El Imperio de Nicea fue un estado sucesor del Imperio bizantino que existió desde el 1204 hasta el 1261; mejor dicho, fue un Imperio bizantino en el exilio. El Imperio de Nicea, creado por la dinastía de los Láscaris, se fundó en 1204 tras el saqueo de Constantinopla durante la cuarta Cruzada y la consecuente creación del Imperio latino, gobernado por los cruzados. Cuando los ejércitos de Miguel VIII Paleólogo reconquistaron Constantinopla en 1261, el Imperio de Nicea abandonó su exilio, y de él resurgió el Imperio bizantino; acabaría sucumbiendo ante los turcos otomanos en 1453.
Un nacimiento de sangre y fuego
El saqueo de la capital bizantina de Constantinopla hizo añicos el Imperio bizantino. Mientras los cruzados latinos y sus aliados venecianos se establecían en Europa y en las islas del Egeo, se alzaron tres estados sucesores griegos en los arrabales del imperio: el primero, y el más lejano, fue el Imperio de Trebisonda en la esquina sureste del Mar Negro; el siguiente fue el despotado de Epiro, ubicado en la actual Albania y el noroeste de Grecia; por último, el Imperio de Nicea controlaba la antigua ciudad de Nicea y controlaba los territorios noroccidentales de Anatolia.
Además de esta vorágine de nuevos estados, también estaban los búlgaros al norte y los turcos al este. Se luchaban batallas con frecuencia, se forjaban y quebrantaban alianzas con la misma rapidez y quienquiera que impusiera su hegemonía en la región dependía de un juego de tronos que siempre cambiaba.Trebisonda se encontraba demasiado lejos de Constantinopla como para ser considerada como un candidato serio que reunificase Bizancio; por lo tanto, los latinos, epirotas, nicenos y búlgaros fueron los mayores aspirantes por Constantinopla.
Un imperio batiéndose en retirada
Cuando se hizo evidente que Constantinopla había caído en manos de la cuarta Cruzada, Teodoro Láscaris huyó de la ciudad, en dirección al este. Teodoro era el yerno del emperador bizantino Alejo III Ángelo (que reinó entre 1195 y 1203), lo cual le daba cierto atisbo de legitimidad y le permitió reunir partidarios bajo su estandarte. A pesar de que se hizo rápidamente con el control de la región alrededor de Nicea, (gracias, en gran medida, a que los búlgaros liderados por Kaloyan (que reinó de 1196-1207) atacaron al Imperio latino de Constantinopla y masacraron o capturaron a aquellos que lo lideraban) hubo también de luchar contra el Imperio de Trebisonda y su suegro, Alejo III.
Nicea era una capital temporal idónea: era próspera, culta, estaba repleta de palacios e iglesias y había estado en manos bizantinas durante más de 1000 años.
Teodoro derrotó a David Megas Comneno, hermano del emperador trapezuntino Alejo I Megas Comneno (r. 1204-1222); poco después se proclamó emperador como Teodoro I Láscaris (r. 1204-1222). Sin embargo, no pudo convencer al patriarca exiliado de Constantinopla, Juan Kamateros, de venir a Nicea desde Bulgaria, así que no fue ungido oficialmente como emperador hasta 1208, cuando un nuevo patriarca así lo hizo.
Nicea era una capital temporal idónea para este estado bizantino en el exilio: era rica y culta, había sido testigo de dos concilios ecuménicos, estaba repleta de palacios e iglesias y había estado en manos bizantinas durante más de 1000 años, con la única excepción de una breve ocupación selyúcida a finales del siglo XI.
Mientras tanto, Alejo III, que seguía vivo y recelaba del nuevo poder de Teodoro, encargó al sultán turco selyúcida, Kaikosru I (r. 1192-1196, 1205-1211), que atacase al Imperio de Nicea. En 1211, en la batalla de Antioquía del Meandro, Teodoro derrotó y mató a Kaikosru. Alejo III, por su parte, fue hecho prisionero y murió más tarde ese mismo año. El nuevo emperador latino, Enrique de Flandes (r. 1205-1216), se aprovechó de la situación apoderándose de la costa meridional del mar de Mármara. No obstante, Teodoro utilizó la muerte de David Megas Comneno para ocupar los territorios occidentales de Trebisonda. En 1214, Teodoro y Enrique firmaron el Tratado de Ninfeo, en el que se estableció (por poco tiempo) la paz entre los imperios niceno y latino y por el cual se condujo al reconocimiento oficial del Imperio de Nicea por los latinos, al que también se sumó Venecia en 1220.
