Adolf Hitler

Definición

Mark Cartwright
por , traducido por Emiliano S. Grill
Publicado el 04 diciembre 2024
Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, francés, griego, persa, portugués, turco
Imprimir artículo
Adolf Hitler, 1937 (by Bundesarchiv, Bild 183-S33882, CC BY-SA)
Adolf Hitler, 1937
Bundesarchiv, Bild 183-S33882 (CC BY-SA)

Adolf Hitler (1889-1945) fue el dictador de la Alemania nazi desde 1933. Llegó al poder prometiendo mejorar la economía y el estatus de Alemania en Europa, pero al llevar estas políticas al extremo, fue principalmente responsable de iniciar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Alemania perdió la guerra, y Hitler se suicidó en abril de 1945.

Primeros años

Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau am Inn, un pueblo de Austria. Su padre, Alois Schicklgruber (aunque hay algunas especulaciones sobre si era su verdadero padre), cambió el apellido familiar a Hitler y se ganaba la vida como zapatero antes de ascender a inspector auxiliar de aduanas. La madre de Adolf, Klara Pölzl, era la tercera esposa de Alois y adoraba a su hijo, mientras que Alois era un padre dominante que castigaba a Adolf por cualquier travesura. Tras la muerte de Alois en 1903, Adolf comenzó a descuidar sus estudios: pasaba la mayor parte del tiempo leyendo novelas de historia y del oeste o «deprimido por la casa, con delirios de convertirse en artista o arquitecto» (Boatner, 223). La familia se mudó a Linz en 1905. Adolf visitó Viena al año siguiente y, en 1907, intentó ingresar en la Academia de Bellas Artes de esa ciudad, pero suspendió el examen. Tras suspender de nuevo el examen en 1908, intentó ingresar en la Escuela de Arquitectura, pero su falta de cualificación también se lo impidió.

Eliminar publicidad
Publicidad

Tras la muerte de su madre en diciembre de 1907, Hitler pasó los cinco años siguientes en Viena haciendo pocos amigos y ganando poco dinero pintando carteles y postales. Afortunadamente, contaba con unos pequeños ingresos procedentes de un legado familiar para complementar su escaso trabajo. En lo relativo a su salud, se especula que por esta época Hitler pudo haberse contagiado de sífilis y haber sufrido impotencia. Sin embargo, lo más significativo para su futuro fue su despertar político, que se produjo en Viena. «Admiraba al alcalde antisemita y nacionalista de la ciudad, Karl Lueger, y fue allí donde aprendió el poder de la propaganda y cómo gestionar movimientos de masas» (Boatner, 223). En 1913, para evitar el servicio militar obligatorio en Austria, Hitler se trasladó a Alemania y fijó su residencia en Múnich.

Los pocos gustos que se daba Hitler incluían el pastel de chocolate y pasear a su pastora alemana, Blondi.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Hitler, sintiendo que era su deber patriótico, se alistó en el ejército bávaro. Como mensajero en Francia, destacó ante sus superiores y fue condecorado con la Cruz de Hierro de Segunda Clase. Fue gravemente herido en el muslo por un trozo de metralla en la batalla del Somme, pero volvió a combatir en 1917. Aunque alcanzó el rango de cabo primero, no ascendió más, ya que sus superiores «no pudieron descubrir en él cualidades de liderazgo» (McDonough 2012, 34). Posteriormente, recibió la Cruz de Hierro de Primera Clase, aunque volvió a ser hospitalizado, esta vez debido a un ataque con gas. El armisticio de 1918 lo dejó con un profundo sentimiento de traición, pero de todas formas permaneció en el ejército y se convirtió en instructor en Múnich, donde se dedicó principalmente a dar conferencias sobre los peligros del comunismo. Pronto, Hitler decidiría tomar medidas más concretas para remodelar Alemania y liberarla de sus enemigos.

