La dinastía omeya (661-750 d.C.), la primera dinastía en adoptar el título de califato, fue establecida en el 661 d.C. por Muawiya (c. 602-680 d.C.), quien había servido como gobernador de Siria bajo el califato Rashidun, tras la muerte del cuarto califa, Ali, en el 661 d.C. Los omeyas gobernaron de manera efectiva y establecieron firmemente la autoridad política del califato; aplastaron las rebelionse con brutalidad y no dieron cuartel a quienes instigaban levantamientos.
Gobernaron sobre un vasto imperio, al que añadieron extensas áreas recién conquistadas como el norte de África (más allá de Egipto), España, Transoxiana, partes del subcontinente indio y múltiples islas del Mediterráneo (aunque perdieron la mayor parte de estas). Aunque el imperio alcanzó su mayor extensión durante su reinado, las divisiones internas y las guerras civiles debilitaron su control sobre él, y en el 750 d.C. fueron derrocados por los abasíes (r. 750-1258 d.C.), una facción árabe rival que afirmaba descender del tío del profeta, Abbas.
Muawiya era primo de Uthmán; se negó a conformarse con menos que la ejecución de los agresores de su pariente.
Tras la muerte del profeta islámico Mahoma (c. 570-632 d.C.), Abu Bakr (r. 632-634 d.C.), un compañero veterano del profeta, tomó el título de califa y fue así como se formó la base de los califatos islámicos (intermitentemente: 632-1924 d.C.). Abu Bakr fue el primero de los cuatro califas iniciales referidos colectivamente por los musulmanes sunitas como los califas Rashidun (u ortodoxos), mientras que los musulmanes chiítas solo consideran al cuarto de estos, Ali (un compañero cercano y yerno del profeta), el único candidato legítimo para el califato.
En el período Rashidun, los ejércitos del islam lanzaron invasiones a gran escala en Siria, el Levante, Egipto, partes del norte de África, las islas del archipiélago griego y todo el Imperio sasánida. Estas conquistas fueron iniciadas por Abu Bakr y llevadas a cabo con éxito por sus sucesores Omar (r. 634-644 d.C.) y Uthmán (r. 644-656 d.C.). Uthmán, sin embargo, no fue un gobernante fuerte y los rebeldes lo asesinaron en su propia casa en el 656 d.C. Su muerte marcó el punto de inflexión en la historia del Imperio islámico: su sucesor Ali (r. 656-661 d.C.) se vio atrapado entre la gestión de un reino que se desintegraba y un pueblo que insistía en que se le hiciera justicia a su predecesor muerto.
Nombres caligráficos de los califas ortodoxos en Santa Sofía
Belt93 (CC BY-NC-SA)
Ali se enfrentó a la oposición, especialmente del gobernador de Siria, Muawiya (c. 602-680 d.C.). Este era primo de Uthmán y se negó a conformarse con nada menos que la ejecución de los agresores de su pariente. Así, estalló la guerra civil, la primera fitna (656-661 d.C.), que terminó con el asesinato de Ali a manos de un grupo extremista conocidos como jariyíes. Estos zelotes también intentaron asesinar a Muawiya, pero este último sobrevivió con solo una herida leve.
Muawiya I
El linaje de Muawiya (r. 661-680 d.C.) se conoce como los sufyánidas (por su padre Abu Sufyan), o a veces como harbíes (por su abuelo Harb). Fue un político astuto y un diplomático fuerte que prefería el soborno a la guerra. Convenció a Hasan (c. 624-670 d.C.), el hijo de Ali que lo había sucedido en Kufa, de abdicar en su favor a cambio de una alta pensión. Sin embargo, cuando sentía que alguien representaba una amenaza para su gobierno, no corría riesgos y lo hacía asesinar. Los historiadores musulmanes suelen vincular con él la muerte de Hasan en 670 d.C., de quien se dice que fue envenenado por su esposa, así como las muertes de muchos otros partidarios de Ali.
Su reinado de 20 años, desde su capital en Damasco, fue de hecho el más estable que los árabes habían visto desde la muerte de Omar, y sus reformas administrativas fueron igualmente excelentes, tales como el uso de una red policial (Shurta), guardaespaldas personales para su seguridad o diwanes para la administración local, tal como Omar había establecido, entre otros. Inició campañas en partes del actual Pakistán y Afganistán y, en el oeste, hasta la costa atlántica de Marruecos. Logró recuperar territorios perdidos ante los bizantinos, pero la mayoría de sus ganancias se revirtieron después de su muerte, debido a la agitación interna.
