Las cruzadas del norte o cruzadas bálticas fueron campañas militares organizadas por los papas y gobernantes de occidente entre los siglos XII y XV, que tenían por objetivo expreso convertir al cristianismo a las poblaciones paganas. Dirigidas en específico a evangelizar los pueblos de Prusia, Livonia (la actual Estonia), y Lituania, su finalidad se apartaba de la de las cruzadas de la Tierra Santa, cuyo propósito era liberar los territorios cristianos del dominio musulmán.
A partir del siglo XIII, la fuerza dominante de las campañas de las cruzadas del norte era la Orden de los Caballeros Teutónicos, la cual llegó a establecer en Prusia un estado militarizado propio. Aunque a la postre la orden convirtió la región al cristianismo, la causa religiosa en cuya defensa se erigía constituía en esencia una excusa para procurarse riquezas y tierras. Durante el siglo XV la región fue testigo del surgimiento de nuevos desafíos provenientes de polacos, rusos y turcos otomanos, por lo que las cruzadas bálticas, una vez logrados sus propósitos, fueron reemplazadas por guerras seglares.
El Báltico y las áreas que lindaban con los territorios germanos donde imperaban las prácticas paganas proveyeron a las cruzadas un marco de actuación distinto, puesto que a partir del siglo XI se habían concebido como campañas destinadas a rescatar del dominio musulmán a Jerusalén y a otras ciudades del Cercano Oriente. Del mismo modo que había ocurrido con las cruzadas dirigidas al Levante, los gobernantes aprovecharon la oportunidad para combinar los beneficios religiosos resultantes de las contiendas, con la obtención de riquezas materiales que se expresaban en forma de pieles, tierras, ámbar, y esclavos. Además, las cruzadas del norte, al inicio conducidas por los sajones y lanzadas contra los pueblos eslavos occidentales de prácticas paganas conocidos como wendos, proporcionaron una nueva faceta al movimiento cruzado: la conversión activa de quienes no profesaban el cristianismo, en lugar de la liberación de territorios dominados por infieles.
el papa eugenio iii declaró de manera oficial que la primera cruzada del báltico proporcionaría a sus combatientes la remisión de sus pecados, al igual que lo habían hecho las dirigidas al medio oriente.
El Imperio germánico mantenía una larga tradición de enviar misioneros cristianos a los estados que se hallaban en su frontera nororiental, zona candente donde se originaban numerosas guerras dirigidas contra las naciones paganas de Europa del este. En 1108 distintas personalidades, entre ellas el arzobispo de Magdeburgo, añadieron combustible a la causa con informes que mencionaban la comisión de asesinatos de misioneros y de atrocidades contra los cristianos en esos territorios. En diciembre de 1145, el papa Eugenio III (pontífice de 1145 - 1153), convocó la segunda cruzada (1147-1149), cuyo objetivo era objetivo recapturar Edesa, en el norte de Mesopotamia, pero un importante número de nobles germanos optaron por resolver el problema que confrontaban con los infieles asentados en sus traspatios, en lugar de marchar a pelear en el Levante. Una asamblea celebrada en Frankfurt en marzo de 1147 decidió priorizar el Báltico, acuerdo que el influyente abad Bernard de Clairvaux selló con su aprobación. En abril, el papa Eugenio III declaró de manera oficial que la cruzada del Báltico proporcionaría a sus combatientes la remisión de sus pecados, al igual que lo habían hecho las dirigidas al Oriente Medio. El papa fue aún más lejos al emitir la infame proclamación de intolerancia citada a continuación:
Queda del todo prohibido por la razón que fuere, que se concierte tregua con estas tribus, sea a cambio de dinero, o a cambio de tributos, hasta que, con el favor de Dios, se hayan convertido o exterminado. (citado en Phillips, 39)
De esta manera el movimiento cruzado quedaba constituido como campaña armada de evangelización, y Eugenio llegaba incluso a disponer que el beneficio de la remisión de los pecados dependía de manera exclusiva del éxito de la conversión de los paganos al cristianismo. Es posible que la severa declaración del Papa reflejara la persistente dificultad de convertir la región, y en particular a los wendos. En numerosas ocasiones estos pueblos eslavos del oeste habían hecho posterior rescisión de su profesión de fe, cuestión considerada peor ofensa que la de ser infiel, y retornaban a las prácticas paganas, o incluso las mezclaban con las cristianas. Otro problema recurrente era el abandono de las campañas a cambio de la obtención de ganancias monetarias temporales. Esta nueva cruzada se diseñaba para que fuera la última dirigida al Báltico.
