La cultura villanovense floreció durante la Edad de Hierro en el centro de Italia, desde el año 1000 hasta el 750 a.C., aproximadamente. Fue un precursor de la civilización etrusca, aunque las dos poblaciones son en realidad la misma y el término "villanovense" no hace referencia un pueblo distinto. Más bien, la cultura villanovense es una etiqueta de conveniencia utilizada por historiadores y arqueólogos para describir a los etruscos en sus años de formación durante la Edad de Hierro.
Orígenes y evolución
El nombre "villanovense" deriva del de la finca propiedad de Giovanni Gozzadini, cerca de Bolonia, en la que se realizaron las primeras excavaciones en 1853. Con el tiempo, se descubrieron rastros de la cultura villanovense de la Edad de Hierro, principalmente en forma de cementerios, en una amplia zona del centro-oeste de Italia y parte del norte.
Entre el 1100 y el 900 a.C., en un período conocido como protovillanovense, la cultura prosperó mediante la agricultura (cereales y legumbres), la caza y la ganadería (ovejas, cabras, vacas y cerdos). En el centro de Italia también abundaban el cobre y el hierro. Estos beneficios propiciaron el aumento de la población, la urbanización y la estratificación social, y desarrollaron la cultura villanovense propiamente dicha. Se asentaron en mesetas que se podían defender con facilidad, como en Cerveteri, Tarquinia, Veii y Vulci, o en las cimas de las colinas, como en Populonia y Chiusi. Con el tiempo, todas estas aldeas villanovenses se convertirían en importantes ciudades etruscas.
Viviendas villanovenses
Las viviendas (rectangulares, ovaladas y circulares) estaban hechas de bahareque o ladrillo de barro secado al sol con postes de madera como soporte y techos de paja con aleros sobresalientes. En muchos casos, los agujeros para los postes y las zanjas excavadas en la roca de los cimientos para sostener las paredes permanecen in situ. Las cabañas tenían distintos tamaños, las más pequeñas albergaban a una sola familia, y las más grandes, de forma rectangular, que llegaban a medir hasta 13 x 7 metros, tenían capacidad para 10 personas. Algunas cabañas tenían grandes jarras de cerámica para almacenar alimentos hundidas en el suelo, y también había canales de drenaje excavados en la roca alrededor de los edificios para drenar el agua de lluvia que se recogía en depósitos comunales.
En la planificación de las casas se preveía un lugar para las cenizas de los difuntos, y quizás como imitación de la arquitectura real, las paredes exteriores de algunas de ellas están decoradas con motivos geométricos y una abertura sobre la puerta para liberar el humo. También tienen decoraciones en el techo, lo que probablemente imita los añadidos de terracota tan típicos de la arquitectura etrusca posterior, pero también tallados en madera.
Metalurgia, migración y comercio
El caballo era especialmente importante para estos pueblos, como demuestran los numerosos hallazgos de accesorios para caballos y las frecuentes representaciones en el arte. La calidad de la metalistería en bronce y cerámica sugiere que había una clase de artesanos dedicados a su producción. Los ajuares funerarios de mayor calidad en algunos entierros indican el inicio de una élite social. La presencia de artículos y herramientas cotidianas en miniatura sugieren que creían en una vida después de la muerte. Por lo general, eran cuchillos, armas y armaduras para los hombres, así como parafernalia de tejido para las mujeres, aunque en algunos casos también sucedía a la inversa, lo que sugiere un papel más activo de las mujeres en la sociedad villanovense y la posibilidad de que los hombres también confeccionaran ropa. A medida que las ciudades prosperaban, la población aumentaba, como se observa en la expansión de los cementerios. Como consecuencia, había una mayor competencia por los recursos y la tierra entre las ciudades, y muchas crearon nuevas colonias al norte, sur y oeste de Italia central.
Los hallazgos de productos manufacturados específicos de cada centro, descubiertos en ciudades contemporáneas, demuestran la existencia de comercio entre los centros villanovenses. La cultura también estuvo en contacto con el resto del Mediterráneo a través de la llegada de colonos griegos (especialmente euboeanos) a mediados del siglo VIII a.C. Estos colonos estaban ansiosos por explotar el mercado de los productos de la cultura villanovense. Estos colonos estaban deseosos de explotar la región rica en minerales de lo que sería Etruria. Los bronces también indican un contacto con Cerdeña, Europa central y los Balcanes. Estos vínculos propiciaron una metalurgia más avanzada, y la presencia de griegos en particular se evidencia por numerosos hallazgos de cerámica griega, así como de cerámica local hecha a imitación.
