El término "la Tierra Firme del Imperio español" se refiere, en su sentido más amplio, a las colonias americanas pertenecientes al Imperio español, desde Florida en el hemisferio norte hasta Brasil en el hemisferio sur (en su costa Norte), incluyendo el Caribe. Este término se utilizaba de manera más concreta para hacer referencia al territorio español comprendido entre el norte de Sudamérica hasta el sur de lo que actualmente son los Estados Unidos. Fue un nombre particularmente popular entre escritores de novelas de piratas, término con un áurea romántica muy útil al momento de describir las aventuras de corsarios, bucaneros y piratas de los siglos XVI al XVIII.
Area geográfica
La Tierra Firme del Imperio español fue un término aplicado a las posesiones coloniales españolas en América desde alrededor de 1520 hasta 1730, al final de la Edad de oro de la piratería, teniendo al principio un significado más limitado. Esta expresión fue usada por corsarios ingleses en el siglo XVI para referirse solamente a la costa norte de Sudamérica (aproximadamente desde Panamá a Trinidad), aunque el litoral de este territorio estaba también includo. Las islas caribeñas no eran entonces incluidas dentro de este término geográfico, ya que al ser islas, obviamente no eran parte del continente americano. Después, los bucaneros del siglo XVII usaron el término para referirse al Mar Caribe, cambiando el significado original. Con el paso de los años, los escritores de ficción del siglo XVIII comenzaron a usar el término más ampliamente, aplicándolo a todo el Imperio español, desde Florida en América del Norte hasta los límites del Brasil portugués en Sudamérica, lo que incluía no solo tierra continental sino también los mares circundantes de dicha área, así como el Caribe (excepto las Antillas Menores, que habían sido colonizadas por otros Imperios europeos).
El Imperio español
En 1492, Cristóbal Colón (1451-1506) navegó a través del Atlántico al servicio de la Corona española, pero en lugar de encontrar una ruta hacia Asia, como era su propósito, se encontró con el continente americano. Luego Colón realizó otros viajes de exploración, seguido por muchos otros. Por entonces el único rival de España en la carrera por la explotación de las riquezas de América eran los portugueses, pero los dos países se las arreglaron para llegar a un acuerdo conveniente para ambas partes, en el que se repartieron las nuevas tierras descubiertas y definieron dos áreas geográficas. Esta división fue establecida en el Tratado de Tordesillas de 1494, ampliado posteriormente en el Tratado de Zaragoza en 1529.
En 1494 se estableció el primer asentamiento español en el Nuevo Mundo, La Isabela, en la isla de La Española (actualmente República Dominicana/Haití). En 1498, Santo Domingo fue fundada en la misma isla. Los asentamientos Españoles en las islas del Caribe fueron sucediéndose uno a uno: en 1508 Puerto Rico, Cuba en 1511. Se introdujeron y criaron vacas, caballos y mulas. Se establecieron plantaciones de caña de azúcar, tal como los Portugueses lo habían estado haciendo en islas del Atlántico como Madeira. El cultivo de tabaco fue otro más de los florecientes negocios iniciados en esos primeros años de colonización. El trabajo en las plantaciones era realizado por esclavos, tanto nativos de las nuevas tierras como traídos del África Occidental. Se estima que fueron cerca de 2 millones los esclavos africanos que fueron traídos a la Tierra Firme española entre los siglos XVI y XVII. Una vez establecidos en las islas del Caribe, los españoles comenzaron a enviar expediciones tentavias a Panamá, lugar desde el que un europeo, Vasco Núñez de Balboa, vio el Océano Pacífico por primera vez, en 1513. La colonización de las "Indias españolas", como en ese entonces se conocía a América, había empezado.
Los indígenas en las costas trataron de resistir los embates de los colonizadores y recurrieron a tácticas como la emboscada, pero el enemigo era despiadado y contaba con armas de siglos de tecnología más avanzada: los visitantes del Viejo Mundo habían llegado para quedarse. A los nativos los robaron, asesinaron o esclavizaron sin misericordia. Los que lograban sobrevivir fueron convertidos a la religión de los hombres extraños venidos de lejos, los exploradores, los sacerdotes y los hidalgos aventureros. Por ejemplo, los indígenas arawak del Caribe que fueron aniquilados en solo una generación, ya sea por la espada, la explotación o las enfermedades introducidas por los europeos. Este era el espantoso patrón de conquista que habría se sucederse una y otra vez.
