Bastet

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Joshua J. Mark
por , traducido por María Eugenia Sus
Publicado el 24 julio 2016
Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, francés, turco
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The Gayer-Anderson Cat (by Osama Shukir Muhammed Amin, Copyright)
El gato de Gayer-Anderson
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Bastet es la diosa egipcia del hogar, la domesticidad, los secretos femeninos, los gatos, la fertilidad y el parto. Protegía al hogar de espíritus malignos y enfermedades, especialmente aquellas asociadas a las mujeres y a los niños. Como era el caso de muchas deidades de la religión egipcia, también jugaba un papel importante en la vida después de la muerte.

A veces se la representa como guía y ayudante de los muertos, aunque esta no era una de sus tareas principales. Era la hija del dios del sol, Ra, y se la asocia al concepto del Ojo de Ra (ojo que todo lo ve) y a la Diosa distante (deidad femenina que abandona a Ra y regresa para traer transformación). Bastet era una de las deidades más populares del antiguo Egipto ya que era la protectora del hogar y la familia de todos.

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Significado del nombre de Bastet

Originalmente su nombre era B’sst, que luego se volvió Ubaste, luego Bast, y finalmente Bastet; no se conoce el significado de este nombre, o al menos no se ha llegado a un acuerdo unánime. Geraldine Pinch afirma que «su nombre probablemente significa “la del frasco de ungüento”», ya que se la asociaba con la protección y los ungüentos protectores (115). Los griegos la asociaban con su diosa Artemisa y creían que Bast debía tener un hermano gemelo, al igual que Artemisa (Apolo). Asociaban a Apolo con Horus, el hijo de Isis (Heru-sa-Aset), y así llamaban a la diosa Bast ba’Aset (Alma de Isis), lo que sería la traducción literal de su nombre agregándole la segunda «T» para denotar el femenino (Aset estaba entre los nombres egipcios para Isis).

Sin embargo, a Bastet a veces también se la vinculaba al dios del perfume y los olores dulces, Nefertum, quien se creía era su hijo, lo que vincula aun más el significado de su nombre con el frasco de ungüento. La explicación más obvia es que el nombre originalmente significaba algo similar a «la del frasco de ungüento» (Ubaste) y los griegos lo cambiaron a «alma de Isis» ya que la asociaban con la más popular de las diosas egipcias. De todas maneras, los académicos no han llegado a un acuerdo en cuanto al significado de su nombre.

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Bastets & Sekhmets
Bastets y Sekhmets
Kotomi Yamamura (CC BY-NC-SA)

Asociaciones

Bastet fue extremadamente popular en todo Egipto tanto entre hombres como mujeres desde de la Dinastía II de Egipto (c. 2890 - c. 2670 a.C.) en adelante, y su culto se centró en la ciudad de Bubastis desde al menos el siglo V a.C. Al principio se la representaba como una mujer con cabeza de leona, y se la asociaba estrechamente con la diosa Sekhmet, pero, mientras que la iconografía de dicha deidad la mostraba cada vez más agresiva, las imágenes de Bastet se suavizaron con el tiempo para alejarla de sus anteriores formas de vengadora salvaje y presentarla más como una compañera y ayudante cotidiana. La académica Geraldine Pinch escribe:

A partir de los Textos de las Pirámides, Bastet tiene un doble aspecto de madre cariñosa y vengadora aterradora. En los Textos de los Sarcófagos, el Libro de los Muertos y en conjuros médicos, figura principalmente el aspecto demoníaco. Se decía que los «asesinos de Bastet» causaban la peste y otros desastres en la humanidad. Un conjuro aconseja hacerse pasar por «hijo de Bastet» para evitar contagiarse de la peste. (115)

EN EL ARTE A VECES SE REPRESENTA A BASTET CON UNA CAMADA DE GATITOS A SUS PIES, PERO SU REPRESENTACIÓN MÁS POPULAR ES LA DE UN GATA SENTADA MIRANDO HACIA ADELANTE.