Yazid I y la segunda fitna
Los problemas comenzaron cuando Muawiya nombró sucesor a su hijo Yazid (r. 680-683 d.C.). Los árabes no estaban acostumbrados al gobierno dinástico, por lo que la ascensión de Yazid fue recibida con mucho resentimiento, especialmente por parte de Husayn ibn Ali (c. 626-680 d.C.), el hermano menor de Hasan, y Abdullah ibn Zubayr (c. 624-692 d.C.), que era hijo de un compañero cercano del profeta Mahoma.
Hoy en día, Yazid se recuerda quizás como la figura más negativa de la historia islámica.
En el 680 d.C., Husayn, convencido por la gente de Kufa, marchó a Irak con la intención de reunir sus fuerzas y luego atacar Damasco. Sin embargo, Yazid impuso un bloqueo en Kufa y envió a su ejército, bajo el mando de su primo Ubaidullah ibn Ziyad (m. 686 d.C.), para interceptar a la fuerza de Husayn. Las dos partes se encontraron en Karbala, cerca del Éufrates, donde el ejército de Husayn, unos 70 combatientes (en su mayoría familiares y asociados cercanos), opuso una resistencia heroica y todos fueron brutalmente masacrados y Husayn decapitado. Esto desató la segunda guerra civil de la historia islámica: la segunda fitna (680-692 d.C.).
Después, Yazid ordenó a otro ejército atacar a los habitantes de Medina, que se habían rebelado debido a su disgusto por el carácter y las acciones de Yazid; esto culminó en la batalla de al-Harra (683 d.C.), donde la oposición fue aplastada. Tras la batalla, según algunas fuentes, Medina fue objeto de saqueo, pillaje, violaciones y asesinatos. El ejército sirio procedió entonces a La Meca, donde Abdullah había establecido su propio reino. La ciudad fue asediada durante varias semanas, durante las cuales la cubierta de la Kaaba (lugar sagrado islámico) se incendió. Aunque el ejército de Yazid se retiró a Siria tras la repentina muerte de su líder (683 d.C.), el daño causado por su ejército dejó una marca indeleble en los corazones de los musulmanes. Abdullah continuó su revuelta durante otra década, reclamando el título de califa (r. 683-692 d.C.) para sí mismo; se ganó la lealtad de Hiyaz, Egipto e Irak, mientras que sus oponentes apenas tenían control de Damasco tras la muerte de su soberano.
Batalla de Karbala
Andreas Praefcke (Public Domain)
Hoy en día, Yazid se recuerda quizás como la figura más negativa de la historia islámica. Su hijo Muawiya II (r. 683-684 d.C.) fue proclamado califa tras su muerte, pero el joven enfermizo no quería tener nada que ver con las malas acciones de su padre. Murió pocos meses después, en el 684 d.C., poniendo así fin a los gobernantes sufyánidas. Aparte de Damasco, todo el reino omeya había caído en el caos.
Los marwánidas
Marwan ibn Hakam (r. 684-685 d.C.), un miembro destacado del clan omeya y primo de Muawiya, tomó el poder con la promesa de que el trono pasaría a Khalid (el hijo menor de Yazid) a su muerte. Pero no tenía intención de cumplir esta promesa; ahora el imperio estaba en manos de los marwánidas (casa de Marwan), también conocidos como hakamitas (por el padre de Marwan, Hakam). Marwan reconquistó Egipto, que se había rebelado y unido a la facción zubayrí, pero no pudo contener la revuelta de Abdullah, ya que murió solo nueve meses después de asumir el cargo (685 d.C.). Esta tarea recayó entonces sobre los hombros de su brillante hijo, Abd al-Malik (r. 685-705 d.C.).
En el 685 d.C., Al Mukhtar (c. 622-687 d.C.) inició una revuelta en Kufa y unió fuerzas con Abdullah contra los omeyas. Al Mukhtar persiguió sistemáticamente a todos los que estuvieron involucrados en el asesinato de Husayn. Un ejército enviado por Abd al-Malik bajo el mando de Ubaidullah (el general de Karbala) fue aplastado por las fuerzas combinadas de los kufanos y zubayríes; después, pasaron al general derrotado por la espada.
Mapa de Oriente Medio durante la segunda fitna (c. 686 d.C.)
