Tara

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Joshua J. Mark
por , traducido por Waldo Reboredo Arroyo
Publicado el 09 agosto 2021
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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Seated Green Tara (by The Art Institute of Chicago, Public Domain)
Tara Verde Sentada
The Art Institute of Chicago (Public Domain)

Tara es una deidad femenina del Hinduismo y del Budismo, que personifica la compasión y ofrece salvación a los que penan a causa de la reencarnación y la muerte. Se piensa que haya nacido por empatía hacia un mundo que sufre y se invoca con regularidad para obtener protección, guía y liberación de situaciones difíciles.

En el Hinduismo Tara es la segunda de diez Mahavidyas, avatares de la Gran Diosa Madre Mahadevi (conocida también como Adi Parashakti y por otros nombres). Adi Parashakti se manifiesta como la trinidad de las diosas Saraswati, Lakshmi y Parvati y por lo tanto las Mahavidyas son expresiones más específicas de estas tres. Se le considera una ishta-devi, deidad femenina preferida (la versión masculina es un ishta-deva), debido a que el Hinduismo es henoteísta (creencia en una deidad que tiene muchas manifestaciones). Tara es una manifestación de Parvati, como madre devota que cuida y protege a sus hijos; se piensa que sea la madre de Sakyamuni Buda (c. 563 - c. 483 a. C.) que en el Hinduismo se tiene como un avatar del dios Vishnú. El centro más importante de su culto se encuentra en Tarapith, en Bengala Occidental.

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En el Budismo Tara es una deidad redentora (salvadora) que libera a las almas del sufrimiento. Se reconoce como bodhisattva (“esencia de iluminación”) por el Budismo Mahayana y como buda y madre de budas en el Budismo Esotérico, en particular en el Budismo Vajrayana (conocido también como Budismo Tibetano). De acuerdo a un relato sobre su origen, emergió de la lágrima del bodhisattva Avalokitesvara, quien lloró al observar al mundo sufrir. Por lo tanto se le asocia en primer lugar con la compasión, pero puede adoptar muchas formas para ayudar y proteger a sus devotos, incluso la de una irascible deidad de apariencia similar a Kali, diosa de la muerte y la transformación en el Hinduismo.

SE CREE QUE TARA, COMO UNA ESTRELLA, PROVEE UN PUNTO DE LUZ ÚNICO QUE SIRVE DE GUÍA PARA NAVEGAR.

La primera evidencia escrita que da fe acerca de la veneración a Tara proviene del siglo V d. C., pero se le conocía desde mucho antes, ya que se menciona en el Rig-Veda (c. 1500-1100 a. C.) y estaba a la vista en el Período Veda (c.1500 – c. 500 a. C.). También se asocia con la diosa Prajnaparamita en la obra budista Perfección de la Sabiduría, una antología compuesta entre c. 50 a. C. – c. 600 d. C. También se hace referencia a ella en el Bardo Todol (El Libro Tibetano de los Muertos), que data del s. VIII d. C.

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Su nombre significa “salvadora” en sánscrito, pero también se ha traducido como “estrella” y por lo general se le invoca para tener su guía en la vida; en particular por aquellos que se sienten perdidos y confrontan dificultades para hallar su camino. Se cree que Tara, como una estrella, provee un punto de luz único que sirve de guía para navegar. Se asocia con figuras de la diosa madre en las escuelas budistas de muchas culturas diferentes. Es probable que para el público occidental sea más conocida como Guanyin, diosa china de la compasión. Continúa siendo una de las diosas más poderosas y populares de las escuelas del Budismo Esotérico; se venera en la era moderna tanto por el Budismo como por el Hinduismo.