El asentamiento de un imperio
El diestro gobierno de Teodoro consiguió que el Imperio de Nicea sobreviviese tras la caída de Constantinopla, pero fueron sus sucesores los que aseguraron que Nicea pudiese restaurar el Imperio bizantino. Tras la muerte de Teodoro en 1222, su yerno, Juan III Ducas Vatatzés (r. 1222-1254) lo sucedió al trono y se convirtió en el emperador niceno de mayor importancia, ya que lo rigió durante la mayoría de su existencia. Después de una breve disputa sucesoria, Juan pasó a la ofensiva contra el Imperio latino: consiguió arrebatarle sus territorios asiáticos e incluso capturar durante un breve periodo de tiempo Adrianópolis, una ciudad relevante en Europa
El poderoso déspota de Epiro, Teodoro Comneno Ducas (r. 1215-1230), consiguió conquistar Tesalónica y fue proclamado emperador en la misma ciudad, tras lo cual ocupó Adrianópolis, expulsando así a Juan. Aparentemente, Teodoro sería el que reconquistaría Constantinopla de manos latinas, más aún teniendo en cuenta que el zar búlgaro Iván Asen II (r. 1218-1241) estaba amenazando las posiciones nicenas en Europa. Sin embargo, Juan acabó cosechando beneficios cuando las fuerzas de Iván masacraron a los ejércitos de Teodoro en la batalla de Klokotnitsa cuando este último trató de invadir Bulgaria. Con el Epiro decisivamente descartado como aspirante a restaurar Bizancio, las esperanzas de los griegos viraron hacia Juan y el Imperio de Nicea.
Al ver una oportunidad, Juan forjó una alianza con Iván contra el Imperio latino. Los dos ocuparon prácticamente todo el territorio del anterior, excepto Constantinopla en sí. No obstante, Iván se percató de que Juan, y no el agonizante Imperio latino, era el enemigo más peligroso; por lo tanto, Iván se alió con el Imperio latino, insuflándole así el aliento suficiente como para mantenerlo vivo. Tras la muerte de Iván en 1241, Juan capturó amplios territorios en Europa que otrora habían pertenecido a Bizancio, incluyendo la preciada Tesalónica en 1242 y la mayoría de Tracia y Epiro. Las argucias diplomáticas de Juan contra Epiro, Bulgaria y el Imperio latino habían funcionado: el despotado de Epiro se convirtió en un vasallo de Juan, y con un dominio total de las áreas rodeando a Constantinopla, el emperador niceno se había posicionado adecuadamente para restaurar Bizancio.
Cambios en asuntos internos y expansión de la diplomacia
Ya que inicialmente solo se extendía por Anatolia, el Imperio de Nicea dedicó su atención a sus territorios orientales mucho más que los Ángelo, los últimos emperadores del Imperio bizantino. Teodoro y Juan emprendieron reformas en la economía y en la gestión de tierras para mejorar la productividad de la agricultura y producir mayor riqueza para el imperio. Juan favorecía la agricultura e impuestos más bajos para impulsar dicha productividad. El sistema (pronoia) de donación de tierras a individuos privados a cambio de la administración y protección de las mismas se mantuvo durante el gobierno de los Láscaris. Todo esto conllevó a una Anatolia mucho mejor protegida y atendida que la que existió bajo los Ángelo o sus predecesores, los Comneno.
El Imperio de Nicea también comenzó a fomentar un sentimiento de identidad griega, al contrario que el Imperio bizantino con una identidad más bien romana. Los Lascáridas impulsaron la educación y la filosofía en Nicea, y al poco tiempo la ciudad consiguió su renombre como centro de enseñanzas helenísticas. Albergó a ilustres eruditos griegos como Nicéforo Blemides y Jorge Acropolita. Los eruditos nicenos empezaron a hablar sobre qué es ser griego y sobre el helenismo; esto significó el surgimiento de la identidad griega entre la población helena, una tendencia que seguiría su curso también en el restaurado Imperio bizantino.
Juan se recordaría como un santo, un gobernante exitoso y amado que había articulado el imperio de nicea hacia la recuperación de constantinopla.
La mayor proeza diplomática de Juan fue, quizás, establecer una alianza matrimonial con Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano (r. 1220-1250) y rey de Sicilia (r. 1198-1250), que por aquel entonces era el soberano más poderoso de Europa. Ambos se habían enemistado con el Papado, lo cual se convirtió en la fundación de dicha alianza. Esta alianza es actualmente un sinónimo del reinado de Juan, y el respaldo del influyente Federico aumentó la relevancia de Nicea a ojos de Europa. A pesar de que esta amistad perduró hasta la muerte de Federico en 1250, las relaciones entre el Imperio de Nicea y Sicilia se desmoronaron bajo el mandato del hijo y sucesor de Federico, Manfredo (r. 1258-1288).