Eliminar publicidad
Publicidad

Adolf Hitler c. 1900
Adolf Hitler hacia 1900
Unknown Photographer (Public Domain)

El Partido Nazi

El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP o Partido Nazi), de corte fascista, se fundó en 1920 bajo el nombre de Partido Obrero Alemán, pero fue Hitler quien amplió su denominación. A pesar de su nombre, el partido no era socialista ni tenía un verdadero interés en la clase obrera; más bien, buscaba atraer al mayor número posible de seguidores con su mensaje ultranacionalista. Gracias a su habilidad como orador, Hitler ascendió rápidamente dentro de la organización y, en 1921, reemplazó a Anton Drexler (1884-1942) como líder del partido.

Hitler tenía grandes ambiciones, por lo que intentó tomar el poder en noviembre de 1923 en un fallido golpe de Estado conocido como el Putsch de Múnich o Putsch de la Cervecería (llamado así porque comenzó en una cervecería de Múnich). El intento fracasó ya que otros políticos de derecha, junto con la policía y el ejército, se negaron a apoyar a los nazis. Arrestado y juzgado por traición, Hitler fue declarado culpable y encarcelado. Sin embargo, lejos de dañar su imagen, el juicio le dio una gran publicidad, y su habilidad oratoria en el tribunal ayudó a aumentar la popularidad del Partido Nazi.

Eliminar publicidad
Publicidad

Su estancia en prisión fue breve: cumplió solo un año, tiempo que aprovechó para escribir Mein Kampf («Mi lucha»), un libro en el que expuso sus ideas sobre el gobierno y su visión de cómo transformaría Alemania si llegara al poder.

Carácter y relaciones

En 1925, Hitler alquiló una casa de campo cerca de Berchtesgaden, en Baviera, que más tarde compró, amplió y rebautizó como Berghof. Consideraba este refugio de montaña su lugar favorito, llegando a afirmar que allí pasó «las mejores horas de mi vida» (Boatner, 224). Vivía en el Berghof con una hermana viuda y sus dos hijas. Hubo sospechas de que Hitler y una de las hijas, Geli, mantuvieron una relación amorosa, pero el personal doméstico negó que fuera así. En septiembre de 1931, Geli se suicidó, un hecho que afectó profundamente a Hitler. En su dolor, ordenó que su habitación en el Berghof permaneciera intacta, tal como estaba el día de su muerte.

Adolf Hitler & Eva Braun
Adolf Hitler y Eva Braun
Bundesarchiv, B 145 Bild-F051673-0059 (CC BY-SA)

En 1932, Hitler inició una relación que duraría hasta el final de su vida con Eva Braun (1912-1945). Braun parecía ajena a la «personalidad vengativa y obsesiva» de Hitler (Dear, 421) y su existencia permaneció en gran parte en la sombra. Pocas personas conocían la relación, ya que Braun vivía en el Berghof, donde llevaba una vida de reclusión voluntaria. Descrita como una «joven sencilla, sumisa, de intelecto limitado... [que] no aspiraba a nada más que a ser una amante» (Boatner, 59-60), Braun aportó un toque de encanto al Berghof. Sus fotografías y películas privadas de Hitler se han convertido en un valioso testimonio histórico de la vida personal del dictador.

Eliminar publicidad
Publicidad
El presidente Hindenburg invitó a Hitler a ocupar el rol de canciller.

En el Berghof, Hitler solía dejar a un lado su carácter pendenciero, y su infame temperamento explosivo se mostraba más contenido. Pasaba el tiempo escuchando música clásica, especialmente las obras de Richard Wagner (1813-1883), y cultivando su pasión por la arquitectura. Junto a su arquitecto jefe, Albert Speer (1905-1981), estudiaba incansablemente los ambiciosos planes para reconstruir Berlín.

