Albrecht Dürer, conocido en español como Alberto Durero (1471-1528), fue un artista alemán del Renacimiento, considerado uno de los grandes pintores y grabadores de la historia. Oriundo de Núremberg, Durero fue famoso a lo largo de su vida, tanto dentro como fuera de las fronteras de su tierra natal, por sus pinturas al óleo, retablos, dibujos y estampas; al igual que por sus numerosos tratados sobre teoría del arte. Durero fue un estupendo dibujante que tenía una asombrosa capacidad para ver detalles; mezcló en su estilo las tendencias artísticas italianas y del norte de Europa para empujar cada vez más el arte renacentista camino al realismo natural.
Juventud
A diferencia de muchos otros artistas del Renacimiento cuyos detalles personales y vida se conocen someramente a través de fuentes secundarias y de biógrafos tardíos, los eventos de la vida de Alberto Durero son mucho más fáciles de reconstruir gracias al hábito del propio artista de llevar diarios y cuadernos de apuntes detallados. De hecho, este hábito junto con su preocupación de firmar y datar sus obras (en la mayoría de los casos) nos lleva a concluir que era plenamente consciente de su fama y confiaba en que le sobreviviría. La correspondencia personal es otra fuente de información histórica sobre el artista, como lo son, por supuesto, las obras que todavía existen y que incluyen más de 2000 dibujos.
Durero nació en Núremberg el 21 de mayo de 1471 y pasó la mayor parte de su carrera allí, aunque viajó frecuentemente a otros lugares. Su padre, Alberto Durero el Viejo, era un orfebre que había emigrado desde Hungría. En 1490 pintó un famoso retrato de su padre. Existe un boceto de su madre, Barbara Holper, oriunda de Núremberg, dibujado con carboncillo en 1514 (que ahora se encuentra en los Museos Estatales de Berlín). El joven Durero aprendió la técnica de delineado en el taller de su padre; su entrenamiento grabando piezas de oro le fue de gran utilidad durante su brillante carrera.
Desde 1486 hasta 1489, Durero fue aprendiz de pintura y grabado de Michael Wolgemut (c. 1434-1519), quien dirigía un gran taller en Núremberg. En 1492, Durero se trasladó a Basilea y se quedó en esa ciudad por dos años, durante los cuales hizo xilografías (grabados en madera) para ilustrar libros impresos. Una de las obras más famosas que el joven artista ilustró en 1494 fue la Nave de los locos, obra satírica escrita por el poeta Sebastián Brant (c. 1457-1521). Es probable que el artista visitara los Países Bajos y Estrasburgo en ese período. Durero regresó a su ciudad natal y en 1494 se casó con Agnes Fey (1475-1539), hija de un comerciante. Fue entonces que estableció su propio taller con la categoría de maestro donde trabajó con varios asistentes y entrenó a aprendices. A partir de entonces, Durero produjo un sinnúmero de pinturas, retablos y grabados; el artista siempre tuvo trabajo por el resto de sus días.
Visita a Italia
En 1495, Durero visitó Italia por primera vez y permaneció un tiempo en Venecia. Siempre estuvo interesado en su entorno; el artista realizó varios dibujos en acuarela de los Alpes mientras se dirigía al sur de Europa. Durero estudió los efectos del arte clásico sobre el arte contemporáneo italiano; además, se interesó mucho no solo en la búsqueda de las proporciones acertadas en relación con el cuerpo humano sino también en la perspectiva de las composiciones pintadas y grabadas. Al igual que otros artistas del Renacimiento como Piero della Francesca (c. 1420-1492) y Leonardo da Vinci (1452-1519), Durero estaba convencido de que los escultores de la Antigüedad habían descubierto los secretos de las fórmulas matemáticas necesarias para reproducir con acierto la anatomía humana en el arte. Las matemáticas y la geometría también se podían aplicar al arte para asegurar que se lograra una perspectiva realista en pintura y grabados. Durero pasó el resto de su vida investigando estas posibilidades, estudiando el arte italiano en persona o a través de estampas, escribiendo cuantiosos apuntes en sus diarios y experimentando con números en sus propios bocetos y obras acabadas.
