Los barcos vikingos fueron construidos por los escandinavos durante la época vikinga (c. 790 - c. 1100) y fueron usados dentro de Escandinavia y fuera de ella para diversos propósitos que iban desde ser el más importante medio de transporte, hasta el comercio y la guerra. Es más, la expansión vikinga no hubiera sido posible sin esos barcos. Una de las imágenes más famosas relacionadas con los vikingos es la de los barcos largos con una cabeza de dragón, velas a franjas rojas que les imprimían una gran velocidad mientras llevaban a los sanguinarios guerreros a sus destinos de pillaje. Sin embargo, los barcos vikingos podían tener diferentes formas, entre ellos estaban los panzones cargueros y, por supuesto, los barcos largos rápidos que facilitaban las incursiones y daban a los vikingos una ventaja sobre sus contemporáneos, pero que no siempre tenían las cabezas de dragón hermosamente talladas tan arraigadas en la imaginación popular. Desafortunadamente, la evidencia arqueológica nos muestra un cuadro poco claro, puesto que la madera no es tan dura como para soportar el paso del tiempo, y nuestro conocimiento de los barcos de la época vikinga temprana proviene casi exclusivamente de unos pocos entierros de barcos, aunque más adelante en la época vikinga los barcos hundidos aparecen para ampliar un poco más nuestros conocimientos.
Orígenes y construcción del clásico barco vikingo
Partiendo del hecho que en Escandinavia no se puede ir muy lejos sin que el viaje se interrumpa por ríos, lagos, fiordos, estrechos, y el mar abierto, los escandinavos despertaron muy temprano; las representaciones de barco en piedra (en lugares de entierro) y metal datan de c. 4000 a 2300 a.C., relacionadas con el uso de canoas de guerra de madera en la Edad de Bronce.
El hallazgo más antiguo que tenemos de un barco construido con tablas es la canoa de guerra Hjortspring encontrada en el sureste de Dinamarca, que data de c. 350 a.C. y tiene 19 metros de largo y 2 metros de ancho. El siguiente gran hallazgo es el de los barcos Nydam: tres botes conservados en un depósito de sacrificios en Dinamarca, el más largo tenía alrededor de 23,5 metros de largo y 3,5 metros de ancho, que datan de c. 350 d.C. Usaban remos en lugar de las paletas primitivas y ya muestran la técnica de construcción en tingladillo en la que las tablas del casco se superponen; estos dos elementos se siguieron usando en los tiempos de los vikingos. Aunque antes de la época vikinga la mayoría de los barcos tenían las tablas atadas, algunos pioneros en la construcción de barcos comenzaron a usar remaches de hierro ya en el siglo III d.C., otro elemento que sería primordial en los barcos vikingos.
Para cuando llegó la época vikinga ya se había pensado en fabricar algo que no se hundiera solo por recibir un poco de agua. Los constructores de barcos vikingos crearon armazones estancas poniendo primero la quilla y la roda, y colocando luego las tablas traslapadas y remachadas a sus vecinas (técnica de lapstrake) una por una. Esta estructura luego se reforzaba instalando las costillas por dentro de la tablazón; este sólido método de construcción fue el método universal para la construcción de barcos en el Norte de Europa hasta la Edad Media Tardía.
W.W. Fitzhugh describe otras características y sus efectos:
La adición de remos y velas dio a los barcos vikingos una ventaja sobre todas las demás embarcaciones de su época en cuanto a velocidad, poco calado, peso, capacidad, maniobrabilidad y navegabilidad. Los barcos vikingos fueron diseñados para arrastrarse por largos trayectos, así como para resistir fuertes tormentas oceánicas. Estos barcos les dieron a los vikingos la capacidad de comerciar, hacer la guerra, transportar animales, cruzar océanos abiertos y, al mismo tiempo, brindando suficiente protección y seguridad a la tripulación. (Fitzhugh, 15).