Juan también concluyó una alianza con los selyúcidas y con el Imperio de Trebisonda contra los mongoles cuando invadieron la región en las décadas de 1230 y 1240. Los mongoles destrozaron a los selyúcidas, y Trebisonda se vio obligada a pagarles tributo, pero las hordas mongolas nunca avanzaron sobre territorio niceno, salvándolo así de una destrucción casi garantizada. Tras su muerte en 1254, Juan sería recordado como un santo. Fue un dirigente exitoso y amado que articuló el Imperio de Nicea hacia la recuperación de Constantinopla. Solo era cuestión de cuándo.
Juan fue sucedido por su hijo, Teodoro II Láscaris (r. 1254-1258). Teodoro fue un emperador enfermizo, pero al haber recibido su educación de los mejores eruditos de su época, Blemides y Acropolita, también fue muy culto. Emprendió varias reformas, entre ellas la subida de impuestos para reclutar soldados y el uso de tropas propiamente griegas en vez de mercenarios extranjeros, cuyo empleo había sido lo típico desde, por lo menos, el siglo XI. Asimismo, derrotó a los búlgaros en dos campañas militares y recuperó la relevante ciudad adriática de Dirraquio casándose con la hija del déspota epirota. También consiguió que los mongoles se abstuvieran de atacar su imperio.
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Teodoro murió joven, en 1258; su hijo de ocho años, Juan IV Láscaris (r. 1258-1261) lo sucedió al trono. Miguel Paleólogo, un poderoso general, se aprovechó de la situación y se proclamó coemperador al año siguiente, con el nombre de Miguel VIII Paleólogo (r. 1259-1281). Miguel consiguió una victoria fulminante en la batalla de Pelagonia, en 1259, contra una alianza conformada por el despotado de Epiro, los señores latinos de Grecia y Manfredo; tras la contienda, Miguel reconquistó todas las tierras epirotas exceptuando al Epiro en sí mismo y los territorios de la Grecia meridional, también con la excepción de la ciudad de Mistrá.
El próximo plan de Miguel era la reconquista de Constantinopla. Firmó el Tratado de Ninfeo con Génova en 1261, lo que supuso la concesión de privilegios comerciales a los genoveses a cambio de apoyo militar contra el Imperio latino. En realidad, esto no llegó a ser necesario: un general de Miguel, Alejo Estrategópulo, estaba patrullando cerca de la ciudad, y al estar el ejército latino fuera de la urbe acometiendo una campaña militar, Alejo pudo infiltrarse en la ciudad y recapturar Constantinopla.
Poco después, la capital se trasladó oficialmente a Constantinopla y se restituyó el Imperio bizantino. Sin embargo, según el parecer de los nicenos, ellos siempre habían sido bizantinos; esto solamente consistía en el fin de su largo trayecto para reafirmarse en Constantinopla. Con la toma de Constantinopla, la trascendencia de Nicea desapareció al instante y el Imperio de Nicea se volvió a convertir en el Imperio bizantino.
El epílogo de un imperio
Después de que Estrategópulo ocupase Constantinopla, Miguel VIII llegó para proclamarse "emperador de los romanos". El Imperio bizantino se había restaurado, pero sufría un debilitamiento significativo: sólo controlaba las cornisas occidentales de Anatolia, Tracia, gran parte del norte de Grecia y resquicios de Grecia meridional. El recompuesto Imperio bizantino sobreviviría hasta 1453, reinado hasta entonces por los descendientes de Miguel: los Paleólogo. Aunque oficialmente Miguel fue el último dirigente que gobernó desde Nicea, se suele considerar a Juan IV, en realidad, como el último emperador niceno. Juan IV se quedó atrás en Nicea cuando Miguel se trasladó a Constantinopla, y este último ordenó cegar a Juan posteriormente, en ese mismo año. Juan solo tenía once años. Como le ocurrió al propio Imperio de Nicea, Juan fue abandonado y olvidado, tratado como un pequeño paréntesis al lado de un imperio reconstituido.
Estudiante en la Universidad de Oviedo por Lenguas Modernas, apasionado de los idiomas y la Historia e iniciándose en el mundo de la traducción. Su gato, Maviş, es su secretario personal.
Michael tiene una licenciatura en Historia y en lenguas y civilizaciones del Cercano Oriente por la Universidad de Chicago, donde estudió especialmente historia bizantina. También es Doctor en leyes por la Facultad de derecho de la Universidad de Michigan.
Goodyear, M. (2019, junio 13). Imperio de Nicea [Empire of Nicaea].
(S. V. Muñoz, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18325/imperio-de-nicea/
Estilo Chicago
Goodyear, Michael. "Imperio de Nicea."
Traducido por Sergio Vigil Muñoz. World History Encyclopedia. Última modificación junio 13, 2019.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18325/imperio-de-nicea/.
Estilo MLA
Goodyear, Michael. "Imperio de Nicea."
Traducido por Sergio Vigil Muñoz. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 13 jun 2019. Web. 21 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Michael Goodyear, publicado el 13 junio 2019. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.