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Luego declaró su deseo de establecer un califato alide utilizando a uno de los hijos de Ali (aunque no de Fátima), Muhammad ibn al-Hanaffiya (637-700 d.C.). Esto llevó a su separación de Abdullah, quien había reclamado el califato para sí mismo desde La Meca. En consecuencia, Abd al-Malik esperó mientras sus rivales se debilitaban mutuamente. En el 687 d.C., Al Mukhtar fue asesinado por las fuerzas zubayríes durante el asedio de Kufa. Aunque Al Mukhtar murió allí mismo, su revuelta al final llevaría a la evolución del chiísmo de grupo político a secta religiosa.
Con la amenaza en Kufa neutralizada, Abd al-Malik dirigió su atención hacia La Meca: envió a su general más leal y despiadado, el gobernador del rebelde Irak, Hayyach ibn Yusuf (661-714 d.C.) para subyugar a su rival. Aunque Abdullah no tenía ninguna posibilidad contra el poderoso ejército de Hayyach, se negó a rendirse y murió espada en mano en el 692 d.C.; la guerra había terminado.
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Monedas de Abd al-Malik
American Numismatic Society (Public Domain)
Aunque no ha escapado a las críticas por las crueldades de Hayyach, a Abd al-Malik se le atribuye haber aportado estabilidad y centralización al imperio. Lo más notable es que arabizó todo su dominio, lo que con el tiempo ayudó a la propagación del islam; también estableció monedas oficiales para su imperio.
La construcción de la Cúpula de la Roca en Jerusalén tuvo lugar bajo su mandato (691-692 d.C.); es concebible que esto fuera para equilibrar su posición contra Abdullah, quien en ese momento controlaba la Kaaba. También fue durante su reinado que todo el norte de África, incluida Túnez, fue conquistado definitivamente para el 693 d.C. Los bereberes locales, que aceptaron el islam, serían vitales para llevarlo hasta España durante el reinado de su hijo.
Cúpula de la Roca
idobi (CC BY-SA)
Al Walid y la conquista de España
Tras la muerte de Abd al-Malik, su hijo Al Walid I (r. 705-715 d.C.) asumió el cargo y llevó los límites de su imperio aún más lejos. Hayyach continuó extendiendo su influencia sobre su soberano; dos de sus protegidos, Muhammad ibn Qasim (c. 695-715 d.C.) y Qutayba ibn Muslim (c. 669-715 d.C.), tuvieron éxito en la subyugación de partes del actual Pakistán y Transoxiana, respectivamente.
La conquista musulmana de España comenzó en el 711 d.C., cuando un bereber llamado Tariq ibn Ziyad desembarcó en la Península Ibérica en un monte que lleva su nombre hoy en día: Gibral-Tar. Derrotó a un ejército numéricamente superior liderado por el rey godo Rodrigo (r. 710-712 d.C.) en la batalla de Guadalete (711 d.C.), tras lo cual, la tierra estaba a su disposición.
Conquistas musulmanas entre los siglos VII y IX
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)
Musa ibn Nusayr (640-716 d.C.), el gobernador de Ifriqiya (norte de África más allá de Egipto), reforzó a Tariq con más hombres y el dúo había conquistado la mayor parte de Al-Ándalus (el nombre árabe para España, la tierra de los vándalos) hacia el 714 d.C. Musa estaba a punto de invadir Europa a través de los Pirineos, pero en ese momento fatídico, por razones no claras para los historiadores, el califa les ordenó a ambos que regresaran a Damasco.
Expansión detenida
Walid había intentado nombrar a su propio hijo como su sucesor, en lugar de a su hermano Sulayman, quien era su sucesor por el pacto de su padre; naturalmente, Sulayman se negó a renunciar a su derecho. Walid murió antes de poder obligar a su hermano a someterse, y Sulayman (r. 715-717 d.C.) asumió el cargo; su breve reinado fue un fracaso absoluto. Sulayman no sentía más que desprecio por el difunto Hayyach y liberó a muchas personas que habían estado cautivas en las prisiones de Hayyach.