Hitler disfrutaba de las cosas sencillas de la vida. Vestía trajes austeros, una chaqueta deportiva bávara o un uniforme militar básico, y confiaba a Speer el motivo de su elección: «Mi entorno debe tener un aspecto magnífico. Entonces mi sencillez produce un efecto sorprendente» (Speer, 167). Sus pocos caprichos incluían el pastel de chocolate y pasear a su pastora alemana, Blondi. Pasaba las veladas tranquilas rodeado de su círculo íntimo de aduladores, que veían películas juntos o soportaban los monólogos incoherentes y carentes de humor de su líder. Eran reuniones cómodas pero no especialmente íntimas, como recordaba Speer, un antiguo miembro del círculo íntimo de Hitler: «Nunca en mi vida he conocido a una persona que revelara tan raramente sus sentimientos… la perra fue la única criatura viviente en el cuartel general que despertaba algún destello de sentimiento humano en Hitler» (Speer, 156 y 412).

Ascenso al poder

Liberado de la cárcel y con el Partido Nazi reorganizado, Hitler tardó una década en alcanzar el poder, esta vez recurriendo a medios legales para llegar a lo más alto de la política alemana. Durante gran parte de la década de 1920, el panorama político permaneció estancado: en las elecciones de 1928, el partido obtuvo apenas 12 escaños en el Reichstag, el parlamento de la República de Weimar (1918-1933), una cifra insignificante dentro de los 491 escaños disponibles. Sin embargo, a partir de entonces comenzó un ascenso constante en las sucesivas elecciones de la República. En 1930, los nazis lograron 107 escaños; en julio de 1932 alcanzaron un impresionante total de 230; y aunque en noviembre de ese mismo año retrocedieron a 196, su atractivo seguía siendo sólido. El respaldo al partido abarcaba todas las clases sociales y se extendía por todas las regiones de Alemania.

Eliminar publicidad
Publicidad

Hitler & Hindenburg
Hitler y HIndenberg
Bundesarchiv, Bild 183-S38324 (CC BY-SA)

La creciente popularidad de Hitler y el Partido Nazi se debió a varios factores. Hitler prometía devolver a Alemania su grandeza mediante el rearme, la eliminación de los sindicatos y la inversión en grandes proyectos gubernamentales, medidas que, según él, acabarían con el desempleo crónico del país. Estas ideas entusiasmaron tanto a las grandes empresas como al ejército alemán. El colapso de Wall Street en 1929 y la posterior Gran Depresión habían dejado a millones de alemanes sin empleo o con salarios reducidos y, en medio de esta crisis, Hitler se presentó como la solución, prometiendo trabajo y pan para todos.

En apasionados y carismáticos discursos públicos, Hitler prometía revertir las restricciones y humillaciones impuestas por el Tratado de Versalles, que había puesto fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial. Se comprometía a recuperar los territorios perdidos y a expandir Alemania (el llamado Tercer Reich) mediante la obtención de Lebensraum («espacio vital»), donde, según él, el pueblo alemán podría prosperar. El Partido Nazi apelaba a los valores tradicionales alemanes, como la familia, la autosuficiencia y la tradición, al tiempo que identificaba a supuestos enemigos del Estado, como los comunistas y los judíos, a quienes culpaba de impedir la prosperidad de Alemania. Hitler se convirtió en el rostro de esta nueva política, y en torno a él se desarrolló un culto a la personalidad, promovido deliberadamente por la propaganda nazi. Espectáculos como los congresos anuales de Núremberg reforzaban su imagen ante los seguidores del partido. Se le presentaba como el salvador de Alemania, y él mismo terminó creyéndolo.

Ante la inestabilidad de los frágiles gobiernos de coalición, Hitler se presentó como el líder fuerte que Alemania necesitaba y como un defensor de la clase dirigente, cada vez más acorralada por la crisis. Convencido de que podría controlarlo mejor desde dentro que desde fuera, el presidente Paul von Hindenburg (1847-1934) lo invitó a asumir el cargo de canciller y encabezar un gobierno de coalición a finales de 1932.

¿Te gusta la historia?

¡Suscríbete a nuestro boletín electrónico semanal gratuito!

Los nazis habían logrado finalmente el poder, pero Hitler quería más, mucho más.