El maestro del grabado
De regreso a Núremberg, Durero continuó haciendo grabados, en particular, la serie realizada en 1498 de 15 xilografías inspiradas en el arte gótico conocidas como El Apocalipsis. En 1504, pintó su célebre óleo sobre tabla la Adoración de los magos que actualmente se encuentra en la Galería Uffizi de Florencia. El mismo año produjo una de sus más famosas (y copiadas) estampas, Adán y Eva. Los historiadores del arte P. Nuttall y R. Williams describen esta obra maestra de la siguiente manera:
El grabado Adán y Eva de Durero es un ejemplo del virtuosismo potencial de esta técnica. Por medio de infinitesimales matices de plumeado y punteado, Durero crea tono y textura, con lo que sugiere profundidad espacial y texturas de piel, de corteza y de pelaje, dando una exhibición de bravura que rivaliza los efectos miméticos de la pintura, pero en blanco y negro; así equilibra las exigencias del naturalismo y del arte gráfico. La firma de Durero en la parte superior de la lámina proclama su autoría, una forma de promocionarse a sí mismo, al igual que su famoso monograma con el que solía firmar sus estampas, conforme a la práctica de antiguos grabadores. (Campbell, p. 222)
La estampa que antecede fue hecha a partir de un grabado en una placa de metal que daba a los artistas mayor precisión en la realización de sus obras, pero Durero continuó haciendo xilografías también, ya que se podían reproducir en mayores cantidades. Las placas de metal tendían a desgastarse más rápido y solo se podía hacer unas 50 estampas antes de que se deterioraran. Durero contrató a un agente para que vendiera sus estampas, lo que hizo con gran éxito; su padrino Anton Koberger (c. 1440-1513), propietario de la imprenta más grande de Alemania, lo ayudó. Durero también se valió de su madre y de su esposa para que vendieran sus grabados. A pesar de la inmensa demanda que había por sus estampas, el artista no descuidó la pintura; continuó haciendo estudios en acuarela de la flora y la fauna. Representó vívida y exquisitamente los detalles de matas de hierbas, liebres, insectos, así como interesantes episodios de luz.
De regreso a Italia
En 1505 Durero viajó otra vez a Italia, donde pasó dos años y visitó Venecia y Bolonia; durante su estadía conoció a otros artistas, entre ellos a Giovanni Bellini (c. 1430-1516). Los dos maestros se admiraban mutuamente. Por una parte, Bellini fue influenciado por la obsesión que Durero tenía por el detalle, y por otra parte, el artista alemán dijo del italiano que «era muy viejo, pero seguía siendo el mejor en pintura» (Hale, p. 47). Durero fue un célebre coleccionista de dibujos y de estampas hechos por otros artistas; con frecuencia los estudiaba a fondo a fin de crear obras de arte totalmente nuevas. Un ejemplo de estas transformaciones es el grabado el Bacanal con Sileno (1494) que está basado en La batalla de los dioses marinos, un grabado del artista paduano Andrea Mantegna (c. 1431-1506). Por mucho tiempo, Durero fue un admirador de las estampas de Mantegna, ya que su trabajo había llegado a Alemania mucho antes de que él mismo pudiera viajar a Italia. Durero también admiró la obra de Rafael de Urbino (1483-1520) y en 1515 incluso llegó a intercambiar obras con el maestro italiano.
Emperadores del Sacro Imperio Romano
Ya de regreso a Núremberg, en 1507, el artista compró una casa impresionante de cuatro plantas que en la actualidad es un museo dedicado a él. Ese mismo año, Durero produjo dos tablas famosas, Adán y Eva. Ahora estas pinturas, basadas en su grabado anterior, se encuentran en el Museo del Prado en Madrid. Para el año 1512, la reputación de Durero ya estaba bien establecida y recibió el encargo de Maximiliano I, sacro emperador romano (que reinó de 1508 a 1519), de realizar varias obras, entre ellas dos retratos. Como aún seguía produciendo xilografías, en 1514, Durero hizo la serie de «tres estampas maestras», en la cual estaba incluida la célebre Melancolía I, que se considera uno de los más exquisitos grabados en placa de cobre. Luego de haber sido nombrado artista principal en la corte del emperador Maximiliano, Durero ilustró su libro personal de oraciones y creó célebres estampas, tales como el Arco de triunfo.