La cruzada contra los wendos
Antes de la marcha de los ejércitos cruzados, los wendos les obsequiaron una motivación adicional a sus empeños. Habían comprendido que los problemas que se cernían sobre ellos se encontraban a la vuelta de la esquina y lanzaron un golpe preventivo contra el puerto de Lubeck, dominado por los cristianos. Como consecuencia, entre junio y septiembre de 1147 tropas mixtas de sajones y daneses atacaron los asentamientos paganos de Dobin y Malchow, ambos ubicados en la actual región nororiental de Alemania. La población de Dobin aceptó ser bautizada, con lo que puso fin a la lucha y salió ilesa. Sin embargo Malchow no corrió igual suerte, debido a que los soldados prendieron fuego a su templo e ídolos paganos y destruyeron los territorios circundantes. Tras un fallido sitio a Demmin, ubicada a orillas del río Peene, el poblado de Stettin, levantado en la ribera pomerana del río Oder, pasó a ser el siguiente objetivo, pero sus habitantes se las ingeniaron para persuadir a los cruzados de que no los atacaran, mediante la treta de exponer crucifijos sobre las murallas de la ciudad. En términos generales, la campaña, a pesar de sus sublimes propósitos y del apoyo papal, no logró mejor desempeño que las usuales incursiones anuales de saqueo que se enviaban al área. Tampoco contribuyó al éxito de la cruzada la falta de confianza que dividía a sajones y daneses. El escuálido resultado neto fue la conversión de un jefe de tribu y la adquisición de algún botín, que se vió aún más desguarnecido por la permanencia en el poder del príncipe Niklot, líder de los wendos, y por la continuación de las prácticas paganas de sus súbditos en negación de las promesas hechas. Por supuesto, esto no era lo que Eugenio había concebido.
Durante las siguientes centurias el mundo báltico continuaría siendo escenario de las actividades de las cruzadas, sobre todo a partir del siglo XIII, con la llegada de la orden militar de los caballeros teutónicos. Entre 1193 y 1230 se enviaron ejércitos cruzados sajones a defender las misiones cristianas de Livonia, pero de nuevo se concentraron en la expoliación de tierras en vez de en el cumplimiento de su misión religiosa, por lo que a pesar de sus éxitos militares no lograron la conversión ni el dominio permanente de los nativos. Correspondería a los caballeros teutónicos continuar la obra; en el proceso absorbieron órdenes militares locales como la de los Hermanos de la Espada en 1237 (Swordbrothers), y combatieron de manera casi ininterrumpida desde 1245 hasta el siglo XV en Prusia, a cuyos efectos lanzaban constantes ataques contra los lituanos y los pueblos livonios, ubicados más al norte.
Los caballeros teutónicos constituían una formidable fuerza combativa integrada por caballería e infantería profesional. Su caballería pesada estaba respaldada por un cuerpo disciplinado de arqueros, capaces de disparar densas y devastadoras andanadas que barrían con todo lo que se encontrara frente a ellos. Además, los caballeros estaban mucho más versados en las tácticas de asedio que las poblaciones que enfrentaban, y eran maestros de la diplomacia capaces de forjar convenientes alianzas de mutuo beneficio dirigidas contra sus enemigos tradicionales. Con frecuencia se producían ataques guerrilleros y numerosas revueltas locales, entre las cuales se cuenta una de mayores proporciones acontecida en 1260, pero la orden recibía apoyo de un flujo de cruzados provenientes de diversos estados occidentales y centrales de Europa entre los que se contaron brillantes personalidades como Rodolfo de Habsburgo, Otto III de Brandeburgo y el rey Ottokar II de Bohemia. Una vez más, el apoyo del papa resultó fundamental, y el ideal cruzado de defender el cristianismo se transformó en útil mecanismo que lograba nuevos fieles y apropiaciones de tierras arrebatadas a quienes no aceptaban la fe. El éxito de la Orden Teutónica en Prusia queda constatado por el hecho de que la agrupación convirtió a la región en un estado de su propiedad (Ordensstaat) y lo transformó de manera gradual y completa en un territorio alemán que institucionalizó tanto la guerra como la religión. De hecho, al menos para los extranjeros, durante los siguientes siglos el dominio llegó a sobresalir y a constituir, más que ningún otro, el epítome de la cultura germana.