Adolf Hitler in SA Uniform
Adolf Hitler con el uniforme de las SA
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)

Al creciente atractivo popular del Partido Nazi se sumó una estrategia de intimidación dirigida contra sus rivales políticos. Sus grupos paramilitares, las SA (Sturmabteilung o «camisas pardas») y las SS (Schutzstaffel), estaban compuestos por matones que actuaban como fuerzas de choque y se dedicaban a disolver reuniones opositoras y amedrentar a los votantes en las urnas. Un evento clave en la consolidación del poder nazi fue el incendio del Reichstag en febrero de 1933. Atribuido a un anarquista comunista, el suceso le permitió a Hitler avivar el temor a una revolución comunista y usarlo como herramienta para fortalecer su control en las elecciones que se avecinaban.

En las elecciones de marzo de 1933, el Partido Nazi obtuvo 288 escaños. Aunque no alcanzó la mayoría, logró consolidar su poder al aliarse con el Partido Nacional Popular Alemán (DNVP), de ideología similar.

Con esta base, Hitler dio el siguiente paso: transformar Alemania de una democracia en una dictadura.

El Führer

Hitler no tardó en desmantelar las instituciones del Estado. Se prohibieron todos los partidos políticos excepto el Partido Nazi, se declaró la ley marcial y se promulgó un decreto que otorgaba a la policía nuevos poderes de detención e imponía limitaciones a las libertades civiles. El golpe final a la democracia llegó con la Ley Habilitante, aprobada por el Reichstag bajo coacción, que le permitió gobernar sin necesidad de pasar por el Parlamento. A partir de entonces, todo, desde la policía hasta la prensa, quedó bajo el control nazi. Cuando Hindenburg murió en agosto de 1934, Hitler fusionó los cargos de presidente y canciller y se declaró a sí mismo líder de Alemania o Führer. Para sellar su autoridad, ordenó que todo el personal de las fuerzas armadas le jurara lealtad de forma personal. Hitler se había convertido en el Estado. En junio de 1934, Hitler consolidó su posición entre los propios nazis cuando, en la Noche de los Cuchillos Largos, purgó las SA e hizo ejecutar a su líder Ernst Röhm (1887-1934). La purga dejó claro que Hitler se consideraba ahora totalmente por encima de la ley.

Eliminar publicidad
Publicidad

The Rise of Nazi Germany, 1919 - 1939
Surgimiento de la Alemania nazi, 1919-1939
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)

Hitler y los judíos

Desde Mein Kampf, Hitler había prometido crear una raza aria alemana «pura» mediante la erradicación de los judíos y de cualquier otro grupo que considerara indeseable dentro del territorio alemán. Este proyecto siniestro, al que denominó «solución al problema judío», comenzó con las Leyes de Núremberg en septiembre de 1935, leyes que definían quién era judío según la visión nazi y despojaban a estas personas del derecho a la ciudadanía alemana, así como del derecho a casarse con no judíos. Los judíos estaban siendo expulsados de Alemania mediante su maltrato, como la Kristallnacht («Noche de los cristales rotos»), un pogromo que tuvo lugar en noviembre de 1938 contra los judíos y sus propiedades en todo el territorio alemán. Más de 400.000 judíos huyeron del Tercer Reich, pero los que se quedaron se enfrentaron a una discriminación cada vez mayor, desde la prohibición de acudir a parques públicos hasta el traslado a campos de trabajo.

Sin embargo, esto no era suficiente para los nazis. Hitler recurrió entonces a lo que se conoció como la «Solución Final», es decir, el Holocausto, el exterminio de millones de judíos europeos en campos de exterminio construidos a tal efecto, como Auschwitz. Otros grupos minoritarios como los romaníes, los eslavos, los comunistas y los discapacitados sufrieron el mismo terrible destino.