Posible Desarrollo Histórico

No está claro cuándo comenzó Tara a reverenciarse, pero se asocia con la secta Shakti del Hinduismo, que adora el principio divino femenino de Mahadevi como fuente de toda la creación, en vez del principio masculino de Brahman. La creencia Shakti no niega el principio masculino, ya que reconoce la importancia tanto de lo masculino como de lo femenino, pero eleva a Mahadevi a la más prominente de las posiciones. Es probable que la secta surgiera en la Civilización del Valle del Indo (c. 7000 – c. 600 a. C.) y que influyera en el desarrollo de las populares sectas del Vaishnavismo (centradas en el dios Vishnú) y del Shivaismo (que enfatiza a Shiva). Las tres reconocen la importancia de un balance entre las energías femenina y masculina, así como el efecto de elevación que produce la devoción personal hacia la deidad que se escoja.

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Tal como se ha dicho, las pruebas documentales acerca de Tara vienen primero a través del Rig-Veda y por vía de la evidencia física sobre la veneración que se le rendía en su templo de Tarapith, establecido c. 1225 a. C. El sitio de Tarapith fue con anterioridad (y en parte todavía es) un osario abierto donde, como parte de los rituales mortuorios, se dejaban los cadáveres para que se descompusieran o fueran cremados. Estos terrenos se frecuentaban por ascetas religiosos nombrados siddhas y por otros que se consideraban más avanzados espiritualmente, conocidos como mahasiddhas (“gran” siddha, o siddha “perfeccionado”), quienes decían que podían comunicarse con los espíritus y poderes eternos del lugar, así como con las almas de los muertos.

Tarapith Temple
Templo de Tarapith
Pinakpani (CC BY-SA)

Tarapith (como el nombre deja en claro) es un pith (plural, pitha, “asiento” o “morada”) de Tara, un lugar donde su poder y presencia eran asaz accesibles. Debido a que en algunas de sus formas se asocia con la muerte y con símbolos de mortalidad tales como calaveras, puede que los mahasiddhas, probables componentes de la secta Shakti, la hayan desarrollado a manera de su ishta-devi en algún momento anterior al 1225 a. C. Consideraciones religiosas aparte, su devoción hacia Tara habría identificado y diferenciado al grupo de otros de la secta Shakti, lo cual favoreció que se desplegara una forma específica de adoración a la diosa.

Tara en el Hinduismo

Existen varias historias acerca del origen de Tara en el Hinduismo, pero una de las más conocidas concierne a la diosa Sati, consorte de Shiva. El padre de Sati, Daksha, insultó a Shiva al no invitarlo a que participara en un ritual sagrado del fuego. Sati, en lo personal, se sintió responsable por el desaire, e incapaz de vivir con la vergüenza ocasionada por las acciones de su padre, se lanzó al fuego durante el ritual. A causa del dolor Shiva perdió la razón y para ayudarlo, Vishnú recogió las partes del cuerpo de Sati y las dispersó por toda la India. Dondequiera que una parte cayera, esta florecía y se manifestaba como otra diosa, de manera que Sati continuó viviendo a través de ellas. Cada uno de estos sitios se reconoció como un pith, o sea, un “asiento” de una diosa particular.

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Se dice que uno de los ojos de Sati cayó en Tarapith, haciendo del lugar su morada, donde más tarde se erigió un santuario en su honor. El sitio, como resulta obvio, se asoció con Tara desde antes de la construcción del templo y sobre todo, los terrenos del osario en donde los siddhas y mahasiddhas se enfrascaban en sus rituales. Los estudiosos Robert E. Buswell, Jr. y Donald S. López Jr. comentan:

Es común que aparezcan [pitha] en escenas de las vidas de los mahasiddhas. Muchos de los sitios pueden ser vinculados a ubicaciones geográficas del subcontinente indio, aunque algunos permanecen sin identificar y los emplazamientos de otros cambian según las diferentes tradiciones. Se consideran, sin embargo, que conforman una red tanto en el mundo exterior como dentro del cuerpo del practicante del Tantra… En ambas expresiones, externa e interna, se supone que los pitha sean formas de mandalas (647).

