Los leprechauns (o leprecauns o lepracauns) son figuras del folklore irlandés que custodian un tesoro oculto. Se los considera como hadas o duendes masculinos pequeños e increíblemente ágiles, y la mayoría de las veces ocultan una olla de oro. Los leprechauns viven vidas solitarias y pueden ser una fuente de travesuras para los imprudentes. Son infames por la dificultad para atraparlos o cazarlos.
Incluso si se los captura, el captor tiene que tenerlos siempre a la vista, o no revelarán la localización del tesoro. Los leprechauns comparten muchas características con otras criaturas antiguas de la mitología irlandesa celta y de la Europa más amplia, pero desde el siglo XIX se han alzado a la posición dominante como el símbolo más reconocible del folklore irlandés.
Distintos nombres para los leprechauns
El nombre "leprechaun" es una palabra moderna anglicizada basada en diferentes maneras de escribir un término más antiguo de varias regiones de Irlanda. Por ejemplo, en el Ulster el término original era luchramán, en Connacht lúracán, en Leinster luprachán (entre otros), y en Munster lurgadán (de nuevo, una de varias posibilidades). Todas estas palabras de hecho derivan del irlandés medio medieval lurchopán, que quiere decir "cuerpo pequeño".
Los leprechauns eran parte de la tradición oral irlandesa mucho antes de que el folklore escrito de los poemas épicos se escribiera en la Alta edad media. Una de las muchas cosas que así lo indican son los nombres de lugares. Por ejemplo, Knocknalooricaun en el condado de Waterford obtiene su nombre de "colina de los leprechauns" y Poulaluppercadaun en el condado de Kerry proviene de "manantial del leprechaun". Así que, a pesar de que los leprechauns se hicieran realmente conocidos en el siglo XIX EC, en realidad se remontan mucho más atrás de lo que se suele asumir, y sus orígenes y características básicas se pueden seguir hasta llegar a muchas figuras sobrenaturales del antiguo folklore celta y medieval irlandés.
Los orígenes de los leprechauns: Lugh y los duendes del agua
Según algunos expertos, la palabra leprechaun viene del antiguo dios irlandés celta y héroe cultural Lugh. Lugh era en un principio el dios del sol y la luz, y luego se convirtió en el gran guerrero y gobernante de la antigua Irlanda. La estatura de Lugh (literalmente) disminuyó con el paso del tiempo a medida que se aceleraba la cristianización de Europa. Con el tiempo acabó transformándose en Lugh-chromain, que significa "Lugh encorvado", ya que había pasado a habitar el mundo subterráneo de sidh donde acabaron relegados todos los demás dioses a medida que la gente olvidaba las tradiciones y aceptaba otras religiones nuevas. Lugh se convierte así en una especie de artesano de las hadas, y a partir de ahí se convierte en el "leprechaun", el diminuto duende del folklore medieval.
Los leprechauns tienen otra antigua fuente de inspiración, los pequeños duendecillos del agua de la mitología celta. Estos elfos o hadas, conocidos como lúchoirp o luchorpáin aparecen por primera vez en la literatura irlandesa en el Echtra Fergusa maic Léti ("La aventura de Fergus, hijo de Léte"), que data del siglo VIII EC. Varios duendecillos traviesos capturan al héroe Fergus mientras duerme, le quitan la espada e intentan llevarlo por encima del agua. Fergus se despierta cuando uno de sus dedos del pie toca la superficie del agua y consigue agarrar a tres de los duendes. Los duendes consiguen liberarse al prometerle a Fergus enseñarle la habilidad de nadar.
Los Clúracán y Far Darrig
Otras posibles fuentes de inspiración para los leprechauns son los lupracánaig, unos terribles monstruos que aparecen en Lebor Gábala, "Libro de las invasiones", del siglo XII EC. También están los clúracán (o cluricaune), espíritus masculinos que aparecen en el folklore europeo más amplio y que se dice que habitan en las bodegas. El clúracán, que vive solo y a menudo viste ricas ropas de color rojo, a veces lleva una bolsa llena de monedas de plata. Un clúracán es un ser de pequeño tamaño, pero con un gran apetito por sus dos vicios favoritos: fumar y beber. Se dice que es bastante vago, y donde más le gusta vivir es en una bodega bien abastecida, y aunque disfrutará de las mejores cosechas también ahuyentará a los sirvientes ladrones. El clúracán comparte ciertas similitudes con el brownie del folklore gaélico escocés que vive en graneros y hace tareas por la noche, aunque si se lo insulta puede romper cosas como platos, o derramar la leche.
