El monasterio medieval

10 días restantes

Invertir en la enseñanza de la Historia

Al apoyar a nuestra fundación benéfica World History Foundation, está invirtiendo en el futuro de la enseñanza de la historia. Tu donación nos ayuda a dotar a la próxima generación de los conocimientos y habilidades que necesitan para comprender el mundo que les rodea. Ayúdanos a empezar el nuevo año dispuestos a publicar más información histórica fiable y gratuita para todos.
$3086 / $10000

Definición

Mark Cartwright
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 14 diciembre 2018
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, alemán, italiano, portugués, turco
Escucha este artículo
X
Imprimir artículo
Whitby Abbey (by Mark Cartwright, CC BY-NC-SA)
Abadía de Whitby
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Un monasterio medieval era una comunidad de monjes cerrada y a veces remota, liderada por un abad, que rechazaba los bienes terrenales para llevar una vida simple de oración y devoción. Los monasterios cristianos se desarrollaron primero en el siglo IV en Egipto y Siria, y para el siglo V esta idea se había extendido a Europa Occidental.

Tales figuras como San Benito de Nursia (fallecido en 543), el fundador de la orden benedictina, establecieron reglas que debían seguir los monjes, y estas se imitaron y siguieron, en mayor o menor grado, durante los siglos posteriores, incluido en los monasterios que siguen en funcionamiento hoy en día. Aunque sus miembros eran pobres, los propios monasterios eran instituciones ricas y poderosas, ya que reunían la riqueza de las tierras y propiedades que les donaban. Los monasterios también eran centros de aprendizaje importantes, que educaban a los jóvenes y, lo que es más importante para los historiadores modernos, producían libros y conservaban los textos de la antigüedad que han mejorado infinitamente nuestro conocimiento no solo del mundo medieval sino de la antigüedad clásica.

Eliminar publicidad
Publicidad
SE ESPERABA QUE LOS MONJES REALIZARAN SUS DEBERES EN SILENCIO, QUE LLEVARAN ROPAS SIMPLES Y BURDAS Y RECHAZARAN TODAS LAS PROPIEDADES PERSONALES EXCEPTO LAS MÁS BÁSICAS.

Orígenes y desarrollo

A partir del siglo III d.C. se desarrolló una tendencia en Egipto y Siria que llevó a algunos cristianos a decidir llevar una vida en soledad como ermitaños o ascetas. Tomaban esta decisión porque creían que sin ninguna distracción material o mundana lograrían un mayor entendimiento y cercanía a Dios. Además, cuando se perseguía a los primeros cristianos a veces se veían obligados a vivir en áreas montañosas remotas donde escaseaban los bienes básicos. A medida que fue aumentando el número de estos individualistas, algunos empezaron a vivir juntos en comunidades, pero manteniendo aun así esa separación del resto de la sociedad y dedicándose por completo a la oración y el estudio de las escrituras. Inicialmente, los miembros de estas comunidades vivían juntos en un lugar conocido como lavra, donde continuaban con su vida solitaria y solo se reunían para los servicios religiosos. Su líder, el abba (de ahí la palaba "abad") presidía sobre estos individualistas: por esta razón en griego se los denominó monachos, que deriva de mono que quiere decir "uno", que es también el origen de la palabra "monje".

Uno de los primeros ascetas en empezar a organizar los monasterios en los que los monjes llevaban una vida más comunal fue Pachomios (en torno a 290-346), un egipcio y antiguo soldado que, puede que inspirado por la eficiencia de los campamentos romanos, fundó nueve monasterios para hombres y dos para mujeres en Tabennisi en Egipto. Estos primeros monasterios comunales (cenobíticos) se administraban de acuerdo con una serie de reglas recogidas por Pachomios, y este estilo de vida comunal (koinobion) en el que los monjes vivían, trabajaban y rezaban juntos siguiendo una rutina diaria, en la que todas las propiedades eran comunes y había un abad que administraba el monasterio se convirtió en el modelo común en la época bizantina.

Eliminar publicidad
Publicidad

Agios Triadas Monastery, Meteora
Monasterio Agios Triadas, Meteora
Dido3 (CC BY-SA)

El siguiente paso en el camino hacia el tipo de monasterio que se convertiría en estándar en la Edad Media fue creado por Basilio de Cesarea (también conocido como San Basilio o Basilio el Grande, que vivió en torno a 330-379) en el siglo IV. Basilio había visto de primera mano los monasterios de Egipto y Siria y quiso reproducirlos por todo el Imperio romano oriental o Bizantino. Basilio añadió una dimensión extra con su creencia de que los monjes no solo debían trabajar juntos para lograr objetivos comunes, sino que también tenían que contribuir a la comunidad en general. Los monasterios bizantinos eran organizaciones independientes con sus propias reglas y regulaciones para los monjes hermanos.

