La batalla de Hastings, que tuvo lugar en el sudeste de Inglaterra el 14 de octubre de 1066, fue testimonio de la derrota del rey anglosajón Haroldo II (quien reinó de enero a octubre de 1066) a manos del ejército invasor normando liderado por Guillermo, duque de Normandía (desde 1035). Después de un día de intensa batalla, la caballería normanda demostró ser más efectiva que la infantería anglosajona.
Guillermo reclamó el trono de Inglaterra que el predecesor de Haroldo, Eduardo el Confesor (quien reinó de 1042 a 1066), le había prometido; Guillermo había decidido invadir Inglaterra para tomar por la fuerza el reino que consideraba que le pertenecía legítimamente. Según la tradición, Haroldo murió en la batalla al recibir el impacto de una flecha en el ojo y ser luego descuartizado al caer al suelo. El vencedor fue coronado rey de Inglaterra el día de Navidad del mismo año y su conquista de Inglaterra durante los siguientes cinco le haría ganarse el sobrenombre de Guillermo el Conquistador. La batalla de Hastings puso punto y final a 500 años de dominio anglosajón y trajo consigo incontables cambios políticos, religiosos y culturales durante las siguientes décadas, en las que la élite normanda se instaló a lo largo y ancho del nuevo reino, levantó castillos y creó innovaciones como el Domesday Book (un registro de las propiedades y posesiones del reino).
Harold Godwinson
En 1066, el trascendental año que cambiaría la historia del país, Harold Godwinson acababa de ser coronado como Haroldo II, rey de Inglaterra. Oficialmente el conde de Wessex, Haroldo fue coronado el 6 de enero tras la muerte de Eduardo el Confesor, que no dejó heredero. Haroldo había llegado al trono en circunstancias poco claras, aunque Eduardo, en su lecho de muerte, lo había designado personalmente como su sucesor. Haroldo era el líder militar más prominente del reino y había forjado su reputación en sus exitosas campañas en Gales en 1063 y 1064.
Guillermo, duque de Normandía
Mientras tanto, al otro lado del Canal de la Mancha, Guillermo, el duque de Normandía, tenía otros planes. Guillermo aseguraba que Eduardo le había prometido el trono años atrás, en 1051. Los normandos también aseguraban que, en una visita de Haroldo en 1064, este había, o bien reiterado la oferta de Eduardo, o bien prometido a Guillermo que sería su vasallo y que no se interpondría en su reclamación del trono, debido a que los normandos habían liberado a Haroldo después de su captura por parte del conde Guy de Ponthieu. Esta es la versión de los normandos de los hechos previos al 1066.
Las fuentes anglosajonas ofrecen una versión alternativa; de hecho, tres posibles escenarios: que Harold nunca viajó a Normandía, que si lo hizo fue a causa de contratiempos meteorológicos o que simplemente fue a Normandía para lograr la liberación de unos prisioneros anglosajones. Por último, los ingleses argumentaban, después de la batalla de Hastings, que aunque los normandos estuvieran en lo cierto acerca de la promesa de vasallaje que Haroldo le habría hecho a Guillermo, esta no tendría validez al haberse hecho mientras Haroldo estaba preso. El consenso académico de nuestros días es que la reclamación de Guillermo del trono de Inglaterra tenía poco fundamento, pero, como sucede a menudo en la historia, sutilezas como las promesas y los juramentos de lealtad tienen poco peso al lado de una victoria en el campo de batalla. Cualquiera que fuera la justificación de Guillermo, su intención era la de invadir Inglaterra y el verano de 1066 realizó grandes preparativos para ello.
Harald Hardrada y Tostig
Como si la historia de 1066 no fuera suficientemente complicada, había un tercer jugador en la mortal partida para decidir quién se llevaría el reino de Inglaterra. El rey Harald Hardrada, también conocido como Harald III de Noruega (quien reinó de 1046 a 1066), reclamaba la corona de Harold Godwinson de forma tan discutible como Guillermo, pero, al igual que el duque normando, sabía que un ejército poderoso compensaría con creces la inconsistencia de sus derechos legales.
