La Gran Armada Española

Definición

Mark Cartwright
por , traducido por Recaredo Castillo
Publicado el 28 mayo 2020
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, italiano, portugués
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The Spanish Armada of 1588 CE By van Wieringen (by Cornelis Claesz van Wieringen, CC BY-NC-SA)
La Armada española de 1588, por van Wieringen
Cornelis Claesz van Wieringen (CC BY-NC-SA)

La Armada Española de 1588 (Grande y Felicísima Armada) estaba formada por una flota de 132 barcos reunidos por el rey Felipe II de España (quien reinó de 1556 a 1598) para invadir Inglaterra, en su “Empresa de Inglaterra”. La Real Armada de Isabel I de Inglaterra (quien reinó de 1558 a 1603) se encontró con la Armada en el Canal de la Mancha y, gracias a su mayor maniobrabilidad, una superior potencia de fuego y el mal tiempo, derrotó a los españoles.

Después de la batalla, lo que restaba de la Armada se vio obligada a navegar alrededor de las peligrosas costas de Escocia, perdiendo más barcos y hombres de modo que solo la mitad de la flota logró regresar a las aguas españolas. La guerra anglo-española continuó, y Felipe intentó de nuevo invadir con futuras expediciones navales, pero la derrota de 1588 se convirtió en objeto de leyenda, fue celebrada en el arte y la literatura y quedó establecida como una señal del favor divino para con la supremacía de la Inglaterra protestante sobre la España católica.

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Prólogo: tres reinas y un rey

El interés de Felipe de España sobre Inglaterra se remonta a 1553 cuando su padre, el rey Carlos V de España (quien reinó de 1516 a 1556) arregló su matrimonio con María I de Inglaterra (quien reinó de 1553 a 1558). María era una católica ferviente, pero su revocación de la Reforma inglesa y la propuesta de matrimonio con un príncipe de la gran nación rival de Inglaterra y por entonces el país más rico de Europa, provocaron una revuelta general: la Rebelión de Wyatt de enero de 1554. María sofocó la revuelta, persiguió a los protestantes ganándose el apodo de Bloody Mary (María la sanguinaria), y se casó con Felipe de todos modos. El matrimonio no resultó feliz y Felipe pasó la mayor parte de su tiempo lo más lejos posible de su esposa. Felipe se convirtió en rey de España en 1556 y María en su reina, pero ella murió de cáncer en 1558. Felipe no perdió el tiempo y le propuso matrimonio a la sucesora de María, su hermana Isabel. La Reina Virgen rechazó la oferta, además de otras, y gobernó separando a su reino del catolicismo.

Eran tiempos peligrosos para Isabel, ya que al parecer muchos ambicionaban su trono, aunque ninguno como Felipe de España.

Isabel restableció el Acta de Supremacía (abril de 1559), que ponía al monarca inglés a la cabeza de la Iglesia (en oposición al Papa). Como resultado, el Papa excomulgó a la reina por herejía en febrero de 1570. Isabel también estuvo activa en el extranjero. Intentó imponer el protestantismo en la Irlanda católica, pero esto solo resultó en frecuentes rebeliones (1569-73, 1579-83 y 1595-8) que a menudo contaron con el apoyo material de España. La reina también envió dinero y armas a los hugonotes en Francia y ayuda financiera a los protestantes en los Países Bajos que se rebelaban contra el gobierno de Felipe.

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La política internacional y religiosa de la reina pusieron a Isabel en contra de Felipe, quien se veía a sí mismo como el campeón del catolicismo en Europa. Entonces fue que apareció en escena una tercera monarca, María, Reina de los Escoceses (quien reinó de 1542 a 1567). La católica María, que era nieta de María Tudor, hermana de Enrique VIII, había sido impopular en la Escocia protestante y fue forzada a abdicar en 1567, huyendo del país en 1568. Mantenida en confinamiento por su prima Isabel, María se convirtió en un potencial símbolo para cualquier complot de inspiración católica que buscara remover del trono a Isabel. De hecho, para muchos católicos Isabel era ilegítima puesto que ellos no reconocían el divorcio de su padre de su primera esposa, Catalina de Aragón (1485-1536). Existieron varias conspiraciones, en especial una rebelión fallida en el norte de Inglaterra agitada por los condes de Northumberland y Westmorland, ambos católicos irreductibles. Luego, el conspirador duque de Norfolk, quien había conspirado con España para armar una invasión de Inglaterra para coronar como reina a María (el complot Ridolfi de 1571), fue ejecutado en 1572. Eran tiempos peligrosos para Isabel, ya que al parecer muchos ambicionaban su trono, aunque ninguno como Felipe de España.