Las velas (sin las cuales la exploración vikinga a través del mar hubiera sido mucho más dificultosa) eran realmente un elemento nuevo que solo apareció en Escandinavia en el siglo VII, probablemente como resultado del aumento del contacto comercial con el Norte de Europa, donde las velas eran de uso común. La adopción de las velas es lo que convirtió a los barcos vikingos en los instrumentos de ataque rápidos y letales que eran esenciales en la estrategia de las incursiones.
El acceso a la suficiente madera resistente para proveer la gran demanda de barcos de los vikingos no era un gran problema en la Escandinavia cubierta de bosques, aunque el roble, la selección de primera elección, no crecía en las regiones del norte, por lo que se usó pino en su lugar. Al no existir las sierras en el norte de Europa hasta el siglo XIII, los artesanos escandinavos obtenían tablones hendiendo los troncos de árboles, de diferentes formas según el lugar en el que se utilizarían en el barco; los tablones del piso eran gruesos y angostos hacia la quilla, pero anchos y planos hacia la parte superior donde se requería más flexibilidad. El hierro, utilizado tanto para las herramientas como para las sujeciones como remaches, también estaba disponible, tanto que incluso los agricultores razonablemente prósperos podían obtener suficientes materiales y mano de obra para construir ellos mismos un barco.
Los primeros tipos de barcos vikingos
Como las incursiones vikingas comenzaron justo antes del siglo VIII, es obvio que para entonces los escandinavos eran capaces de construir barcos de vela aptos para el mar. El problema es que la mayoría de los barcos que datan de esta etapa temprana de la época vikinga ahora forman parte del lecho marino o están tan deteriorados que son irreconocibles. Entonces, en términos de restos tangibles, nuestra imagen de los barcos vikingos se basa en lo que vemos en los ricos entierros de barcos que contienen los barcos Oseberg (c. 834), Gokstad y Tune (ambos c. 900) encontrados en el fiordo de Oslo en Noruega.
El barco de Oseberg es el velero escandinavo más antiguo que se ha conservado y tiene 21,5 metros de largo, 5,1 metros de ancho, con espacio para 15 pares de remos; más amplio (y más profundo también) que, por ejemplo, el esbelto barco Nydam y los esbeltos drakkar que aparecerían a finales del siglo X. Bellamente decorado con tallas de madera, el Oseberg probablemente estaba asociado a las altas esferas de la sociedad, y aunque tenía condiciones marineras y tenía todas las características principales de los barcos vikingos, todavía no era tan eficiente como los barcos posteriores. El Gokstad, mucho más marinero, era un poco más grande y considerablemente más profundo, y también tenía remos; los barcos de vela también mejoraron al incluir chumaceras para los remos. Ambos parecen haber sido barcos bastante sólidos y versátiles que se podían usar tanto en la guerra como para fines de transporte (posiblemente entraran en el tipo de barco kjóll). El barco Tune era una especie de versión más pequeña del Gokstad, con un propósito similar.
Sin embargo, en este momento también había barcos de guerra más especializados, con el término knarr (o knǫrr, plural knerrir) indicando al parecer los primeros buques de guerra con las rodas curvadas hacia atrás. Hallazgos como el pequeño buque de guerra de Ladby, Dinamarca, encontrado en un entierro de barco que data de c. 925, que es más bajo, más delgado y más rápido que los barcos de Oseberg y Gokstad, muestra que a fines del siglo IX ya se estaba generando una especialización en toda Escandinavia. El objetivo principal del buque de guerra no era luchar en batallas navales (aunque esto ocurría ocasionalmente), sino más bien navegar en aguas protegidas para transportar a su temible tripulación guerrera a un punto de interés, dejarlos y recogerlos rápidamente junto con su botín cuando llegara el momento. En cambio, los rechonchos barcos polivalentes podían navegar muy bien en aguas abiertas transportando personas, guerreros o no, además de mercancías.
Un notorio aumento en la especialización
Los buques de carga propiamente especializados no aparecen en los registros hasta el siglo X (¡lo que no significa que no existieran antes, por supuesto!), que es también cuando los buques de guerra se vuelven más largos y delgados hasta el punto de que pueden ser llamados efectivamente "barcos largos" y comienzan a aparecer con más frecuencia. La terminología nórdica antigua también se especializa aquí, con el knarr ahora asociado a los nuevos buques de carga (que también tenían rodas curvadas hacia atrás, lo que explica por qué se podría aplicar el término), mientras que los barcos largos se llamaban potencialmente skeiðar (singular skeið) si eran barcos extremadamente largos, de serpiente o drakkar cuando había cabezas de dragón presentes, y snekke/snekkja cuando eran un poco más pequeños.