A pesar de que era enormemente venerada, era igualmente temida, como lo demuestran dos de sus títulos: La Dama del Terror y la Dama de la Masacre. Se la asocia tanto con Mau, el gato divino que es un aspecto de Ra, como con Mafdet, la diosa de la justicia y la primera deidad felina de la historia egipcia.

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Tanto Bastet como Sekhmet toman de Mafdet sus primeras formas como defensoras felinas de los inocentes y vengadoras de los damnificados. Esta asociación se mantuvo en las representaciones del hijo de Bastet, Maahes, protector de los inocentes, quien se muestra como un hombre con cabeza de león que lleva un largo cuchillo, o como león.

En la asociación de Bastet con Mau, a veces se la ve destruyendo al enemigo de Ra, Apofis, cortando su cabeza con un cuchillo en su pata; una imagen por la cual se conoce a Mau. Con el tiempo, al convertirse Bastet más en una compañera familiar, perdió todo rastro de su forma leonina y se la representaba regularmente como una gata doméstica o una mujer con cabeza de gato que a menudo sostenía un sistro. En el arte a veces se la representa con una camada de gatitos a sus pies, pero su representación más popular es la de una gata sentada mirando hacia adelante.

Bastet
Bastet
Trustees of the British Museum (Copyright)

Papel en la religión y la iconografía

Bastet aparece en su forma de leona vengadora temprano en el tercer milenio a.C. en el bajo Egipto. Para el período de los Textos de las Pirámides (c. 2400-2300 a.C.) se la asociaba al rey de Egipto como su nodriza y luego protectora. En los posteriores Textos de los Sarcófagos (c.2134-2040 a.C.) conserva este papel, pero también se la considera la protectora de los muertos. El académico Richard H. Wilkinson comenta sobre esto:

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En su primera forma conocida, en vasijas de piedra de la Dinastía II, Bastet era representada como una mujer con la cabeza sin melena de una leona. Sin embargo, la iconografía de la diosa cambió, tal vez debido a que se comenzó a ver a su naturaleza como más amable que otras deidades leoninas. (178)

Bubastis, el centro de su cuto en Bajo Egipto, se convirtió en una de las ciudades más ricas y lujosas de Egipto debido a que las personas viajaban allí desde todo el país para rendir pleitesía a la diosa y enterrar allí los cuerpos de sus gatos muertos. En el arte egipcio, su iconografía tomaba prestado de la anterior diosa Mafdet y también de Hathor, una diosa asociada a Sekhmet, a quien también se vinculaba estrechamente con Bastet.

La aparición del sistro en la mano de Bastet en algunas estatuas es un vínculo claro con Hathor, a quien tradicionalmente se la ve llevando el instrumento. Hathor es otra diosa que atravesó un cambio drástico de destructora sedienta de sangre a gentil amiga de la humanidad, ya que originalmente era la deidad leonina Sekhmet, quien Ra envió a la tierra para destruir a los humanos por sus pecados. En el caso de Bastet, si bien se volvió menos agresiva, no por ello era menos peligrosa para aquellos que rompían la ley o abusaban de otros.

Egyptian Cat
Gato egipcio
Shadowgate (CC BY)

El cuento de Setna y Taboubu

El cuento de Setna y Taboubu (parte de la obra conocida como Primer Setna o Setna I) es la sección central de una obra de la literatura egipcia compuesta en la historia del Egipto romano y actualmente conservada en el museo de El Cairo, en Egipto. El personaje principal de los cuentos de Setna es el Príncipe Setna Khaemwas, quien está basado en el príncipe y sumo sacerdote Ptah Khaemweset (c. 1281 - 1225 a.C.), hijo de Ramsés II (r. 1279 - 1213 a.C.). Khaemweset, conocido como el «primer egiptólogo», fue famoso por sus esfuerzos de restauración y preservación de antiguos monumentos egipcios y, para el período de la dinastía Ptolemaica, se lo veneraba como sabio y mago. A pesar de que la historia puede interpretarse de muchas maneras, Geraldine Pinch sostiene que esta sección del cuento puede ser entendida claramente como una muestra de como Bastet castigaba a los transgresores.