La orden benedictina

A partir del siglo V la idea de los monasterios se fue extendiendo por todo el Imperio bizantino y por Europa Occidental, donde adoptaron sus propias prácticas basadas en las enseñanzas del abad italiano San Benito de Nursia (en torno a 480-543), considerado como el fundador del modelo monástico de Europa. El propio Benito fundó un monasterio en Monte Cassino en Italia. La orden benedictina animaba a sus miembros a vivir de la manera más simple posible, con comida básica, aposentos sencillos y las menos posesiones posibles. Se esperaba que los monjes vivieran juntos en una comunidad compartida de ayuda mutua y vigilancia, y que participaran en el trabajo físico necesario para que el monasterio fuera autosuficiente económicamente, además de hacer estudios religiosos y orar. Había una serie de normas, conocidas en conjunto como la Regla monástica (regula), que tenían que seguir los monjes, aunque su severidad y aplicación práctica dependía en gran parte de los abades, que gobernaban con autoridad absoluta en cada monasterio. Las mujeres podían llevar una vida monástica como monjas en abadías o conventos.

Eliminar publicidad
Publicidad

Ayudados en gran medida por la exención de impuestos y las donaciones, los monasterios se fueron haciendo más sofisticados y ricos, por lo que a lo largo de la Edad Media el trabajo físico se fue haciendo menos necesario para los monjes porque ahora podían depender del trabajo de los hermanos laicos y contratar a obreros o siervos (obreros no libres). En consecuencia, los monjes de la Edad Media podían pasar mucho más tiempo dedicados al estudio, especialmente produciendo las especialidades monásticas medievales como los manuscritos iluminados.

Saint Benedict of Nursia
San Benito de Nursia
Fra Angelico (Public Domain)

La orden cisterciense

A partir del siglo XI empezaron a aparecer órdenes nuevas, la más notable la cisterciense (creada en 1098), principalmente porque algunos monjes deseaban llevar un estilo de vida aún más estricto que el que ofrecían los benedictinos. La orden cisterciense hizo mucho más hincapié en los estudios religiosos y minimizó la cantidad de trabajo físico que se esperaba que realizaran los monjes. En vez de eso, los trabajos tales como trabajar las huertas del monasterio o cocer el pan los realizaban empleados o hermanos laicos que no eran monjes al 100%. De acuerdo con su estilo de vida más severo, los monasterios cistercienses también se encontraban en lugares más remotos que los benedictinos y tenían edificios sencillos con la menor cantidad posible de labrados, decoraciones interiores o comodidades.

A partir del siglo XIII se empezó a desarrollar otra rama de la vida asceta que consistía en frailes que rechazaban todos los bienes materiales y vivían no en comunidades monásticas, sino como individuos que dependían por completo de la caridad de los benevolentes. San Francisco de Asis (en torno a 1181-1260) es célebre por haber establecido una orden mendicante, los franciscanos, cuyo ejemplo seguirían después los dominicos (en torno a 1220), los carmelitas (a finales del siglo XII) y los agustinos (1244).

Eliminar publicidad
Publicidad

Vida diaria

Los monasterios variaban mucho en cuanto al tamaño, y los más pequeños contaban con una docena de monjes y a lo mejor estaban liderados por un prior en vez de un abad. Los más grandes, tales como la abadía de Cluny en Francia (fundada en torno a 1910), podían presumir de 460 monjes en su punto álgido en el siglo XII, aunque unos 100 hermanos era el número normal en la mayoría de monasterios. El abad se elegía entre los monjes veteranos, y era un puesto vitalicio. A este lo asistía un prior y los monjes que tenían responsabilidades administrativas específicas, los obedienciarios que se encargaban de varios aspectos del monasterio tales como la iglesia, las misas, la biblioteca, los ingresos de las tierras, los almacenes de comida o la bodega. El abad representaba al monasterio de cara al exterior, por ejemplo, en reuniones de la orden o en los encuentros relacionados con la gestión de las tierras del monasterio.