Hallazgos arqueológicos
En los cementerios villanovenses, situados en las cimas de las colinas o en los barrancos a las afueras de la comunidad, hay restos enterrados en urnas bicónicas (dos vasijas con una más pequeño que sirve de tapa) que a menudo llevan grabada una sencilla decoración con motivos geométricos, remolinos y esvásticas, o incluso simples figuras humanas de "palo". Algunas urnas tienen tiras de metal aplicadas como decoración con plomo o estaño. Las urnas más excéntricas, en lugar de una tapa de cerámica, tienen un casco de bronce en la parte superior con una impresionante cresta angular y decoración en relieve. Las urnas se colocaban en fosas poco profundas y se acompañaban de enseres, como se mencionó anteriormente.
Posteriormente, se empezó a utilizar la inhumación en tumbas de trinchera, a veces con el cuerpo colocado en un sarcófago de madera o piedra. Algunos ataúdes de este tipo en Populonia eran para parejas, y en el mismo lugar se encuentran los primeros indicios de tumbas de cámara. Construidas a finales del siglo IX a.C. con losas de piedra caliza, son las precursoras de las tumbas etruscas más ambiciosas del siglo siguiente. Estas prácticas funerarias tan suntuosas para unos pocos miembros de la comunidad indican una sociedad más compleja y una clase de élite separada. En los asentamientos villanovenses del norte, como los de las cercanías de Bolonia, los marcadores de las tumbas eran de piedra y estaban tallados con relieves. Suelen tener una base rectangular y una parte superior circular, y muestran escenas con animales, esfinges y motivos geométricos. Las representaciones en estos y otros artefactos villanovenses de una "Señora de los Animales" (una mujer que sostiene un cuadrúpedo en cada mano) sugieren que una deidad femenina de la naturaleza era el centro de cualquier práctica religiosa.
La cerámica se fabricaba a mano, no en el torno, y se utilizaba arcilla no purificada cocida a baja temperatura para producir las primitivas piezas conocidas como impasto. Los artículos de bronce incluyen cinturones, hebillas (algunas con cuentas de vidrio incrustadas), alfileres, agujas de coser, husos, pesas de telar, brazaletes, pendientes, urnas, navajas, corazas, escudos, cascos y puntas de flecha (a menudo miniaturizadas). Entre las piezas de joyería que no son de bronce se encuentran espirales de oro para el cabello; pendientes y fíbulas de ámbar báltico; y collares con cuentas de hueso, loza y pasta de vidrio azul y blanca a rayas.
El análisis de los restos incinerados y enterrados en los yacimientos villanovenses ha revelado que la esperanza de vida no superaba los 50 años y que la dieta era generalmente escasa en proteínas. Se comía más verdura que carne, pero la gama de alimentos consumidos incluía fruta, frutos secos, pescado, guisantes, habas, cebada y emmer. Esta última se asaba, se machacaba y se hervía en forma de gachas para convertirse en el plato básico de la región.
Madurez de la cultura etrusca
La cultura villanovense, como hemos visto, sufrió lo que se conoce como un proceso de "orientalización" en el que el arte y la cultura se vieron influidos por el contacto con Grecia, Fenicia y Oriente Próximo. A partir de aquí, los pueblos del centro de Italia evolucionaron hacia la cultura etrusca propiamente dicha; primero en el sur y luego hacia el norte, y desde las zonas costeras hacia los asentamientos del interior. No hay pruebas de una migración de pueblos o de guerras en la región en esta época, por lo que el nombre poco afortunado de "cultura villanovense" se podría reemplazar, más propiamente, por "protoetrusco". Este proceso de evolución cultural, datado por los objetos funerarios, se completó a principios del siglo VII a.C. en el sur de Etruria. En algunas zonas del norte de Italia (alrededor del valle del Po), más aisladas del Mediterráneo, la cultura villanovense persistiría hasta el siglo VI a.C. Los etruscos seguirían prosperando hasta el siglo II a.C. y la conquista y posterior asimilación cultural por parte de los romanos.