Dante Alighieri (1265-1321) fue un poeta y político italiano, famoso sobre todo por su Divina Comedia (c. 1319), en la que desciende al Infierno, sube al Purgatorio y llega a la iluminación del Paraíso. A lo largo del camino, Dante encuentra a muchos personajes históricos, incluyendo a su guía, el poeta romano Virgilio (70-19 a. C.). La Divina comedia es considerada una de las obras más importantes de la literatura medieval.
La obra de Dante, un poeta innovador, se convirtió en un puente entre la Europa de la Edad Media y del Renacimiento ya que el enfoque del arte y del pensamiento cambió de los asuntos religiosos a aquellos de la humanidad. Activo en política en Florencia, su ciudad natal, al final Dante fue enviado al exilio por sus opiniones contra lo que él veía como un abuso de poder y corrupción por parte de los pontífices. Otra de sus contribuciones imperecederas a la cultura italiana fueron sus esfuerzos por promover el dialecto toscano, que se convirtió finalmente en el estándar del idioma italiano.
Vida política
Dante Alighieri nació en Florencia en 1265. Su madre murió cuando él solo tenía siete años y su padre, un hacendado moderadamente adinerado, murió cuando él era un adolescente. En 1289, siendo un joven caballero, Dante participó activamente en la batalla de Campaldino entre las ciudades rivales de Florencia y Arezzo y sus respectivos aliados. Las dos partes en esta batalla estaban divididas por el apoyo que cada cual profesaba, sea al papa (los güelfos) o al emperador del Sacro Imperio Romano (los gibelinos), una rivalidad que causaría una brecha en la política florentina que duraría más de medio siglo.
Al volver a Florencia, Dante trabajó como oficial municipal y entre alrededor de 1295 y 1302, él participó en política. En 1300 fue elegido para ocupar el prestigioso cargo de prior de la ciudad (uno entre los siete que había). Opuesto al gobierno de Florencia, Dante quería ver su ciudad libre de la interferencia del papado, una institución que él veía como corrupta. En 1309, Roma lo desilusionó aún más con el exilio impuesto del papa a Aviñón. Dante empezó a apoyar las ambiciones del emperador del Sacro Imperio Romano, aunque su lealtad política cambiaba a su vez dependiendo de las circunstancias. Dante alimentó las esperanzas de que el Sacro Imperio Romano pudiera restaurar el orden cristiano en Europa. En esto se equivocó irremediablemente, pero por lo menos sí predijo correctamente que las rencillas entre las diferentes ciudades‑Estado italianas solo conducirían a la caída de todas.
Dante fue enviado al exilio por sus opiniones políticas, efectivo en enero de 1302. Como notó la traductora D. L. Sayers en su introducción al «Infierno», Primera parte, de la Divina comedia, Dante tenía «tres dones que le impedían seguir la carrera del político práctico: un temperamento poco acomodadizo, una lengua feroz y una superfluidad de intelecto escandalosa» (pág. xxxii). Dante fue acusado con todas las de la ley de corrupción masiva por oficiales pertenecientes a la facción política opuesta. Los cargos eran ficticios, pero la sentencia fue muy real: ser quemado en la hoguera. Podemos comprender por qué Dante, que venía de Roma en su camino de regreso, decidió evitar volver a Florencia. Después de esto, Dante nunca se instaló en ningún lugar; primero fue a Verona y luego circuló entre el centro y el norte de Italia. Entretanto, la esposa de Dante, Gemma Donati, junto con sus cuatro hijos (tres varones y una niña) se quedaron en Florencia. Fue durante este exilio errante que escribió su obra maestra, la Divina Comedia. Dante nunca más regresó a casa y murió de malaria en Rávena el 13 de septiembre de 1321.