Philip II of Spain by Moro
Felipe II de España, por Moro
Antonio Moro (Public Domain)

El Parlamento inglés estaba interesado en asegurar el trono de Isabel mediante al menos un heredero; y ya ese cuerpo había pedido formalmente a Isabel dos veces que se casara (1559 y 1563). Ahora María se convertía en una amenaza adicional para la dinastía. Sin un heredero, María podría tomar el trono de Isabel. En consecuencia, en 1586, el Parlamento pidió dos veces a la reina que firmara la sentencia de muerte de María. Isabel finalmente firmó la orden el 1 de febrero de 1587 cuando se reveló que la exreina escocesa había conspirado contra su prima. Se reunieron pruebas indiscutibles de que María había tratado de alentar a Felipe de España, a quien nombró su heredero, a invadir Inglaterra, lo que dejó al descubierto sus traidoras intenciones.

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Las relaciones anglo-españolas

Cuando María, Reina de los Escoceses, fue ejecutada el 8 de febrero de 1587, Felipe tuvo otra razón más para atacar a Inglaterra. Felipe estaba disgustado por las rebeliones en los Países Bajos que perjudicaban el comercio, y por el envío que hizo Isabel de dinero y tropas para apoyar a los protestantes de allí en 1585. Si los Países Bajos caían, Inglaterra seguiría a continuación. Otros puntos de discordia eran el rechazo de Inglaterra al catolicismo y al Papa, y la acción de los corsarios, sea dogs como Francis Drake (c. 1540-1596) que saqueaban barcos españoles cargados de oro y plata sacados del Nuevo Mundo. Isabel incluso financió ella misma algunas de estas dudosas acciones. España tampoco era del todo inocente, al confiscar barcos ingleses en puertos españoles y negándose a permitir que los comerciantes ingleses accedieran al comercio del Nuevo Mundo. Cuando Drake atacó Cádiz en 1587 y "chamuscó la barba del rey" al destruir valiosos barcos y suministros destinados a España, la invasión tan planeada de Felipe, la que llamó la "Empresa de Inglaterra", se retrasó, pero el rey español estaba decidido. Felipe incluso obtuvo la bendición y la ayuda financiera del Papa Sixto V (en el cargo de 1585 a 1590) cuando el rey se presentó a sí mismo como la Espada de la Iglesia católica.

Route Map of the Spanish Armada
Mapa de las rutas de la Armada Española
History Department of the United States Military Academy at West Point (Public Domain)

Las flotas

Finalmente, Felipe reunió una enorme flota, una "armada" de 132 barcos, aunque sus problemas financieros y los ataques masivos a sus suministros desde el Nuevo Mundo no le permitieron construir una marina tan grande como la que deseaba. La Armada, con 17.000 soldados y 7000 marineros, zarpó desde Lisboa (por entonces bajo el dominio de Felipe) el 30 de mayo de 1588. Se proyectaba que la Armada estableciera su dominio en el Canal de la Mancha y luego llegara a los Países Bajos para recoger un segundo ejército mandado por el Duque de Parma, el regente de Felipe en ese país. El ejército multinacional del duque de Parma estaba formado por las mejores tropas de Felipe e incluía a españoles, italianos, alemanes, borgoñones, y unos 1000 ingleses rebeldes. La flota debía navegar entonces para invadir Inglaterra. La fuerza era impresionante de por sí, pero el rey esperaba que, una vez en Inglaterra, sería aumentada además por los católicos ingleses ansiosos de ver caer a Isabel. La Armada estaba mandada por el duque de Medina Sidonia, y Felipe le había dicho a Medina al partir: “Si fallas, fallas; pero siendo esta la Causa de Dios, no fallarás” (Felipe, 123).

Los 20 galeones reales ingleses estaban mejor armados que los mejores barcos españoles y sus cañones tenían mayor alcance.

Tanto Enrique VIII (quien reinó de 1509 a 1547) como María I habían invertido en la Marina Real (Royal Navy) e Isabel aprovecharía el resultado de tal previsión. La flota inglesa de cerca de 130 barcos estaba comandada por Lord Howard de Effingham. Los grandes galeones españoles (diseñados para el transporte, no para la guerra) eran mucho menos ágiles que los barcos ingleses más pequeños que, según se esperaba, podrían entrar y salir en medio de la flota española causando estragos. Además, los 20 galeones reales ingleses estaban mejor armados que los mejores barcos españoles y sus cañones tenían mayor alcance. Los ingleses también se beneficiaron de comandantes tan experimentados y audaces como el vicealmirante Drake, a quien los españoles llamaban "El Draque" ("el Dragón") quien había dado la vuelta al mundo en el Golden Hind (1577-80). Otro comandante notable con una vasta experiencia en la navegación era Martin Frobisher (c. 1535-1594) en el Triumph, mientras que viejos marinos como John Hawkins (1532-1595) se habían asegurado, este como tesorero desde 1578, que la marina tuviera el mejor equipo que Isabel podía permitirse, incluidos barcos tan excelentes como el buque insignia de Drake, el Revenge, y el buque insignia de Howard, el ultramoderno Ark Royal.