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En esta historia, el joven Príncipe Setna roba un libro de una tumba, incluso después de que los habitantes de la tumba le ruegan que no lo haga. Un tiempo después se encuentra en Menfis, cerca del Templo de Ptah, cuando ve a una hermosa mujer acompañada por sus sirvientes y se siente muy atraído por ella. Pregunta por ella y se entera que su nombre es Taboubu, hija de un sacerdote de Bastet. Nunca había visto una mujer más hermosa en toda su vida, y le envía una nota pidiéndole que vaya a su cama a cambio de diez piezas de oro, pero ella contraoferta diciéndole que se encuentren en el templo de Bastet en Saqqara donde ella vive, y allí él tendrá todo lo que desea.

Setna viaja hasta allí, ansioso por concretar el asunto en cuestión, pero Taboubu tiene algunas condiciones. Primero, le dice, él debe entregarle todas sus propiedades y posesiones. Él está tan consumido por la lujuria que accede a ello y comienza a abrazarla. Sin embargo, ella lo aleja y le dice que debe mandar buscar a sus hijos para que firmen documentos accediendo a esto, así no existen problemas con la transferencia legal. Setna accede y manda buscar a sus hijos. Mientras firman los papeles Taboubu desaparece a otra habitación y regresa vistiendo un vestido de lino tan translúcido que puede ver «cada parte de su cuerpo a través de él» y su deseo se vuelve casi incontrolable.

Una vez que están firmados los documentos, se acerca a ella de nuevo, pero ella tiene una tercera exigencia: sus hijos deben ser asesinados para que no intenten incumplir el acuerdo y enroscarla en una larga batalla legal. Setna acepta inmediatamente; sus hijos son asesinados y sus cuerpos tirados a la calle. Setna se saca la ropa, y lleva a Taboubu a la habitación. Mientras la abraza ella de repente grita y desaparece, al igual que la habitación y todo lo que los rodea, y Setna se encuentra parado desnudo en la calle con su pene dentro del una vasija de barro.

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Para la completa humillación del príncipe Setna, aparece en este momento el faraón, quien le informa que sus hijos todavía viven y que todo lo que experimentó fue una ilusión. Setna entiende entonces que fue castigado por su transgresión en la tumba y rápidamente devuelve el libro. Además, compensa a los habitantes de la tumba al viajar a otra ciudad y recuperar las momias enterradas allí que eran parte de la familia de los habitantes de la tumba, para que todos puedan estar en un mismo sitio.

A pesar de que los académicos discrepan en cuanto a quien representa Taboubu, su estrecha asociación con Bastet como hija de uno de los sacerdotes de la diosa hacen que la deidad sea una posible candidata. La naturaleza depredadora de Taboubu, una vez que tiene a Setna donde lo quiere, recuerda al gato jugando con el ratón. Geraldine Pinch concluye que Taboubu es una «manifestación de Bastet, interpretando su tradicional papel de castigadora de humanos que ofendieron a los dioses» (117). En esta historia, Bastet toma la forma de una hermosa mujer para castigar a un infractor que profanó una tumba, pero la historia también habría sido una advertencia para los hombres que veían a las mujeres solo como objetos sexuales, ya que nunca podían saber si estaban o no en presencia de una diosa, y lo que podría pasar si la ofendieran.