las tierras nuevas, en su mayoría puertos y áreas aledañas a los ríos, se repoblaban con inmigrantes germanos, y en ellas se construían iglesias y monasterios.
Aunque el despliegue de la gran mayoría de las campañas militares (reisen) se limitaba a la estación invernal debido a que en esa época los pantanos y lagos se encontraban helados, la Orden Teutónica alcanzó importantes éxitos en lo concerniente a apoderarse de nuevos territorios, entre los que resaltan Danzig y Pomerania Oriental, en 1308, y Estonia septentrional, en 1346, comprada al rey danés Valdemar IV durante su reinado de 1340 a 1375. Las tierras nuevas, en su mayor parte puertos y áreas aledañas a ríos, se repoblaban con inmigrantes germanos, se erigían en ellas iglesias y monasterios a menudo cistercienses, y se defendían mediante la construcción de castillos, todo lo cual formaba parte de un proceso sistemático de colonización. Los ataques a Lituania resultaron victoriosos y la causa concluyó con la promesa hecha en 1386 por el gran príncipe Jogailo (o Jogaila), de convertir a todo su pueblo al cristianismo, proceso que culminó de manera formal en 1389.
Hacia finales del siglo XIV, debido a la falta de unidad política y al retraso tecnológico respecto a occidente, la mayor parte del Báltico había sido convertida al cristianismo mediante el empleo de la fuerza. A partir de entonces, mientras continuaba la guerra y se internaba en Livonia, quedó claro que el interés de los caballeros teutónicos se centraba en la política, en la conquista de tierras, y en el saqueo, en vez de en la conversión. De hecho, a los caballeros teutónicos se les acusaba con frecuencia de masacrar a los cristianos, destruir iglesias centenarias, impedir conversiones, y comerciar con paganos. Se decía que la única razón por la que muchos no creyentes de Europa central ofrecían resistencia a la evangelización era que no deseaban vivir bajo el brutal régimen de los caballeros teutónicos. La Orden Teutónica no era la única que ambicionaba la región; los reyes daneses y suecos invocaron idénticas urdimbres ideológicas para invadir el norte de Estonia y Finlandia durante los siglos XIII y XIV.
Decadencia de la Orden Teutónica
Durante el siglo XV, cuando lituanos y polacos unieron sus fuerzas con rusos, mongoles, y otros estados aliados de menor tamaño, la Orden quedó amenazada de extinción. El 15 de julio de 1410 la primera batalla de Tannenberg concluyó con el exterminio de un ejército de caballeros teutónicos, y en 1457 el cuartel general de la ya muy reducida y en buena medida laica orden, tuvo que reubicarse en Konigsberg. La Orden Teutónica perduró a través de su rama livonia hasta el siglo XVI, enfocada en lo fundamental en continuar batallando, sin mucho éxito, contra los rusos ortodoxos y los turcos otomanos. Por último, la rama prusiana de la orden se secularizó en 1525, y en 1562 la livonia, momento en que las cruzadas del Báltico llegaron a su fin.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, M. (2018, octubre 04). Cruzadas del Norte [Northern Crusades].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-17429/cruzadas-del-norte/
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Cartwright, Mark. "Cruzadas del Norte."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 04, 2018.
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Cartwright, Mark. "Cruzadas del Norte."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 04 oct 2018. Web. 21 nov 2024.
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Escrito por Mark Cartwright, publicado el 04 octubre 2018. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.