Alrededor del año 1515, Durero trabajó con un grupo de compañeros grabadores a fin de producir para el emperador el conglomerado conocido como Arco de triunfo. De la misma manera como ocurría en la Antigüedad, en tiempos de los emperadores romanos, el arco de triunfo continuaba siendo un símbolo elocuente de poder y de éxito. Durero supervisó los trabajos de ensambladura de la enorme estampa, que estaba constituida por 192 piezas impresas individualmente. Alrededor de 1518, la obra final que medía cerca de siete metros cuadrados (75 ft²), fue reproducida 700 veces; estas copias se enviaron a las cortes europeas y a los concejos de las principales ciudades. Este arco, que curiosamente evoca la arquitectura hindú, es sumamente detallado y está decorado con el escudo de armas del emperador Maximiliano, su árbol genealógico, retratos de su familia y varios episodios de su reinado; todo esto hace que sea un mensaje poderoso de su derecho a gobernar.
En 1520, cuando Carlos V pasó a ser el nuevo emperador del Sacro Imperio Romano, Durero prestó servicios a la corte en los Países Bajos, pero un año después regresó nuevamente a Núremberg. Otro año de viajes fue 1521; esta vez, el artista visitó Gante, Brujas, Amberes y Colonia. Además de comprar materiales, entre ellos el tan raro color azul de ultramar (en aquel tiempo, el lapislázuli solo procedía de Afganistán), y 22 pinceles de calidad, Durero visitó muchas iglesias y admiró el detallado trabajo de artistas flamencos reconocidos, como Jan van Eyck (que murió en 1441). Durero hizo una gran cantidad de dibujos en un cuaderno que todavía se conserva, el cual rellenó a lo largo de su viaje. No era de los que dejan perder una oportunidad comercial, así que Durero distribuía estampas de sus obras a lo largo del camino, especialmente la de San Jerónimo en su estudio que realizó en 1514.
Literatura
Desde 1518 aproximadamente, Durero empezó a tener un gran interés por los escritos del protestante reformista Martín Lutero (1483-1546), a quien había conocido personalmente en Augsburgo. Esta influencia se manifestó en 1526 cuando el artista pintó las tablas de Los cuatro apóstoles para el Concejo de Núremberg. Es probable que estas pinturas sean la cumbre de su impresionante catálogo de obras maestras en este material. A cada una de las figuras de Juan, Pedro, Pablo y Marco se les inscribió una cita textual de pasajes de la Biblia traducida por Lutero. Este par de pinturas se encuentra hoy en el Alte Pinakothek de Múnich.
Otra área de interés para Durero en sus últimos años fue la de escribir sus ideas sobre ciertos aspectos técnicos de su arte. En 1525, Durero produjo Instrucciones sobre la manera de medir con el compás y la escuadra en las líneas, los planos y los cuerpos sólidos, un tratado sobre geometría pertinente tanto para el arte como para la arquitectura; y en 1528 publicó Cuatro libros acerca de la proporción humana, donde discute sobre la proporción y la importancia de las matemáticas en arte. Estas obras contenían muchas notas prácticas, por ejemplo, cómo dibujar figuras tridimensionales, mostraban diferentes tipos de caligrafía y explicaban cómo crear recursos que proporcionaran las medidas necesarias para lograr la perspectiva apropiada a cada sujeto.