Bronze Cat from Egypt
Gato de bronce de Egipto
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Culto a Bastet

A la diosa se la veneraba principalmente en Bubastis, pero ocupaba una posición tutelar en Saqqara y otros sitios. Wilkinson escribe:

La popularidad de la diosa creció con el tiempo, y en el período tardío y tiempos grecorromanos, disfrutaba de un alto estatus. El principal centro de culto de esta deidad era la ciudad de Bubastis - Tell Basta - en el delta oriental, y aunque hoy solo se conservan los contornos del templo de Bastet, Heródoto visitó el lugar en el siglo V a.C. y lo elogió por su magnificencia. Heródoto también describió el festival de Bastet y afirmó que era el más elaborado de todos los festivales religiosos de Egipto, con grandes multitudes que bebían, bailaban y festejaban desenfrenadamente. (178)

Heródoto es la fuente principal de información sobre el culto de Bastet y, lamentablemente, no entra en grandes detalles acerca del mismo. Parece que tanto hombres como mujeres servían como sus clérigos y, como sucedía con otras deidades egipcias, su templo en Bubastis era el punto focal de la ciudad y proveía servicios como la atención médica, asesoramiento y distribución de alimentos. Heródoto describe este templo:

El templo está en un terreno que parece una isla por todos lados menos por su entrada, pues que desde el Nilo corren dos acequias de cien pies de anchura cada una, con su arboleda que les da sombra, las que entrambas por diferente lado van sin juntarse hacia la entrada del templo. Es de notar que hallándose construido el templo en el centro de la ciudad, se deja ver con todo por cualquier parte se vaya girando; lo que sucede por haberse alzado con el tiempo el piso de la ciudad con su nuevo terraplén, y mantenido el templo en el plano inferior en que desde el principio se edificó, quedando así patente y visible de todas partes. Una cerca esculpida con figuras en toda su extensión, rodea y ciñe el lugar sagrado, y dentro de ella hay un bosque de árboles altísimos, que rodean a su vez en gran templo, de un estadio así de longitud como de anchura, dentro del cual está la estatua de la diosa. Delante de la entrada del templo corre un camino empedrado, de tres estadios de largo y unos cuatro pletros de ancho, con una arboleda alta hasta las nubes que a uno y otro lado se ve plantada. Este camino lleva al templo de Mercurio… (Historias, II 138)

Los egipcios viajaban todos los años al gran festival de Bastet en Bubastis, uno de los eventos más lujosos y populares del año. Geraldine Pinch, citando a Heródoto, afirma, «las mujeres se liberaban de toda restricción durante el festival anual en Bubastis. Celebraban el festival de la diosa bebiendo, bailando, tocando música y mostrando sus genitales» (116). El «levantar las polleras» por parte de las mujeres descrito por Heródoto, tenía tanto que ver con la liberación de las restricciones sociales como con la fertilidad asociada a la diosa. Como en muchos otros festivales a lo largo de Egipto, la celebración de Bastet era un momento para dejar de lado las inhibiciones, al igual que hacen juerguistas modernos en Europa durante el Carnaval o en Estados Unidos durante el Mardi Gras. Heródoto presenta una imagen vívida de las personas que viajaban a Bubastis para el festival:

El viaje que con este objeto emprenden a Bubastis merece atención. Hombres y mujeres van allá navegando, en buena compañía, y es espectáculo singular ver la muchedumbre de ambos sexos que encierra cada nave. Algunas de las mujeres, armadas con sonajas, no cesan de repicarlas; algunos de los hombres tañen sus flautas sin descanso, y la turba de estos y de aquellos, entre tanto, no paran un instante de cantar y palmotear. Apenas llegan de paso a alguna de las ciudades que se ven en el camino, cuando aproximando la nave a la orilla, continúan en la zambra algunas de las mujeres; otras motejan e insultan a las vecinas de la ciudad con terrible gritería; unas danzan; otras, puestas en pie, levantan sus vestiduras. Y esto se repite en cada pueblo que a orillas del río van encontrando. Llegados por fin a Bubastis celebran su fiesta ofreciendo en sacrificio muchas y muy pingües víctimas que conducen. Y tanto es el vino que durante la fiesta se consume, que excede al que se bebe en lo restante del año, Y tan numeroso el gentío que allá concurre, que, sin contar los niños, entre hombres y mujeres asciende el número a 700.000 personas, según dicen los del país. (Historias, Libro II.60)