Hitler, el líder militar

Parece que Hitler, tal como escribió en Mein Kampf, tenía la intención de dominar Europa mediante la conquista, aunque también es posible que simplemente pasara de una crisis internacional a otra, aprovechándose en cada ocasión de las debilidades de los líderes de otros Estados. Fiel a sus promesas, desmanteló las restricciones impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles. El Führer utilizó una combinación de mentiras, faroles y diplomacia para engañar a los líderes de Gran Bretaña y Francia, en particular, y hacer que siguieran una política de apaciguamiento. Recuperó el control de la región del Sarre (1935), remilitarizó Renania y comenzó a rearmar Alemania (1936), absorbió Austria en el Tercer Reich (Anschluss, 1938) y, tras la Conferencia de Múnich, se apoderó de los Sudetes checos (1938). Luego, asumió el mando personal de todas las fuerzas armadas alemanas.

Hitler ocupó la parte de Checoslovaquia que aún permanecía libre en marzo de 1939. Luego, dirigió sus amenazas hacia Polonia. Esta vez, Gran Bretaña y Francia se mantuvieron firmes, tras darse cuenta finalmente de que no se podía apaciguar a Hitler ni confiar en él. Ambos países prometieron defender a Polonia. Hitler, que en agosto había firmado el Pacto Nazi-Soviético con la URSS, siguió adelante de todos modos, y así, tras la invasión de Polonia en 1939, la Segunda Guerra Mundial comenzó el 3 de septiembre. Después de tanto tiempo fanfarroneando, Hitler se sorprendió de que la guerra finalmente hubiera estallado, pero aun así creyó que podría ganar, basándose en sus principios gemelos de «perseverancia y tenacidad fanática». (Dear, 421).

Eliminar publicidad
Publicidad

Adolf Hitler in Paris
Adolf Hitler en París
NARA (Public Domain)

Hitler tenía numerosos centros de mando cerca de distintos frentes, pero pasó la mayor parte de la guerra en la Wolfsschanze, o «Guarida del Lobo», en lo profundo de los bosques prusianos. Aunque poseía una memoria prodigiosa para los hechos, su falta de experiencia estratégica a menudo hacía que su interferencia en la conducción de la guerra resultara costosa para Alemania y su pueblo.

Los primeros años de la guerra fueron favorables para Hitler, superando incluso sus expectativas más ambiciosas. Alemania arrasó la mitad oriental de Polonia y ocupó Dinamarca y Noruega. En Occidente, los avances fueron espectaculares: los Países Bajos y Francia cayeron bajo ocupación alemana en el verano de 1940. La táctica Blitzkrieg, que combinaba el uso coordinado de todas las fuerzas armadas a gran velocidad, aseguró una serie de victorias arrolladoras. Hitler alcanzó el cenit de su poder mientras recorría sus nuevas conquistas, inmortalizado en fotografías en la Torre Eiffel de París. En todos los territorios ocupados se impusieron la ideología y las prácticas nazis, incluida la persecución sistemática de los judíos.

Perder la guerra

Las cosas comenzaron a ir mal para Alemania a partir de 1942. La Operación Barbarroja (la invasión de la URSS) terminó en fracaso debido a múltiples factores, pero la insistencia de Hitler en pasar por encima de sus generales, como al ordenar detener el avance hacia Moscú, no ayudó. Siempre desconfiando de los expertos, Hitler consideraba que sus generales eran demasiado pesimistas, por lo que se autodenominó Feldherr (comandante de los ejércitos alemanes) y asumió personalmente el mando de las fuerzas sobre el terreno.

Hitler the War Leader
Hitler, el líder militar
Bundesarchiv, Bild 183-B24543 (CC BY-SA)

La entrada de los poderosos Estados Unidos en la guerra tras el ataque de Japón a Pearl Harbor en diciembre de 1941 significó que la relativa falta de recursos de Alemania acabaría siendo decisiva. La campaña del norte de África se deterioró tras la derrota en la segunda batalla de El Alamein (octubre-noviembre de 1942).