Los consejos que Durero recopiló meticulosamente fueron escritos, sin embargo, para una audiencia limitada, como él mismo indicó:
La consecución de una pintura verdadera, artística y bella es difícil de alcanzar. Se necesita mucho tiempo y una mano suelta y mucha práctica. Por lo tanto, quienquiera que no haya sido dotado de esta manera, es mejor que no lo emprenda, porque este don viene de lo alto. El arte de la pintura no puede ser verdaderamente juzgado excepto por aquellos que son buenos pintores; para los otros está verdaderamente escondido incluso como un lenguaje extraño. (Nash, p. 288)
Retratos
En 1526, Durero produjo estampas con los retratos de varios nombres famosos, como el trio de los humanistas Erasmo de Róterdam o Rotterdam (c. 1469-1536), Felipe Melanchthon (1497-1560) y Willibald Pirckheimer (1470-1530). El artista también pintó muchos retratos de cuerpo entero y de medio cuerpo de la alta burguesía italiana durante su visita entre 1505 y 1507 y posteriormente, de alemanes destacados. Sin embargo, hoy en día no hay retratos que sean más famosos que aquellos que el artista pintó de sí mismo. De hecho, Durero pintó autorretratos más que ningún otro artista del Renacimiento; el primer intento que se conoce fue un dibujo que hizo en pergamino fechado en 1493.
El más famoso de los autorretratos de Durero es la pintura al óleo sobre tabla que realizó alrededor de 1500, que ahora se encuentra en exhibición en el Alte Pinakothek de Múnich. A la edad de 28 años, el artista viste un abrigo con ribete de piel y lleva el cabello largo con rizos. La imagen es tan realista que uno tiene la sensación desconcertante de que el artista está en persona mirando fijamente al espectador, y lo desafía a contradecir que, de hecho, allí está uno de los grandes artistas de la historia. Ciertamente impresionó a su perro, pues se dice que lamió la pintura, tal era el efecto realista que tenía el amo en óleo. Durero también parece haber estado satisfecho con su obra, ya que la firmó dos veces. Su monograma y el año 1500 se encuentran a la izquierda, mientras que a la derecha aparecen las palabras: «Yo, Alberto Durero de Núremberg, me retraté así, en colores indelebles, a la edad de 28 años». Las firmas están puestas a ambos lados de su rostro, destacadamente al nivel de sus ojos.
La pose frontal, el cabello largo, la barba y el gesto de la mano son todos elementos evocativos de las representaciones que habitualmente se hacen de Jesucristo, y quizás, esto indique la creencia de Durero (reflejada también por todo el mundo renacentista) de que no era un simple artesano sino el creador de cosas bellas que requerían habilidad manual y empeño intelectual para ser producidas. Ciertamente, el costoso abrigo de piel hace alusión a estas ansias de respeto por el artista, que era más asequible en la Italia del Renacimiento que en la Alemania de la época de Durero, como lo atestigua la siguiente oración tomada de una carta personal que Durero escribió en Italia: «¡Oh, cuánto frío tendré cuando esté lejos del sol; aquí soy un caballero, en mi tierra un parásito!» (Ruhmer).
Legado
Durero murió el 6 de abril de 1528 en Núremberg y fue enterrado en esa misma ciudad. A lo largo de su vida ya había alcanzado la fama; era celebrado en Alemania y en Italia como uno de los grandes artistas del Renacimiento. Magníficos ejemplares de las estampas de sus obras más importantes llegaron al extranjero, lo que difundió mucho más su fama. Los misioneros jesuitas utilizaron las estampas de Durero en su trabajo; así, se abrieron paso hacia lugares tan lejanos como el Imperio mogol en la India. Su reputación siguió creciendo después de su muerte. Durero era mencionado frecuentemente en la celebrada historia de los artistas del Renacimiento Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos (de 1550, revisada en 1568) de Giorgio Vasari (1511-1574). Según Vasari, la obra de Durero influyó sobre artistas italianos como el grabador Marcantonio Raimondi (1480-1534) y el pintor Jacopo da Pontormo (1494-1557), entre muchos otros. La reputación de Durero ciertamente ha subsistido; muchos amantes del arte han coleccionado su trabajo, por ejemplo, Rodolfo II, sacro emperador romano (que reinó entre 1576 y 1612), además de muchos otros desde entonces.