Hardrada contó con el apoyo de Tostig, conde de Northumbria y hermano y gran rival de Haroldo II. La estricta forma de gobernar de Tostig había provocado una gran revuelta en Northumbria en 1065 y, en consecuencia, fue desposeído de su título y se exilió en Flandes. Tostig no se tomó muy bien ser tratado de esa manera y hostigó con sus barcos el sur y el sudeste de Inglaterra. Después de escapar a Escocia, acabó en Noruega, donde vio en Hardrada la oportunidad para arrebatarle el trono a su hermano.
Hardrada reunió para la invasión una flota de unas 300 naves, aunque algunas estimaciones llegan hasta las 500. Su ejército podría haber estado formado por unos 12.000 soldados. El 8 de septiembre, Hardrada desembarcó en el noreste de Inglaterra, cerca de la desembocadura del río Tyne, donde se le unió una pequeña flota bajo el mando de Tostig de quizás 12 naves. Desde ahí, las dos flotas zarparon rumbo al sur y finalmente desembarcaron en Riccall, a solo 16 kilómetros de la estratégica ciudad de York. La amenaza para Harold Godwinson era obvia, pero, al coincidir en el tiempo con los planes de Guillermo de invadir por el sur, la corona del rey anglosajón corría verdadero peligro.
Fulford Gate y Stamford Bridge
La primera de las tres grandes batallas de 1066 tuvo lugar en Fulford Gate, un lugar indeterminado cerca de York. Allí, el 20 de septiembre, un ejército anglosajón liderado por Edwin, conde de Mercia, y Morcar, conde de Northumbria, se enfrentó al ejército de Hardrada. El rey de Noruega resultó victorioso, pero Haroldo ya se encontraba de camino hacia el norte con un segundo ejército que incluía su fuerza de élite de unos 3000 huscarles (tropas profesionales encargadas de la protección del rey).
El 25 de septiembre, el ejército de Haroldo se encontró con las tropas de Hardrada en Stamford Bridge, una amplia pradera en algún punto al este del río Derwent. Esto sorprendió a los hombres de Hardrada, ya que ese día esperaban negociar la liberación de los rehenes de la ciudad de York tras su capitulación el día anterior. Los invasores, por tanto, tuvieron la clara desventaja de encontrarse sin sus cotas de malla, ya que las habían dejado en el campamento tras los festejos por la victoria en Fulford Gate. El combate duró menos de un día y tanto Hardrada como Tostig murieron en él. La batalla fue un triunfo rotundo para Haroldo y los anales de la Crónica anglosajona registran que los supervivientes del ejército invasor apenas pudieron llenar 24 naves, que zarparon de vuelta a casa a las órdenes del hijo de Hardrada, Olaf. Haroldo había derrotado a uno de los contendientes a su corona, pero ahora debía enfrentarse en el sur al más peligroso de sus dos rivales.
Invasores y defensores
Guillermo había estado trabajando todo el verano para reunir una gran flota cerca de Saint-Valéry-sur-Somme, en la costa norte de Francia. Una fuente normanda de la época cifra en 776 el total de las naves, pero es muy probable que esa cantidad sea exagerada. Los soldados normandos tenían la motivación de la promesa del botín y de las tierras en el territorio conquistado, pero también recibieron un salario en verano durante los preparativos. Se desconoce el número total de efectivos, pero la mayoría de los historiadores sugieren una cifra de entre 5000 y 8000 hombres, que incluían 1000 o 2000 unidades de caballería.
Haroldo sabía de la inminente invasión normanda y se había preparado para recibirla, pero tenía dificultades para mantener a sus fuerzas unidas. El ejército inglés llevaba ya más de tres meses lejos de casa y sus hombres debían regresar a las granjas para la época de la cosecha, donde todo el mundo era necesario para asegurar que hubiera suficiente cereal para el año siguiente. El mal tiempo retrasó los planes de Guillermo —o quizás estaba esperando astutamente a que sus adversarios se disolvieran— y Haroldo volvió a Londres la primera semana de septiembre. Entonces llegaron las noticias de la invasión por el norte de Hardrada y de la derrota en Fulford Gate. La marcha y la victoria de Haroldo en Stamford Bridge, aunque relevantes, fueron para el rey inglés solamente el primer acto de una tragedia en dos actos.
