipto existieron muchos grandes reyes que honraron y se adhirieron al concepto de ma´at, pocos ejemplificaron el principio del divino equilibrio con tanta fidelidad como lo hizo Senusret III. Los faraones del Imperio Nuevo de Egipto habrían de emular con su reinado, y siglos después de su muerte se veneraba y se invocaba como representante divino de los más preciados regalos que los dioses habían conferido al pueblo egipcio.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, J. J. (2017, julio 26). Senusret III [Senusret III].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-14232/senusret-iii/
Estilo Chicago
Mark, Joshua J.. "Senusret III."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación julio 26, 2017.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-14232/senusret-iii/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Senusret III."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 26 jul 2017. Web. 22 dic 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 26 julio 2017. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.