Sin embargo, los subordinados del gobernador muerto se enfrentaron a toda la ira del nuevo califa; Sulayman hizo matar a muchos de los generales intrépidos y gobernadores talentosos del imperio, ya que la mayoría de ellos habían sido elegidos por Hayyach. Después, dirigió su atención hacia Constantinopla y envió una fuerza masiva para conquistar la capital bizantina en el 717 d.C. Esta empresa fue una derrota costosa y humillante, el daño fue permanente e irreversible, detuvo la expansión y además fue el primer revés importante contra los bizantinos. Al acercarse su muerte, Sulayman se dio cuenta de que sus propios hijos eran demasiado jóvenes para sucederle y nombró a su piadoso primo Omar ibn Abd al-Aziz.
Omar II (r. 717-720 d.C.) logró gobernar solo tres años, ya que fue envenenado por su propia familia debido a su postura inquebrantable sobre la justicia y los principios islámicos. Esta cualidad suya, complementada por muchas de sus admirables acciones, como detener las maldiciones públicas de Ali, facilitar la conversión y detener los ataques a los imperios vecinos pacíficos, le ha valido mucha fama póstuma, ya que a menudo se lo ha considerado el quinto califa Rashidun.
Detuvo todas las expediciones militares porque sabía que lo primero era mejorar el estado interno del imperio. También había entablado negociaciones con los musulmanes no árabes (Mawali en árabe), que se habían opuesto y resentido del gobierno omeya (ya que habían sido reprimidos violentamente). Si hubiese tenido tiempo suficiente, probablemente habría logrado afianzar esa relación y quizá los abasíes nunca habrían obtenido el apoyo suficiente contra los omeyas de los Mawalis y los musulmanes chiítas (de las provincias orientales).
El sucesor de Omar, Yazid II (r. 720-724 d.C.), otro hijo de Abd al-Malik, demostró no ser mejor gobernante que el primero en llevar su nombre. Mientras estaba ocupado divirtiéndose con sus concubinas favoritas del harén, sus ineficaces gobernadores habían perdido todo el control del imperio. Afortunadamente para los omeyas, murió solo cuatro años después de asumir el control.
Restauración del orden
El hermano y sucesor de Yazid, Hisham (r. 724-743 d.C.), había heredado un imperio destrozado por las guerras civiles y utilizaría todas sus energías y recursos para sacar al reino de este tumulto. Hisham fue un gobernante fuerte e inflexible que restableció muchas reformas introducidas por Omar II pero discontinuadas por Yazid II.
Algunas de sus expediciones militares tuvieron éxito, otras no tanto: una revuelta hindú en Sindh (una provincia en el actual Pakistán) fue aplastada, pero una revuelta bereber estalló en las partes occidentales del norte de África (el actual Marruecos) en 739 d.C. Los bereberesse habían visto incitados por las enseñanzas fanáticas de los zelotes jariyíes (una secta radical y rebelde del islam) y causaron una gran cantidad de daños, de los que destaca la muerte de mayoría de los miembros de la élite árabe de Ifriqiya en la batalla de los nobles (c. 740 d.C.) cerca de Tánger. Los intentos de aplastar la rebelión ni siquiera se acercaron a completar el objetivo, pero los bereberes desunidos pronto se desintegraron (743 d.C.) al no lograr tomar Cairuán, que era la capital y el núcleo de Ifriqiya. Aun así, los omeyas perdieron Marruecos.
Moneda de Hisham ibn Abd al-Malik
sailko (GNU FDL)
Al-Ándalus también había caído en la anarquía, pero Hisham tuvo éxito allí. Bajo un capaz general llamado Abd al-Rahman al-Ghafiqi, la provincia recuperó el orden, pero una mayor expansión hacia Europa se detuvo tras la derrota en la batalla de Poitiers (732 d.C.) contra los francos bajo Carlos Martel (r. 718-741 d.C.).
Tras la muerte de Hisham en el 743 d.C., el imperio se vio sumido en una guerra civil. Walid II, hijo de Yazid II, gobernó desde el 743 hasta el 744 d.C. antes de ser derrocado y asesinado por Yazid III (m. 744 d.C.), hijo de Walid I. Esto desató la tercera fitna (743-747 d.C.), la tercera guerra civil en la historia islámica, ya que muchas tribus también habían comenzado a rebelarse contra la clase dirigente en medio del caos. Yazid III murió apenas seis meses después y fue sucedido por su hermano Ibrahim, quien solo logró gobernar durante dos meses antes de ser derrocado por el anciano Marwan II (r. 744-750 d.C.), nieto de Marwan I.
El gobierno Omeya terminó con la muerte de Marwan, pero Abd al-Rahman continuó el dominio de su familia en España.