El 28 de septiembre de 1066, Guillermo y su ejército invasor desembarcaron en Pevensey (Sussex), en el sur de Inglaterra, donde había un buen puerto y la ventaja añadida de un antiguo fuerte romano que Guillermo volvió a fortificar y que proporcionaba algo de protección al campamento del ejército. Los normandos no tenían que preguntarse dónde estaba Haroldo, ya que disponían de información sobre la invasión de Hardrada en el norte. Sin embargo, lo que Guillermo no podía saber era cuál de los dos reyes había vencido en Stamford Bridge y quién sería su adversario. Entonces llegaron las noticias de la victoria de Haroldo y de que estaba en marcha en dirección al sur. Haroldo llegó a Londres el 6 de octubre y convocó a su ejército, y el 13 de octubre este se congregó en Caldebec Hill, a 13 kilómetros al norte de Hastings.
Las tropas de Haroldo contaban con la fuerza de élite, los huscarles, y con las levas generales o fyrds, suministradas por cada uno de los condados del reino y que estaban peor entrenadas. Algunas fuentes, tratando de buscar explicaciones a la victoria o a la derrota dependiendo de las afinidades del autor, aseguran que el ejército anglosajón era menor que el normando porque Haroldo no había tenido tiempo de reunir tropas de todos los condados. Por el contrario, otros autores aseguran que el ejército de Haroldo era el mayor de los dos. De todas formas, dada la igualdad en el desenlace de la batalla, es muy probable que ambos bandos tuvieran un tamaño similar. Una de las críticas más constantes de los autores medievales es que Haroldo movilizó a sus tropas demasiado pronto, quizás tentado de forma deliberada por Guillermo y sus órdenes de arrasar los territorios de la costa sudeste de Inglaterra, que eran los condados personales de Haroldo.
Batalla
Los dos ejércitos se encontraron el 14 de octubre de 1066; las tropas de Guillermo habían avanzado primero para llegar al campamento de Haroldo por la mañana. El ejército de Haroldo, tal vez un poco sorprendido por el movimiento inicial de los normandos, tomó posiciones en una pequeña colina, en forma de cabeza de martillo, que estaba protegida por bosques en los flancos y por un riachuelo y terrenos pantanosos en el frente. Las tropas de Guillermo tomaron posiciones al sur de la colina divididas en tres divisiones de infantería: de izquierda a derecha, los bretones, los normandos y los franceses, todos ellos con una primera línea de arqueros y ballesteros y la caballería a la espera en la retaguardia.
Normalmente, los guerreros de Haroldo iban armados con una espada, un hacha grande o una lanza larga y los mejor pertrechados (y las primeras líneas) llevaban una cota de malla. Un casco cónico con protección para la nariz y un escudo redondo o en forma de deltoide proporcionaban protección extra. También habría habido algunos contingentes que lanzaban proyectiles al enemigo, como jabalinas, flechas, martillos de piedra, mazos y hondas, antes de que otros guerreros avanzaran en formación con los escudos bien juntos para crear un muro protector. La siguiente fase habría sido más caótica, con predominio de duelos y de luchas en pequeños grupos. Una táctica habitual era la de usar parejas de soldados, uno blandiendo con las dos manos un hacha ancha y el otro con una espada y un escudo que tenía la tarea de proteger al soldado con el hacha, que no podía cargar con un escudo. Los normandos, por el contrario, se decantaban por caballería con jinetes con armadura y lanza bajo el brazo que hacían cargas en unidades compactas para romper las líneas de infantería enemigas. Los normandos también tenían tanto arqueros como ballesteros, de lo que probablemente carecía el ejército anglosajón, al menos en una cantidad significativa.
Los normandos iniciaron el ataque con una descarga de flechas y los anglosajones respondieron con una lluvia de hachas de piedra contra la infantería enemiga que intentaba ascender por la colina. La caballería normanda inició la carga, pero el terreno y la cuesta de la colina la entorpecieron y fue repelida también por el muro protector anglosajón. En un momento de drama, corrió la voz entre las tropas normandas de que Guillermo había sido abatido. Esto podría haber cambiado el resultado de la batalla, ya que, en la Edad Media, muchos ejércitos abandonaban el campo de batalla cuando su comandante caía. Guillermo, sin embargo, estaba ileso y galopó entre sus hombres con la visera alzada para que pudieran ver que continuaba vivo y al mando de la situación.