Four Monks by Rinaldi
Cuatro monjes por Rinaldi
Claudio Rinaldi (Public Domain)

Por supuesto, los monjes comunes llevaban vidas sencillas. Como normalmente a los monjes no se les permitía abandonar el monasterio, se pasaban el día realizando tareas agrícolas y continuando sus estudios religiosos, incluido leer textos específicos, copiar libros para crear nuevos manuscritos iluminados, enseñar a los oblatos (hombres jóvenes) o los novicios (monjes en formación) y orar (que oficialmente se clasificaba como "trabajo", o más bien la "tarea de Dios"). El día, e incluso la noche, estaba puntuado a intervalos regulares por misas y la reunión matutina del monasterio cuando los monjes se encontraban para hablar de los asuntos del monasterio. Se esperaba que llevaran a cabo sus obligaciones en silencio en general, que llevaran ropas básicas y sencillas y que se deshicieran de todas las posesiones personales menos las más básicas; su único beneficio era tener comida y bebida decente todo el año, ingerida en una sola comida al día (o dos en invierno).

EL CORAZÓN DEL MONASTERIO ERA EL CLAUSTRO, UNA ARCADA EN TORNO A UN ESPACIO CUADRADO ABIERTO.

Los edificios del monasterio

Los monasterios variaban de tamaño, por lo que no todos necesitaban los mismos edificios. De hecho, algunas veces la geografía dictaba la arquitectura, como por ejemplo en los monasterios remotos de la cima de la cordillera de Meteora, en Grecia, o la abadía benedictina en la isla del Monte San Miguel en Francia. Sin embargo, muchos compartían las mismas características arquitectónicas básicas y los planos de cualquier monasterio de Europa eran sorprendentemente consistente a lo largo de toda la Edad Media. A menudo los monasterios contaban con murallas, pero no se puede decir si su propósito era mantener a la gente fuera o a los monjes dentro. El acceso desde fuera se realizaba mediante la puerta principal.

Eliminar publicidad
Publicidad

El corazón del monasterio era el claustro; una arcada en torno a un espacio cuadrado abierto. El acceso a este claustro solía estar restringido, y nadie externo la comunidad monástica tenía permitido entrar sin permiso. El claustro era una de las pocas áreas en las que los monjes podían hablar libremente, y también era donde se enseñaba a los novicios y se realizaban tareas como afilar cuchillos en la piedra de afilar del monasterio o lavar ropa en grandes fuentes de piedra.

Model of Cluny Abbey
Modelo de la abadía de Cluny
Hannes72 (CC BY-SA)

Junto al claustro estaba la iglesia con el campanario, importante para llamar a los monjes a misa. Había almacenes, bodegas para guardar vino y comida y puede que hasta establos. También había una casa para las reuniones generales diarias, una biblioteca y, mirando al sur para conseguir la mejor luz posible, un scriptorium donde los monjes hacían los libros. Las comidas comunes se servían en el comedor con sus mesas corridas de madera. Junto al comedor estaban las cocinas, una panadería y un jardín de verduras y especias con un estanque de peces. Además, junto al comedor también estaba el calefactorio, la única habitación caliente del monasterio (aparte de las cocinas), adonde los monjes podían ir a calentarse a ratos durante el invierno. Había dormitorios separados para los monjes, los oblatos y los novicios.

Más allá del claustro estaban los edificios anexos que variaban dependiendo del tamaño del monasterio. Puede que hubiera una enfermería para los ancianos y los enfermos con su propia cocina. Los hermanos laicos tenían su propio edificio de habitaciones, normalmente en el patio exterior, que a menudo tenía también sus propias cocinas, ya que así podrían preparar comidas que los monjes no tenían permitido comer. Puede que también hubiera más habitaciones para hospedar a viajeros y talleres para ciertos artesanos, tales como sastres, orfebres o vidrieros. Puede que también hubiera un cementerio par los monjes y otro para las personas laicas ilustres de la zona.

¿Te gusta la historia?

¡Suscríbete a nuestro boletín electrónico semanal gratuito!

Las instalaciones de saneamiento de un monasterio de buen tamaño eran de las mejores que se podían encontrar en la época medieval. Cluny tenía un bloque de letrinas con unos impresionantes 45 cubículos que desembocaban en un canal de drenaje por el que corría el agua de un arroyo. En los monasterios más grandes puede que también hubiera baños, aunque bañarse a menudo se considerara un lujo innecesario entre los monjes.