Un mandala (“círculo”, en sánscrito) es una figura geométrica que posee significado espiritual y los que lo observan lo interpretan como una especie de mapa de su viaje interior. También puede ser aprehendido como una representación del Orden Divino, que es como se comprenderían los pitha. Para los adeptos, el Hinduismo se conoce como Sanatan Dharma (“Orden Eterno”) y se entiende que el universo opera de acuerdo con las reglas de ese orden, creado y mantenido por Brahman. Por lo tanto, cuando Vishnú dispersó las partes del cuerpo de Sati, el Orden Divino, con propósitos propios, las dirigió hacia donde debían caer; más adelante se comprendió que el objetivo había sido la creación de un mandala para auxiliar a los seres humanos en su trabajo espiritual.

Tara Statue
Estatua de Tara
G41rn8 (CC BY-SA)

Los pitha se convirtieron en lugares de peregrinación y Tarapith, uno entre tantos (51, de acuerdo a algunas tradiciones, 12, 24, ó 32, en otras). Tarapith hace honor a Tara en su forma de madre compasiva, a la vez que reconoce su naturaleza de feroz protectora. En concordancia con ello, en el templo el culto comprendía la ofrenda de sacrificios de sangre a la estatua de la diosa (que continúan en el presente). Se cree que participar en los rituales de Tarapith cura enfermedades físicas y sicológicas, proporciona el restablecimiento, e incluso devuelve a la vida a los recién fallecidos.

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Tara en el Budismo

Tarapith es un templo del Hinduismo y en lo particular, de la secta Shakti, pero es respetado por los budistas, que no solamente reconocen a Tara como la madre de Sakyamuni Buda, sino de todos los budas anteriores y posteriores a él. Se dice que nació a causa de la compasión que sintió el bodhisattva Avalokitesvara (también un buda) cuando lloró a causa del sufrimiento que había en el mundo. Avalokitesvara es una figura importante del Hinduismo y del Budismo y este último lo asocia al número sagrado 108 debido a que se dice que posee esa cantidad de avatares, los cuales se manifiestan a las personas en sus distintas formas para auxiliarlas de una manera efectiva.

SE CONSIDERA A TARA COMO LA ENCARNACIÓN FEMENINA DE AVALOKITESVARA, QUIEN A SU VEZ SE CONCIBE COMO LA PERSONIFICACIÓN DE LA COMPASIÓN Y LA SABIDURÍA MISERICORDIOSA

En el Budismo Tibetano se le conoce como Chenrezig, quien al bajar su vista hacia el mundo desde la cima de una montaña vio el interminable sufrimiento de las gentes, ocasionado por la ignorancia que las atrapaba en sus propios temores y las encadenaba en eterno tormento al ciclo de reencarnación y muerte (samsara), a menos que se les despertara. Sus lágrimas cayeron a sus pies, donde formaron un charco que se expandió hasta convertirse en lago; en su centro apareció un loto que luego se abrió y reveló a Tara en plenitud de forma y poder. Por esta razón se considera como la encarnación femenina de Avalokitesvara/Chenrezig, quien a su vez se concibe como la personificación de la compasión y la sabiduría misericordiosa.

Hoy día los estudiosos continúan el debate acerca de si Tara emergió primero en el Hinduismo o en el Budismo, lo que puede parecer una discusión carente de sentido, ya que desde el punto de vista histórico está claro que los textos del Hinduismo así como el templo que la honra son anteriores al establecimiento del Budismo. No obstante, los budistas reclaman que su sistema de creencias posee una historia espiritual eterna, comparable a la que reivindica el Hinduismo; sobre la base de este entendido Avalokitesvara y por tanto Tara, anteceden al Hinduismo institucionalizado. En la cosmografía budista existen muchos sistemas de universos que funcionan de manera simultánea en distintas esferas de tiempo; en uno de estos, según otra narrativa de orígenes, nació Tara.