LA RIQUEZA DEL ANTIGUO MÉXICO FUE SAQUEADA SIN PIEDAD CUANDO LOS BARCOS COMENZARON A TRANSPORTAR EL TESORO DE VUELTA A ESPAÑA.
El proceder de la fuerza española, los Conquistadores, fue el resultado de la búsqueda de supuestas ciudades construidas en oro hacia el interior de América. Así fue como a partir de 1519 atacaron y destruyeron el Imperio azteca. Los aztecas, debilitados hacia el interior por facciones políticas, fueron derrotados por un ejército con armamento, caballería y tácticas superiores. Una vez más, las nuevas enfermedades hicieron estragos entre los locales. Los españoles se aliaron hábilmente con antiguos rivales de los aztecas, como la civilización tarasca, y el enorme y a menudo brutal Imperio azteca se derrumbó, para ser sustituido por un nuevo orden aún más brutal. El líder de los Conquistadores era Hernán Cortés (1485-1547) cuyo fervor religioso era tan grande como su hambre de riquezas y gloria. La riqueza del antiguo México fue saqueada sin piedad y llevada a España en barco. La capital azteca, Tenochtitlán, se convirtió en la nueva capital de la Nueva España, con Cortés nombrado como primer gobernador en mayo de 1523. En 1535, Don Antonio de Mendoza fue nombrado primer Virrey de la Nueva España.
Luego fue el turno de América Central y después, de Sudamérica. En 1532 un grupo de españoles liderados por Francisco Pizarro (1478-1542) se enfrentó con el Imperio inca, que iba desde Quito (Ecuador) a Santiago (Chile), el más grande en el mundo. Una vez más, la combinación de un armamento superior así como las disputas al interior del joven y frágil Imperio inca, llevaron a su caída en el lapso de una generación. También en este caso, las enfermedades traídas por los europeos jugaron un rol decisivo, como es el caso de la la viruela, que ya se había propagado desde México a Sudamérica aun antes de la llegada de los españoles a suelo inca. En lo que se considera como el desastre humanitario más grande que ha afectado al continente americano, se estima que puede haber muerto entre el 60 y el 90 % de la población indígena como consecuencia de este enemigo invisible. Entre tanto, los españoles seguían asombrados por la gran cantidad de oro y plata que podían ver tanto en templos, casas así como en los adornos usados por los propios incas. Con la caída de Cuzco en noviembre de 1533 y tras el establecimiento de un gobierno controlado por los españoles, tenían razones de sobra para saberse dueños de una vasta extensión del mundo. Sin embargo, los españoles enfentaron el mismo problema que el Imperio depuesto: cómo controlar cada rincón de esa vastedad, donde coexistían diferentes pueblos, culturas y lenguas. Los españoles tuvieron que enfrentar guerras y rebeliones hasta 1572, cuando el último legítimo sucesor al trono inca fue ejecutado.
Saqueo de América
Los españoles establecieron un gobierno colonial basado en un sistema de virreinatos, encabezados por un gobernador o virrey. Construyeron fuertes para protegerse de los continuos ataques de los pobladores originales, mientras que al mismo tiempo seguían saqueando al Nuevo Mundo, tomando cualquier objeto de valor, y en especial fundiendo indiscriminanamente objetos de oro y plata. Una vez que terminaron con esta fácil fuente de riqueza, comenzaron a comerciar con recursos naturales tales como madera, perlas y gemas. La plata se obtenía de minas en Perú y México, siempre con el uso de mano de obra de esclavos. El metal se solía transformar en pesos o en pesos de 8, moneda que se convirtió en la divisa de facto usada en las Américas.