A pesar de que Heródoto afirma que este festival superaba a los demás en magnificencia y excesos, en realidad existían muchos festivales que celebraban a muchos dioses sobre los que se podía afirmar lo mismo. Sin embargo, la popularidad de la diosa hizo que su celebración tuviera una importancia especial en la cultura egipcia. En el fragmento anterior, Heródoto señala como las mujeres en los barcos se burlaban de aquellos en la orilla, y esto probablemente se hacía para incentivarlos a abandonar sus tareas diarias y unirse a la celebración de la gran diosa. De hecho, Isis era la única que superaba a Bastet en popularidad, y una vez que Bastet viajó a través de Grecia a Roma, fue igual de popular entre los romanos y los súbditos del posterior Imperio romano.

The Battle of Pelusium
La batalla de Pelusio
Simon Seitz (CC BY-NC-SA)

La popularidad duradera de Bastet

La popularidad de Bastet se desarrolló a partir de su papel como protectora de las mujeres y del hogar. Como ya se señaló, era tan popular entre los hombres como entre las mujeres, ya que todos los hombres tenían una madre, hermana, novia, esposa o hija que se beneficiaba del cuidado de Bastet. Además, las mujeres en Egipto eran apreciadas y tenían casi igualdad de derechos, lo que casi garantizaba que la diosa que las protegía y cuidaba de sus secretos tuviera una posición especialmente elevada.

Los gatos también eran altamente apreciados en Egipto, ya que mantenían los hogares libres de pestes (y de esta manera controlaban las enfermedades), protegían los cultivos de animales indeseables, y proporcionaban a sus dueños una compañía fácil de mantener. Uno de los aspectos más importantes del festival de Bastet era llevar gatos momificados a su templo. Cuando el templo se excavó en 1887 y 1889 se encontraron más de 300.000 gatos momificados. Wilkinson, comentando acerca de su popularidad universal, escribe:

Amuletos de gatos y camadas de gatitos eran regalos populares para el año nuevo, y muchas veces se inscribía el nombre de Bastet en pequeñas «petacas de año nuevo» ceremoniales, probablemente para invocar a la diosa como otorgadora de fertilidad y porque a Bastet, como a otras diosas leoninas, se la veía como una deidad protectora capaz de contrarrestar las fuerzas oscuras asociadas a los «días del demonio» al final del año egipcio. (178)

Bastet era tan popular que, en 525 a.C., cuando Cambises II de Persia invadió Egipto, utilizó a la diosa para obligar a los egipcios a rendirse. Conociendo su gran amor por los animales, especialmente los gatos, hizo que sus soldados pintaran la imagen de Bastet en sus escudos, y reunió a todos los animales que pudo encontrar y los condujo delante del ejercito hacia la ciudad fundamental de Pelusio. Los egipcios se negaron a pelear por miedo a lastimar a los animales y ofender a Bastet, de modo que se rindieron.

El historiador Polyaneus (siglo II d.C.) escribe como, después de su victoria, Cambises II arrojó gatos desde una bolsa en la cara de los egipcios, despreciándolos por haber entregado su ciudad por animales. Sin embargo, los egipcios no cesaron en su veneración al gato y su culto a Bastet. Su estado como una de las deidades más populares y poderosas continuó durante el resto de la historia de Egipto y en la era del imperio romano, hasta que, como otros dioses, fue eclipsada por el surgimiento del cristianismo.

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Sobre el traductor

María Eugenia Sus
Soy actriz y traductora e intérprete de español <> inglés, con un profundo amor por el aprendizaje, y un ávido interés por la historia y la literatura.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2016, julio 24). Bastet [Bastet]. (M. E. Sus, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-15010/bastet/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Bastet." Traducido por María Eugenia Sus. World History Encyclopedia. Última modificación julio 24, 2016. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-15010/bastet/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Bastet." Traducido por María Eugenia Sus. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 24 jul 2016. Web. 21 dic 2024.

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