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The Goddess Tara
La Diosa Tara
Daniel Mennerich (CC BY-NC-ND)

Conforme a esta historia, existe una mujer nombrada Yeshe Dawa (“Luna de Sabiduría” o “Luna de Conciencia Primordial”), hija de un rey, que vive en el reino de las Luces Multicolores y que durante siglos hace sacrificios en búsqueda de sabiduría, hasta que el Buda del Sonido del Tambor, el Buda de ese mundo, la toma como alumna y la instruye en el camino de la iluminación. Al alcanzar un penetrante grado de visión espiritual, abraza el voto del bodhisattva y Buda la bendice. Los monjes se regocijan por su realización y le expresan que había llegado el momento de orar para reencarnar como hombre y avanzar más en su siguiente vida. “Luna de Sabiduría” reprende a los monjes, acotándoles:

Aquí, ni hombre, ni mujer,

Ni yo, ni individuo, ni categoría.

“Hombre” o “Mujer” sólo son denominaciones

Creadas por la confusión de mentes perversas en este mundo. (Mull, 8)

Hace el voto de permanecer siempre encarnada como mujer mientras continúe en el reino del samsara, porque había muchos hombres que servían de modelo a seguir en el camino hacia la iluminación, pero pocas mujeres, debido a la ignorancia humana y a la arrogancia masculina. Persistió en el desarrollo de su sabiduría espiritual, de su poder y compasión a través de la meditación y en ese proceso liberó del sufrimiento de la reencarnación y la muerte a un número infinito de almas, hasta convertirse finalmente en la diosa Tara, la salvadora, siempre dispuesta a responder a los lamentos de quienes la llaman.

Tara Como Símbolo de Transformación

Se cree que la diosa responde con rapidez a los seguidores que recitan el mantra “Om Tare Tuttare Ture Svaha” (pronunciado Om Tare Tutare Ture Soja), el cual no tiene traducción literal, pero que en esencia la alaba por su papel de salvadora y le pide una rápida asistencia. A menudo el mantra se recita o se canta con acompañamiento musical y se repite durante la meditación en privado o en rezos públicos. Se piensa que el mantra no sólo trae la presencia física y espiritual de Tara ante el que recita, sino que además lo alienta en su crecimiento y cambio.

Tara misma se puede manifestar de 21 maneras distintas, con lo que encarna el valor de la transformación. Además de su mantra, sus fieles repiten la oración conocida por Alabanzas a las Veintiuna Taras, que nombra cada una de sus formas y aquello contra lo que la forma protege, clama por su ayuda y pide por la liberación de la reencarnación y la muerte. Sus manifestaciones más populares son:

Tara Verde: conocida como “La Tara que Protege de los Ocho Temores” (leones, elefantes, fuego, serpientes, ladrones, agua, prisión, demonios), por lo general representa protección contra todos los infortunios. La Tara Verde es la imagen más retratada y mejor conocida de la diosa.

Tara Blanca: no siempre se representa como blanca, pero se reconoce por tener ojos en las palmas de sus manos, en las plantas de los pies y un tercer ojo en la frente, todo lo cual simboliza su cuidadosa atención. La Tara Blanca personifica la compasión y se invoca para sanar física, espiritual y sicológicamente, así como para lograr longevidad.

White Tara and Green Tara
Tara Verde y Tara Blanca
Metropolitan Museum of Art (Copyright)

Tara Azul: muestra el aspecto colérico de la diosa, dibujada a menudo con muchos brazos, de manera parecida a la diosa Kali del Hinduismo, con quien a menudo se confunde. La Tara Azul es la personificación de la cólera justiciera que destruye ilusiones dolorosas y produce el despertar a las verdades espirituales. Se le implora buena fortuna en cualquier empeño, protección y progreso espiritual.

Tara Roja: algunas veces se retrata con ocho brazos y un objeto en cada mano, se relaciona con el aviso y protección contra el peligro. Se asocia a la atracción de energías positivas, al enfoque espiritual y a la victoria sicológica y espiritual. A menudo se evoca por aquellos que tratan de eliminar malos hábitos.