España insistió en el monopolio comercial de su imperio y no permitió que ningún otro mercader europeo vendiera o comprara bienes en los nacientes pueblos coloniales de las Américas. Los rivales europeos pusieron sus codiciosos ojos sobre la flota de galeones españoles que dos veces al año transportaban las riquezas del Nuevo Mundo hacia España (c. 1520-1789). Dado que España también embarcaba bienes valiosos desde las Filipinas hacia Acapulco, México (1565-1815), los galeones repletos de riquezas que cruzaban el Atántico no solo transportaban oro, plata y gemas, sino también una fortuna en seda, especias y porcelana. Durante el primer siglo de la conquista, los Españoles extrajeron de Sudamérica la increíble cantidad de 10 millones y medio de onzas troy de oro. En cuanto a plata, se habían enviado 25 mil toneladas a España hacia el 1600. Por otro lado, un promedio de 3 millones de pesos de plata se enviaban cada año a las Filipinas, destinados a pagar los bienes que serían embarcados en los galeones de Manila. La plata era relativamente rara en China, por lo que en el lejano Oriente se podía comprar dos veces más oro con la misma cantidad de plata, en comparación con el oro que podía comprarse en Europa. De esta manera, los Españoles no solo estaban extrayendo grandes riquezas de América, sino que también comenzaron a transportar bienes alrededor del mundo, obteniendo aún más ganacias.
Siendo un objetivo tentador, los ataques a los galeones españoles que transportaban las riquezas fueron patrocinados extraoficialmente por los gobiernos europeos rivales, con el objetivo de debilitar a España y así persuadirlo de permitirles también comerciar en las nuevas colonias. Para eviar lo anterior un exitoso sistema de convoy de galeones y navíos escolta fue establecido por los Españoles, siendo un gran botín para los bucaneros en las raras excepciones en que este sistema falló. Otro objetivo muy tentador eran los puertos en los cuales las riquezas eran almacenas a la espera de ser embarcados en los galeones.
Puertos clave
Para el siglo XVII, el imperio español en América estaba compuesto por el Virreinato de La Nueva España (México y Centroamérica) , donde el Virrey despachaba desde Ciudad de México (en lo que anteriormente era Tenochtitlán). El Virreinato del Perú (anteriormente el territorio inca) fue establecido en 1543. Nueva Granada (Venezuela y Colombia) fue virreinato a partir de 1739, con sede en Cartagena. El Virreinato del Río de La Plata (Argentina, Paraguay y Uruguay) no fue establecido hasta 1776. Panamá, Honduras, Cuba, La Española y Puerto Rico era regidas por un Gobernador.
Es posible que Ciudad de México haya sido la capital administrativa de la América española, pero el corazón de la Tierra Firme del Imperio español era La Habana, Cuba: con su estratégica ubicación en el Mar Caribe y su Gobernador también rigiendo sobre todas las islas caribeñas. Asimismo, La Habana era el punto de reunión de los galeones que cargaban los tesoros rumbo a España. Para 1610, contaba con el mayor astillero en toda América. El corsario Francés Jacques de Sores atacó brutalmente La Habana en julio de 1555, lo que finalmete convenció a los españoles de que debían proteger mejor su joya colonial. El Castillo de la Real Fuerza fue construido en 1558, el primer bastión-fortaleza construido en América. Le siguió el Castillo del Gran Morro de Puerto Rico, en 1589. Con esto, ningún otro pirata, bucanero o capitán se atrevió a atacar La Habana ni a sus 30 mil residentes por casi dos siglos.
Cartagena, en lo que es actualmente Colombia, era uno de los puertos más importantes en la Tierra Firme española al ser el punto donde se recolectaba oro, plata, esmeraldas y perlas procedentes de Colombia y Venezuela. Por esta razón era conocida como "Reina de las Indias". En 1586 fue capturada por poco tiempo por Francis Drake (c. 1540-1596). Para 1602 los españoles la hicieron prácticamente inexpugnable, una vez que hubieron mejorado sus defensas y fortificaciones.