Obras en prosa
Las obras que Dante escribió son una mezcla embriagadora de filosofía, política y literatura. Al haber efectuado una inclusión panorámica de muchos campos del saber, tales como el clasicismo y los estudios bíblicos, estas obras muestran la influencia de su antiguo mentor Brunetto Latini (c. 1220-1294), el célebre erudito y hombre de estado florentino. Dante escribió tratados políticos, tales como De Monarchia (sobre la monarquía) alrededor de 1313, donde hacía conjeturas sobre Dios y por eso, algunas personas lo calificaron de herético. De Monarchia criticaba la corrupción y la inmoralidad de los pontífices y Dante propuso que un poder secular imperial gobernara el mundo; entonces el mundo sería testigo de una nueva era espiritual. Dante, que era un cristiano devoto, citaba la Biblia para apoyar su creencia de que el papa no debería tener nada que hacer con el gobierno y así, no tenía poder para escoger quién sería el emperador del Sacro Imperio Romano. Como lo había dicho el mismo Jesucristo, tal como está escrito en la sagradas escrituras: «Mi reino no es de este mundo…» (san Juan 18:36). El papa era el líder espiritual de la Iglesia medieval, pero no era, dijo Dante, la cabeza de un imperio.
Si se aplica el principio de la libertad, será aparente que la raza humana está mejor ordenada cuando está libre. Observen, entonces, aquellas palabras que están en labios de muchos, pero en las mentes de pocos, que el principio básico de nuestra libertad es el libre albedrío. (De Monarchia, Capítulo XII, Artículo 1, pág. 40/216)[1]
Finalmente, el tratado de Dante De vulgari eloquentia (sobre la elocuencia de la lengua vernácula) fue una defensa sólida del dialecto toscano, aun si, irónicamente, fue escrito en latín.
Poesía
Dante escribió poesías, principalmente siguiendo el modelo de la poesía medieval del amor cortés y de otros temas que en aquella época eran aplicados al contexto contemporáneo de la ciudad‑Estado en Italia. De hecho, Dante fue quien acuñó el nombre dolce stil nuovo (también conocido como stilnovismo o dulce estilo nuevo) que describe este género de poesía. Las pasiones del mismo Dante parecen haberse concentrado en una joven que dicen que se llamaba Beatriz Portinari (murió en 1290), un amor de infancia; ella aparece en sus obras, particularmente como su guía en la parte final de la Divina comedia. Su colección de poemas La Vita Nuova (Vida Nueva), escrita alrededor de 1293, mezcla los temas del amor cortés no correspondido con elementos de filosofía, especialmente de estoicismo. Dante le dedicó Vida Nueva a su gran amigo y homólogo poeta y abogado del dialecto toscano, Guido Cavalcanti (que murió en 1300). Lo que siguió a la Nueva Vida fue el Convivio (que significa banquete), una obra escrita alrededor de 1304-1307 y que es otra antología de poemas y comentarios, los cuales revelan el amor de Dante por la filosofía y por su lengua materna.
Dante innovó con la terza rima (tercetos), es decir, poemas formados por estrofas de tres versos que riman, una técnica que se puede apreciar mejor en la Divina comedia. Además de su mérito artístico, la poesía de Dante, escrita en lengua vernácula, hizo mucho por promover el dialecto toscano, que finalmente llegó a convertirse en el estándar de la literatura y del idioma italiano en general. Sin embargo, el vocabulario del poeta no se limitó al toscano y en su obra se sirvió de muchos otros dialectos italianos.
Divina comedia
La contribución más importante de Dante a la literatura medieval fue La divina commedia (Divina comedia), la cual fue escrita entre 1304 y 1319, pero no fue impresa sustancialmente sino hasta 1472. El sustantivo «comedia» deriva de la categorización usada en aquel entonces para el género de obras que tenían un final positivo (o en este caso no uno negativo, al menos). El adjetivo femenino «divina» fue añadido al título original en la mitad del siglo XVI por la gran estima que continuaba cosechando la obra. El poema épico está dividido en tres partes: Inferno, Purgatorio y Paradiso (Infierno, Purgatorio y Paraíso). Cada parte está compuesta de 33 cantos o cántigas (canzoni) y hay un canto de introducción, lo que hace que se llegue al total perfecto de 100. Cada uno de los 14,233 versos (líneas) que hay allí tiene precisamente 11 sílabas (versos endecasílabos) y la rima sigue el siguiente patrón en cada grupo de tres versos: ABA, BCB, CDC, etc. La estructura de la obra en sí misma es una creación excepcional de arquitectura poética simétrica.