Hitler continuó con su intromisión en los asuntos militares, destituyendo a generales por capricho. Incluso si no hubiera sido estratégicamente inepto, el enorme volumen de trabajo que él mismo se asignó al negarse a delegar significaba que sus decisiones no se basaban en un análisis detallado de las situaciones militares.

El desembarco del Día D en Normandía en junio de 1944 abrió finalmente un segundo frente, y Alemania se vio atrapada entre los dos ejércitos de los Aliados. Hitler, como ya lo había hecho en la batalla de Stalingrado, insistió en que todos lucharan hasta la muerte, pero esta política solo llevó a más sufrimiento. El «liderazgo cada vez más caprichoso e irracional de Hitler fue en gran parte responsable de la derrota de Alemania» (Dear, 421).

Eliminar publicidad
Publicidad

Hitler & Hitler Youth
Hitler y las Juventudes Hitlerianas
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)

Los generales estaban tan hartos de la forma en que el Führer dirigía la guerra que un grupo de ellos, liderado por Claus von Stauffenberg (1907-1944), lanzó el complot de 1944 para asesinar a Hitler en su búnker de mando. La bomba estalló el 20 de julio, pero Hitler sufrió apenas heridas leves y sobrevivió milagrosamente, lo que le convenció más que nunca de que la providencia estaba de su parte. A continuación se llevó a cabo una purga despiadada contra cualquier persona remotamente relacionada con el complot; una de sus víctimas fue el comandante más célebre de Alemania, el mariscal de campo Erwin Rommel (1891-1941). En cualquier caso, para 1945 la rendición de Alemania era inminente.

La muerte de Hitler

En abril de 1945, Eva Braun se reunió con Hitler en su búnker de Berlín, el Führerbunker, en el jardín de la Cancillería. Hitler, hipocondríaco e insomne de toda la vida, estaba ahora físicamente frágil, su piel estaba grisácea, arrastraba el pie derecho al caminar y estaba paranoico por otro intento de asesinato. Su médico personal, Theodore Morell (1887-1948), le administraba inyecciones con una regularidad alarmante, la mayoría de las cuales eran brebajes extraños fabricados por el propio Morell, que incluían anfetaminas no probadas. Hitler mantenía el ánimo con sueños de nuevas armas secretas que podrían cambiar el curso de la guerra en el último minuto.

El 29 de abril, Hitler y Braun se casaron. El 30 de abril, mientras el Ejército Rojo de la URSS se abría paso por las calles de Berlín, quince metros más abajo, Braun se suicidó con veneno y Hitler se disparó en la boca. Es posible que Hitler haya tomado esta decisión después de enterarse del brutal trato que había recibido su contraparte, el dictador fascista italiano Benito Mussolini (1883-1945). Los cuerpos de Hitler y Braun fueron quemados por el ayuda de cámara de Hitler utilizando gasolina, tal y como se le había ordenado. Alemania, un país destrozado, se rindió una semana después.

Eliminar publicidad
Publicidad

Preguntas y respuestas

¿Por qué es más conocido Hitler?

Hitler es conocido sobre todo por haber sido el líder de la Alemania nazi entre 1933 y 1945, por iniciar y luego perder la Segunda Guerra Mundial, y por asesinar a seis millones de judíos en el Holocausto.

¿Cuál era el verdadero nombre de Adolf Hitler?

El verdadero nombre de Adolf Hitler era Adolf Hitler, pero su padre había cambiado el apellido familiar, Schicklgruber, por Hitler.

Sobre el traductor

Emiliano S. Grill
Nacido y criado en Uruguay, Emiliano es un traductor, subtitulador y aficionado a la historia. Le apasionan los idiomas, la lectura y la escritura.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2024, diciembre 04). Adolf Hitler [Adolf Hitler]. (E. S. Grill, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19717/adolf-hitler/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Adolf Hitler." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. Última modificación diciembre 04, 2024. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19717/adolf-hitler/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Adolf Hitler." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 04 dic 2024. Web. 05 feb 2025.

Afiliación