Otro de los puertos desde donde se embarcaban tesoros españoles extraídos de las colonias era Portobelo (también conocido como Puerto Bello), en Panamá. En 1596, este puerto sustituyó a Nombre de Dios, como el punto de acopio para las enormes cantidades de plata extraída de las minas del Potosí en Perú (descubierto en 1545). Esta plata iba en galeones desde Perú a Panamá (fundada en 1519) y luego se transportaba en mulas a través del istmo panameño hasta Portobelo. Asimismo, en Portobelo se llevaba a cabo una gran feria anual comercial, con lo que este puerto llegó a ser muy atractivo para merodeadores extranjeros. En 1573 Francis Drake se apoderó del cargamento de mulas, un botín de 15 toneladas de plata y 100 mil pesos de oro (tesoro suficiente para construir 30 buques de guerra de la época).
En México estaba el tercer puerto en importancia para el envío de riquezas a España: Veracruz, puerto fundado por Hernán Cortés en 1519, con lo que fue necesario construir una fortaleza para su defensa: el fuerte de San Juan de Ulúa. Veracruz era el lugar de acopio tanto de la plata extraída de México como de los bienes que traían los galeones de Manila y se llevaban por tierra hasta Veracruz. En 1568 San Juan de Ulúa fue el escenario de un infame ataque de parte de fuerzas españolas hacia una flota comercial capitaneada por el inglés John Hawkins (1532-1595 d.C.), hecho que los corsarios ingleses tomaron como excusa para atacar cualquier objetivo español durante el siguiente medio siglo.
Una vez iniciada la conquista se fundaron muchos más pueblos y puertos en la Tierra Firme española. En lo que actualmente es Florida, se fundó San Agustín en 1565, que sirvió como base para las aspiraciones expansionistas españolas en la costa de Norteamérica, y a su vez como punto estratégico para resistir la amenaza de los hugonotes franceses que se habían establecido en el área desde 1562, así como las posteriores incursiones británicas que avanzaron hacia el sur por la costa este americana. San Juan de Puerto Rico era el puerto usado por los galeones en el Caribe. Maracaibo, ubicado en la costa de lo que es actualmente Venezuela, tenía alrededor de 4000 residentes y era el centro regional para el comercio de perlas.
Todos los asentamientos españoles se construían en función de un patrón similar de manzanas y calles, con una gran plaza central donde se encontraban los edificios religiosos y administrativos. Desde 1573, se emitieron leyes reales sobre el diseño de pueblos y ciudades. Estos pueblos y ciudades eran gobernados por un alcalde que encabezaba un grupo de concejales, a quienes se les otorgaba el derecho de producir su propio escudo de armas, igual que España. Con el objetivo de que no se olvidara a quién debían lealtad los ciudadanos, el escudo de armas español se exhibía en la puerta de entrada de la fortaleza y en todos los edificios oficiales.
Los ataques en el siglo XVII
Para el siglo XVII el monopolio colonial español comenzó a ser desafiado por otros poderes europeos, especialmente en las islas del Caribe. Inglaterra, Francia y los Países Bajos estuvieron en guerra constante contra España a lo largo de todo el siglo; las Américas eran un fuerte importante considerando los fondos que cruzaban el Atlántico. Además, la armada Española se había venido a menos, representaba solamente un tercio del tamaño de las de Inglaterra y Francia. Los ingleses se establecieron en San Kitts (anteriormente San Cristóbal, 1623), Barbados (1624), Nevis (1628), Antigua y Montserrat (1632). Francia se adueñó de Martinica y Guadalupe en 1635. A partir de 1599, los holandeses comenzaron a extraer sal de las costas venezolanas en Araya (producto indispensable para su industria del arenque), aunque estaban especialmente interesados en los recursos brasileños. La colonización holandesa de Santa Eustacia, Tobago y Curazao, entre 1632 y 1634, supuso una preocupación más directa para los españoles.
Para 1630 había 18 mil europeos viviendo en las Antillas Menores y, para 1660, llegaron a ser 100 mil. Los europeos usaban muchas de estas islas del este caribeño como base para atacar las posesiones españolas y asimismo servían como refugio para traficantes y piratas. España respondió a estas amenazas con contraataques regulares, pero con poco éxito; solo lograban aumentar la hostilidad contra todo lo que fuera español.