Unos cuantos soldados anglosajones, envalentonados por la retirada de la caballería normanda, los persiguieron colina abajo, pero, una vez en ese terreno, y habiendo disuelto su formación, fueron liquidados por los caballeros normandos que dieron media vuelta y volvieron a cargar. Tras ver el éxito de esa acción, Guillermo ordenó otras dos cargas y retiradas simuladas en la colina, de forma que ambas veces las tropas enemigas picaron el anzuelo y los persiguieron, y una vez que estuvieron en terrenos más llanos y favorables para la caballería, esta contraatacó con éxito.
Muerte del rey Haroldo
La lucha se había prolongado durante varias horas, mucho más tiempo del habitual en una batalla medieval. Sin embargo, la superioridad de la caballería normanda frente a la infantería anglosajona poco a poco estaba surtiendo efecto y, con los efectivos diezmados, no quedaban suficientes soldados anglosajones para defender la loma. Seguramente, en ese momento, fuera determinante que las tropas mejor entrenadas, los huscarles, estuvieran mermadas a consecuencia de la batalla de Stamford Bridge. En una última carga de la caballería, Haroldo y otros líderes anglosajones murieron en combate, incluidos los hermanos del rey Gyrth y Leofwine. La muerte de Haroldo, al menos según la tradición, la provocó primero el impacto de una flecha en el ojo, luego este cayó al suelo por una carga de la caballería y finalmente fue descuartizado por las espadas normandas mientras yacía boca abajo en el suelo. Los soldados anglosajones restantes libraron una valiente lucha desesperada mientras se retiraban a una colina cercana, llamada Malfosse, pero terminaron siendo aniquilados y la victoria de Guillermo fue total.
Posteriormente, el duque normando construiría una abadía en el lugar de la batalla, conocida como la Abadía de Battle, como agradecimiento por su victoria; las ruinas de la abadía todavía siguen en pie hoy en día. Se desconoce cuál fue la suerte del cuerpo de Haroldo, aunque una leyenda del s. XII afirma que se desenterraron sus restos del cementerio cerca del campo de batalla para llevarlos a la Abadía de Waltham, pese a que una exploración posterior de la tumba reveló que estaba vacía. Otra leyenda aseguraba que Haroldo había sobrevivido a la batalla y llegado a anciano, pero esas historias y el misterio de la tumba del rey caído son exactamente lo que Guillermo deseaba: no habría ni entierro del rey ni tumba de un mártir para que los rebeldes se congregaran a su alrededor.
Después de la batalla
Guillermo el Conquistador, como se le conocería después, fue coronado Guillermo I, rey de Inglaterra, el día de Navidad de ese mismo año en la Abadía de Westminster, lo que supuso el fin de 500 años de dominio anglosajón. Sin embargo, Guillermo todavía tuvo que luchar durante cinco años más antes de tener el control absoluto sobre el nuevo reino, durante los cuales ganó batallas contra los rebeldes del norte de Inglaterra y construyó motas castrales, también llamadas castillos de mota y bailey, por todo el territorio.
Una de las grandes fuentes documentales de la batalla de Hastings es el tapiz de Bayeux. El tapiz, que fue confeccionado entre 1067 y 1079 y mide alrededor de 68 metros de longitud y 50 centímetros de altura, representa en detalle muchos aspectos de la conquista normanda y de los acontecimientos previos, pero es un elemento de propaganda que refuerza la reclamación de Guillermo del trono de Inglaterra y, por ejemplo, omite la batalla de Stamford Bridge. No obstante, las imágenes del tapiz (en realidad, un bordado) son espectaculares, en especial las de la batalla de Hastings y la muerte de Haroldo.
La derrota tanto de los anglosajones como de los vikingos en las batallas de 1066 dio paso a una nueva era en la historia del norte de Europa y de Inglaterra en particular, donde los normandos ocuparon el lugar de la élite gobernante anglosajona, la Iglesia también se reestructuró y se forjaron lazos más estrechos con Europa continental, sobre todo con Francia, lo que tendría una enorme incidencia en la historia de los dos países a lo largo de los siglos posteriores.