El propio Dante es el personaje principal de su obra al tiempo que se embarca en un «viaje a través del Infierno cívico; de un Purgatorio rural, montañoso; y de un Paraíso místico astral» (Hutchinson, pág. 122). La historia tiene lugar en el año 1300 durante la Pascua Florida; Dante describe a los personajes que encuentra en el camino de su peregrinación, por lo general son personas reales de la historia y cuenta los hechos acontecidos durante sus vidas.
Ora comienza el grito dolorido
a resonar en la mansión del llanto,
y el corazón golpea y el oído.
Era un lugar mudo de luz, en tanto
que mugía cual mar embravecida,
por encontrados vientos, con espanto.
La borrasca infernal, siempre movida,
los espíritus lleva en remolino,
y los vuelca y lastima a su caída.
Y en el negro confín del torbellino,
se oyen hondos sollozos y lamentos,
que niegan de virtud el don divino.
Eran los condenados a tormentos,
los pecadores, de la carne presa,
que a instintos abajaron pensamientos.
Infierno, Canto V, versos 25-39 (Dante-Mitre, pág. 82/667)[2]
Las partes del Infierno y del Purgatorio contienen críticas de lo que Dante consideró como corrupción de la autoridad del papado; de hecho, en la versión del Infierno de Dante, varios pontífices se encuentran acusados de ser pastores que prefieren el oro al rebaño. Allá abajo en la fosa, junto con los papas, hay clérigos que vendieron posiciones eclesiásticas y privilegios para beneficio personal.
Infierno
El guía de Dante en los diferentes niveles del Infierno es el autor romano Virgilio, que quizás fuese escogido porque él representa la razón clásica y porque él también había vaticinado el ascenso al poder de Roma, un florecimiento que Dante esperaba ver en Europa bajo el Sacro Imperio Romano. También se encuentran en el atolladero del Infierno los pecadores de todo tipo, por supuesto, y aparte de los papas, otros villanos como era de esperar, tales como Caín, el primer homicida, y los asesinos de Julio César (c. 100-44 a. C.). Hasta hay una electrizante descripción de un Satanás enorme, con sus seis ojos y tres bocas, mientras que engulle la cabeza de Judas Iscariote.
¡Oh, Italia esclava, habitación del duelo;
nave en gran tempestad, sin su piloto;
señora de un burdel, no de tu suelo!
Purgatorio, Canto VI, versos 76-78 (Dante-Mitre, pág. 292/667)[3]
Purgatorio
Dante pasa al Purgatorio, la sala de espera cristiana antes de la eternidad, donde aquellos que no son lo suficientemente malos para ser detenidos en el Infierno alimentan la esperanza de alcanzar el cielo un día. Aquí, Dante, el personaje, comienza su proceso de rehabilitación espiritual, mientras que Dante, el escritor, continúa mostrando una descarada presunción al poner a sus villanos y a sus héroes donde él cree que ellos pertenecen de acuerdo a los hechos de sus vidas. Es un ataque implacable no solo a los rivales políticos de Dante, sino también a la salud política y moral de Italia en los tiempos en que él los escribía. Sin embargo, al final, realmente no es importante si los juicios de Dante son acertados o no, el punto al que de verdad quiere llegar es que el lector pueda identificar con mayor claridad las consecuencias en la eternidad que dependen de los actos de cada uno en esta vida. La condena de personas reales en una historia ficticia ciertamente añade poder al mensaje de Dante, pero no fue una estrategia sin consecuencias. El banquero Reginaldo Scrovegni de Padua, por ejemplo, fue un prestamista infame, y él fue mencionado por Dante como el peor ejemplo del pecado de usura. Esta comparecencia poco favorecedora quizás condujo a Enrico, hijo de Reginaldo, a que construyera la capilla Scrovegni y que le encargara a Giotto (1267 ó 1277 – 1337) que decorara su interior para hacer con esta obra algo así como una penitencia.
Ante mí, con las alas desplegadas
la bella imagen vi, que trascendía
el goce de las almas concentradas.
Un rubí cada cual me parecía,
por los rayos del sol tan encendido,
que en mis ojos lucientes refringía.