Los británicos incursionaron aún más hacia el oeste, ocuparon Bermuda y las Bahamas, a las que le siguieron la estratégica isla de Jamaica en 1655, con sus maravillosos puertos naturales, después de lo cual la Tierra Firme española quedó a merced de cualquier ataque. Los puertos estratégicos españoles fueron objetivos directos de grandes armadas multinacionales compuestas por corsarios y aventureros (conocidos también como bucaneros), con patrocinio (oficial o no) de otros poderes europeos. El bucanero inglés Henry Morgan (c. 1635-1688) saqueó Panamá en 1671 y en 1680 atacó y extorsionó Portobelo. El corsario holandés Laurens De Graaf (c. 1651-1702) atacó Veracruz en 1683 y tomó como botín los galeones del tesoro. Las fuerzas combinadas de franceses y piratas capturaron Cartagena en 1697, en lo que fue el último gran ataque pirata antes de un acuerdo de paz establecido entre España, Inglaterra, Francia y los Países Bajos. Como resultado de estos reveses, España comenzó a construir fortificaciones mejores y más grandes, con murallas y guarniciones.
Los ataques del siglo XVIII
El Imperio español pudo recuperarse de este casi ruinoso estado. El rey Carlos III de España (que reinó entre 1759-1788) fue fundamental en la promoción de un fortalecimiento a todo lo largo de la Tierra Firme española, especialmente en términos de fuertes y guarniciones, con un nuevo sistema que combinaba los destacamentos locales con las tropas traídas de Europa, mejores entrenadas y equipadas. Estas fuerzas eran comandadas por varios capitanes-generales asentados en los puertos más importantes. Sin embargo, la defensa del Imperio colonial español seguía siendo una batalla incesante y cara que parecía no tener fin.
Para mediados del siglo XVIII, el Almirantazgo británico ordenó específicamente a su flota naval "destruir los asentamientos españoles en las Indias Occidentales así como atacar sus embarques usando cualquier método" (Wood, 164). En 1762 la Armada Real capturó La Habana, pero al año siguiente la perdió. Después del tratado de París de 1763, España tuvo que ceder Florida a Inglaterra (aunque la recuperó en 1783) y a cambio recibió solo una porción de Louisiana. En 1800, Louisiana fue cedida a Francia, para finalmente terminar en posesión de Estados Unidos en 1804. Los poderes europeos arreglaban sus intereses coloniales como si se tratara de un juego de ajedrez. En ocasiones intentaban ataques audaces, otras veces tenían que hacer retiradas, y otras veces solamente esperaban ver cómo cada imperio se desarrollaba. Mientras tanto, Estados Unidos, México y otros miraban con atención la porción del tablero que pudieran reclamar para sí mismos, independientemente de a quiénes les perteneciera en ese momento.
Declive del Imperio español
Para inicios del siglo XIX, España no solo tenía que lidiar con los ataques de sus enemigos europeos sino que a su vez el mundo cambiaba rápidamente, en términos políticos y económicos. Ahora enfentaba las amenazas de los habitantes originarios de América. Fuerzas rebeldes colombianas, por ejemplo, sitiaron y tomaron Cartagena en 1815 y 1821. Para 1820 casi la totalidad de las naciones latinoamericanas habían declarado su independencia de España. Asimismo, el creciente poderío de los Estados Unidos representaba otra amenaza en el Norte. Tuvieron que ceder Florida en 1819-1821, con lo que para finales del siglo XIX, España solo poseía Cuba y Puerto Rico.
El comercio internacional también había evolucionado y ahora el lejano Oriente aportaba mercancías como té y opio. India y Brasil también se desarrollaban rápidamente y las plantaciones en Norteamérica, Sudamérica y el Caribe (todas ellas basadas en el horroroso negocio de la esclavitud), inundaron al mundo con azúcar, tabaco, café y algodón. Los días en que España solía monopolizar el cincuenta por ciento del comercio internacional y en que la Tierra Firme del Imperio español era el centro neurálgico de los tesoros en el Nuevo Mundo habían quedado en el pasado.