Otro antecedente más es el far darrig, que es un viejo duende feo con una cara ajada. En algunas regiones de Irlanda es muy alto, mientras que dondequiera que se lo considere pequeño puede cambiar de estatura a voluntad. Le gustan mucho las bromas pesadas, pero algunas pueden ser letales. El único rasgo bueno de un far darrig es que puede, si así lo desea, liberar a la gente que se queda atrapada en el país de las hadas. Por último, los mouros del folklore celta de Galicia y Asturias, vigilan las tumbas y están asociados con tesoros escondidos. Como veremos, los leprechauns tomaron prestadas características de todas estas otras criaturas en su ascenso hacia el dominio de la mitología y el folklore irlandeses como el duende favorito de todos.
¿Cuáles son las características de los leprechauns?
Al igual que sus equivalentes más antiguos de la mitología celta, se creía que los leprechauns eran figuras diminutas con una agilidad increíble. Son hadas masculinas, o duendes, en general viven vidas solitarias, y suelen aparecer en historias como los guardianes de un tesoro escondido. En otras ocasiones, son espíritus serviciales del hogar. Vestidos de verde o rojo, los leprechauns suelen ser viejos, arrugados y feos. A diferencia de la representación moderna del leprechaun alegre, la versión más tradicional a menudo suele ser algo severa, sombría y malencarada. Como escribiera la historiadora de mitología celta, J. Mackillop, "feo y jorobado, con una cara como una pasa, el leprechaun puede ser quejumbroso, peleón y malhablado" (1997, 297), También se lo asocia con la artesanía, especialmente la fabricación de zapatos.
La representación moderna típica de un leprechaun como un hombre pequeño sentado en un taburete con una barba roja y un sombrero verde viene de una mezcla de elementos del folklore europeo más amplio y no es parte del personaje tradicional del leprechaun irlandés.
La mayoría de cuentos con un leprechaun siguen un patrón familiar. Un humano descubre a uno ocupado remendando zapatos y exige saber dónde está su "pot of gold", la ollita de oro, o a veces se la llama "crock of gold" (vasija) por la olla de barro. Todo lo que tiene que hacer el humano es no quitarle ojo al leprechaun, y así recibirá el oro. Sin embargo, ahí es donde está el problema. Porque los leprechauns son ágiles a pesar de su edad y propensos a hacer travesuras. El leprechaun intentará por todos los medios distraer a su captor, pero una de sus técnicas favoritas es aprovecharse de la codicia humana y su candidez. Al taimado leprechaun se le da tan bien guardar su tesoro que el humano que intentó conseguirlo al final se acaba culpando a sí mismo por su propia estupidez al no conseguirlo.
Una figura perdurable en la mitología
Tras el periodo medieval, los leprechauns se convirtieron en los favoritos de muchos escritores que los elevaron a una posición tal que hay pocos otros tipos de duendes y hadas irlandeses que se conozcan hoy en día, a pesar de haber tantos y de que a menudo sean más notables que los leprechauns. En particular, T. Crofton Croker, en sus Leyendas de las hadas y tradiciones del sur de Irlanda (publicado por primera vez en 1825 EC) y otras obras, se aseguró de que los leprechauns eclipsaran a todas las demás figuras de duendes y hadas del folklore irlandés. Esta tendencia siguió su camino con autores como William Allingham, que escribió su famoso poema Lepracaun en torno a 1870 EC. Hasta Hollywood se subió al carro en 1968 con el musical El arcoiris de Finian, protagonizado por Fred Astaire. La propia película era una adaptación de un musical exitoso, pero a pesar de estar nominada a varios premios de la academia y a los Globos de Oro, descubrió que ganar el premio era tan difícil como conseguir la olla de oro del leprechaun.