Paraíso, Canto XIX, versos 1-6 (Dante-Mitre, pág. 567/667)[4]
Paraíso
Finalmente con la ascensión hasta llegar a la cumbre del Purgatorio, Dante llega al final de su viaje de iluminación y se encuentra en el Paraíso, donde es guiado por su amor perdido, Beatriz. En esta parte, Dante hace conjeturas sobre los aspectos físicos del cielo, el papel de las musas en la historia, la teología y la cosmología. El cielo está lleno de luz, de esferas que giran y de joyas brillantes. En definitiva, el Paraíso es un lugar de esperanza al tiempo que Dante le recuerda al lector el mensaje de todo el poema: que él o ella, también, puede alcanzar este hermoso lugar, si solo acoge con los brazos abiertos «el amor que mueve el sol y las otras estrellas».
La Divina comedia fue popular inmediatamente ya que se hicieron cientos de copias manuscritas que fueron distribuidas a través de Europa. Hubo muchos comentarios escritos sobre esta obra que también fue elogiada y promovida en discursos públicos por lumbreras literarias tales como Giovanni Bochaccio (1313-1375) y Petrarca (1304-1374). Al final, la Divina comedia se hizo inseparable de su autor y fue simplemente conocida como Il Dante. Otro empuje a su popularidad vino alrededor de 1472 cuando fue impresa por primera vez. El éxito continuó y para 1600, cincuenta ediciones habían sido impresas.
Legado: el Renacimiento y más allá
El resurgir impreso de la obra de Dante lo condujo a que se convirtiera en el «primer poeta del Renacimiento», aun si no había mucha conexión entre los escritos medievales y aquellos de los autores de los siglos XV y XVI. Dante no era ningún humanista, pero sus escritos sí iniciaron un cambio de enfoque sobre los temas religiosos que habían marcado el período medieval; el nuevo enfoque estaba encaminado a considerar asuntos más terrenales que tuvieran a la humanidad como su centro. Sin duda, el interés de Dante en la metafísica de Platón y Aristóteles, su conocimiento de otros autores clásicos como Cicerón y Virgilio, su participación militar en defensa de los intereses de su ciudad, y sobre todo, su indiscutible innovación en la poesía sí reflejó muchos de los sentimientos del Renacimiento. Dante fue acogido como un «hombre del Renacimiento» y en 1481 apareció una celebrada edición de la Divina Comedia que hasta contenía 18 ilustraciones hechas por Sandro Botticelli (1445-1510).
Sin embargo, la poesía de Dante tuvo algunas críticas, especialmente por su uso del vernácula. Para los críticos esto significaba que le faltaba la sutileza y la fineza que algunos creían que solamente el latín podía permitir. Además, la lengua que escogió hizo que algunas ideas morales, filosóficas y científicas fueran accesibles a los lectores menos educados que no sabían leer latín, algo que era considerado, incluso en el Renacimiento, como inadecuado y potencialmente peligroso.
Además de literatura, Dante también influyó a pintores del Renacimiento; su visión del infierno, por ejemplo, inspiró muchas obras que representaban el juicio final. Se decía que el célebre artista Miguel Ángel (1475-1564) podía recitar pasajes de la Divina comedia de memoria. Para terminar, el propio Dante se convirtió en sujeto del arte del Renacimiento, como es muy bien sabido, se trata de una obra que se encuentra dentro de la catedral de Florencia. Allí, en una pintura realizada en 1465 por Domenico de Michelino, el artista muestra al poeta de pie, sosteniendo una copia de su Divina comedia, frente al monte del Purgatorio y la ciudad de Florencia.
Hoy, la Divina comedia[5] continúa siendo estudiada en colegios y universidades en todo el mundo y también continúa dejando perplejos a estudiosos por el alcance de su lenguaje y por la profundidad de los temas y personajes. Como fue expresado por el historiador M. Wyatt, este es «un poema que resiste clasificación en su uso de convenciones literarias clásicas, medievales y protorrenacentistas en una amplia variedad de registros literarios» (pág. 4). Quizás, aquí se encuentre la clave de la continua fascinación que ejercen Dante y su obra.