Considerado generalmente como uno de los puntos más importantes del progreso de la construcción naval en la época vikinga posterior, los barcos de carga dependían en gran medida de la vela, eran manejables por una tripulación pequeña y tenían una gran capacidad de carga. Los barcos de Hedeby, por ejemplo, que datan de c. 1025, podrían haber tenido una capacidad de hasta 60 toneladas de mercancías. Los drakkars, por otro lado, usaban tanto remos como velas para alcanzar su asombrosa gran velocidad, tan fundamental para las tácticas de ataque y fuga de los asaltantes vikingos. También eran más angostos que la mayoría de los barcos de la época vikinga temprana; el Museo de Barcos Vikingos en Roskilde, Dinamarca, sostiene que arqueológicamente, los barcos deben ser al menos cinco veces más largos que anchos para ser clasificados como barcos largos. El drakkar más largo conocido, conocido como Roskilde 6, data de después de 1025 y con su asombrosa longitud de 36 metros, ayuda a ilustrar el hecho de que los drakkar se hicieron cada vez más largos durante la época vikinga tardía. Además de estos dos subtipos, que permanecieron en uso durante el resto de la época vikinga, hay muchos indicios de que una gran cantidad de barcos diferentes y más pequeños también habrían abarrotado las vías fluviales escandinavas. Los dos tipos reflejan cambios en la sociedad escandinava que tuvieron lugar durante el siglo X. Los reinos se expandieron y aumentó el poder de los reyes y jefes, y debido a la abundancia de agua y vías fluviales, el poder político estaba inextricablemente conectado con el poderío marítimo, que es donde los barcos largos resultaban útiles. Al mismo tiempo, las ciudades surgieron a partir de los primeros centros comerciales, recibiendo cada vez más bienes comerciables que se debían transportar de manera rentable, no solo por las rutas domésticas sino también a los territorios vikingos del Atlántico Norte, como Escocia e Islandia. Las personas, el ganado y los suministros útiles obviamente tampoco iban a nadar esas distancias; los buques de carga dedicados a la travesía en alta mar fueron claramente muy útiles a este respecto.
La navegación
Con los barcos vikingos preparados para recorrer cualquier distancia, obviamente era necesario que su tripulación supiera a dónde ir. Al permanecer cerca de la costa, la navegación no era un gran problema, ya que las descripciones que resaltan puntos de referencia como acantilados con formas curiosas y la medida del tiempo entre ciertos puntos por lo general eran suficientes. Los vikingos a menudo mejoraban tales características con túmulos de piedra erigidos sobre ellos. Sin embargo, los viajes por el Atlántico, en los que uno podía navegar tranquilamente durante días sin avistar tierra, eran algo completamente diferente.
La brújula, la carta de navegación o las bitácoras no parecen haber sido conocidas ni utilizadas en la navegación vikinga. En cambio, parece que, en estas largas distancias, los vikingos intentaban saltar de isla en isla o al menos mantenerse dentro del rango de visión de islas conocidas que funcionaban como puntos de referencia, mientras que también se encontraba ayuda en el conocimiento del sol y las estrellas, los patrones comunes de olas y viento, la forma en que se comportan las nubes sobre la tierra, y la aparición de aves y mamíferos marinos. Sin embargo, los cielos del norte eran demasiado claros durante el verano para que las estrellas fueran visibles y, obviamente, el sol tampoco es un amigo confiable: la niebla podía hacer que los barcos se desorientaran en el mar. La experiencia de primera mano en las rutas que navegaban los vikingos era obviamente valiosa; uno solo puede imaginar la incertidumbre que debe haber enfrentado una tripulación vikinga en los viajes de exploración por primera vez. El férreo Erik el Rojo, por ejemplo, quien colonizaría Groenlandia, perdió más de la mitad de sus barcos durante su primer viaje allí, y los restantes fueron arrastrados hacia Islandia o naufragaron sin más.