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La batalla

Al enfrentarse a tormentas, la Armada fue obligada a guarecerse en el puerto de la Coruña, por lo que le tomó dos meses alcanzar el Canal de la Mancha. Por ese entonces la invasión ya no era una sorpresa para los ingleses, que habían avistado a los galeones españoles a la altura de las costas de Cornwall el 19 de julio. Las señales de fuego (fire beacons) transmitieron las noticias a lo largo de la costa y, el 20 de julio, la flota inglesa zarpó desde su base en Plymouth para enfrentar a los invasores. Había alrededor de 50 barcos de guerra por cada lado y ocurrieron tres enfrentamientos distintos mientras las flotas luchaban entre sí y con las tormentas. Estas batallas, a lo largo de la semana siguiente, se realizaron frente a Eddystone, Portland y la Isla de Wight. Los barcos ingleses no pudieron aprovechar su mayor maniobrabilidad o el conocimiento superior de las mareas de sus comandantes, porque los españoles adoptaron su habitual y disciplinada formación en línea de frente: una media luna gigante. Los ingleses lograron hacer un fuego violento contra las alas de la Armada, "desplumándolas" como dijo Lord Howard (Guy, 341). Aunque la flota inglesa superaba en armas a la española, ambos bandos se sufrieron de escasez de municiones y los comandantes se vieron obligados a ser ahorrativos con sus andanadas. Los españoles se retiraron prudentemente a un fondeadero seguro frente a Calais el 27 de julio, habiendo perdido solo dos barcos y sufrido daños superficiales en muchos otros.

Seis brulotes, organizados por Drake, fueron enviados contra la flota española en la noche del 28 de julio. Los fuertes vientos condujeron a esos barcos no tripulados al interior de la flota anclada y esparcieron llamas devastadoras en medio de ella. Los barcos ingleses se movieron después buscando destruir la Armada en Gravelinas, frente a la costa flamenca el 29 de julio. La flota española rompió su formación, perdiendo solo cuatro barcos, pero muchos más quedaron gravemente dañados por los disparos de cañón. Peor aún, 120 anclas habían sido cortadas y perdidas apresuradamente para escapar de los brulotes. La pérdida de estas anclas supondría un serio problema para la maniobrabilidad de los barcos españoles durante las próximas semanas. La Armada fue golpeada luego por los vientos cada vez más fuertes del suroeste. El duque de Medina Sidonia, incapaz de acercarse lo suficiente para aferrar y abordar los huidizos barcos ingleses y con la fuerza del duque de Parma bloqueada por barcos holandeses, ordenó la retirada y el abandono de la invasión.

Fire Ships Attack the Spanish Armada
EL ataque de los brulotes sobre la Armada Española
Unknown Artist (Public Domain)

Drake informó la victoria desde su nave el Revenge:

Dios nos ha dado un día muy bueno para obligar al enemigo a ir tan lejos a sotavento como espero en Dios que el Príncipe de Parma y el Duque de Sidonia no se darán la mano en pocos días; y donde sea que se reúnan, creo que ninguno de ellos se regocijará mucho de lo que ocurrió en este día. (Ferriby, 226)

La Armada se vio obligada por la continua tormenta a navegar rodeando las tempestuosas y rocosas costas de Escocia e Irlanda para regresar a casa. Varios barcos ingleses persiguieron a los españoles hasta Escocia, pero fueron el mal tiempo y las costas desconocidas las que les causaron el daño real. Las provisiones se agotaron rápidamente, los caballos fueron arrojados por la borda, los barcos naufragaron y los marineros que escaparon a la costa fueron entregados a las autoridades para su ejecución. Hubo otra tormenta fuerte en el Atlántico, y solo la mitad de la Armada logró regresar a España en octubre de 1588. Increíblemente, Inglaterra se salvó. Habían muerto entre 11 y 15.000 españoles frente a unos 100 ingleses.