El poder monástico

Un monasterio grande era muy parecido a un castillo medieval o una mansión en cuanto a que controlaba una zona de las tierras circundantes y básicamente contaba con todos los elementos que podían encontrarse en una villa pequeña en aquella época. En el sistema señorial de Europa la tierra por lo general se dividía en parcelas conocidas como señoríos, que era la propiedad más pequeña que comprendía unos pocos cientos de acres y que podía mantener al señor y a su familia. Un monasterio adquiría señoríos mediante donaciones, con lo que podía acabar manejando muchas tierras separadas, y de las cuales todos los ingresos iban a parar a las arcas del monasterio. Entre estas donaciones también podía haber propiedades en las ciudades o incluso iglesias, por lo que el monasterio recibía más dinero a través de la renta y los diezmos. Los ricos hacían tales donaciones para aumentar su prestigio en la comunidad; por ejemplo, no es coincidencia que en Inglaterra y Gales se construyeran 167 castillos y monasterios uno al lado del otro entre los siglos XI y XV. Además, al ayudar a un monasterio a establecerse, un señor se podía beneficiar de su producción y puede que incluso garantizar el bienestar de su alma en la otra vida, tanto mediante sus donaciones como mediante las oraciones dichas en su nombre como resultado de tales donaciones. Además de sus ingresos en forma de donativos, el alquiler de las tierras y la venta de los bienes que producían esas tierras, muchos monasterios hacían dinero mediante la celebración de mercados y la producción de productos artesanales, mientras que otros incluso tenían el derecho a acuñar su propia moneda.

Lindisfarne Gospels
Evangelios de Lindisfarne
manuscript_nerd (CC BY)

Los monasterios, como instituciones llenas de educadores y eruditos que eran, también demostraron ser herramientas útiles para el Estado. Los monarcas empleaban a los monjes con frecuencia, dada su habilidad con el latín y en la creación de documentos, en las oficinas reales, o el monasterio en sí se encargaba de tales funciones. Sabemos, por ejemplo, que el monasterio de Winchombe, en Gloucestershire, Inglaterra, y la abadía de San Wandrille, cerca de Rouen, Francia, se usaban como archivos reales en el siglo IX en sus respectivos reinos. Además, los monasterios más grandes daban formación a la aristocracia y a menudo tenían instalaciones especializadas en la enseñanza, como en Whitby Abbey en el noreste de Inglaterra, que educó a una larga estirpe de obispos y contaba a san Juan de Beverly (fallecido en 721) entre sus alumnos ilustres.

Su rol en la comunidad y su legado

Un monasterio aportaba la guía espiritual a las comunidades locales; a menudo la iglesia era para uso público, daba empleo, y los monjes daban educación, salvaguardaban las reliquias, hospedaban a los peregrinos que iban de visita, cuidaban de los huérfanos, los enfermos y los ancianos y daban comida, bebida y limosnas a los pobres cada día. Los monjes copiaban y producían incontables documentos históricos de valor incalculable, tales como tratados religiosos, biografías de santos e historias regionales. Sus manuscritos iluminados han adquirido reconocimiento mundial, e incluyen tales obras maestras como el Libro de Kells o los Evangelios de Lindisfarne, que aún se conservan.

Los monasterios patrocinaban las artes, especialmente la producción de frescos y mosaicos tanto dentro del monasterio como en el resto del mundo para poder propagar el mensaje cristiano. Los monasterios también eran protectores imprescindibles del arte y los documentos históricos (aunque no siempre lo conseguían), especialmente en tiempos revueltos tales como guerras, saqueos vikingos o herejías como la iconoclasia de los siglos VIII y IX, cuando se destruyó el arte religiosos sin miramientos y se veía como blasfemo. Gracias a sus esfuerzos, hoy en día no solo podemos leer textos de la época medieval sino también de la antigüedad gracias a la labor de los monjes copistas y de los monasterios que conservaron estos textos.

Los monasterios eran comunidades tan estables y prósperas que muchos de ellos adquirieron toda una periferia de edificios domésticos y funcionales donde la gente vivía permanentemente y trabajaba para proporcionarles a los monjes lo que necesitaran. En consecuencia, muchas ciudades hoy en día están situadas donde están porque en algún momento hubo un monasterio en el lugar. Por último, todavía hay muchos monasterios medievales en funcionamiento, tales como los de Meteora en el Monte Atos, Grecia, que en sí mismos son una conexión viva con el pasado y que siguen ayudando a los más necesitados de la sociedad.

Eliminar publicidad
Publicidad

Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2018, diciembre 14). El monasterio medieval [Medieval Monastery]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-17680/el-monasterio-medieval/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "El monasterio medieval." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación diciembre 14, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-17680/el-monasterio-medieval/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "El monasterio medieval." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 14 dic 2018. Web. 21 dic 2024.

Afiliación