Tara Amarilla: en ocasiones mostrada con ocho brazos en cuyas manos se sostienen joyas, o sujetando en una sola mano una alhaja que otorga deseos. Simboliza la prosperidad física, el bienestar y las riquezas. Siempre aparece con matices amarillos o dorados. Se acude a ella en busca de obtener beneficios financieros, pero además para que otorgue deseos relacionados con el bienestar propio, de la familia y de las amistades.

Tara Negra: Vinculada con el poder espiritual personal, se representa con la boca abierta y expresión colérica, como si gritara, sentada sobre un disco solar a veces envuelto en llamas; sostiene una urna negra que contiene las fuerzas esenciales requeridas para vencer energías negativas y poderes destructivos, externos o internos. Se clama a ella para que elimine del camino personal los obstáculos creados por uno mismo, o que otros o las circunstancias interponen.

Todas sus formas son de naturaleza transformadora y como se ha apuntado, estimulan el cambio en sus seguidores. Tara continúa en su papel de protectora y guía eterna tras la muerte de la persona. En la obra nombrada Bardo Todol (“Liberación a Través de la Escucha en el Estado Intermedio”), más conocida como El Libro Tibetano de los Muertos, se invoca a Tara en la imploración final denominada Oración en Busca de Guía, para contar con su presencia y protección (Libro I, Parte II, Día 5to). En la plegaria se evoca en sus distintas formas y colores para que asista al alma a encontrar paz.

En cualquiera de sus formas o colores, siempre se muestra como una mujer joven, delgada y saludable, lista para entrar en acción en defensa de sus devotos. La capacidad de Tara para atender las necesidades y preocupaciones en casi todos los aspectos de la vida del creyente la hace en extremo popular, si no es que la más popular de las diosas del panteón budista, tanto en el pasado como en el presente.

Conclusión

La atracción que ejerce Tara sobre las mujeres, que se saben tan capaces como los hombres de poder lograr la iluminación espiritual, le añade popularidad. El Budismo Teravada y otras escuelas de pensamiento budista mantienen que para avanzar hacia los planos espirituales más elevados y liberarse de la reencarnación y la muerte se debe reencarnar como hombre, pero Tara en la historia de su iluminación en el reino de la luz multicolor, deja claro que “hombre” y “mujer” son designaciones ilusorias a las que las mentes superficiales se aferran en su incapacidad de reconocer la verdadera naturaleza de la realidad.

The Buddhist Goddess Tara
La Diosa Budista Tara
The Walters Art Museum (CC BY)

El investigador Allison Mull subraya que Luna de Sabiduría se compromete a continuar encarnada como mujer para ayudar a que todos los seres sensibles que se manifiestan en forma femenina reconozcan en sí mismos la luz divina y les transmite valor para que esta crezca en ellos. Mull apunta:

Es por este voto por el que más adelante se conocería a Tara; por su insistencia en lo erróneo de las designaciones y por su resuelta decisión de guiar a todos los seres en el camino a la más elevada realización… Al liberar día y noche a una infinita cantidad de seres sufrientes, Luna de Sabiduría llegó a ser conocida como “Salvadora”: “Tara”, en sánscrito (8).

Algunas escuelas budistas (Budismo Mahayana y Budismo Vajrayana, entre otras) han abrazado la visión y votos de Tara y los han empleado para atraer y atender a las mujeres. Mujeres y hombres que practican el sacerdocio budista, así como millones de budistas e hinduistas laicos de todo el mundo participan hoy día en la veneración a Tara y continúan pidiéndole ayuda para mantener su equilibrio, desarrollar su transformación y cambio y lograr seguridad en un mundo a menudo desafiante.

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Sobre el traductor

Waldo Reboredo Arroyo
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2021, agosto 09). Tara [Tara]. (W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19947/tara/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Tara." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 09, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19947/tara/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Tara." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 09 ago 2021. Web. 20 dic 2024.

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