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Tilbury

Mientras tanto, Isabel visitó a su ejército de tierra en persona, que se había reunido en Tilbury en Essex para defender Londres en caso de que la Armada tocara tierra. Otro ejército inglés había sido estacionado en la costa noreste y una fuerza móvil siguió a la Armada a medida que avanzaba a lo largo de la costa inglesa. El ejército de Tilbury, que constaba de infantería y caballería con un total de 16.500 hombres, debía haber sido dirigido por el favorito de la reina, Robert Dudley, primer conde de Leicester (c. 1532-1588), pero este estaba demasiado enfermo para hacerlo. Isabel, vestida con armadura y montada en un caballo castrado gris, despertó a sus tropas con el siguiente discurso célebre:

Amado pueblo mío, hemos sido persuadidos por algunos que velan por nuestra seguridad para que nos cuidemos cuando nos enfrentamos a multitudes armadas por temor a la traición, pero os aseguro que no deseo vivir desconfiando de mi pueblo fiel y amoroso. Que teman los tiranos... Siempre me comporté de tal manera que, bajo Dios, he puesto mi mayor fortaleza y salvaguardia en los corazones leales y la buena voluntad de mis súbditos, y por lo tanto vengo entre ustedes como me ven en este momento, no para mi recreación y diversión, sino estando resuelta, en medio y en el fragor de la batalla, a vivir o morir entre todos vosotros, a dar por mi Dios, y por mi reino, y por mi pueblo, mi honor y mi sangre, aun caída en el polvo.

Sé que tengo el cuerpo de una mujer débil y frágil, pero tengo el corazón y el estómago de un rey, más aún, de un rey de Inglaterra, y considero un desprecio vil que Parma o España o cualquier príncipe de Europa se atreva a invadir las fronteras de mi reino, a las cuales, antes que de mí salga alguna deshonra, yo misma tomaré las armas, yo misma seré vuestro general, juez y retribuidora de cada una de vuestras virtudes en el campo. Ya sé que por su intrepidez han merecido premios y coronas; y os aseguramos, por palabra de un príncipe, que os serán debidamente pagados [...] Por vuestro valor en el campo, pronto tendremos una famosa victoria sobre estos enemigos de Dios, de mi reino y de mi pueblo. (Phillips, 122)

Elizabeth I Armada Portrait
Retrato de Isabel I y su Armada
George Gower (Public Domain)

Sucedió que cuando Isabel visitó a sus tropas el 9 de agosto, el resultado de la batalla naval ya estaba decidido. Sin embargo, su toque personal y su discurso conmovedor, combinados con la improbable victoria, dieron comienzo a su creciente posición como leyenda viviente. Isabel se hizo conocida como la gran emperatriz "Gloriana", en honor a la figura central del poema de 1590 The Fairie Queen de Edmund Spenser (c. 1552-1599). La combinación de mejores barcos, navegación y cañones, se unió a un clima desfavorable para brindarle a Inglaterra una famosa victoria. Los mismos ingleses no subestimaron el último factor; de hecho se usó a menudo como evidencia de la voluntad de Dios. Como recuerda la leyenda de las medallas que Isabel acuñó para conmemorar la victoria: Afflavit Deus et dissipati sunt ("Dios sopló y se dispersaron"). El 24 de noviembre se llevó a cabo un servicio de acción de gracias en la Catedral de San Pablo en Londres.

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Repercusiones

Felipe no se dio por vencido a pesar del desastre de su gran "Empresa", e intentó invadir Inglaterra dos veces más (1596 y 1597) pero cada vez su flota fue rechazada por las tormentas. El rey español también apoyó rebeliones en la Irlanda católica enviando dinero y tropas en 1601, como lo había hecho antes de la Armada Invencible en 1580. Por otro lado, Isabel autorizó el fallido contraataque a Portugal en 1589. Con una mezcla de barcos y hombres privados y oficiales, esta expedición tenía objetivos confusos y por lo tanto no logró nada. En esencia, la reina siguió favoreciendo la defensa sobre el ataque como la columna vertebral de su política exterior. Además, se necesitaban altos impuestos para pagar la guerra con España y esto fue una carga que se sumó a las muchas otras que tenían que soportar los ingleses, como el aumento de la inflación, el desempleo y la delincuencia, a lo que se sumó una serie de malas cosechas.

La derrota de la Armada Invencible le dio a Inglaterra una nueva confianza y mostró la importancia del poder marítimo y la potencia de fuego de los cañones modernos. Una flota bien armada con tripulaciones bien entrenadas podía extender el poder de un estado mucho más allá de sus costas y dañar seriamente las líneas de suministro de sus enemigos. Este fue quizás el legado más duradero de la derrota de la Armada. Los Tudor habían construido y probado a fondo los cimientos de la Royal Navy, que bajo las próximas dinastías gobernantes crecería cada vez más y navegaría para cambiar la historia mundial de Tahití a Trafalgar.

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Sobre el traductor

Recaredo Castillo
Una persona sin preparación académica especial, pero que gusta de la Historia y quiere aportar con la traducción de artículos de la Enciclopedia.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2020, mayo 28). La Gran Armada Española [Spanish Armada]. (R. Castillo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18966/la-gran-armada-espanola/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "La Gran Armada Española." Traducido por Recaredo Castillo. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 28, 2020. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18966/la-gran-armada-espanola/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "La Gran Armada Española." Traducido por Recaredo Castillo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 28 may 2020. Web. 23 nov 2024.

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