Algunas rutas vikingas útiles fueron, por ejemplo, desde Dinamarca hasta el Mediterráneo, una ruta completamente costera; del norte de Dinamarca a Inglaterra, lo que tomaba dos o tres días; desde el oeste de Noruega hasta Escocia o el mar de Irlanda, probablemente a través de las islas Shetland y Orkney, con tramos limitados de mar abierto; y las verdaderas rutas de largo recorrido en mar abierto desde Noruega o Irlanda hasta Islandia y Groenlandia. El manuscrito islandés Hauksbók de principios del siglo XIV, que también contiene textos de material más antiguo, contiene instrucciones sobre cómo llegar de Noruega a Groenlandia y nos da buenas indicaciones de los tipos de técnicas y experiencias a las que los marineros vikingos tenían acceso; la atención se centra en una descripción muy detallada que adapta la forma en que los hitos ayudan a la navegación costera para su uso en mar abierto.
Su lugar en la sociedad
Los barcos eran claramente fundamentales para la sociedad escandinava en su conjunto, ya que, en un territorio con tantas vías fluviales, los barcos se usaban en todos los estratos de la sociedad, incluido el más alto; los gobernantes vikingos dependían en gran medida de los barcos para llegar (y, en consecuencia, ejercer el control) a todos los rincones y recovecos de la costa o los ríos de sus territorios. Además, estas mismas vías fluviales proporcionaron una forma mucho más conveniente de transportar bienes y facilitaron una comunicación más rápida que por tierra, y también a través de distancias más largas, hasta los asentamientos de ultramar.
En términos culturales, los barcos escandinavos traspasaron la barrera de la historia para enfatizar su importancia, a través de los muchos entierros de barcos que se han encontrado en Escandinavia incluso de antes de la época vikinga. La forma más simple eran tumbas marcadas con piedras dispuestas en el patrón de un barco, pero, lo que es más espectacular, ocasionalmente metían barcos de verdad en los túmulos funerarios. Imaginen una zanja con un barco en su interior, cubierto por un montículo, con al menos un cuerpo humano sepultado dentro, normalmente en una pequeña cámara en medio del barco o sobre la cubierta. Una enorme variedad de ajuares funerarios y efectos personales, sujetos a una gran variación regional, acompañaba a los muertos, y también eran comunes los sacrificios de animales. El entierro del barco de Oseberg, la tumba vikinga más rica jamás encontrada, por ejemplo, contenía quizás hasta 20 caballos decapitados junto a sus ocupantes humanos: una mujer noble y (probablemente) su sirvienta. Sin embargo, a veces los barcos se quemaban. De manera macabra, los entierros de barcos vikingos, en particular, parecen estar relacionados con el sacrificio humano, como se ve en muchas tumbas relacionadas con barcos que contienen personas que habían sido asesinadas de manera deliberada (como lo demuestra su decapitación, apuñalamiento, cuellos rotos, etc.) para acompañar al ocupante principal de la tumba.
Por supuesto que la expansión vikinga y su influencia en el extranjero nunca habrían sido posibles sin barcos tecnológicamente avanzados. Simplemente en términos de exploración y colonización, sus barcos permitieron a los vikingos llegar y establecerse en las Islas Británicas, Islandia, Groenlandia, a través del Mediterráneo e incluso a través de Terranova en América del Norte ("Vinland"). La velocidad y la agilidad de sus embarcaciones permitieron que sus rápidas tácticas de ataque y fuga fueran muy exitosas, por lo que también desempeñaron un papel clave en la guerra: la opción de los remos y su escaso calado permitieron a los barcos desembarcar a su tripulación prácticamente en cualquier lugar, incluso cerca de objetivos casi sin salida al mar como París. Aquí, entonces, es donde la imagen de pesadilla de las cabezas de dragón que se dejan caer sobre los objetivos desprevenidos debe haber cobrado vida ante los ojos de las víctimas de los vikingos.