Marwan II era un comandante militar fuerte, pero carecía de habilidades diplomáticas; en vez de eso, aplastó los levantamientos con fuerza bruta y puso fin a la tercera fitna en el 747 d.C. Sin embargo, los abasíes, una facción árabe que afirmaba descender del tío del profeta, Abbas, habían ganado el apoyo del pueblo de Jorasán (en Irán). Su imperio no estaba en condiciones de enfrentarse a un levantamiento a gran escala; su ejército estaba agotado después de años de guerra, la economía en declive no le permitía reclutar más tropas y los gobernadores ineficaces no se dieron cuenta de la gravedad de la amenaza abasí hasta que fue demasiado tarde.
A finales del 749 d.C., la mayoría de los estados orientales habían desplegado los estandartes negros de los abasíes y las tribus resentidas que había subyugado por la fuerza también se estaban aliando con ellos. Se enfrentó al grueso del ejército abasí cerca del río Zab (750 d.C.), donde su ejército fue derrotado y se vio obligado a huir. Escapó a Egipto, con la intención de reunir sus fuerzas de las provincias occidentales, pero los abasíes lo alcanzaron y lo mataron. El gobierno omeya había terminado, y el primer gobernante abasí, Abu Abbas (r. 750-754 d.C.), fue declarado el nuevo califa en Kufa.
Fin de los omeyas
Los abasíes no mostraron piedad hacia los omeyas; todos los miembros masculinos fueron asesinados, y unos pocos sobrevivientes se retiraron a sus escondites. Las tumbas omeyas en Damasco fueron excavadas y sus restos destrozados y quemados, excepto la de Omar II, cuya tumba se salvó debido a su reputación. Luego los abasíes invitaron a todos los miembros sobrevivientes a cenar con el pretexto de reconciliación, pero cuando estaban sentados a la mesa, a la señal del nuevo califa, los asesinos entraron en la habitación y los mataron a golpes. Abd al-Rahman I, nieto de Hisham, sobrevivió al horrible destino de sus parientes, logró escapar de los abasíes y realizó un peligroso viaje a través del imperio y desembarcó en Al-Ándalus, donde formó el emirato de Córdoba en el 756 d.C., que rivalizó con el reino abasí en elegancia y grandeza.
Estatua de Abd al-Rahman I
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Conclusión
Los omeyas fueron la primera dinastía en hacerse cargo de la institución del califato, transformándola en un título hereditario. Fueron responsables de aportar centralización y estabilidad al reino y también continuaron la rápida expansión militar del imperio. Sin embargo, los omeyas también tuvieron su buena parte de errores y defectos que les costaron su reputación. Yazid I cometió crímenes horrendos contra la casa de Ali y el pueblo de Medina y La Meca; hasta el día de hoy, sigue siendo la persona más odiada en la historia islámica. Este odio es especialmente pronunciado entre los musulmanes chiítas debido a la masacre de Husayn y sus fuerzas en Karbala en el 680 d.C., un evento que se conmemora anualmente con el festival de Ashura entre los chiítas.
Las acciones de Yazid se han extendido a toda la dinastía, y dado que la mayoría de los califas omeyas eran más o menos seculares y llevaban vidas lujosas (salvo algunos como Omar II y Hisham), los musulmanes devotos de su época los consideraron impíos. Los historiadores contemporáneos tienden a glorificarlos, mientras que muchos historiadores musulmanes, aunque no todos, tienden a demonizarlos. A pesar de sus muchos defectos, los omeyas fueron gobernantes eficaces e hicieron contribuciones notables no solo al imperio, sino también, quizás de manera inintencionada con la arabización del imperio, al propio islam.
Comunicadora, traductora e investigadora multilingüe que explora el lenguaje, la filosofía y el arte a través de la teoría crítica y postestructuralista.
Khan, S. M. (2020, enero 28). Dinastía omeya [Umayyad Dynasty].
(M. Zarate, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18630/dinastia-omeya/
Estilo Chicago
Khan, Syed Muhammad. "Dinastía omeya."
Traducido por Maria Zarate. World History Encyclopedia. Última modificación enero 28, 2020.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18630/dinastia-omeya/.
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Khan, Syed Muhammad. "Dinastía omeya."
Traducido por Maria Zarate. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 28 ene 2020. Web. 14 abr 2025.
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Escrito por Syed Muhammad Khan, publicado el 28 enero 2020. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.